GO Journal entrevista a atletas con discapacidad

Iwabuchi Kōyō, as y difusor del paratenis de mesa

Tokio 2020 Deporte

En los Juegos Paralímpicos de Tokio 1964, la pareja masculina de tenis de mesa consiguió la primera medalla de oro para el paralimpismo japonés. Pasado más de medio siglo, será precisamente un tenismesista, Iwabuchi Kōyō (26 años), el abanderado que encabezará la delegación paralímpica japonesa en estos nuevos juegos de Tokio. En la anterior cita paralímpica de Río de Janeiro Iwabuchi no pudo subir al podio, pero la progresión que ha mostrado a lo largo de estos años hace de él, hoy en día, la gran esperanza del paratenis de mesa japonés.

Iwabuchi Kōyō IWABUCHI Kōyō

Miembro del equipo paralímpico japonés de tenis de mesa. Nacido con dos deformaciones congénitas (anillo de constricción, o estrechamiento en extremidad, y pie equinovaro, curvado hacia dentro), fue sin embargo desde niño un gran aficionado a los deportes (fútbol, béisbol, golf, esquí). Comenzó a jugar al tenis de mesa en la secundaria (12-15 años). En el tercer curso del bachillerato comenzó a mostrar su talento en competiciones nacionales e internacionales de paratenis de mesa, y en 2016 se estrenó como paralímpico en Río de Janeiro.

La discapacidad, punto débil y originalidad de cada jugador

“Concentrar tu ataque en la discapacidad de tu oponente. Esa es la teoría”.

Tal es la respuesta que uno obtiene cuando pregunta por el secreto para vencer en el paratenis de mesa, también denominado tenis de mesa adaptado. Y no puede esconder una cierta perplejidad cuando quien de una forma tan llana se expresa es, precisamente, un jugador que tiene discapacidad. Perplejidad que entraba, al parecer, dentro de lo previsible para Iwabuchi Kōyō, cuarto en el ranking mundial (julio de 2021) y firme candidato a medalla en estos juegos, a tenor de la forma en que continúa exponiendo su idea:

“Tienes que hacer exactamente lo mismo que en cualquier otro deporte en el que se usen raquetas o palas.

La táctica, o la técnica, consiste en eso, en saber encontrar los puntos débiles o aquellos en los que el contrario muestra peor movilidad, y atacarlos. Lo contrario, sentir lástima y tratar de no mandar las bolas hacia ese lugar, no sería juego limpio, sería una falta de respeto”.

En un partido, sea cual sea el deporte, hay toda una serie de condiciones que quedan previamente expuestas y que el jugador asume al salir al campo o pista. Dicho así, podría resultar demasiado evidente, pero en el paratenis de mesa los contrincantes no siempre tienen un mismo tipo de discapacidad. Hay, pues un fuerte factor de indeterminación que hace el partido todavía más interesante.

¿Cómo es esto? En la mayoría de los paradeportes se realizan competiciones separadas según el grado de discapacidad de los deportistas, de forma que quienes combaten o compiten por el mejor registro lo hagan en pie de igualdad. En el paratenis de mesa también se clasifica teniendo en cuenta el grado o gravedad de la discapacidad, pero no es raro que un jugador con discapacidad en la mano izquierda se enfrente, por ejemplo, a otro con discapacidad en la pierna derecha.

Por lo demás, las dimensiones y altura de las mesas, la forma y características básicas de las raquetas, y las reglas de juego -con algunas pequeñas excepciones en ciertas clases o segmentos de jugadores–, básicamente son las mismas que en tenis de mesa para personas sin discapacidad. De esta forma, la discapacidad en sí misma se convierte en el punto débil y en la característica distintiva de ese jugador, y es precisamente esa “asimetría” evidente a los ojos de cualquier persona la que hace estos partidos combates de un nivel más alto, más complicados y espectaculares.

Así pues, el paratenis de mesa difiere en este sentido tanto del atletismo o de la natación, en los que se compite por la mejor marca, como del rugby en silla de ruedas o el fútbol 5 para ciegos, en los que personas con diferentes discapacidades se complementan mutuamente. Lo que define el interés del paratenis de mesa no es otra cosa que la discapacidad de cada jugador.

