Endō Shūsaku y el cristianismo de los japoneses a través de la novela ‘Río profundo’

Literatura

Décadas después de su muerte, Endō Shūsaku sigue siendo conocido cariñosamente como “Korian sensei” (Profesor Korian). A petición del autor antes de su muerte, esta obra fue colocada en su ataúd junto con Chinmoku (Silencio), una novela sobre los cristianos ocultos. Fukai kawa (Río profundo) es la última novela larga que culmina la obra literaria de Endō, que siempre cuestionaba el “cristianismo de los japoneses”.

“No creo en el cristianismo europeo”

La historia sigue a un grupo de personas, cada una con su propio sufrimiento, en un viaje por la India. Mitsuko, una voluntaria de un hospital que forma parte del grupo que viaja a la India, es una de las protagonistas. El otro protagonista es Ōtsu, que se hizo cristiano por influencia de su madre y quiere ser sacerdote.

Mitsuko y Ōtsu pasaron sus años de juventud en la misma universidad. Mitsuko, que en realidad es mezquina e incapaz de amar a nadie en serio, seduce a Ōtsu para burlarse de él sobre el Dios en el que cree. Ōtsu empieza a llamar a Cristo “la cebolla” y promete renunciar a Dios, pero después de que ella lo abandona, se va a Francia para convertirse en estudiante de teología. Cuando Mitsuko llega a Francia en su luna de miel, se encuentra de nuevo con Ōtsu mientras se desplaza sola y le pregunta si ha renunciado a Dios. Ōtsu comienza entonces a hablarle de Cristo.

“Justo porque tú me abandonaste, atisbé un poco del sufrimiento de esa persona (Cristo) que fue abandonada por los hombres. Oí una voz que decía: ‘Ven. Ven, a mí me abandonaron igual que a ti. Por eso yo seré el único que jamás te abandonará’.”

Mitsuko: “Mira que eres raro. Tú eres japonés, ¿no? ¿Cómo puedes creer en el cristianismo europeo?.”

Ōtsu: “No creo en el cristianismo europeo. Después de vivir aquí tres años, estoy cansado de la forma de pensar de este país. Lo han amasado con sus manos y lo han hecho a la medida de sus mentes... Es demasiado pesado para mí como oriental. Cuando lo confesé a mis compañeros veteranos y profesores franceses, me advirtieron de que no hay una forma europea ni oriental de pensar en la verdad. Cuando vuelva a Japón quiero pensar en un cristianismo que encaje con la mentalidad japonesa.”

Más tarde, Ōtsu es considerado un hereje y se traslada a la India, donde ingresa en un monasterio cerca del Ganges. Mitsuko, que se divorcia de su marido al poco de casarse, oye rumores sobre la presencia de Ōtsu en la India y decide participar en este viaje.

Un río amoroso que lo engulle todo

Así es como el grupo procedente de Japón llega a Benarés (llamada Varanasi en este libro), un lugar sagrado para hindúes y budistas en la cuenca mediana del gran río Ganges. Allí hay una zona de baño escalonada en la que los peregrinos se purifican, pero también un crematorio en el que las cenizas de los muertos se vierten en el río. Benarés es una ciudad religiosa donde se entremezclan la vida y la muerte.

Ōtsu es expulsado del monasterio también aquí, y se une a los hindúes en su rutina diaria de llevar a los muertos para ser incinerados y luego arrojados en el Ganges. Es entonces cuando se encuentra de nuevo con Mitsuko.

Ōtsu, que está en el camino de la fe, dice: “Elegí vivir así porque creo que la cebolla (Cristo) vive no solo en el cristianismo europeo, sino también en el hinduismo y en el budismo”. “Pero has arruinado toda tu vida”, le contesta Mitsuko.

Mientras el grupo estaba allí, la primera ministra Indira Gandhi es asesinada. Ōtsu le cuenta a Mitsuko: “Rezo a la cebolla cuando veo a los difuntos envueltos en llamas en las orillas del río para que acoja y abrace al muerto que le entrego. Cada vez que miro el Ganges, pienso en la cebolla. El Ganges no rechaza ni a la mendiga que extiende la mano con dedos podridos, ni a la asesinada primera ministra Gandhi, sino que fluye engullendo las cenizas de cada uno de todos ellos. La cebolla, que es un río del amor, no rechaza a ninguna persona horrible, por muy impura que sea, sino que las acepta a todas”.

