¿Quién fue en realidad Sugihara Chiune?

Sugihara Chiune: visados para los judíos en la Praga ocupada por los nazis

Historia Política

Concluido su periodo en Kaunas, Lituania, Sugihara Chiune continuó emitiendo “visados para la vida” en favor de los refugiados judíos desde su nuevo destino en Praga (Checoslovaquia), entonces bajo ocupación nazi, y más tarde siguió demostrando su competencia como agente de inteligencia en Prusia Oriental.

Infundados rumores de que sería llamado a consultas

En un tren transfronterizo y acompañado de su familia, Sugihara dejó Kaunas en dirección a Berlín en septiembre de 1940, cuando Lituania había sido anexionada ya por la Unión Soviética. Pese a su demostrada audacia, la masiva emisión de visados que había hecho en aquel país no dejaba de preocuparle, más aún ahora que le llegaban rumores de que su actividad en favor de los judíos había exasperado al Gobierno nipón e iba a ser llamado a consultas, un riesgo que él calibraba mejor que nadie.

Pero en Berlín el embajador japonés en Alemania, Kurusu Saburō, no hizo mención al tema. Es de suponer que en la Embajada japonesa se conocía perfectamente la alta valoración de que gozaba Sugihara como agente de inteligencia. “La razón debió de ser que Sugihara se había curtido y pertenecía ya al grupo más selecto de los agentes de inteligencia japoneses especializados en la Unión Soviética. Era imprescindible, la brújula que indicaba el derrotero que debía seguir Japón”, señala Shiraishi Masaaki, estudioso de la figura del diplomático que es, además, uno de los responsables del Archivo Diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón.

Desde Berlín, Sugihara se dirigió hacia su siguiente destino en el Consulado General de Japón en Praga (Checoslovaquia). A la sazón, la capital checa estaba ocupada por el ejército alemán y bajo el dominio absoluto de los nazis. Medio mes después de que Sugihara asumiera su cargo, Japón, Alemania e Italia suscribieron el Pacto Tripartito o Pacto del Eje. Como diplomático de un país aliado de Alemania, se esperaba de Sugihara que actuara todavía con mayor prudencia. Pero, lejos de eso, continuó impertérrito, emitiendo visados para los refugiados judíos desde las mismas fauces del nazismo.

“El nuevo cónsul general (nota: en realidad, actuaba como suplente) estaba concediendo visados de tránsito a judíos y a otras personas que huían sin saber adónde, y al enterarse de esto la gente comenzó a formar ante el consulado colas tan largas que las esperas se alargaban varios días”, explica Shiraishi.

Pero las circunstancias que rodeaban la emisión de visados en Praga distaban mucho de las de Kaunas. En Kaunas, en una situación en la que un gran número de refugiados de origen polaco permanecían en la ciudad, se produjo la excepcional situación de la anexión del país por la Unión Soviética, por lo que muchos refugiados se agolparon ante el consulado japonés de Sugihara, que se vio obligado a emitir un gran número de visados en un corto periodo de tiempo.

Sin embargo, a su llegada a Praga, había pasado ya año y medio desde la desmembración de Checoslovaquia y el terror nazi se había extendido a todos los rincones de la ciudad. Las familias más adineradas habían huido al extranjero y los refugiados judíos que buscaban el amparo de Sugihara carecían todos del dinero suficiente para cruzar la frontera. Además, Sugihara había recibido ya en varias ocasiones instrucciones del Ministerio de Asuntos Exteriores para que respetase escrupulosamente los requisitos impuestos para la concesión de visados. Por eso, se cree que Sugihara siguió emitiendo visados en secreto y por su cuenta y riesgo, sin dejar registro del trámite.

Los que llegaron a Japón avalados por un “visado Sugihara”

Praga fue un destino corto para Sugihara, ya que no permaneció allí sino medio año. Los registros oficiales que dejó en este periodo nos hablan de apenas 72 visados concedidos, de ellos 66 a judíos. Shiraishi aventura que las referidas circunstancias explican que la decidida actuación de Sugihara no saliera a la luz durante mucho tiempo. “Pero habría que ponerle un cero más a las cifras oficiales”, añade.

La mayoría de los judíos que se quedaron en Praga serían más tarde reunidos en un campo de concentración construido a las afueras de la ciudad. Desde allí, muchos de ellos fueron enviados al de Auschwitz, en Polonia, donde morirían en las cámaras de gas.

Durante su permanencia en Praga, los refugiados que habían obtenido los “visados Sugihara” iban llegando a Japón y destapando así el gran problema, como se vio en el puerto de Tsuruga (prefectura de Fukui), al que llegaron muchos que incumplían los dos requisitos: tener permiso de ingreso en un tercer país y el suficiente dinero para completar el viaje. Muchos refugiados judíos buscaron el auxilio de organizaciones de ayuda en Kōbe y otras ciudades, donde pasaron a residir temporalmente. Había quien llegaba sin ningún equipaje; otros traían rotas las suelas de los zapatos. Todos tenían un aspecto mísero que asustaba a los japoneses.

Consciente de la gravedad de la situación, el ministerio envió un telegrama a Sugihara pidiéndole datos sobre el número de visados que había emitido en Kaunas. Fue entonces cuando Sugihara confeccionó su lista, en la que aparecen 2.140 nombres. Observando los números de emisiones día a día, puede comprobarse que durante la segunda mitad de su periodo en Kaunas el número de visados concedidos fue mucho menor. Al principio el registro es muy cuidadoso e incluye todos los datos de los solicitantes. Luego, adopta la forma de unos simples apuntes. Y en la segunda mitad del periodo, ya ni siquiera eso puede permitirse y los visados que concede no dejan ningún rastro. Esa es, al parecer, la explicación. El registro no refleja, pues, el número real de “visados de la vida”.

