¿Quién fue en realidad Sugihara Chiune?

Sugihara Chiune: enfrentado a su país por los “visados de la vida”

Historia Política

Lituania estaba a punto de convertirse en la primera presa del pacto entre la Unión Soviética y la Alemania nazi. Su capital provisional, Kaunas, bullía de refugiados judíos que trataban de huir de los dos regímenes totalitarios. Sugihara Chiune, el hombre que emitiría miles de “visados de la vida” para los refugiados, continuaría enviando al Gobierno japonés valiosos informes gracias a los contactos que obtenía.

Kaunas, en la vanguardia del espionaje mundial

Habiéndole sido negada la entrada en el país por la Unión Soviética de Stalin y después de un intervalo de dos años en Helsinki, Sugihara llegó a Kaunas, que había sido designada capital interina de Lituania. Allí estableció un consulado y comenzó a hacer él mismo las funciones de cónsul. Corría el mes de agosto de 1939.

La Casa museo Sugihara, en Kaunas (Lituania), en el mismo edificio que ocupó el consulado japonés. (Fotografía: cortesía de Shiraishi Masaaki)
La Casa museo Sugihara, en Kaunas (Lituania), en el mismo edificio que ocupó el consulado japonés. (Fotografía: cortesía de Shiraishi Masaaki)

Lituania tenía una ubicación privilegiada, pues llegaban allí de forma muy directa los ecos de los acontecimientos que ocurrían tanto en Alemania como en la Unión Soviética. Kaunas era escenario de una singular guerra de espionaje protagonizada por agentes y diplomáticos ingleses, norteamericanos y de otros países occidentales llegados en misiones secretas. También Japón deseaba conocer los últimos movimientos alemanes y rusos, para lo cual destinó a dicha ciudad a Sugihara, la mejor baza entre sus agentes de inteligencia (profesionales encargados de reunir y analizar informaciones de interés nacional).

En 1938, un año antes de que Sugihara fuera destinado a Kaunas, la Alemania de Hitler se había anexionado Austria y además, en la Conferencia de Múnich, había arrancado al Reino Unido y a Francia su consentimiento para que Checoslovaquia le cediera la zona fronteriza de los Sudetes. A comienzos del verano de 1939, el ejército japonés de Kantō (Kwantung), por una parte, y los de la Unión Soviética y Mongolia por la otra protagonizaron aparatosos choques armados en la frontera entre este último país y el entonces independiente Estado de Manchuria, dominado por Japón (batallas de Jaljin Gol o Incidente de Nomonhan). Japón movilizó en estos choques las tropas más selectas del Ejército de Kantō, pero ni siquiera así pudo evitar sufrir grandes daños.

Fue entonces cuando, por sorprendente que pudiera parecer en aquellas circunstancias, la Alemania nazi, a quien los mandos del Ejército de Tierra de Japón tenían por aliada, estableció un pacto de no agresión con el principal enemigo de Japón: la Unión Soviética. En Europa la situación era “endemoniadamente compleja”, se quejó Hiranuma Kiichirō, a la sazón primer ministro de Japón, quien inmediatamente después disolvería el gabinete. En aquella época, Japón sufría un gran atraso en el desarrollo de sus servicios secretos y había perdido la brújula de su política exterior. Estas eran las circunstancias en las que los dirigentes japoneses ordenaron a Sugihara establecerse en Lituania.

Cuatro días después de la llegada de Sugihara a Kaunas, el ejército nazi invadió Polonia. Este movimiento fue el detonante de la Segunda Guerra Mundial. Dos semanas después, el Ejército Rojo de Stalin, en cumplimiento de un pacto secreto con los nazis, atacó igualmente Polonia, que quedó así partida en dos. Pero Polonia no se rindió e instauró primero en París y luego en Londres un Gobierno en el exilio, desde el que continuó tenazmente su resistencia frente a las dos potencias agresoras.

Colaboración con oficiales de información del Gobierno polaco en el exilio

Trabajaba Sugihara en la creación de una red informativa cuando trataron de trabar contacto con él ciertos oficiales de inteligencia que servían de enlace con el Gobierno polaco en el exilio. La victoria japonesa sobre la Rusia zarista a principios de siglo había despertado la simpatía polaca, que perduraba todavía. Tras la salida japonesa de la Sociedad de Naciones en 1933, Polonia continuaba sirviendo a Japón, ahora aislado, valiosas informaciones internas de este organismo.

Polonia contaba en aquella época con la colonia judía más nutrida de Europa, situada entre los tres y los cuatro millones de personas. Ahora que había sido seccionada en dos por la agresión conjunta ruso-alemana, los judíos polacos comenzaron a fluir hacia la vecina Lituania, temerosos de ser víctimas de nuevas persecuciones. Y este país independiente por el momento era también centro de las actividades de los oficiales de información del Gobierno polaco en el exilio. Sugihara logró extender rápidamente su red contactando con organizaciones de ayuda a los soldados polacos prisioneros de los rusos y otros grupos que propugnaban la lucha armada frente a alemanes y soviéticos. 

Shiraishi Masaaki, uno de los responsables del Archivo Diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, ha estudiado la figura de Sugihara. Shiraishi entiende que entre las razones que llevaron al Gobierno japonés a valorar positivamente su actuación está el gran valor que tenía para el país la información ofrecida por Polonia. Como agente de inteligencia, Sugihara obtenía informes secretos, los analizaba con pericia y de esta forma conseguía hacer llegar a Tokio informaciones de valor.

