Hiroshima ante la cumbre del G7

Floyd Schmoe, el activista por la paz que se solidarizó con Hiroshima

Historia

En 1948 llegó a Hiroshima un estadounidense con el corazón dolorido por los bombardeos atómicos sobre esa ciudad y sobre Nagasaki. Traía algún dinero procedente de donaciones. Floyd Schmoe, un cuáquero, fue un activista por la paz que dedicó todos sus esfuerzos a construir casas para quienes habían perdido la suya.

Eba, uno de los barrios que forman el distrito de Naka, en Hiroshima, queda a cuatro kilómetros al suroeste del punto sobre el que explotó la bomba atómica. Muchos lo conocerán como el lugar donde nació y creció Suzu, la protagonista de Kono sekai no katasumi ni (En este rincón del mundo), una película de animación estrenada en 2016 que trata el tema de Hiroshima y la guerra. Cuando se arrojó la bomba, los heridos de otras zonas del centro acudieron en masa a Eba, pues la mayor parte de sus calles se libraron de los destructivos incendios que se desataron en la ciudad.

Allí puede verse, todavía, una pequeña construcción tradicional de madera, de una sola planta, que fue construida en 1951. Es obra del activista por la paz estadounidense Floyd Schmoe (1895-2001) y fue utilizada como lugar de reunión como parte de su proyecto “Houses for Hiroshima”, que llevaba adelante en colaboración con jóvenes de Japón y los Estados Unidos. En algún momento, esta pequeña construcción comenzó a llamarse Schmoe Kaikan (Salón Schmoe) y fue frecuentada por los vecinos del área, que sienten gran apego por ella. Actualmente es una dependencia del Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima y funciona como sala de exposiciones bajo el nombre de Schmoe House, presentando al público las diferentes actividades de ayuda que se han hecho desde el extranjero en favor de Hiroshima.

La Schmoe House y la exposición que aloja, hoy en día. (Fotografía: Dōune Hiroko)
La Schmoe House y la exposición que aloja, hoy en día. (Fotografía: Dōune Hiroko)

Casas construidas como parte del proyecto “Houses for Hiroshima” en el barrio de Eba-Nihonmatsu. Se cree que la fotografía fue tomada en 1952 por el iniciador del proyecto, Floyd Schmoe, que en aquellos años tenía diapositivas, un soporte todavía casi desconocido en Japón. (Cortesía de Tomiko Y. Schmoe, de la colección de la asociación “Schmoe ni manabu kai”)
Casas construidas como parte del proyecto “Houses for Hiroshima” en el barrio de Eba-Nihonmatsu. Se cree que la fotografía fue tomada en 1952 por el iniciador del proyecto, Floyd Schmoe, que en aquellos años tenía diapositivas, un soporte todavía casi desconocido en Japón. (Cortesía de Tomiko Y. Schmoe, de la colección de la asociación “Schmoe ni manabu kai”)

Sus actividades en Hiroshima permitieron a Schmoe trabar amistad con Hamai Shinzō (1905-68), que fue alcalde de la ciudad, y en 1983 fue nombrado ciudadano de honor. Sin embargo, hasta hace pocos años en Hiroshima no existía un conocimiento suficiente de todas sus actividades.

Unidos por la estatua de Sadako de Seattle

En 2003, dos años después de que muriera en las cercanías de Seattle, en el estado norteamericano de Washington, se descubrió que la estatua elevada en el Parque de la Paz de Seattle en honor de Sasaki Sadako había sido dañada por alguien y había perdido un brazo. Sadako, que murió de leucemia en 1955, fue una hibakusha (víctima de la bomba atómica) cuya historia está detrás de la construcción del Monumento a la Paz de los Niños. Para costear la reparación de la estatua, Michiko Pumpian, una música y activista por la paz de Seattle, ya fallecida, comenzó a hacer una colecta bajo el lema de “Una persona, un dólar” y las noticias de su iniciativa llegaron también a Hiroshima. El parque había sido construido en un pequeño terreno próximo a la Universidad de Washington por el propio Schmoe, de 94 años, que invirtió en el proyecto el dinero que se le había asignado al recibir en 1988 el Premio Tanimoto Kiyoshi de la Paz(*1).

Nishimura Hiroko, una voluntaria del Museo Memorial de la Paz de Hiroshima, fue una de las personas que donó dinero. Recuerda que comenzó a interesarse por Schmoe precisamente cuando asistió a un concierto por la paz ofrecido en Hiroshima por Pumpian, que había venido a Japón para expresar su agradecimiento por la ayuda recibida. “Entonces, en Hiroshima no se había reunido toda la documentación para tener una idea clara de todas las actividades que había llevado a cabo Schmoe. Era una persona de acción, le gustaba hacer él mismo las cosas, y llevaba sus actividades para la paz de un rincón a otro del mundo sin descanso. Parece que no le dio demasiada importancia a dejar registro de todas las cosas que hacía”, explica Nishimura. Ella participó en un pequeño grupo que había sido creado por su compañera de voluntariado Imada Yōko, ya fallecida. Este grupo fue el embrión de la actual asociación “Schmoe ni manabu kai” (“Sociedad para aprender de Schmoe”), que se encarga de investigar y difundir todo lo que hizo Schmoe para facilitar viviendas a la gente de Hiroshima y dar a conocer también el conjunto de su trayectoria vital.

