Grandes figuras de la historia de Japón

Hara Takashi, el plebeyo que abrió una nueva era política en Japón

Historia

Hara Takashi fue un político innovador en todos los sentidos. Para empezar, fue el primero en llegar al cargo de primer ministro sin tener título de nobleza. Además, su gabinete fue el primero en estar conformado por ministros procedentes, en su mayoría, de un partido político. Conocido como el “Primer Ministro Plebeyo”, trató de fundamentar su política en el interés público y de impulsar una diplomacia que asegurase a Japón un lugar en el mundo.

No perseguir el interés propio, una filosofía heredada de su madre

Hara Takashi ascendió al cargo de primer ministro de Japón en septiembre de 1918, apenas unos días antes de terminar la Primera Guerra Mundial. Tenía 62 años. Sus esfuerzos por encajar a su país en el nuevo escenario que se abría con la finalización del conflicto quedaron truncados al morir asesinado el 4 de noviembre de 1921. 

Hara nació en 1856 en el señorío de Nanbu (actual prefectura de Iwate) como hijo de un samurái de rango superior. Los dos factores que en mayor medida contribuyeron a la formación de su personalidad en sus años juveniles fueron la Restauración Meiji... y Ritsu, su madre. Su familia vivió tiempos muy duros durante su infancia, pues el señorío de Nanbu, como el resto de los de la región nororiental de Japón, se mantuvo leal al bakufu (Gobierno del shōgun) en la Guerra Boshin y cuando este fue derrotado por los señoríos meridionales de Satsuma y Chōshū, promotores de la Restauración Meiji, tuvieron que pagar las consecuencias. Con la prematura muerte del padre, todo el peso de la familia recayó sobre Ritsu. Para rehabilitarse ante el nuevo Gobierno de Meiji, los responsables de Nanbu decidieron hacer un envío de dinero y todos los samuráis quedaron obligados a colaborar. Al llegar la orden, Ritsu vendió casi todo lo que encontró en la casa y remitió el dinero directamente a las autoridades del señorío. Uno de los valores que se promocionaron con la Restauración Meiji fue el ascenso social a través del esfuerzo personal. Para ello, era perentorio dar la mejor educación posible a los hijos y Ritsu afrontó la tarea con entusiasmo, dentro de las limitaciones que imponía su pobreza. Las ideas que defendería Hara sobre la necesidad de renunciar al interés personal, de ser sincero y diligente, y de obrar con altura de miras, proceden todas de su madre.

Los señoríos de Chōshū y Satsuma llevaron a cabo conjuntamente la gran transformación de la Restauración Meiji y luego continuaron controlando el Gobierno de la nación durante más de 30 años. El odio que sintió Hara toda su vida hacia el faccionalismo y la importancia que concedió a la autonomía personal y la capacidad de trabajo a la hora de hacer nombramientos fueron, cabe pensar, una reacción frente a aquel estado de cosas.

Mutsu Munemitsu, su gran mentor

Desde la edad de 20 años, Hara estudió durante dos años y medio en la Escuela de Juristas creada por el Ministerio de Justicia, donde las clases, centradas en el sistema legal francés, se impartían en este idioma. Pronto se le despertó la vocación política y diplomática y, sin esperar a concluir sus estudios en dicho centro, se pasó a la academia privada de francés y estudios franceses creada por el pensador Nakae Chōmin, líder del movimiento por las libertades y los derechos civiles. De la mano de Chōmin, Hara se familiarizó con el pensamiento de Rousseau y descubrió la idea de la actuación justa (Estado justo), encaminada al interés público (bien común), como negación de la persecución de los intereses individuales. En la difusión de la conciencia sobre los derechos civiles, Hara adoptó un acercamiento gradualista, pues comprendió que sería necesario un proceso de adaptación para que el pueblo se acostumbrase al manejo de los temas políticos. Puede decirse que el espíritu de respeto al interés público que alumbró su carrera política fue una profundización de los valores recibidos de su madre.

Posteriormente, durante cerca de tres años, Hara trabajó como diplomático en la misión japonesa en París, periodo durante el cual, además de perfeccionar su francés, estudió el derecho internacional y aprendió mucho sobre la política internacional y la cultura de Europa. Ya de vuelta en Japón, Hara trabajó durante unos siete años a partir de 1890 a las órdenes de Mutsu Munemitsu, un político procedente del antiguo señorío de Wakayama (actual prefectura homónima) que, sin pertenecer a ninguna de las facciones dominantes, había asumido carteras ministeriales como las de Agricultura y Comercio o Asuntos Exteriores. Hara desarrolló hacia Mutsu una profunda devoción personal.

Hara se había dado cuenta ya de los grandes cambios que se estaban operando en el entorno internacional de Asia Oriental como consecuencia de las variaciones entre las fuerzas de las potencias occidentales, la China Qing y Japón, y de las complicadas relaciones de intereses que se urdían entre los países. Sabía, por lo tanto, lo importante que era para Japón ir fortaleciendo su seguridad nacional dentro de un equilibrio de fuerzas. Mutsu eligió a Hara para importantes puestos dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores, como director general o viceministro. Mientras sacaba adelante las políticas de Mutsu en las esferas exterior e interior, Hara fue aprendiendo cómo desarrollar una determinada visión política en la práctica, dentro de las limitaciones de la diplomacia real.

