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‘Dancing Homeless’: el hombre que creó una compañía de baile para los sintecho

Cine

Dancing Homeless es una película documental, dirigida por Miura Wataru y estrenada el 7 de marzo, que narra las aventuras de una compañía de baile formada por personas sintecho. El bailarín Aoki Yūki, nos habla del nacimiento de un grupo tan inusual.

Aoki Yūki AOKI Yūki

Nació en 1968 en la prefectura de Hyōgo. Ha coreografiado numerosos videoclips musicales, tales como "Shangri-La" de Chatmonchy y "Stay Away" de L'Arc-en-Ciel; también ha trabajado en muchos anuncios de televisión. Aoki fue testigo del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, una experiencia que le hizo replantearse su carrera como bailarín, al regresar a Japón. Con la ayuda de la fundación Big Issue ha reunido a un grupo de personas sin hogar para crear la compañía de baile Shinjin H Sokerissa.

El documental The Dancing Homeless acompaña a personas que vivían o viven en la calle mientras ensayan sus coreografías, actúan en público, se dedican a sus tareas cotidianas y hablan con sinceridad sobre sus circunstancias individuales, sin esconder o embellecer ningún detalle.

© Tokyo Video Center
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Se trata de personas que han sufrido experiencias amargas en numerosas ocasiones: un antiguo recluta de las Fuerzas de Autodefensa que soñaba con convertirse en bailarín, y que, cansado de sus relaciones y sus deudas, se encontró un día viviendo en la estación de autobuses de Shinjuku; un ex repartidor de periódicos que sufre la enfermedad de Ménière y ha perdido su trabajo y su casa; un anciano de setenta años que lleva toda su vida huyendo y ha pasado los últimos diez años en la calle; o un antiguo empleado de pachinko que tenía quince años cuando escapó de su casa para huir de los abusos de su padre. Al principio todos parecen extraños y torpes, pero ante la cámara terminan por desbordar humor y humanidad.

© Tokyo Video Center
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Aoki Yūki los acepta como son; intrigado por las posibilidades de expresión artística de estas personas que se han liberado de todo salvo de sus cuerpos, crudos y primitivos, fundó la compañía de baile Shinjin H Sokerissa en 2005, y durante los últimos quince años ha dirigido a este grupo de personas sin hogar en un viaje de exploración. Pero antes de hablar de ellos fijémonos en el propio Aoki y su aventura personal.

El ataque terrorista en Estados Unidos y otro incidente

Aoki sintió que quería convertirse en bailarín cuando vio por primera vez a Michael Jackson bailando al ritmo de “Billie Jean”. Tres días después de graduarse en el instituto dejó su Kobe natal para ir a Tokio. Tras vagar sin rumbo durante unos días vio un anuncio para participar en la compañía de teatro Gekidan Himawari, y decidió unirse a ellos. Ahí fue donde Aoki aprendió los fundamentos del baile y pudo entrar en el mundo del entretenimiento, llegando a actuar en locales tan renombrados como Sanrio Puroland, famoso por Hello Kitty, y trabajando también como bailarín secundario. A pesar de haber logrado una carrera estable Aoki era muy consciente de la parte más oscura del mundo en el que se había adentrado, y deseando aprender de los “verdaderos profesionales” lo dejó todo atrás en 2000 para ir a Nueva York. Un año después fue testigo de los ataques terroristas del 11 de septiembre.

“La ciudad era un caos. La gente corría, buscando a sus seres queridos, rezaba por ellos; otros gritaban y lloraban. Aquello me hizo darme cuenta de lo superficial de mi planteamiento hacia el baile. Llevaba años bailando sin llegar a hacer uso nunca de la energía y la fuerza del dolor y la rabia del ser humano. Esa experiencia me obligó a replantearme quién era y qué era. Quería que mi baile reverberara en el alma de las personas. De modo que decidí volver a Japón”.

Fue después de regresar, todavía explorando nuevas maneras de expresarse mediante el baile, cuando Aoki tuvo otra experiencia que le cambió la vida. Se detuvo un día a escuchar a unos músicos callejeros frente a la estación de Shinjuku y se dio cuenta de que cerca de allí había un hombre sintecho durmiendo en el suelo, con el trasero descubierto hacia la gente. Para alguien como Aoki, que había luchado tanto por refinar la expresión física por medio del baile, aquella visión era un rechazo abrumador hacia sus valores fundamentales hasta entonces.

© Tokyo Video Center
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“Simplemente no podía creerlo. Me había esforzado tanto por lograr movimientos que se vieran bien, movimientos pulidos... Y al mirar a aquel hombre me pregunté cómo se expresaría aquel cuerpo, cómo reaccionaría la gente. Una cadena de pensamientos me llevó a imaginar cómo sería plantarme ante un público con ese hombre a mi lado. ¿Cómo debería ser mi presencia en esa situación? De pronto comprendí que estaba alcanzando una respuesta a todas esas preguntas que me llevaba planteando desde Nueva York”.