Ir a Hiroshima para pedir perdón

Nishimura Hiroko. (Fotografía: Dōune Hiroko)
Nishimura Hiroko. (Fotografía: Dōune Hiroko)

Schmoe, que enseñaba silvicultura en la Universidad de Washington, viajó a Japón por primera vez en 1948 como parte de un grupo que colaboraba en el transporte de materiales para LARA (Licensed Agencies for Relief in Asia). Un año después estaba otra vez en Japón, en Hiroshima, esta vez con tres amigos y 4.300 dólares procedentes principalmente de donaciones. Contratando a un maestro carpintero y con la ayuda de un grupo de jóvenes voluntarios de Tokio y Hiroshima, consiguió construir en el barrio de Minami-machi (actual distrito de Minami) cuatro casas de madera para desplazados por el bombardeo. Siguió adelante con esta actividad durante cinco años, hasta 1953, al cabo de los cuales había construido un total de 21 edificios, en cuatro puntos de la ciudad, entre viviendas unifamiliares, centros vecinales y bloques de apartamentos. A partir de los años 70, estos edificios construidos por Schmoe comenzaron a acusar el paso del tiempo y a ser derruidos. El único superviviente de aquella época es el centro de reuniones del barrio de Eba.

Floyd Schmoe. (Cortesía de Maekawa Hiroshi, de la colección de la asociación “Schmoe ni manabu kai”)
Floyd Schmoe. (Cortesía de Maekawa Hiroshi, de la colección de la asociación “Schmoe ni manabu kai”)

El único texto de Schmoe que podemos leer en japonés es el titulado Nihon inshōki (“Impresiones de Japón”), una traducción de Ōhara Miyao a partir de un manuscrito inédito, que fue publicada por el Hiroshima Peace Center en 1952. Gracias a este librito tenemos noticia de los nombres de los tres norteamericanos que trabajaron junto a Schmoe (el pastor Emery Andrews, al que apodaban Andy, Daisy Tibbs-Dawson y Ruth Jenkins, también conocida como Pinky), así como de los detalles de las actividades en las que colaboraron los voluntarios japoneses, con muchos de sus nombres. Según el prólogo del traductor, Schmoe manifestó a quienes apoyaban sus actividades en los Estados Unidos que las había puesto en marcha “porque el lanzamiento de las bombas atómicas le había herido profundamente la conciencia y sentía que tenía que redimir su culpa”. Les dijo también que deseaba poder ir a Hiroshima para disculparse, pero que las simples disculpas no servían de nada, así que, para que le comprendiesen, quería construir por sí mismo cuantas casas pudiera para quienes habían perdido la suya por el bombardeo atómico.

Daisy y Andy, dos de los voluntarios que acompañaron a Schmoe en el verano de 1949. (Cortesía de Kitazawa Sumiko, de la colección de la asociación Schmoe ni manabu kai)
Daisy y Andy, dos de los voluntarios que acompañaron a Schmoe en el verano de 1949. (Cortesía de Kitazawa Sumiko, de la colección de la asociación Schmoe ni manabu kai)

Partiendo de los datos que ofrecía el Nihon inshōki, que no eran muchos, en 2004 Nishimura y otros colaboradores se propusieron visitar a todas las personas que habían trabajado construyendo las casas del proyecto “Houses for Hiroshima”. Consiguieron muchos testimonios orales y escritos y, cotejándolos, poco a poco pudieron arrojar alguna luz todas las actividades que se hicieron a partir de 1950, de las que el librito no daba noticia.

2004 fue también el año que determinó el destino que tendría el Salón Schmoe, entonces en el punto de mira al verse amenazado por las obras de construcción de la carretera Hiroshima-Minami, una de las arterias más importantes del sur de la ciudad. El alcalde hizo público finalmente que se preservaría el edificio trasladándolo a otro lugar de la ciudad. Posteriormente, el Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima comenzó a estudiar y analizar exhaustivamente los materiales escritos sobre las actividades de Schmoe que se conservaban en la biblioteca de la Universidad de Washington, en Seattle.

Este estudio en profundidad sacó a la luz mucha información sobre la vida de Schmoe. Al estallar la Primera Guerra Mundial, Schmoe se declaró objetor de conciencia y sirvió en actividades de auxilio a los refugiados de Francia y Polonia. Y al comenzar la Segunda Guerra Mundial, desde la Costa Oeste de Estados Unidos protestó con firmeza contra la política gubernamental de encerrar a los ciudadanos estadounidenses de origen japonés en campos de internamiento, y trató de prestarles asistencia. Sus actividades posteriores a la guerra no terminan en Hiroshima. Edificó casas también en Nagasaki y en 1953 pasó a la península de Corea, donde de nuevo construyó cerca de 100 edificios, entre viviendas y consultorios médicos para los desamparados. Y continuó todavía su labor humanitaria en Egipto, a los 62 años, asistiendo a los refugiados del conflicto desatado a raíz de la Crisis de Suez de 1956.

