¡No todo son multisalas! El encanto y los secretos de los pequeños cines locales

Cinematheque Takasaki (Gunma): de festival de cine a sala en el núcleo de la vida local

Cine

La ciudad de Takasaki se encuentra cerca de Tokio, pero fuera del alcance de su bullicio. Cuando se fundó el Cinematheque Takasaki el objetivo era crear un minicine en el que ofrecer películas que solo se podían ver en Tokio, pero el proyecto se encontró con varios obstáculos, y finalmente empezó su andadura como festival de cine.

Una sala de cine que nació de un festival

El Festival de Cine de Takasaki, que comenzó en 1987 y celebró el año pasado su 33.ª edición, además de haber crecido en tamaño se ha convertido en un evento que involucra ahora a toda la ciudad. Los carteles se alineaban por todo el centro de la ciudad, alrededor de la estación de Takasaki, y la ceremonia de entrega de premios contó con un aforo completo en el Centro Musical de Gunma (con una capacidad de 2.000 personas).

Ceremonia de entrega de premios del 33.er Festival de Cine de Takasaki.
Ceremonia de entrega de premios del 33.er Festival de Cine de Takasaki.

La sala de cine fue finalmente construida en 2004. Se trata de un edificio muy robusto, renovado a partir de la antigua sucursal de un banco local. La caja fuerte original se utiliza hoy día como almacén de materiales. Las salas de cine requieren estándares y especificaciones especiales de construcción, por lo que resulta muy caro utilizar un edificio que estaba destinado a otros usos.

Además el fundador, Shigeki Masao, no quería ceder un ápice en cuanto al diseño del cine y se mostró muy particular con todos los detalles, por lo que incrementó el coste total de construcción. Debido a ello, cada asiento es pequeño pero de gran calidad, los asientos que lo rodean no molestan para disfrutar de la película. Las luces del techo en la sala también invitan al público al mundo del cine.

El color verde oscuro de las paredes fue cuidadosamente seleccionado, y dado que ese tono exacto ya no se fabrica no es nada fácil volverlas a pintar, pero en ellas pueden verse las firmas de un gran número de cineastas que han visitado el lugar.

Las firmas de los cineastas que han visitado la sala, en una de sus paredes.
Las firmas de los cineastas que han visitado la sala, en una de sus paredes.

Un factor que hizo posible la apertura del cine fue el apoyo local. La recolección de fondos por parte de un gran número de individuos hizo posible que el negocio comenzara como cine ciudadano, sin necesidad de pedir préstamos. Una razón importante para esto es el hecho de que el festival, un negocio que comenzó 17 años antes de la fundación del cine, había calado hondo entre los habitantes de Takasaki.

El cine insufla una nueva vida

Takasaki Community Cinema, una organización sin ánimo de lucro, es el tercer pilar en el triángulo de negocios del que forman parte el festival y la sala de cine mencionados, y que opera el proyecto llamado “Film Comission Business” (“negocio de la comisión de cine”), iniciativa privada para atraer y apoyar el rodaje de películas en la ciudad. Hasta la fecha se han realizado numerosos rodajes, entre los cuales, en los últimos años, se cuentan obras como Aa Kōya (Wilderness, en inglés, 2017), protagonizada por Suda Masaki, y Kazoku no reshipi (“Receta de familia”, conocida en inglés como Ramen Shop, 2018), una coproducción entre Japón y Singapur.

Gracias a este proyecto todo tipo de lugares y personas de Takasaki aparecen en la gran pantalla. Una taberna que este autor visitó, Kozakura, era frecuentada por el personal de producción de Kazoku no reshipi durante el rodaje, y al director se le ocurrió usarla como localización. El propietario estaba muy orgulloso de que su restaurante apareciera en la película.

