Un paseo por la línea Yamanote

De Takadanobaba a Shinjuku: escuelas, cultura y vida nocturna salvaje en el oeste de Tokio

Turismo

Al caminar desde Takadanobaba a Shinjuku todo es juventud: los jóvenes asisten a numerosas escuelas locales, buscan gangas en el barrio coreano o disfrutan de las brillantes luces de Kabukichō. Pero no olvidemos que muchos vestigios de un pasado más antiguo continúan esparcidos por la zona.

Un cambio constante

En Takadanobaba entro en la recta final de mi paseo a lo largo de la línea Yamanote. Desde aquí a Shibuya, mi objetivo final, es mi hogar, una zona llena de recuerdos y conexiones personales. Y sin embargo, apenas me siento como en casa. Por desgracia el barrio ha cambiado tanto que casi no lo reconozco.

Es cierto que, cuando me bajo del tren, me sigue dando la bienvenida el tema musical de Astro Boy (conocido en Japón como Tetsuwan Atomu), que se utiliza desde 2003 como melodía de salida de los trenes en estos andenes. Sin embargo, el ambiente a lo largo de Waseda-dōri, la principal calle comercial de la estación, es completamente diferente.

Las estaciones del bucle de la línea Yamanote. (© Pixta)
Las estaciones del bucle de la línea Yamanote. (© Pixta)

Situado cerca de las universidades de Waseda y Gakushūin y de otras escuelas de formación profesional, Takadanobaba sigue siendo uno de los lugares favoritos de los estudiantes. Con el tiempo, sin embargo, se ha vuelto un poco más moderno, un poco más caro y mucho más soso.

Hace treinta años tenía más carácter, empezando por los horteras soportales de acero del lado norte de la calle. Allí se podían encontrar restaurantes y bares baratos para estudiantes sin dinero, tiendas de segunda mano donde yo buscaba libros y videojuegos antiguos, y dos maravillosos cines de arte y ensayo que proyectaban películas japonesas y extranjeras. Casi todo ha desaparecido.

El centro comercial Big Box, que en su día fue el único ejemplo de lugar con tiendas y restaurantes corporativos de la zona, está ahora rodeado de decenas de cadenas de tiendas. Desde distribuidores de teléfonos móviles hasta cafeterías y locales de comida rápida; están por todas partes. Incluso mi tienda de juegos de segunda mano favorita ha sido sustituida por Suit Select, que se complace en ofrecerte un traje hecho a medida listo en 10 días por solo 45.000 yenes.

Big Box es uno de los puntos de referencia más antiguos de Takadanobaba. (© Gianni Simone)
Big Box es uno de los puntos de referencia más antiguos de Takadanobaba. (© Gianni Simone)

En constante cambio, sustituyendo inexorablemente lo antiguo por lo nuevo, lo moderno y lo que hace ganar dinero, Tokio es la mejor demostración de la máxima de Marcel Proust de que nunca se puede recuperar el tiempo perdido. Para mí, no hay otro sitio en el que este doloroso hecho se haga más patente que en Takadanobaba.

Ahora, cada visita que hago se convierte en un paseo incompleto y profundamente insatisfactorio por el carril de los recuerdos, una oportunidad perdida de reencontrarme con mi yo más joven. Pero no he perdido todas mis esperanzas. El local de ping-pong sigue ahí, escondido en un callejón al norte de la estación, y el cine Waseda Shōchiku, que abrió por primera vez en 1951, sigue proyectando programas dobles baratos.

El tráfico de personas, como de costumbre, es claramente joven, aunque cerca de la estación, escondidos bajo tierra, hay bares y restaurantes dirigidos a asalariados y otros trabajadores. Es como si no quisieran atraer la atención de los estudiantes. Si uno está cansado de las omnipresentes cadenas de restaurantes, dicho sea de paso, Takadanobaba alberga varios excelentes restaurantes birmanos que ofrecen platos sencillos, sabrosos y contundentes.

Takadanobaba es famoso por sus muchos restaurantes birmanos. (© Gianni Simone)
Takadanobaba es famoso por sus muchos restaurantes birmanos. (© Gianni Simone)

Un mundo diferente

Hablando de cocina asiática, nuestra siguiente parada la tiene en abundancia. Hoy en día Shin-Ōkubo se asocia principalmente con el barrio coreano, y las hordas de jóvenes japoneses y turistas extranjeros que abarrotan sus calles cada día están allí principalmente para probar los últimos y coloridos aperitivos coreanos y comprar cosméticos de Corea.