A la izquierda, la lista de los visados concedidos en Kaunas confeccionada por Sugihara durante su estancia en Praga. Incluye 2.140 nombres (cortesía del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón). A la derecha, la lista de los visados concedidos por Sugihara desde Praga, con 36 nombres (ídem). La segunda es mucho más corta, pero ha de tenerse en cuenta que Sugihara no dejó registro de muchos casos en que concedió visado a personas que incumplían los requisitos oficiales.
A la izquierda, la lista de los visados concedidos en Kaunas confeccionada por Sugihara durante su estancia en Praga. Incluye 2.140 nombres (cortesía del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón). A la derecha, la lista de los visados concedidos por Sugihara desde Praga, con 36 nombres (ídem). La segunda es mucho más corta, pero ha de tenerse en cuenta que Sugihara no dejó registro de muchos casos en que concedió visado a personas que incumplían los requisitos oficiales.

Alzando su voz contra Ribbentrop

Cierto hecho ocurrido en Praga revela la profunda antipatía que sentía Sugihara hacia los nazis. Los diplomáticos extranjeros presentes en la capital checa, entre ellos él mismo, fueron convocados a una reunión. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Joachim von Ribbentrop, que gozaba de la confianza plena del Führer, les comunicó que su presencia allí no era bien vista por el régimen y, en términos conminatorios, les instó a abandonar sin dilación Checoslovaquia. Ante el silencio del resto de los diplomáticos, Sugihara se puso en pie y, con toda firmeza, declaró al esbirro de Hitler que no se daba por aludido y que exigía explicaciones al respecto.

En marzo de 1941 Sugihara llegó a su siguiente destino, Königsberg, entonces capital de la Prusia Oriental alemana (actual Kaliningrado, en Rusia), donde estableció un Consulado General. Esta región lindante con la antigua Lituania era, por su ubicación geográfica, un magnífico observatorio para reunir informes tanto sobre la Unión Soviética, que acababa de anexionarse los tres Estados bálticos, como sobre la propia Alemania.

Pese a ser su aliado, Alemania no se decidía a conceder el permiso para que Japón estableciera allí su consulado general, pues Hitler había dado órdenes precisas para que sus planes de invadir la Unión Soviética violando el pacto de no agresión (operación Barbarroja) no llegasen a oídos nipones. Ignorantes de las verdaderas intenciones de la Alemania nazi, esa primavera Japón firmaba con la Unión Soviética un pacto de neutralidad.

Rápida notificación del inicio de las hostilidades ruso-alemanas

Königsberg fue un nuevo campo de batalla para el agente de inteligencia Sugihara Chiune. En mayo de ese año, hizo un reconocimiento de la zona fronteriza en compañía de oficiales de inteligencia del Gobierno polaco en el exilio. Fue una investigación muy arriesgada, en la que fue seguido por vehículos nazis en varios tramos. Finalmente, pudo constatar que en los bosques los alemanes habían escondido tanques, camiones-tanque de gasolina y puestos militares de vigilancia. Sugihara hizo un análisis rápido y certero de la situación.

El 9 de mayo, envió a Tokio un mensaje cifrado en el que explicaba que desde hacía algunos días un tren militar de unos 10 vagones partía diariamente de Berlín en dirección a Köningsberg, donde se habían reunido ya grandes efectivos. Decía también que a los oficiales alemanes se les ordenaba que aprendieran el suficiente ruso para poder leer los mapas, y que para el mes de junio la relación entre ambos países daría un importante giro. La solvencia de sus informes quedó probada el 22 de ese mes, cuando Alemania invadió la Unión Soviética.

Telegrama enviado al Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón por Sugihara el 9 de mayo de 1941 desde la entonces alemana Köningsberg, en el que da cuenta de los preparativos alemanes para invadir la Unión Soviética. (Fotografía cortesía del Ministerio de Asuntos Exteriores)
Telegrama enviado al Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón por Sugihara el 9 de mayo de 1941 desde la entonces alemana Köningsberg, en el que da cuenta de los preparativos alemanes para invadir la Unión Soviética. (Fotografía cortesía del Ministerio de Asuntos Exteriores)

Tal como expresan muchos documentos históricos de la época, los logros de Sugihara fueron muy grandes, pues fue el primero en ofrecer noticias claras del inminente inicio de las hostilidades ruso-alemanas y además fijó su fecha con exactitud. Sin embargo, el Gobierno japonés no concedió a estos informes la importancia que merecían y, pese a disponer de un plazo de más de un mes hasta la fecha señalada, no tomó ninguna medida. Cuando el aviso se tornó realidad, un aturdido Matsuoka Yōsuke, titular de Exteriores, llegó a proponer que Japón entrase en guerra con el país con el que acababa de firmar un pacto de neutralidad, lo que da una idea de hasta qué punto la política exterior japonesa había perdido la serenidad de juicio e iba a la deriva.

Por muy acertados que sean los informes de los servicios de inteligencia, resultan inútiles si los dirigentes que llevan el timón del Estado no les dan un buen uso. ¿Con qué sentimiento habría oído Sugihara las noticias del comienzo de la guerra ruso-alemana después de saber que habían dado carpetazo a los informes secretos que había conseguido desafiando tantos peligros?

Fotografía del encabezado: Vista de la ciudad de Praga, uno de los destinos de Sugihara (PIXTA) y fotografía autógrafa del diplomático japonés a los 36 años (cortesía del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón).

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