Ochiba Hironobu, del Departamento Curatorial del museo, explica que la mayor parte de quienes ayudaron a las víctimas desde el extranjero después de la guerra lo hicieron enviando donativos o ayuda material. “Pero Schmoe llevó a cabo una ayuda diferente”, comenta, “porque vino hasta aquí y trabajó viviendo el día a día con los japoneses. Esto lo distingue del resto”.

Un intercambio internacional para construir la paz

Lo que más conmovió a Nishimura durante las entrevistas y las actividades de recogida de materiales que hizo para la asociación “Schmoe ni manabu kai” fue comprobar que todos los que habían participado en el proyecto sumando sus fuerzas, tanto los japoneses como los estadounidenses, decían que había sido una experiencia extraordinaria que les había dado amistades irreemplazables.

Uno de los participantes decía en sus apuntes que apenas cuatro años atrás habían sido enemigos pero que, viendo el poco tiempo que habían necesitado para abrirse mutuamente e intimar, había comprendido lo estúpidas que son las guerras.

Jóvenes japoneses y estadounidenses empuñando el formón codo con codo en Hiroshima durante el verano de 1951. (Fotografía donada por Jean Walkinshaw al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima)
Jóvenes japoneses y estadounidenses empuñando el formón codo con codo en Hiroshima durante el verano de 1951. (Fotografía donada por Jean Walkinshaw al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima)

Ceremonia de donación de una de las casas construidas en el barrio de Minami-machi en el proyecto “Houses for Hiroshima”, el 1 de octubre de 1949. Floyd Schmoe (izquierda) aparece junto a Hamai Shinzō, alcalde de la ciudad. Junto a la casa, Schmoe donó una linterna de piedra con la inscripción “Oración por la paz” en japonés. (Cortesía de Tomiko y. Schmoe, colección de la asociación “Schmoe ni manabu kai”)
Ceremonia de donación de una de las casas construidas en el barrio de Minami-machi en el proyecto “Houses for Hiroshima”, el 1 de octubre de 1949. Floyd Schmoe (izquierda) aparece junto a Hamai Shinzō, alcalde de la ciudad. Junto a la casa, Schmoe donó una linterna de piedra con la inscripción “Oración por la paz” en japonés. (Cortesía de Tomiko y. Schmoe, colección de la asociación “Schmoe ni manabu kai”)

La linterna de piedra donada por Schmoe puede verse todavía en los jardines de una urbanización de viviendas municipales en el barrio de Minami-machi. (Fotografía: Dōune Hiroko)
La linterna de piedra donada por Schmoe puede verse todavía en los jardines de una urbanización de viviendas municipales en el barrio de Minami-machi. (Fotografía: Dōune Hiroko)

Han salido a la luz también muchas fotografías, papeles con mensajes escritos por varias personas, etc. Sabemos ahora que, al construir una casa, junto a la obra se colocaba un letrero que decía lo siguiente: “Houses for Hiroshima - Work Camp Project. 1. To build understanding 2. By building houses 3. That there may be peace.”, con el que se deseaba que el mutuo entendimiento y el trabajo en común condujeran a la paz.

Atraídos quizás por el insólito espectáculo de ver a extranjeros y japoneses trabajar juntos en perfecta armonía, muchos niños de las cercanías se acercaban a las obras. Quedan fotografías que muestran estos acercamientos.

“Con la guerra de Ucrania”, señala Nishimura, “en todo el mundo se ha ahondado el temor a las bombas nucleares. Yo creo que muchos han empezado a comprender que Hiroshima y Nagasaki no son historias de lejanos países. Esa es la sensación que tengo como voluntaria que trabaja en el museo”.

“Lo que ha recibido Hiroshima no son solo los daños. Quiero seguir transmitiendo a los visitantes y a todos los niños que después de la reconstrucción nos hemos puesto en marcha hacia la construcción de la paz y ahora somos una tierra de esperanza. La Schmoe House es un edificio pequeño y la gente puede pasar a su lado sin darse cuenta, pero también es un lugar que permite sentir muy vivamente esa esperanza”, concluye.

Fotografía del encabezado: Voluntarios estadounidenses colocan un letrero con los ideales del proyecto “Houses for Hiroshima” en una obra de construcción. (Fotografía donada por Jean Walkingshaw al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima)

(*1) ^ Premio por la paz instituido por la fundación Hiroshima Peace Center en honor de Tanimoto Kiyoshi (1909-1986), quien durante muchos años fue pastor de la iglesia protestante de Nagarekawa. Tanimoto fue el creador del centro y el impulsor, junto a Norman Cousins, de la “adopción moral” de los huérfanos de la bomba atómica.

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