Los visados para los judíos no fueron concedidos desde el principio

Durante su primer año de ejercicio del cargo, Sugihara se remitía a la ley y denegaba el salvoconducto a los judíos que acudían a su consulado sin cumplir con las dos condiciones impuestas: tener un permiso de ingreso del país receptor y disponer del dinero suficiente para el viaje. Al mismo tiempo, les recomendaba que abandonasen Lituania lo antes posible, pues preveía que la Unión Soviética engulliría los tres países bálticos y se los anexionaría. En Sugihara convivía el espíritu del respeto a la ley con el del humanismo.

Entre los tres países bálticos, Lituania fue el primero en convertirse en objetivo de los soviéticos. Con la mendaz excusa de la desaparición de unos soldados soviéticos destinados en el país, Rusia convocó en Moscú al ministro de Exteriores lituano y lo amenazó, forzando la dimisión en pleno del gabinete de Gobierno. Seguidamente, excusándose en que Lituania había elegido un nuevo primer ministro sin consulta previa, en junio de 1940 desplegó en el país báltico un ejército integrado por 160.000 soldados. Más tarde, exigió a Japón y al resto de los países que cerrasen sus legaciones diplomáticas en Lituania. Sugihara también fue conminado a cerrar su consulado antes de que finalizase agosto.

En este ambiente de gran confusión, el 17 de julio los refugiados judíos comenzaron a congregarse alrededor del Consulado de Japón en Kaunas, en busca de un visado. Sugihara, que había sido testigo de las atrocidades soviéticas, hizo una consulta al Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón sobre la emisión de visados para refugiados judíos. El ministerio no se mostró dispuesto a facilitárselos a personas que incumplieran las condiciones legales. Pero no cabía esperar que aquellos refugiados, que trataban de huir desesperadamente de las garras de Alemania y la Unión Soviética, hubieran conseguido un permiso de ingreso de un país receptor ni que dispusieran del dinero necesario para completar su viaje. Después de días de angustiosas dudas, Sugihara se decidió finalmente a emitirlos. Era el 26 de julio. 

Uno de los visados firmados por Sugihara el 31 de julio de 1940 (fotografía cortesía de la Casa Memorial Chiune Sugihara). Según se dice, este documento aseguró la supervivencia a un matrimonio de Varsovia que acudió con su hija. Los tres pudieron desembarcar sanos y salvos en el puerto japonés de Tsuruga (prefectura de Fukui).
Uno de los visados firmados por Sugihara el 31 de julio de 1940 (fotografía cortesía de la Casa Memorial Chiune Sugihara). Según se dice, este documento aseguró la supervivencia a un matrimonio de Varsovia que acudió con su hija. Los tres pudieron desembarcar sanos y salvos en el puerto japonés de Tsuruga (prefectura de Fukui).

Al principio, los visados estaban íntegramente escritos a mano, pero luego se utilizó una estampilla para las partes invariables del texto, escribiéndose a mano solo el puerto de llegada, la fecha y algunos otros datos. La estampilla fue fabricada por los propios polacos, que trataban de conseguir rápidamente el mayor número de visados posibles. Gracias a esta colaboración, fue posible emitir un gran número de visados.

La anulación de los visados emitidos en masa, principal preocupación de Sugihara

Comenzó así una lucha entre Sugihara y Japón. Al despacho del primero llegaban las advertencias ministeriales para que respetase las normas de emisión de visados. Sugihara adoptó el método de estampar en sus visados un texto según el cual la emisión se había hecho sobre la promesa de que el portador, antes de subir en Vladivostok a bordo del barco que lo conduciría a Japón, se responsabilizaría de obtener el permiso de ingreso del país receptor y que reservaría también pasaje para el barco en el que debería abandonar Japón, camino de su destino final.

Clausurado el consulado, Sugihara informó al ministerio del método extraordinario que había adoptado. La respuesta fue que debía abandonarlo inmediatamente. Recibió también la orden de respetar escrupulosamente las normas “en lo sucesivo”. La parte de “en lo sucesivo” denotaba que el ministerio haría la vista gorda a la masiva emisión de visados realizada hasta el momento. De esta forma, Sugihara consiguió preservar la validez de todos los documentos que había emitido.

Sugihara obró a sabiendas de que su actuación constituía una violación de las normas y que esto podría acarrearle la pérdida de su cargo, pero lo que realmente le preocupaba es que los visados perdieran su validez una vez conocido el método ilegal que se había seguido para emitirlos. No tenía sentido hacer que aquellas personas se desplazasen hasta Japón para que luego se les impidiera desembarcar. Sobre la forma en que maniobró, Shiraishi concluye que Sugihara supo utilizar exitosamente su capacidad como agente de inteligencia en su relación con el ministerio.

El cierre del Consulado de Japón, ocurrida el 28 de agosto, no supuso el fin de la sorprendente actuación de Sugihara. Diciendo que se tomaría unos días de descanso, se mudó a un hotel de Kaunas, donde permaneció hasta el día 5 de septiembre. Allí siguió recibiendo a refugiados, que conocían su nueva dirección gracias a un letrero convenientemente colocado en la puerta del consulado. Hasta el momento en que su tren partió de Kaunas, Sugihara siguió firmando permisos de arribo a Japón, que hacían las veces de visados, hasta quedar exhausto.

Fotografía del encabezado: en la Casa Memorial Chiune Sugihara puede visitarse el Ketsudan no heya (“el Cuarto de la Determinación”), espacio que reproduce el despacho de Sugihara en el Consulado de Japón en Kaunas (Lituania). (Fotografía cortesía de la Casa Memorial Chiune Sugihara)

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