Mi punto de vista

Convertirse en japonés: cuestiones de ciudadanía y etnia

Cultura Sociedad

La ciudadanía japonesa parece una opción cada vez más atractiva para muchos ciudadanos extranjeros que buscan un nuevo comienzo. Sin embargo, persiste una brecha entre el reconocimiento de la nacionalidad y la aceptación como “verdaderamente japonés”.

Kikajin (“ciudadano naturalizado”) es un término utilizado para describir a las personas que han transferido su ciudadanía a Japón desde otro país. En el lenguaje jurídico, el término preciso bajo la Ley de Nacionalidad de Japón es kikasha (“persona naturalizada”), que se utiliza en los procedimientos administrativos. Hace unos años, me naturalicé y así me convertí en ciudadano japonés.

En el japonés antiguo, el término kika significaba ajustarse a las leyes de la nación y obedecer a su gobernante. El acto de solicitar la naturalización y obtener la nacionalidad japonesa, y las personas que lo realizaban, eran a veces mencionados con connotaciones negativas. En consecuencia, muchos periódicos utilizan en su lugar expresiones como “personas que han obtenido la ciudadanía japonesa” o “personas con ciudadanía japonesa”.

En los últimos años, cada vez más ciudadanos extranjeros parecen mostrar interés en obtener la ciudadanía japonesa. Según los datos publicados por el Ministerio de Justicia, el número acumulado de personas aprobadas para la naturalización hasta 2024 era de 610.208, de los cuales aproximadamente el 80 % eran coreanos o chinos.

En el pasado, la naturalización requería que la persona adoptara un nombre japonés, y la solicitud debía ser presentada por el cabeza de familia, en lugar de por el individuo en cuestión. Sin embargo, ahora no existe la obligación de adoptar un nombre de estilo japonés. Los requisitos administrativos para la naturalización se han flexibilizado un tanto, influidos por las tendencias globales y afectados por los problemas de la población envejecida y la disminución de la tasa de natalidad en Japón.

Pero hay quienes hacen una clara distinción entre obtener la ciudadanía japonesa y convertirse en japonés. Para precisar más: incluso si se obtiene la ciudadanía japonesa, la sociedad no necesariamente reconoce a esa persona como japonesa. Naturalmente, en términos legales, al obtener la ciudadanía japonesa uno posee todos los derechos y obligaciones de cualquier ciudadano japonés, pero no significa necesariamente que dejen de considerarlo un extranjero.

Hace unos años realicé una encuesta a 400 jóvenes (de 18 a 21 años) preguntando “¿Puede alguien convertirse en japonés al obtener la ciudadanía japonesa?”, a lo que más del 95 % respondió “No”. Si la nacionalidad no es la línea que separa al “extranjero” del “japonés”, surge la pregunta de cuál es la base de la definición. Muchos encuestados enumeraron sus criterios para decidir si alguien era japonés o extranjero como “apariencia externa”, “nombre”, etc. Para el japonés promedio, parecería extraño que “Almoamen, el egipcio” tuviera un nombre japonés, como Tanaka o Kamikawa. Por esta razón, muchos ciudadanos naturalizados eligen usar el mismo nombre que antes.

Curiosamente, la sociedad parece adoptar una actitud diferente cuando atletas y otras personas famosas se naturalizan, aceptándolos de buen grado como japoneses. Tras este fenómeno contradictorio se halla un problema que tendemos a evitar. Lo pasamos por alto con eslóganes como “Un solo mundo”, “Un mundo sin fronteras ni discriminación” y “Un mundo donde la cultura y la civilización se mezclan”. Aunque las personas puedan aparentar apoyar tales posturas, hay quienes todavía categorizan a otros en términos superficiales y geográficos. Las personas naturalizadas se enfrentan a una crisis de identidad debido a “ser ciudadanos sin ser japoneses”. ¿Cómo consideramos a otras personas y cómo nos perciben ellas? Estas son preguntas que debemos hacernos.

(Publicado originalmente en japonés. Imagen del encabezado: el célebre estudioso de la literatura japonesa Donald Keene recibe un ramo de flores de un funcionario municipal en Kita, Tokio, después de que se le concediera la ciudadanía japonesa el 8 de marzo de 2012. Aprovechó la ocasión para anunciar que había adoptado un nombre japonés escrito en kanji para representar fonéticamente “Keene Donald” - © Kyōdō.)

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