Cartel en la entrada de Cinematheque Takasaki
Cartel en la entrada de Cinematheque Takasaki

Shio Mutsuko, representante de Takasaki Community Cinema, expresó sus deseos de que muchas personas visitaran el cine y vieran películas en él, y nos contó además la siguiente anécdota (de una entrevista realizada por el autor en mayo de 2019).

“De esto hace ya hace mucho; un amigo, un ocupadísimo profesor de universidad al que conozco desde que empezamos el negocio, me pedía perdón siempre que nos encontrábamos por ahí, por no poder venir al cine. Un buen día me enteré de que, pese a que yo no se lo había pedido y a que nunca podía venir, siempre que hablaba con alguien de fuera le contaba sobre Cinematheque”.

“Le decía que había una sala de cine especial en la ciudad. Que él mismo no podía visitarla, pero el hecho de que existiera el Cinematheque Takasaki enriquecía su vida. Vivo en una ciudad con un local así, decía. Sus palabras, más que adecuadas, me parecieron hermosas, me conmovieron”.

La ciudad de Takasaki, donde para el ciudadano era antes imposible ver las películas que quería ver, se ha convertido a lo largo de estos más de treinta años en una ciudad a la que el cine ha insuflado nueva vida.

El valor del cliente para una sala local

Los tres cines presentados en esta serie -de Ōita, Hiroshima y Takasaki- presentan diferentes estilos de gestión. Sin embargo, uno se da cuenta fácilmente de que hay valores que no pueden realizarse a menos que estén ubicados en el ámbito local, valores que no pueden ponerse en práctica en una cadena de multicines, valores que no pueden llevarse a cabo en la pantalla de un hogar.

En la terminología de la administración de empresas, el valor que un cliente percibe de un producto o servicio se denomina valor del cliente. Estos cines ofrecen los mismos productos (películas), pero crean diferentes valores del cliente. En lugar de mirar la película como el único producto a ofrecer, tratan de basar su negocio en un marco más amplio que revela la esencia de las cosas. Es fundamental que cada cine posea su propia historia y experiencia, que ofrezca películas a diferentes clientes de distintas maneras, y que existan diversas razones en su trasfondo.

El cine ha considerado las propias películas desde hace mucho la pieza central de ese valor. Para un cliente es más importante qué tipo de película ver que el lugar donde verla. Es lo que se suele denominar “filosofía del contenido”. Si bien la importancia del contenido no cambia, ahora nos damos cuenta de que la forma en que los clientes interactúan con una película realmente determina su valor. El lugar que desempeña el papel más importante en la creación de situaciones significativas para dichos clientes es el propio cine, un concepto que se acerca bastante a la filosofía del contexto.

En el siglo XX se pensaba que el valor del cliente se generaba cuando las empresas proporcionaban productos y servicios por los que los clientes pagaban (es decir, era un valor de cambio). Después se consideró que el valor del cliente venía determinado por la forma en que usaba el producto o servicio (valor de uso); en el siglo XXI se piensa que se deben crear diferentes valores del cliente en función de su situación, del uso que da al producto y de la posible experimentación (valor contextual).

Así, se cree que las empresas no son el creador último del valor, sino que también los clientes son responsables de esa creación (cocreación de valor). En suma, en los negocios, el papel del lugar de la creación de contextos significativos para cada cliente es extremadamente importante.

Los tres cines locales cuyas historias de éxito hemos presentado fueron sin duda conscientes de estas ideas de manera precoz. Sumioka, el director general de la sala Hatchoza, en Hiroshima, lo expresa claramente: “Se habla de las salas de cine como infraestructura, algo material (hard), pero creo que para llevar un cine necesitas usar también habilidades suaves (soft)” (De una entrevista del autor realizada en agosto de 2018).

Considero muy posible que nos hallemos en una nueva era en la que habrá cada vez más cines locales, gracias a los esfuerzos de gestión de cada sala, y quizá pueda decirse lo mismo de otras industrias además de esta.

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: fachada del Cinematheque Takasaki. Todas las fotos son del autor.)

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