Los amantes de la buena comida acuden a diario al barrio coreano de Shin-Ōkubo. (© Gianni Simone)
Los amantes de la buena comida acuden a diario al barrio coreano de Shin-Ōkubo. (© Gianni Simone)

Sin embargo, en el lado oeste de la línea Yamanote nos espera una experiencia asiática completamente distinta, ya que los locales coreanos se ven fácilmente desbordados por las tiendas y restaurantes vietnamitas, nepaleses y de otros países asiáticos que se alinean a ambos lados de la calle. Es un mundo diferente con un aspecto y olores como ningún otro lugar de Tokio. Así que la próxima vez que la gente nos hable de lo homogéneo y monocultural que es Japón podemos llevarlos a Shin-Ōkubo.

Al pasear por Shin-Ōkubo ni siquiera se tiene la sensación de estar en Japón. (© Gianni Simone)
Al pasear por Shin-Ōkubo ni siquiera se tiene la sensación de estar en Japón. (© Gianni Simone)

Ahora bien, el lado este es otra historia. Tendremos que caminar unos 15 o 20 minutos y alejarnos de las huellas acústicas de la Yamanote, pero el viaje merece la pena, al menos si nos interesa la historia profunda de Tokio.

Tokio tiene muchos danchi (complejos de viviendas públicas), pero Toyama Heights es posiblemente el único situado dentro del bucle. También es uno de los primeros y mayores proyectos de este tipo en Tokio. Construido inicialmente en 1948 en un antiguo emplazamiento militar como respuesta a la escasez de viviendas de la posguerra, las 1.062 estructuras originales eran casas de madera de una sola planta. Con el paso de los años, no obstante, la zona sufrió una importante remodelación, y entre 1968 y 1976 el complejo se reconstruyó en forma de edificios altos de hormigón armado.

Toyama Heights es uno de los ejemplos de danchi con mayor éxito de Tokio. (© Gianni Simone)
Toyama Heights es uno de los ejemplos de danchi con mayor éxito de Tokio. (© Gianni Simone)

Viniendo de Takadanobaba, antes de llegar al danchi, ya encontramos el Parque Toyama, una importante zona verde del barrio. Antaño residencia de miembros del clan Tokugawa, cuyo jardín era uno de los mejores de Edo y rivalizaba incluso con el de Koishikawa Kōrakuen, más tarde fue utilizado por los militares y se convirtió en campo de tiro y sede de la Escuela del Ejército de Toyama.

Hoy en día el Parque Toyama es un raro oasis verde en el corazón de Tokio. Este parque se ha dejado en libertad, y sus pequeños toques de rudeza le dan un encanto especial que no se encuentra en Yoyogi ni en otros parques públicos del centro de Tokio.

El Parque Toyama es un raro oasis verde en el corazón de Tokio. (© Gianni Simone)
El Parque Toyama es un raro oasis verde en el corazón de Tokio. (© Gianni Simone)

El Parque Toyama está dividido en dos por la gran vía Meiji-dōri, y su mitad interior, u oriental, es una pequeña joya de belleza tranquila y sin pretensiones. Aunque esta zona es más céntrica que las estaciones de la Yamanote, tiene un aire suburbano, casi rural. Cuando visité el parque, una perezosa tarde entre semana, las únicas personas con las que me crucé fueron niños de primaria que volvían a casa y madres con cochecitos de bebé. Me senté en un banco para escribir unas notas y los únicos sonidos que podía oír eran el piar de pequeños pájaros, un cuervo impaciente llamando a su pandilla y el sutil murmullo de las ramas de los árboles.

Si todavía nos apetece ver otros lugares únicos, aquí encontraremos Hakone-yama, una colina artificial que, con sus 44,6 metros sobre el nivel del mar, es el punto no estructural más alto de la zona de la línea Yamanote (Atagoyama, en Minato, sigue siendo el punto natural más alto). Para mí, sin embargo, la característica más llamativa del barrio es Toyama Heights en sí. Aunque algunos de los edificios muestran su antigüedad y todo el complejo parece bastante desangelado y carece de encanto estético, están limpios, su césped está cuidado y sus paredes no muestran ninguna pintada. En agudo contraste con la atmósfera ominosa que impregna lugares similares en Europa y América, los niños juegan libremente, las calles están inmaculadas y no se ven bandas ni traficantes de drogas por ninguna parte (puede que esas cosas sean más fáciles de encontrar un poco más al sur, en Shinjuku).

