Mi punto de vista

¿Sobre qué ideales se sustenta la alianza Japón-Estados Unidos?

Política Mundo

Los valores prioritarios para la nueva Administración de Donald Trump entran en conflicto con los ideales sobre los que se asentaba hasta ahora la alianza Japón-Estados Unidos.

No cabe duda de que la última visita a Washington del primer ministro japonés, Ishiba Shigeru, ha contribuido a reubicar por el momento en una órbita de estabilidad las relaciones entre Japón y Estados Unidos tanto en el plano de la seguridad nacional como en el económico. Especialmente significativo resulta que por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, no se haya realizado ninguna declaración fuera de tono o imprevista, lo cual cabe considerar una prueba de que también él entiende que es mejor evitar en la medida de lo posible todo lo que pueda hacer peligrar las relaciones bilaterales.

Sin embargo, las medidas que está adoptando la Administración Trump (indulto a los participantes en el asalto al Capitolio, exclusión de los atletas “trans” en las pruebas femeninas, negación de la nacionalidad a los hijos nacidos en Estados Unidos de los inmigrantes ilegales, retirada de la Organización Mundial de la Salud y abandono del Acuerdo de París sobre el cambio climático, introducción de medidas arancelarias unilaterales, etcétera) indican a las claras que estamos ante un gran viraje en la política estadounidense.

¿En qué sentido un gran viraje? Hasta ahora, en Estados Unidos, ideas políticas como la libertad de credo, la democracia, el federalismo o la separación de poderes se consideraban atributos esenciales o identitarios del país, que se superponían a las evidentes diferencias en cuanto a religión, raza, lengua o cultura existentes entre sus ciudadanos. Por decirlo de algún modo, era un país conformado en torno a un ideario, en marcado contraste con Japón, país donde, al hablar sobre la identidad nacional, se ha concedido especial importancia a tener sangre japonesa y llevar dentro el idioma japonés y la cultura japonesa, es decir, compartir una tradición cultural e histórica.

Por esta razón, hasta ahora, Estados Unidos ha reivindicado el ideario estadounidense ante la comunidad internacional, buscando la solidaridad de los países que comparten ese ideario y luchando contra quienes se oponían a él. Por su parte, el Japón surgido de la Segunda Guerra Mundial, si bien respetando su propia tradición, se ha adherido al “pacifismo” y ha puesto el acento de su identidad nacional en ser un país que “comparte los ideales” de las democracias occidentales encabezadas por Estados Unidos.

Sin embargo, la Administración Trump, más que los valores que se han ido creando en torno a la raza o el género, principales elementos de ese “debate identitario” tradicional que ha venido dando carácter a la política norteamericana, muestra una marcada tendencia a colocar en el centro de su ideario político valores tales como la lealtad a “América” o el “Frontier Spirit” entendido como símbolo de fortaleza. Consecuentemente, vemos que ahora ya no se pone tanto el peso en la diversidad o en la tolerancia como en el patriotismo, la combatividad o el espíritu pionero, de difícil compatibilización con el pacifismo.

En estas circunstancias surge la duda de si Japón, país de la tradición y del “pacifismo”, podrá seguir compartiendo sus ideales con Estados Unidos y reforzar su alianza con este país. Lo digo porque, además de las lógicas consideraciones estratégicas, para aliarse con otro país es imprescindible una solidaridad basada en un pensamiento y en un ideario que sirvan de sustento a dicha alianza.

Aunque se hable con ligereza de mantener y reforzar la alianza nipo-norteamericana, ¿será realmente posible fortalecer una confianza y una solidaridad auténticas entre los dos pueblos, más allá del reforzamiento de las capacidades militares, cuando el propio Estados Unidos prioriza los intereses nacionales más inmediatos sobre los ideales fundacionales y menosprecia la solidaridad con otros países? Más aún: ¿a qué nos referimos cuando hablamos de esos “ideales” que debemos compartir?

La importancia de este planteamiento se hace evidente si extendemos la mirada al panorama mundial. Cuando se habla de compartir unos ideales con Estados Unidos o de reforzar nuestros lazos de solidaridad, eso debería hacerse siempre en coordinación con los principales países europeos que defienden valores similares, sin lo cual no sería posible dar a esas relaciones un carácter mundial. Sin embargo, hoy en día, una combinación de rebelión contra el globalismo y de rechazo a la integración europea está haciendo que los egocentrismos nacionales y la derechización política se manifiesten de forma cada vez más patente, con una simultánea pérdida de cohesión. En esta coyuntura, me atrevo a decir que es perentorio hacer una vez más un debate en profundidad sobre los ideales que fundamentan la alianza nipo-estadounidense y sobre el “pacifismo” japonés.

Fotografía del encabezado: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro japonés, Ishiba Shigeru, se dan un apretón de manos durante su reunión en la Casa Blanca (Washington) del 7 de febrero de 2025. (Fotografía: Jiji Press)

(Traducido al español del original en japonés.)

Donald Trump Alianza Japón-EE. UU.