“Las personas muy entendidas en tenis de mesa en general podrán comprender las tácticas que utilizan los jugadores y cómo van desplegando su juego, pero para la gente que esté poco acostumbrada a ver este deporte todo eso podría pasar desapercibido. Pero en el paratenis de mesa, como las discapacidades están a la vista, cualquier espectador puede prever qué tipo de jugada puede poner en aprietos a cada jugador. Puede ser un deporte muy interesante de ver si se mira con atención cómo los jugadores canalizan sus ataques y cómo tratan de resistirse a los ataques del contrario”.    

La importancia de la estrategia

El paratenis de mesa tiene, pues, esta espectacularidad propia, e Iwabuchi lo dice porque él mismo lo experimentó cuando pasó del deporte convencional al adaptado.

Su primer contacto con el tenis de mesa fue en las actividades extraescolares del primer año de la secundaria. Con su disfunción congénita en ambas extremidades inferiores y un limitado rango de movilidad en los tobillos, se veía obligado a jugar con aparato ortopédico, pero sudaba la camiseta en entrenamientos y competiciones junto a sus compañeros de curso sin discapacidad. Un día, cuando estaba en el tercer año de la secundaria, el entrenador de un club deportivo donde también jugaba le habló por primera vez del paratenis de mesa y, por pura curiosidad comenzó a practicarlo.

“La forma de usar el cuerpo y de distribuir la fuerza era totalmente diferente. Había cosas difíciles de prever, bolas de las que uno pensaba que deberían venir cruzadas pero que venían directas, otras que venían muy suaves pese a que el jugador había tomado una postura muy agresiva... El momento de la pegada, la trayectoria, el impulso que lleva la pelota, todo resultaba difícil de captar, me impactó mucho ver que había formas insospechadas de darle a la bola. Si te fijabas, veías que algunos usaban un tipo de goma defensiva que es rarísimo ver en las raquetas de los jugadores sin discapacidades, y con la que se le quitaba viveza a la pelota, para atraer el juego hacia su mitad de la mesa. Me impresionó, y me dejó perplejo, ver la gran variedad de formas de juego que encerraba el tenis de mesa, y al principio me sentí impotente frente a todo eso”.

Hasta ese momento, Iwabuchi no tenía la menor conciencia de ser un discapacitado. Dice que fue entonces cuando, por primera vez en su vida, se hizo una cartilla de discapacidad para poder participar en los partidos.

Ahora Japón es una gran potencia mundial del tenis de mesa a la que solo otro país puede hacer sombra y en cualquier competición internacional sus jugadores, tanto ellas como ellos, están siempre entre los candidatos a obtener medalla. Muchos japoneses gustan de seguir los partidos que retransmite la televisión y disfrutan con los intercambios largos a alta velocidad y con el tenso desarrollo de los partidos. Según explica Iwabuchi, lo que hay detrás de esa velocidad no es la rapidez de las reacciones, sino la capacidad de prever, de leer con anticipación a dónde dirigirá la bola el contrario, sin lo cual no es posible responder a la velocidad del tenis de mesa de alto nivel.

Sin embargo, en el paratenis de mesa, hay factores como las características físicas de los jugadores o la originalidad de su estilo de juego que muchas veces ponen a prueba esa capacidad de anticipación. Tácticamente, se alcanza un nivel muy elevado, pues los jugadores saben que sus discapacidades están a la vista y que para vencer al contrincante tienen que desmontar sus engaños y hacerlo caer en los propios.

“Decía que tienes que atacar centrándote en la discapacidad de tu oponente, pero tampoco puedes fijar una táctica y quedarte en eso, porque tu oponente se acostumbra, así que los partidos muestran muchas fases. Cada jugador tiende a repetir un tipo de jugada y durante el juego no es difícil ver sus propensiones, pero es importante descubrir si esas tendencias son fruto de su discapacidad o es algo consciente e intencionado. El contrario también sabe cuál es nuestro punto débil y, si no descubrimos eso, acabaremos bailando a su ritmo, pero si desciframos su código, tomamos el control y nos montamos un partido a nuestra medida, se convierte en un deporte realmente divertido”.

Cuanto más estudiemos a nuestros oponentes, más nos estudiarán ellos a nosotros, y cuando más fuertes nos hagamos, más nos estudiarán y más rivales encontraremos en nuestro camino. Iwabuchi se ha enfrentado innumerables veces a los mejores del ranking y sabe muy bien que incluso con un mismo adversario en cada partido la forma de combatir va renovándose, y que lo que ayer funcionaba hoy ya no sirve.

