Bienvenidos al ‘haikai’ clásico

¿Es tu silencio, don Sapo / el de las cosas que piensas / y que prefieres callar? (Kyokusui)

Literatura Cultura

Hikigaeru (sapo) es el término estacional en esta vigesimoséptima entrega.

おもふ事だまつて居(い)るか蟇(ひきがへる) 曲水(きょくすい)

Omou koto
damatte iru ka,
hikigaeru

(Poema escrito por Kyokusui en 1690 y recogido en la colección Hanatsumi)

¿Es tu silencio, don Sapo,
el de las cosas que piensas
y que prefieres callar?

El hikigaeru (Bufo japonicus) es una más de las tantas y tantas especies de sapos que pueblan el mundo. De color más bien oscuro y piel verrugosa, en la etapa adulta ronda los 10 centímetros de longitud. Suele habitar en herbazales, pero se refugia también en las proximidades y bajos de las casas. Como el resto de los sapos, es mejor caminador que saltador. Se lo conoce también con el nombre de gamagaeru. La hembra aventaja al macho en tamaño, pero solo este es cantarín, si bien su voz es baja no demasiado fuerte.

La rana, kawazu en japonés clásico, es tradicionalmente un término estacional de primavera. Pero, según la colección Hanatsumi, en este poema el sapo es un motivo de verano. En una perspectiva más amplia, en Japón el sapo suele vincularse con la hechicería y los duendes, como se ve en Jiraiya, un personaje popularizado a través del kabuki que se sirve del sapo en sus encantamientos. Jiraiya, con una ligera variación en la grafía de su nombre, ha pasado también al mundo del manga con Naruto. El extraño aspecto del sapo, más grotesco que el de la rana, se atiene muy bien al espíritu del haikai.

Este poema parece inspirado directamente por el carácter y forma de vida del sapo, que hacen pensar al autor que se calla lo que piensa. Pero el misterio que irradia el sapo de este poema, más que el de los encantamientos y magias es el del budismo. El sapo se nos aparece aquí como una criatura que, por no ser menos que los monjes, se entrega a duros ascetismos para alcanzar la budidad. Entre los ejercicios de estos ascetas está el llamado mugon no gyō (“tiempo de silencio”) y este es el que sigue por lo visto en sus largas sentadas nuestro monacal batracio.

Discípulo de toda confianza de Bashō, Kyokusui pertenecía a lo más selecto de la clase samurái. En 1717, a los 58 años, se hizo el seppuku (harakiri) tras haber herido de muerte a un adversario político. Algunos aventuran que este poema podría tener alguna relación con su trágico final, pero teniendo en cuenta la etapa de su vida en que fue escrito, no parece muy probable.

(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: PIXTA)

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