Situación actual del colectivo LGBT en Japón

El desconocimiento sobre el colectivo LGBT

Sociedad LGBT

Según un estudio llevado a cabo en 2015, en Japón una de cada 13 personas pertenece al colectivo LGBT. ¿Qué sabe el resto de la población sobre estas personas? En esta ocasión, hablamos con el psiquiatra Harima Katsuki, que atiende a personas de minorías sexuales, sobre los problemas a los que se enfrentan sus pacientes.

Harima Katsuki HARIMA Katsuki

Doctorado en Medicina por la Universidad de Tokio y presidente de la Asociación de Sexología de Japón. Tiene su propia clínica psiquiátrica y pertenece a la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero (WPATH por sus siglas en inglés).

Sin expectativas de futuro

Para empezar, recordemos la polémica surgida recientemente en torno a los comentarios vertidos por la parlamentaria Sugita Mio, del Partido Liberal Democrático (PLD). En un artículo publicado por la revista Shinchō 45, Sugita se quejaba del excesivo apoyo que se le estaba dando al colectivo LGBT en Japón, algo que ya había hecho en 2015 durante su aparición en el programa de televisión Hiizuru Kuni yori, que se emite por internet. En aquella ocasión, la política japonesa había comentado que los impuestos de todos los contribuyentes se estaban destinando a las personas LGBT, que no tienen hijos y, por lo tanto, no son productivas, e incluso cuestionaba los motivos por los cuales se estaba empleando así el dinero. Además, durante el programa, Sugita llegó a reírse cuando se habló de la alta tasa de suicidios entre los jóvenes del colectivo. Que una persona se quite la vida no debería causar risas, con independencia del grupo de la sociedad al que esta pertenezca. En el gráfico que aparece a continuación, se puede observar claramente que el riesgo de suicidio es marcado entre las personas con disforia de género o trastorno de identidad de género.

Harima cree que la alta tasa de conductas relacionadas con el suicidio entre estas personas se debe a que los cambios físicos que se producen durante la adolescencia generan malestar entre estos jóvenes, que, además, no pueden hablar de su identidad sexual con sus familiares. Esto, a su vez, les produce una sensación de aislamiento incluso en el hogar, donde no logran sentirse a gusto. Para colmo, se enfrentan al acoso por parte de la sociedad y en el entorno escolar.

"Además de todo esto, tienen problemas en el amor. Si la persona en la que se fijan no es lesbiana o gay, no podrá haber una relación. Para las personas transgénero, las dificultades de materializar sus expectativas sentimentales son mayores incluso. En el caso de que lo consigan, si la relación se rompe, es posible que tengan que enfrentarse a comentarios como 'No eres un hombre (o mujer, según el caso) de verdad', 'No podemos casarnos', 'No podemos tener hijos' y 'No tenemos futuro'. Si el final de una relación ya es duro de por sí ­—el amor no ha sido tal—, tener que escuchar este tipo de comentarios es una segunda puñalada", explica Harima.

Los factores externos no son los únicos que llevan a estas personas a contemplar el suicidio como una opción, dado que se enfrentan a otros de índole interna.

"Existe una fobia interiorizada. Por ejemplo, si una persona del colectivo LGBT ve a un personaje de televisión que también lo es pero del que se ríen o al que han construido de forma negativa, interioriza esos sentimientos y, por asociación, se da asco a sí misma. En el caso de las personas transgénero, hay quienes creen en la metempsicosis y deciden acabar con su vida por la posibilidad de transformarse en un hombre o mujer de verdad en la siguiente. Por otra parte, entre los miembros del colectivo LGBT en general, existe otro posible motivo de suicidio: la noción de que realmente no se está viviendo. Pensemos, por ejemplo, en los hombres homosexuales que fingen que les gusta tal o cual cantante famosa cuando en realidad se trata de un cantante. Si hablamos de personas transgénero, hay quienes deciden hablar a su entorno de sus preferencias amorosas cambiando el sexo de la persona en cuestión; o sea, les gustan los hombres pero dicen que les gustan las mujeres, y viceversa. Todo esto puede parecer trivial, pero, para la persona en cuestión, significa vivir una mentira y, por consiguiente, tener la sensación de que no se está vivo realmente. Si vive conforme a su identidad, se enfrenta a la discriminación y el acoso; si no lo hace, es como si no estuviera viviendo. Y eso, en definitiva, se traduce en una falta de expectativas de futuro", prosigue el experto.

Teniendo en cuenta todo esto, le preguntamos al psiquiatra qué podrían hacer estas personas para llevar una vida acorde a su identidad y sin perder las expectativas de futuro.

"En la actualidad, a diferencia de antes, tenemos internet, así que es posible encontrar en la red a personas con las que congeniar; solo hay que dar un paso. Hacer esas amistades permite dar con un lugar donde sentirse a gusto, por poco que sea, y poner fin al aislamiento. Además, cada vez hay más personas que salen del armario y se convierten en modelos de lo que significa ir abriendo paso gradualmente a una vida conforme con uno mismo. Estos hombres y mujeres prueban que existe un futuro brillante por delante. Por eso, mi recomendación es que cada persona vaya tomando las medidas necesarias para vivir siendo como es y combatir la discriminación y el acoso", responde Harima.

Sacar del armario a la gente sin malicia

Sin embargo, es posible que una persona salga del armario ante otra y esta última decida, sin el consentimiento de la anterior, contarles a terceros la orientación o la identidad sexual que le han confesado. 

