Mi punto de vista

¿De qué colores ves el sol y la luna?

Cultura

Nuestra percepción de las cosas puede cambiar dependiendo de la cultura en la que nos hayamos criado.

Allí donde se reúne la gente, nace la cultura. Cada país tiene su propia cultura, al igual que cada región, empresa o religión. En la sociedad actual se observa una tendencia hacia la creciente fragmentación de la cultura.

Incluso dentro de un mismo grupo étnico existen diversos estilos de vida y tendencias. Las culturas y los sistemas sociales de las regiones árabes, por ejemplo, ya no son homogéneos, y las formas de pensar difieren. La fragmentación avanza a un ritmo vertiginoso, y las divisiones y los conflictos son constantes, incluso entre personas que pertenecen a la misma comunidad y comparten las mismas costumbres.

Cultura y nacionalismo mantienen una relación invisible. Shiba Ryōtarō escribe: “En esencia, el nacionalismo es algo puramente sentimental, una emoción humana que existe en todos, aunque con diferentes grados de intensidad”. Un ejemplo de esto es la intensa ira que puede sentir un individuo cuando su pueblo es criticado por el pueblo vecino. Aunque no es una emoción compleja, es una gran fuente de energía cuando un grupo humano se enfrenta a otro.

A través de innumerables batallas, Julio César, el célebre general que dejó su nombre grabado en los anales de la historia, comprendió que las personas tienden a aferrarse a sus propias ideas y a ver el mundo como les conviene. Dejó para la posteridad la frase: “Los hombres creen gustosamente aquello que se acomoda a sus deseos”.

Sin embargo, aunque no sea algo intencionado, nuestra percepción de las cosas puede variar según la cultura. “¿De qué color dibujas el sol?”, pregunté con gran curiosidad a mi hija, absorta en sus dibujos. Sin tomársela muy en serio, respondió con una sonrisa: “Rojo, por supuesto”. Ante esta respuesta inesperada, dudé por un momento y solo pude fingir que estaba de acuerdo y decir: “Ah, sí”.

En mi tierra natal, Egipto, y en otras culturas árabes, el sol suele representarse de color amarillo o amarillo anaranjado. Nunca se dibuja de color rojo. Parece que algo tan común como el sol puede percibirse de manera diferente según el idioma y la sociedad.

Intrigado por el mundo de los colores de mi hija, que ha crecido en Japón, continué preguntando: “Entonces, ¿de qué color es la luna?”. “Amarilla, claro. Normalmente se dibuja amarilla”, respondió con seguridad. Esta percepción también difiere mucho de mi propia sensibilidad cromática, influenciada por mi crianza en Egipto y en el mundo árabe. “No, no, normalmente es blanca. ¡Mira el cielo! ¿No te parece que la luna se ve blanca?”, dije, corriendo hacia la ventana para mostrarle la luna real e intentar demostrar la validez de mi propia “sensibilidad cromática”.

Al parecer, el color que la gente asocia con el sol y la luna varía según el país o la región. El color del sol en las representaciones árabes se asemeja al color de la luna en las representaciones japonesas. El mismo sol y la misma luna se perciben de manera diferente según el observador. En términos de lingüística, esto ejemplifica la ley que dice: “aunque las cosas tengan la misma naturaleza a través del tiempo y el espacio, pueden surgir diferencias en los mecanismos y funciones de su percepción”.

Aunque vivimos en el mismo planeta, la forma en que vemos y oímos las cosas difiere de una persona a otra. Como resultado, las fricciones entre culturas sobre la diferencia de mecanismos del lenguaje, las ideas y otros aspectos son incesantes. A veces, estos conflictos se extienden más allá de las palabras y se tornan violentos.

En última instancia, parafraseando a César, las personas solo intentan ver lo que quieren ver.

(Imagen de encabezado: Pixta.)

cultura Opinión