Mitsuko acabará confesando: “Sentí que ese río era el único suficientemente profundo para toda la gente, no solo para los hindúes”.

Es posible que Endō Shūsaku quiera decir lo siguiente. Dios, como el gran río Ganges, lo acepta todo. Por tanto, no debemos excluir ni enfrentarnos a otras religiones. Cristo no es la única ni la mejor divinidad. Al igual que los ocho millones de dioses de Japón, debería ser uno más entre la multitud de dioses. Creo que este es el “cristianismo japonés”.

La reencarnación vista por Endō Shūsaku

Otro tema de este libro es el de la reencarnación. Se refiere a los repetidos nacimientos y muertes de los seres humanos y otros seres vivos, y a su renacimiento en una nueva vida. Este debía ser un tema interesante para el autor que se acercaba al final de su vida. Sin embargo, Endō, un cristiano, utiliza el término en el mismo sentido que la resurrección de Jesucristo. No se trata de renacer como otra cosa, sino de permanecer en el corazón de los demás.

En el primer capítulo del libro, Isobe, que posteriormente realiza el viaje a la India, pierde a su mujer por culpa del cáncer. Mientras agonizaba, su mujer le dijo: “Seguro que renaceré de nuevo en algún lugar de este mundo. Búscame...”. Así que Isobe va en busca de una chica que se dice que es la reencarnación de una japonesa. Mitsuko, que cuidaba como voluntaria a enfermos terminales de cáncer y asistió a la esposa de Isobe cuando se estaba muriendo, participará por casualidad en la misma gira que Isobe.

Hacia el final de su viaje a la India, Mitsuko consuela a Isobe, que no ha encontrado la reencarnación de su difunta esposa, diciéndole: “Al menos tu esposa se ha reencarnado en ti, Isobe”. Ōtsu también le revela a Mitsuko: “La cebolla está viva en mí ahora”.

Casi al final, el autor cuenta que la cebolla murió hace tiempo, pero se reencarnó en otros seres humanos. Incluso después de dos mil años, se ha reencarnado en las monjas actuales, y también en Ōtsu.

La historia termina de repente como si la televisión que estamos mirando se apagara. Esto contrasta con la forma inesperada en que comienza el libro, el estribillo que cantan unos vendedores ambulantes en Japón: “Yaki-imo, yaki-imo, hoka hoka no yaki-imo” (Batatas, batatas, batatas asadas). En la novela se hace referencia a Cristo como una cebolla, lo cual revela el espíritu travieso de “Korian sensei”. Tal vez sea su manera de hacer que un tema complicado suene más interesante para el lector.

La persona que acompañó a Endō a la India para documentarse me contó que el autor, que tenía casi 70 años, no gozaba de la mejor salud, aunque a veces se alojaba en hoteles baratos en pleno calor para tener una experiencia real de la India, y en Benarés se sentaba en las escaleras junto al crematorio y contemplaba la escena junto al Ganges.

En un pasaje del libro, describe lo que sintió allí.

“Vi una hilera de hombres y mujeres desnudos, con las manos unidas en oración y las bocas llenas del agua del Ganges, mientras sus cuerpos eran bañados por el sol rosado de la mañana. Cada uno de ellos tiene una vida, un secreto que no se puede contar a los demás y que llevan pesadamente a cuestas. Tienen algo que necesita ser purificado en el Ganges.”

Yo diría que Endō Shūsaku también se está reencarnado en el pueblo japonés.

Río profundo

Autor: Endō Shūsaku
Editorial: Promoción Popular Cristiana
Páginas: 272
Precio: Tapa blanda 30,73 € / Versión Kindle 13,29 €
Publicado: 1 de noviembre 1997
ISBN: 9788428812283

(Traducido al español del original en japonés.)

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