Un libro analiza la realidad tras la desaparición de miles de personas con demencia en Japón

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¿Qué ocurre cuando desaparece una persona con demencia que está perdiendo la memoria y el habla? Aunque estén cerca de casa, muchos desaparecidos se esconden en lugares donde nadie les busca y acaban perdiendo sus fuerzas. En Japón se registran unos 10.000 casos de este tipo al año.

¿Qué pasaría si su padre o su madre, que ayer estaba sentado a la mesa con la familia, saliese de casa, no regresara y quedase en paradero desconocido?

¿Y si estuviera viviendo en algún lugar sin que nadie lo pudiera identificarlo, echando de menos a su familia?

Para alguien como yo, cuyos padres ahora se acercan a una edad avanzada, es aterrador pensar una situación como esa.

Tienen nombre, pero no pueden decirlo ellos mismos. Las personas que los acogen buscan pistas, pero muchos no pueden ser identificados porque no llevan nada encima, salvo la ropa.

Debido a esto pasan la vida en residencias geriátricas especiales y otros lugares con un nombre provisional y una edad estimada.

Hay ancianos que viven así, y no son solo uno o dos.

“Quiero que me digan con claridad si está muerto o no”

Una investigación de la Agencia Nacional de Policía determinó que unos 10.000 enfermos de demencia deambularon solos y acabaron clasificados como desaparecidos en 2012. El libro Ninchishō, yukue fumeisha 1 man nin no shōgeki: Ushinawareta jinsei kazoku no kunō (El impacto de 10.000 personas con demencia desaparecidas: vidas perdidas, sufrimiento familiar) arroja luz sobre este aspecto previamente poco reconocido de un Japón envejecido.

Los casos detallados en este libro incluyen muchos en los que la persona desaparecida logra regresar a casa con su familia de alguna forma incluyendo, lamentablemente, después de su muerte. Pero hay otros casos en los que pasan los años sin noticias y la familia de la persona perdida sigue sin saber si está viva o muerta.

“Cada día sin él me parecía un infierno”, dice una mujer cuyo esposo de 76 años salió de la casa mientras ella estaba ocupada con otra cosa durante 15 minutos un día, para no volver jamás. Finalmente, la mujer no pudo dormir sin medicación, “Todos estos sentimientos estaban enredados dentro de mí, una parte de mí pensando que nunca lo volvería a ver, y otra manteniendo la esperanza de que lo encontrarían. ¿Por qué nuestra despedida tuvo que ser así?”

La historia de esta mujer terminó en tragedia, cuando su esposo fue encontrado muerto tres semanas después en los terrenos de una casa a solo 500 metros de la suya. Los investigadores determinaron que probablemente murió congelado después de deambular y perderse.

Otra familia citada en el libro dice: “Si está muerto, entonces queremos saberlo con certeza”. Hay un profundo dolor en estas palabras, que vienen de una familia que espera en casa, preparando el plato para la persona desaparecida en cada comida, sin saber cuándo se sabrá la verdad. “Es muy difícil dar un paso adelante sin saberlo”.

El libro cuenta algunos resultados más brillantes. Hay un caso en el que un programa de NHK condujo al reencuentro de una pareja en la setentena que se había separado durante siete años después de la desaparición de la esposa. Pero otros apenas sobrevivieron a su terrible experiencia, como el hombre de unos ochenta años que vivía solo, que desapareció de su casa y fue encontrado una semana después, acurrucado y temblando solo con su ropa interior. Y el libro también cuenta la historia de un hijo que busca a su madre, octogenaria, desde hace más de dos años.

Una cosa que todas las familias que quedaron atrás comparten es un profundo sentimiento de arrepentimiento. ¿Por qué le quitaron los ojos de encima? ¿Por qué dudaron en avisar de la desaparición de la persona de inmediato?

El eterno tabú de que “no hay que molestar a la gente”

¿Es el esfuerzo familiar la clave para reducir el número de personas con demencia que desaparecen? Esta publicación nos lo pregunta.

¿Cómo puede la sociedad reducir el número de personas con demencia que desaparecen? Este libro nos confronta con la idea de que debemos hacer más que simplemente confiar en los esfuerzos de las familias involucradas.

Hoy en día, la información sobre pacientes con demencia desaparecidos se comparte entre prefecturas y se gestiona en línea. Aunque estos mecanismos son, por supuesto, importantes, uno no puede evitar sentir que no conducirán a soluciones esenciales a menos que la propia sociedad japonesa se transforme.

Aunque las familias con un paciente con demencia se sienten agobiadas mental y físicamente, es muy típico de Japón oír decir que les da vergüenza decirle a la gente que su progenitor tiene demencia, que no quieren causar problemas a los demás y que lamentan que la policía tenga que buscarlos cada vez.

En este pensamiento subyace la idea de autorresponsabilidad, que emerge siempre que se plantean cuestiones de bienestar, como los despidos de trabajadores temporales y la prestación de la ayuda pública de subsistencia.

Cuando una vez hablé con una japonesa que vivía en la República Africana de Ruanda, me sorprendí al oír que “en Ruanda no existe la palabra molestia”, pero este concepto de “molestia” parece estar fuertemente ligado a la teoría japonesa de la autorresponsabilidad.

En los años transcurridos desde 2015, cuando se publicó este libro, el envejecimiento de la población de Japón ha avanzado mucho más rápido de lo que nadie esperaba. Esto ha ido acompañado de un número creciente de pacientes con demencia, hasta el punto de que algunos predicen que, en un futuro próximo, uno de cada cinco japoneses tendrá algún grado de demencia. En los últimos años en particular, la pandemia de la COVID-19 ha mantenido a muchos adultos mayores encerrados en sus hogares, lo que les ha provocado desequilibrios físicos y mentales.

Este libro no es en absoluto sobre el pasado, sino más bien una advertencia sobre el futuro, y aborda temas que serán cada vez más importantes en los próximos años.

De hecho, más de 17.000 personas con demencia desaparecieron en 2021. Gracias al funcionamiento de las redes que conectan a las autoridades locales, la información se comparte mejor y hay más casos en los que se halla a los desaparecidos en pocos días, pero se prevé que el número de casos siga aumentando en el futuro debido al envejecimiento de la población.

Cada vez son más las familias que conviven con personas mayores con demencia. Una persona mayor que camina sola por la calle puede ser alguien buscado desesperadamente por sus familiares, quizás de un lugar alejado.

Creo que es necesario separar claramente una “molestia” de una “asistencia social” auténtica, para que todos puedan contar con el apoyo adecuado sin cuestionárselo. También pienso que no se debe cargar únicamente en la capacidad de las familias para resolver estos asuntos.

Ojalá que gracias a iniciativas como las de esta publicación pueda llegar a concretarse un futuro así.

Ninchishō, yukue fumeisha 1 man nin no shōgeki: Ushinawareta jinsei kazoku no kunō

(El impacto de 10.000 personas con demencia y desaparecidas: vidas perdidas, sufrimiento familiar)

Editorial: Gentōsha
Fecha de publicación: 25 de junio de 2015
Formato: 274 páginas
Precio: 1.760 yenes (impuestos incluidos)
ISBN 978-4-344-02777-0

(Traducido al español del original en japonés.)

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