Mutsu tenía la experiencia de haber residido en el Reino Unido, donde había estudiado in situ la política de partidos, y quiso hacer de Hara un verdadero político de partido. Este dejó el ministerio en 1897 y entró en el periódico Osaka Mainichi Shimbun siguiendo los consejos de Mutsu. Un año después, era ya su presidente. Ante la expansión de las potencias en suelo chino que siguió a la Primera Guerra Sino-Japonesa, Hara propugnó de forma coherente y sostenida, ahora como administrador de un gran periódico, la paz entre las potencias dentro de un equilibrio. Esta línea editorial fue refrendada por un gran aumento de la tirada del periódico, que se triplicó.

En 1900, Hara se estrenó como dirigente político en el Rikken Seiyūkai (Partido de la Asociación de Amigos del Constitucionalismo), fundado por Itō Hirobumi. En las elecciones generales de 1902 se presentó por el distrito electoral de Morioka, en su prefectura natal, donde hizo campaña reclamando de Japón atención a los cambios en la esfera internacional y un gran esfuerzo para no perder la batalla frente a las potencias occidentales. También reclamó de los japoneses interés en la actividad política, pues entendía que esta no era exclusiva de los políticos profesionales, sino de todo el pueblo, incluyendo a quienes no tenían derecho al voto.

En cuanto a su postura ante la Guerra Ruso-Japonesa, que estallaría en febrero de 1904, desde su posición de liderazgo en el Rikken Seiyūkai, que se había convertido en uno de los grandes partidos, abogó por contener los sentimientos antirrusos que se habían despertado, conduciendo su partido por la vía de la moderación.

En una difícil época en la que las potencias se repartían el mundo, Hara otorgó un importante papel al Estado en el mantenimiento de la seguridad nacional. Pero su idea era que el Estado no podía quedar en manos de una facción o grupo de interés, sino que tenía que ser un fiel reflejo de la voluntad del conjunto de la ciudadanía. Por esta razón, Hara renunció a valerse del extendido método de utilizar con fines partidistas las inversiones en infraestructuras (ferrocarril, red viaria, etc.) que hacía el Estado en las regiones. Aun así, los votantes de las regiones le dieron su apoyo.

Hacia 1907 se aprecia una evolución en el pensamiento de Hara, y uno de los aspectos más llamativos es que comienza a hacer hincapié en la necesidad de promover el bienestar del pueblo, incluyendo en este concepto las necesarias condiciones de paz, que suelen olvidarse cuando se habla del interés nacional. La conciencia de que el país se enfrentaba a una gran crisis de seguridad nacional se relajó con la victoria sobre Rusia en la guerra y probablemente esta fue la causa del giro. Por otra parte, una vez concluido su periodo como ministro del Interior en el gabinete de Saionji Kinmochi, durante medio año a partir de agosto de 1908 Hara viajó a sus expensas por Norteamérica y Europa. Este viaje le hizo comprender que Estados Unidos estaba llamado a tomar el relevo del Reino Unido como superpotencia mundial, adelantándose en esta percepción a la mayor parte de la clase dirigente de Japón.

Una nueva visión del mundo tras la Primera Guerra Mundial

Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, Japón se posicionó del lado de los aliados. Estados Unidos entró en la guerra, también en el bando aliado, en 1917. El conflicto terminó en noviembre de 1918 dejando inmensas pérdidas humanas y materiales. En el otoño de 1917, Hara expuso ante sus compañeros, como líder del Seiyūkai, su visión de lo que debería ser la política interior y exterior de Japón una vez hubiera terminado la guerra. Meses después, el presidente norteamericano Woodrow Wilson dibujó su visión ideal del nuevo orden mundial que debería emerger del conflicto en sus famosos Catorce Puntos. Las ideas de Wilson tuvieron gran influencia y en la Conferencia de Paz de Paris de 1919 sirvieron de pauta para la formación de la Sociedad de Naciones.

Hara, que muy pronto se adhirió a las ideas de Wilson, propugnó una política exterior de armonización con las grandes potencias, especialmente con Estados Unidos, frente a la línea seguida hasta el momento por Japón de priorizar la relación con el Reino Unido. Además, impulsó la retirada de las fuerzas militares que habían sido enviadas a Siberia por el gabinete precedente en 1918 para tratar de ahogar la Revolución Rusa, una medida a la que Hara se había opuesto desde el principio. Es interesante que aproximadamente a partir de 1919 Hara repite ejercicios caligráficos del lema hōjaku, un concepto budista que define la acumulación de buenas acciones que se hacen sin esperar pago. Desde septiembre del año anterior ejercía ya como primer ministro de Japón, cargo que le concedía grandes atribuciones y potestades, y en esa palabra cifraba todos sus deseos de conseguir un orden nacional e internacional óptimo para regir el mundo después del destructivo conflicto.

