Al encuentro de las imágenes budistas

La estatua del ‘bodhisattva’ Mujaku

Cultura Arte

Las estatuas de bodhisattva marcan la culminación artística de la escultura religiosa japonesa. Disfrutemos de una de las más famosas, la de Mujaku, en las geniales fotografías de Muda Tomohiro.

El realismo de su semblante es impactante. Lo que hay ahí dentro es un ser humano y está vivo. Tiene una presencia y una tensión que nos hacen pensar así. Su reposada mirada está fija en algún lejano punto. Sus pupilas de cuarzo reflejan una tenue luz.

Su figura erguida, con el pie derecho ligeramente adelantado, parece que va a ponerse en movimiento de un momento a otro.

Es la estatua del bodhisattva Mujaku, que se guarda en el pabellón octogonal Hokuendō del templo Kōfukuji. Está hecha con la técnica del yosegizukuri, consistente en tallar por separado piezas de madera y ensamblarlas después. A diferencia de la mayoría de los bodhisattva, Mujaku (Asanga, en sánscrito) es un personaje histórico, del siglo V, nacido en el antiguo reino de Gandhara, en el noroeste del actual Pakistán. Se lo considera, junto a su hermano Seshin (sánscrito: Vasubhandu), uno de los fundadores de la escuela Yogachara, dentro del budismo Mahayana, que defendía la idea de que la conciencia es lo único que tiene existencia real. Este pensamiento constituye el núcleo de la secta japonesa Hossōshū, a la que pertenece el Kōfukuji.

En el Hokuendō se guardan las estatuas de los dos hermanos, colocadas a ambos lados de otra del bodhisattva Miroku (sáncrito: Maitreya), del que se dice que obtuvieron su sabiduría. Miroku es el bodhisattva que prometió suceder a Sakyamuni como “siguiente buda” o “buda del futuro”.

El Hokuendō fue construido a principios del siglo VIII por el reposo del alma del noble Fujiwara no Fuhito (659-720). Su imagen principal es la del citado Maitreya, en cuyo paraíso particular deseaba ser recibido Fuhito. Pero, como otros muchos templos de Nara, el Kōfukuji quedó reducido a cenizas en 1181, en una batalla sostenida entre los clanes guerreros de Minamoto y Taira. Su reconstrucción comenzó en 1208 y fue entonces cuando se tallaron las estatuas que han llegado hasta nuestros tiempos. En la documentación aparece el nombre de Unkei encabezando la lista de otros talladores de la escuela Kei (Keiha), por lo que se supone que fue él quien coordinó los trabajos del resto de los artistas que hicieron el Hokuendō.

La argolla metálica de la que cuelga el kesa (estola) por el costado izquierdo aparece también en muchas pinturas de la época de la dinastía china Song del Norte (960-1127). Los tallistas de la escuela Kei fueron los primeros en introducir ese elemento en la estatuaria budista japonesa. Mujaku lleva en su mano izquierda un hōkyō (literalmente, “cofre del tesoro”) que contiene sutras o, según otra teoría, reliquias de Buda. La forma en que acerca al cofrecillo su mano derecha nos indica que, en cualquier caso, su contenido es enormemente valioso. Puede decirse que el realismo de la escultura budista japonesa alcanza en esta figura su máxima expresión.

Estatua del bodhisattva Mujaku

  • Nombre en japonés: Mujaku bosatsu ryūzō
  • Altura: 193,0 cm.
  • Época: Periodo Kamakura
  • Colección: Templo de Kōfukuji
  • Grado de protección: Tesoro Nacional

Fotografía del encabezado: La estatua del bodhisattva Mujaku, de la colección del templo de Kōfukuji. (Fotografía: Muda Tomohiro)

(Traducido al español del original en japonés.)

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