"No suelo tener muchos pacientes que vengan principalmente a mi consulta para contarme que alguien los ha sacado del armario, pero eso quiere decir, efectivamente, que es algo que ocurre mucho. Existen motivos varios para querer salir del armario: el alivio que se siente después de hacerlo, el querer profundizar la amistad con otra persona... En el caso de las personas transgénero, puede deberse al trato que se quiere recibir en el futuro; o sea, si se desea ser considerado hombre o mujer. Por eso, si una persona de nuestro entorno nos habla de su orientación o identidad sexual, debemos aceptarla tal y como es, no decírselo a nadie más y preguntarle por qué ha decidido salir del armario", explica el doctor.

No obstante, el psiquiatra advierte que es necesario reflexionar y hacer una distinción aparte cuando alguien sale del armario ante una persona porque le gustaría tenerla como pareja sentimental.

"Entre personas heterosexuales, es costumbre también comentar con las amistades que tal o cual persona se nos ha declarado. En algunos casos, se hace para ocultar la vergüenza propia derivada de que alguien nos haya confesado sus sentimientos hacia nosotros o por pura sorpresa. Queda clara, pues, la importancia de que alguien nos confiese su orientación sexual por sus sentimientos hacia nosotros; y ser conscientes de esa seriedad se convierte precisamente en el motivo por el cual queremos compartirlo con otras personas. Por ello, sacar del armario a otra persona no tiene que ser necesariamente una cuestión maliciosa. No obstante, conviene recordar que, en muchos casos, la persona a la que se está sacando del armario cree que es así precisamente porque le ha dicho a otra persona cómo se sentía hacia ella; el daño puede ser muy grande e incluso acabar en la muerte de la persona afectada", señala Harima.

Harima Katsuki, psiquiatra.
Harima Katsuki, psiquiatra.

Operarse no es la respuesta a todos los problemas sociales

Hay otras cuestiones en las que también hay que acabar con la malicia. Por ejemplo, en el caso de las personas transgénero, la posibilidad de cambiar de sexo en el registro civil es la mejor medida para atajar el problema y permitir así que estas personas, a quienes se reconoce su verdadera identidad, puedan hacer uso de ella en contextos sociales como el lugar de trabajo. En términos prácticos, significa que una mujer transgénero pueda usar los servicios y vestuarios femeninos. Sin embargo, en el caso de Japón, para cambiar el sexo en el registro civil es necesario operarse.

"Pero no todo el mundo quiere operarse. Pasar por quirófano da miedo. Que la solución sea operarse hace que estas personas piensen que están obligadas a ello. De hecho, consideran que, si no se operan, son un fraude, de ahí la dificultad de hacer frente al entorno laboral, entre otras situaciones. Por otra parte, que la intervención quirúrgica sea la solución a lo que ocurre, por ejemplo, en el trabajo, crea una situación de poca tolerancia que no da lugar a la ambigüedad. De forma silenciosa, se presiona a estas personas a pasar por el bisturí y, por ende, se condena a una vida social dura a quienes deciden no hacerlo. En este caso, la operación no es para la persona transgénero, sino para atajar las complicaciones de la sociedad. Y esto es algo horrible", prosigue Harima.

Tras escuchar esto, le preguntamos al psiquiatra qué se podría hacer para evitarlo.

"Por ejemplo, si una persona se considera mujer, aunque tenga cierto aspecto masculino, se debería entender que desee utilizar el lavabo de señoras. Puede que sea difícil en el caso de los servicios públicos, pero sí es posible en lugares como el trabajo o el centro de estudios, donde solo hay personas con cierto grado de conocimiento las unas de las otras", responde el doctor.

Respeto por la orientación y la identidad sexuales

A día de hoy, en internet, entre otras plataformas, hay opiniones similares a la de parlamentaria Sugita acerca del respeto exclusivo de los derechos del colectivo LGBT. De hecho, en el décimo número de 2018 de la revista Shinchō 45 —el que motivó que dejara de publicarse—, el crítico literario Ogawa Eitarō escribió un artículo en el que decía lo siguiente: "Cuando un tocón se sube a un tren abarrotado y percibe el olor de una mujer, las manos se le van instintivamente. Tenemos que buscar la raíz de lo que angustia a los hombres que padecen este síndrome. (...) La sociedad debería garantizar el derecho de estas personas a tocar". El artículo se titulaba La política no soluciona cuestiones subjetivas como lo duro que es vivir.

"Debemos respetar la orientación y la identidad sexuales. No obstante, este respeto tiene límites que se aplican a conductas de la sexualidad que violan los derechos humanos de terceros, como la pedofilia y la excitación derivada de la violencia. Los tocamientos no consentidos y la violación son intolerables también en el caso de la heterosexualidad. Las prácticas sexuales sin consentimiento no tienen cabida entre los homosexuales tampoco, bajo ningún concepto. La existencia de violadores heterosexuales no conlleva negarles la sexualidad a todas las personas de esta orientación, del mismo modo que no debe hacerse con las homosexuales en el caso de que haya personas del colectivo que lleven a cabo prácticas no consentidas. Mientras algo no contravenga los derechos humanos, debemos respetar todas las razas y religiones. Lo mismo ha de ocurrir con la variedad de identidades y orientaciones sexuales existentes", concluye Harima.

Texto: Kuwahara Rika (redacción de POWER NEWS)

Imagen del encabezado: bandera del arcoíris, símbolo del orgullo LGBT y de las reivindicaciones sociales del colectivo. (TommyX/PIXTA)

(Traducción al español del original en japonés)

LGBT