A partir de 2020 la pandemia ha dificultado mucho la organización de campeonatos internacionales, pero tampoco es fácil organizarlos en cada país, así que ahora la información nueva que puede obtenerse sobre los contrincantes se reduce a algunas filmaciones. Además, con los cambios en los reglamentos en 2021 sobre clasificación de jugadores según el tipo y grado de su discapacidad, es muy probable que en estos juegos Iwabuchi tenga que verse las caras con rivales que pertenecían a otras clases o segmentos, algunos de los cuales serán temibles rivales.

“Hasta ahora, he podido desarmar a muchos rivales mediante el saque, pero poco a poco me lo van leyendo y ya no puedo sacarle tanto partido. Así que para estos juegos de Tokio tengo preparados unos cuantos nuevos trucos para cambiar mi estilo. Y también voy cultivando mi capacidad de respuesta, porque en este deporte hay que estar preparado para cualquier situación”.

Difundir, tan importante como competir

Desde 2020, Iwabuchi tiene su propio canal en YouTube, en el que va publicando irregularmente cosas sobre su discapacidad y los partidos que ha jugado, junto a otras muchas imágenes que incluyen entrenamientos, reuniones de planificación con sus compañeros del equipo paralímpico japonés, etc. Lo hace con la finalidad de que más y más personas se interesen por el paratenis de mesa.

Mención especial merece una serie de vídeos en la que presenta a los jugadores que se perfilan como sus principales rivales en estos juegos paralímpicos, usando también para ello imágenes de los partidos que ha disputado con ellos hasta el momento. Entre ellos está el belga Laurens Devos, número 1 del ranking mundial, que participa también en competiciones de tenis de mesa no adaptado, o el australiano Ma Lin, que fue medalla de oro como representante de China y actualmente ocupa el segundo puesto en el ranking. Con un sentido del humor que nace de su propia condición de tenismesista, Iwabuchi va explicando los puntos fuertes y secretos de estos jugadores, con comentarios que resultan fáciles de entender también para los principiantes.

“Es curioso, hasta bolas moribundas como esta pueden dar mucho juego”. “Él supera ya los límites del paratenis de mesa”. “Hay veces que quieres mandar la bola al centro, pero que no te sale. Los para le imprimen fuerza a la bola de otra forma”. “(Sobre un contrario sin mano) Da toda la impresión de tener mano”.

Iwabuchi afirma que para él esta actividad difusora es tan importante como la propia competición. Le gustaría contribuir a que, en estos tiempos en que no es fácil ver directamente partidos de paratenis de mesa, todos puedan conocer mejor qué sienten y qué piensan los jugadores durante los partidos.

Y no solo es activo en YouTube. En noviembre del año pasado, organizó el Iwabuchi Open, una jornada de partidos de exhibición con la que pretendía paliar el vacío competitivo que ha ocasionado la crisis del coronavirus. Es muy poco habitual que un paraatleta en activo saque adelante un evento de estas características ocupándose él mismo de buscar sponsors y del resto de las labores que implica.

“Me gustaría hacer muchas cosas más para dar a conocer nuestro paradeporte. Organicé el evento no solo porque yo mismo quería jugar, también lo hice porque quiero tener espectadores, y para hacer esto posible tomé todas las medidas del caso para evitar contagios. Viendo los partidos directamente, se transmiten cosas que no es posible transmitir con imágenes grabadas”.

Hay cosas que no transmiten las imágenes. El deseo más fuerte de Iwabuchi es conseguir que la gente vaya a los estadios y vea los partidos en directo.

“A nosotros muchas veces nos dicen, viendo nuestros partidos, que no ven nada raro, que no dan cuenta de dónde tenemos la discapacidad. Puede que sea verdad, si se mira solo nuestro juego. Pero si se viene al estadio y se nos observa en los momentos previos al partido, andando de aquí para allá, se ve perfectamente a atletas con discapacidades de diversos tipos y grados, y es posible imaginar qué dificultades afrontan en el día a día. Y aunque todos son distintos, cuando empieza el partido todos echan mano de sus mejores técnicas. En mi primera participación en una competición en el extranjero, lo que más me impactó fue el abismo que hay entre esa vida privada que se entrevé en el estadio y el desempeño deportivo. Y me gustaría transmitir esas mismas sensaciones que tuve yo. Y creo que esto contribuirá también a ir creando una cultura del paradeporte”.

(Esta entrevista se incluyó originalmente en japonés en el número 5 de GO Journal, publicado el 24 de agosto de 2021.)

Fotografía: Gottingham
Entrevista y texto: Zoshigaya Sen’ichi.
Colaboración: Traducido a partir de un resumen de un artículo de GO Journal.

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