Sin embargo, en la Conferencia de Paz de París no quedó claro cómo podría aplicarse el principio promovido por Wilson de autodeterminación de los pueblos del mundo. En la cuestión del territorio chino que Japón había ocupado tras ganárselo a los alemanes en la provincia de Shandong, China, que al menos formalmente había luchado al lado de los aliados, reclamó a la Sociedad de Naciones que le fuera restituido directamente y en su totalidad. Estados Unidos apoyó la postura china, pero Japón consiguió finalmente que se reconocieran sus derechos sobre la zona ganándose el apoyo del Reino Unido. Con respecto a estos intereses territoriales, Hara entendía que Japón los heredaba provisionalmente habida cuenta de que los valores del imperialismo seguían en buena medida vigentes, pero que cuando se instaurase el nuevo orden mundial Japón los devolvería a China en su mayor parte. Dos años y medio después, tal como había sido previsto por Hara, Japón firmó un acuerdo por el que devolvía a China casi todo el territorio que había recibido, si bien se estableció como condición que China debería pagar una compensación económica.

Hara comprendía el principio de la autodeterminación de los pueblos, pero cuando en 1919 ocurrió en Corea, entonces colonizada por Japón, el movimiento independentista del Primero de Marzo, Hara lo criticó y reprimió, pues pensaba que, aunque Corea prometía mucho, en aquel momento todavía era prematuro permitir que se independizase y se organizase como un Estado moderno. Pensaba también que los independentistas coreanos no habían comprendido que el derecho a la autodeterminación propugnado por Wilson por el momento se aplicaba solamente a Europa, en virtud de un acuerdo entre los aliados. Fue también crítico con el movimiento del Cuatro de Mayo contra el colonialismo ocurrido en China ese mismo año, en este caso porque ocurrió bajo el influjo de la revolución rusa y el marxismo y suponía un radical desafío al orden internacional establecido.

Una muerte súbita que causó consternación

Hara estaba convencido de que tras la Primera Guerra Mundial, en un futuro próximo, las grandes potencias entrarían en un ciclo de desarme y que la competencia entre ellas pasaría del terreno militar al económico, en previsión de lo cual procedió a implementar un ambicioso programa de reformas estructurales en Japón. Se trataba de contener el gasto militar, que resultaría ya innecesario, y utilizar esos fondos para hacer las inversiones en comunicaciones y transportes que permitirían el crecimiento educativo, industrial y cultural del país. Un buen ejemplo de las intenciones de Hara lo encontramos en la Ley de Universidades promulgada en 1918, mediante la cual se creó un marco para el reconocimiento de diversos tipos de universidades (privadas, estatales, públicas, etc.) además de la entonces llamada Universidad Imperial (Teikoku Daigaku). Se procedió también a mejorar y democratizar el nivel superior de la enseñanza, que permitió el surgimiento de centros tan prestigiosos como las universidades de Keiō Gijuku o Waseda.

Asimismo, Hara creó un marco que permitiría complementar las líneas ferroviarias troncales existentes con otras líneas menores y nuevas carreteras, dando así un gran impulso a los transportes. Estas infraestructuras creadas en la época de Hara fueron el sostén del progreso social del país durante 40 años, hasta que en los años 60, con el periodo de crecimiento económico acelerado conocido como “milagro japonés” se hizo necesaria una renovación.

El 4 de noviembre de 1921 Hara se disponía a pasar el control de billetes en la estación de Tokio, desde donde pensaba desplazarse a Kioto para participar en una convención de su partido, cuando fue atacado con arma blanca por un joven. Sufrió importantes heridas en el pecho que le causaron la muerte. Se llegó a decir que detrás del joven había una organización ultraderechista, pero nada se sabe a ciencia cierta, aunque es muy posible que su actitud de diferir la decisión sobre los esponsales del entonces príncipe heredero Hirohito, que habían sido motivo de controversia en círculos políticos, le ganase las antipatías de los ultraderechistas.

A la izquierda, la baldosa que marca el lugar donde Hara fue víctima del ataque con arma blanca que le causó la muerte, cerca de la Salida Sur-Marunouchi de la estación de JR Tokio. En la misma estación se colocó también una placa conmemorativa (derecha). (Jiji Press, PIXTA)
A la izquierda, la baldosa que marca el lugar donde Hara fue víctima del ataque con arma blanca que le causó la muerte, cerca de la Salida Sur-Marunouchi de la estación de JR Tokio. En la misma estación se colocó también una placa conmemorativa (derecha). (Jiji Press, PIXTA)

Si Hara no hubiera muerto entonces, en la época en que el brazo militar quedó fuera de control habría podido ser un excelente consejero del emperador Shōwa (Hirohito) para conseguir que frenase la expansión bélica, incluso es posible que Japón hubiera podido evitar la Guerra del Pacífico. Su muerte tuvo, pues, grandes consecuencias sobre la historia contemporánea de Japón.

Fotografía del encabezado: Retrato de Hara Takashi. (Jiji Press)

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