Reclutando entre los sintecho

Durante el medio año siguiente Aoki se movió entre los sintecho, buscando a quienes aceptaran bailar con él. Tras fracasar estrepitosamente, acudió a Big Issue pidiendo ayuda. La fundación, originalmente británica, trabaja apoyando a los sintecho y los ayuda a independizarse publicando una revista que ellos venden en la calle. Big Issue permitió que Aoki presentara su idea a un grupo de sintecho en una de las reuniones para los vendedores. Mientras hablaba, sin embargo, se fue dando cuenta de que no estaban comprendiendo su mensaje. “Necesitaba que entendieran mi objetivo”. De modo que les pidió que acudieran a su estudio otro día para verlo bailar con el corazón.

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“Ese día realicé un baile libre ante un grupo de cinco o seis hombres. Pensé que era mi última oportunidad de convencerlos, y puse toda la carne en el asador. Nunca había estado tan nervioso. Ni siquiera un espectáculo en el Tokyo Dome podía compararse a aquello. Me vieron bailar, y después todos aceptaron”.

Por fin, la compañía de baile de Aoki comenzó los ensayos, pero pronto el dueño del estudio empezó a quejarse. “El local apesta. ¡Haz algo!” Aoki recuerda que tuvo que usar mucho ambientador y desodorante. Pero incluso aquello era toda una novedad para él. “Cuando una persona pasa un tiempo sin ducharse, así es como huele”, descubrió, entre otras muchas cosas.

“Me fascinaba que el hecho de estar viviendo al límite agudizara los sentidos, que el cuerpo se adaptara para sobrevivir. Si vives en la calle durante mucho tiempo no puedes ser intransigente con nada. Y al mismo tiempo, cuando duermes al raso te despiertas enseguida, alerta, al mínimo ruido. Como un bailarín que presenta su cuerpo ante el público, consideré que debía desarrollar el tipo de sensibilidad que poseían aquellos hombres”.

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No necesitamos reglas

Aoki empezó intentando enseñar a aquellas personas, sin ninguna experiencia con la danza, los movimientos más básicos, pero pronto se dio cuenta de que así estaba anquilosando su expresión individual. En lugar de tratar de ajustarlos a su marco conceptual, Aoki comenzó a buscar los movimientos y técnicas que expresarían mejor cómo había vivido y sobrevivido cada uno de ellos.

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“Al principio tenía una regla: si no puedes venir al ensayo tienes que avisarme con tiempo. Ahora, sin embargo, si quieren tomarse un descanso pueden hacerlo. Es su decisión. Mi idea original era, después de todo, conseguir que estos hombres que habían salido de la sociedad bailaran. Imponerles normas solo asfixiaría la vida que aún llevaban dentro. Si sentían que aquello los estaba agobiando yo no era nadie para obligarlos a venir. Tenía que cambiar mis esquemas mentales”.

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¿Era suficiente aquello para lograr que asistieran a los ensayos?

“A todos nos gusta que nos aplaudan. Si alguien no viene a los ensayos sus posibilidades de actuar en público disminuyen. Los que asisten a la práctica con regularidad son quienes salen en los espectáculos. Eso suele ser motivación suficiente. Por eso no necesitamos reglas para que la gente se aplique. Pero solo con dejarles que bailen como quieran no conseguiremos una verdadera actuación. Como su profesor y agente tengo que pensar cómo utilizar mejor sus cuerpos y sus sensibilidades y, al mismo tiempo, mantener la calidad de la actuación”.

A medida que se van haciendo más famosos y aparecen con más frecuencia en los medios hay quien los critica: “Si pueden bailar también pueden trabajar”. Aoki no se inmuta: “Ese es precisamente el tipo de personas que deberían ver las actuaciones de Sokerissa”.

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“La gente que critica así probablemente lleva su propia lucha interior. Me gustaría decirles que vinieran a uno de nuestros espectáculos, que nos mostraran sus sentimientos directamente. Yo no empecé todo esto para ayudar a un grupo de sintecho a rehacer sus vidas. Es estupendo, por supuesto, que algunos encuentren un apoyo en el baile, en el que se ven reflejados a sí mismos y sus vidas, pero si hubiera empezado con ese objetivo habría perdido la fuerza del baile. A mí me interesan sus actuaciones, y trato de relacionarme con ellos solo en términos del baile. No me meto en sus vidas personales. De hecho, descubrí muchas cosas sobre ellos al ver el documental (risas)”.

(Traducido al español del original en japonés. Imágenes de la entrevista de Hanai Tomoko; texto: Watanabe Reiko)

© Tokyo Video Center
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Información de la película

  • Reparto: Aoki Yūki, Yokouchi Masato, Itō Haruo, Koiso Matsuyoshi, Hirakawa Shūichirō, Watanabe Yoshiharu, Nishi Tokuchika, Yamashita Kōji
  • Dirección y fotografía: Miura Wataru
  • Distribución: Tokyo Video Center
  • Año de producción: 2019
  • País: Japón
  • Duración: 99 minutos
  • Página web oficial (en japonés): https://thedancinghomeless.com/
  • Estrenada el 7 de marzo (sábado) en el cine Theater Image Forum de Shibuya, y proyectada posteriormente en cines de todo el país

Tráiler

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