“Hoteles del amor” y host clubs

Shinjuku, uno de los principales subcentros de Tokio (también cuenta con la estación con más tráfico del mundo), es muchas cosas a la vez: una meca de las compras, un patio de recreo sexual y un enclave cultural e intelectual, tanto que habría que escribir un libro entero para hacerle justicia.

Al entrar en el barrio desde el norte, lo primero que nos encontramos es el sexo —o al menos su excitante promesa—. Bienvenido a Kabukichō, el barrio rojo más grande de Japón. En una ciudad donde las prostitutas callejeras distan mucho de ser la norma, la zona que rodea el parque Ōkubo es conocida desde hace tiempo como lugar donde las prostitutas solicitan clientes, muchos de ellos muy jóvenes fugitivos que vienen de todo Japón. Hay bastante tráfico de personas durante el día y, al cabo de un rato, empiezas a preguntarte si esa chica teñida de rubio con una minifalda imposiblemente corta solo ha quedado con sus amigas o se dirige a algún tipo de trabajo indecoroso.

Hay un montón de hoteles del amor y host clubs (clubes de alterne que emplean a personal masculino) aquí, pero bajo el duro resplandor del sol del mediodía, el lugar parece particularmente monótono, anodino y poco atractivo. Solo cuando se pone el sol y se encienden las luces Kabukichō se convierte en un derroche de colores, un patio de recreo insomne consagrado al dios neón.

Por la noche, la entrada al barrio de Kabukichō promete momentos gloriosos. (© Pixta)
Por la noche, la entrada al barrio de Kabukichō promete momentos gloriosos. (© Pixta)

Y pensar que Shinjuku solía ser un hervidero de protestas estudiantiles y agitación política; un lugar donde artistas e intelectuales se reunían para cambiar el mundo, o al menos la cultura japonesa… Así que dejo atrás las noticias recientes y me sumerjo en el tiempo profundo en busca de vestigios del pasado.

Comenzando en la plaza situada frente a la salida este de la estación, encontramos una fuente muy antigua, regalo de la ciudad de Londres, donde antaño proporcionaba agua tanto a personas como a caballos. El edificio redondo situado justo detrás es el aparcamiento de la estación. Ambos pueden verse claramente en una rara escena en color a mitad de la película Shinjuku dorobō nikki (Diario de un ladrón de Shinjuku), de Ōshima Nagisa, de 1969.

No muy lejos de allí, en Shinjuku-dōri, ninguna historia de la arquitectura local estaría completa sin mencionar el edificio principal de la librería Kinokuniya (1964). Al estar encajonado entre otros edificios menores resulta fácil pasarlo por alto, pero durante más de 60 años ha sido el corazón de la escena cultural local.

Shinjuku solía estar lleno de cafés y clubes de jazz, y uno de los más famosos era Fūgetsudō, donde a finales de los sesenta se reunían todos los rebeldes y bohemios. Aquí se podían encontrar poetas como Takiguchi Shūzō, Shiraishi Kazuko y Tanikawa Shuntarō, actores como Mikuni Rentarō y Kishida Kyōko y, por supuesto, el creador polifacético y enfant terrible Terayama Shūji. Luego, a partir de finales de la década de 1960, fueron apareciendo cada vez más hippies que vendían y consumían marihuana y LSD.

Por desgracia el local cerró en 1973, así que busco refugio y descanso los pies en L’ambre, de aspecto retro y muy cercana al antiguo Fūgetsudō. Aquí aún puedo disfrutar de un leve aroma a cafetería de antaño, aunque en un ambiente más domesticado y burgués.

El ambiente retro de L'ambre recuerda a los locos años sesenta de Shinjuku. (© Gianni Simone)
El ambiente retro de L’ambre recuerda a los locos años sesenta de Shinjuku. (© Gianni Simone)

(Artículo traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado: el barrio de Shin-Ōkubo proporciona un sabor coreano a quienes viajan por Tokio. © Pixta.)

Turismo Shinjuku línea Yamanote ocio nocturno Takadanobaba