‘El día en que los gatos vivirán 30 años’: Miyazaki Tōru, en busca de un tratamiento para las enfermedades incurables

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Miyazaki Tōru, profesor de la Universidad de Tokio, descubrió el inhibidor de la apoptosis en los macrófagos, una proteína de la sangre que desempeña la importante función de limpiar la “basura” acumulada en el organismo y que puede utilizarse para tratar enfermedades incurables. Además de su aplicación en humanos, la proteína también sirve para tratar la enfermedad renal de los gatos.

Miyazaki Tōru MIYAZAKI Tōru

Nacido en la prefectura de Nagasaki en 1962. Profesor de patología molecular en el Centro de Biología de las Enfermedades y Medicina Integral de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Tokio. Graduado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Tokio en 1986. Residente en medicina interna en el hospital de la misma universidad. Antes de ocupar su puesto actual en 2006, entra en la Escuela de Posgrado de la Universidad de Kumamoto, en 1992 investiga en la Universidad Louis Pasteur de Estrasburgo (Francia), en 1995 dirige un equipo investigador en el Instituto de Inmunología de Basel (Suiza) y ejerce como profesor asociado en inmunología para la Universidad de Texas (EE. UU.) a partir del año 2000.

“Tenemos que apoyar al profesor Miyazaki”

En julio de 2021, una noticia corrió como la pólvora entre los amantes de los gatos de todo Japón. Jiji Press había publicado una entrevista en la que el profesor Miyazaki Tōru explicaba que la investigación del tratamiento de la enfermedad renal felina, un tipo de afección que es prácticamente una maldición para los gatos, se había interrumpido por falta de fondos.

Portada de un libro publicado por el profesor Miyazaki. (Jiji Press)
Portada de un libro publicado por el profesor Miyazaki. (Jiji Press)

Las redes sociales se inundaron de publicaciones que animaban a ayudar al profesor Miyazaki para salvar a los gatos domésticos. “La página de donaciones de la Universidad de Tokio recibió decenas de millones de yenes en una sola noche. El departamento de administración tuvo que apresurarse a crear un servicio de atención especial para atender las donaciones. Se reunieron cerca de 200 millones de yenes en pocas semanas”, recuerda Miyazaki. “Fue una especie de fenómeno social que dio un empujón a las empresas farmacéuticas, gracias a lo cual recibimos varias solicitudes de colaboración en el desarrollo de fármacos. Ahora que el proyecto con una de las firmas está casi aprobado, es un alivio saber que aprovecharemos ese apoyo que nos han brindado los amantes de los gatos”.

El desarrollo de fármacos para gatos es un subproducto de la investigación de un tipo de tratamiento para enfermedades humanas incurables en la que se utiliza una proteína llamada inhibidor de la apoptosis en los macrófagos (AIM, por sus siglas en inglés), que se halla en grandes cantidades en la sangre y que solo producen unas células inmunitarias llamadas macrófagos: “La AIM se adhiere a distintos tipos de ‘basuras’ que son perjudiciales si se acumulan. Por ejemplo, se pega a las células muertas que se acumulan en los túbulos renales y provocan afecciones del riñón o a la proteína beta amiloide que provoca la enfermedad de Alzheimer, funcionando como señal para que los macrófagos eliminen esos residuos de forma eficiente. Reforzar la función de limpieza de basura permite curar una amplia variedad de enfermedades. Existe la posibilidad de controlar problemas como la obesidad, el hígado graso o el cáncer hepático mediante la AIM”.

Quince años de investigación en el extranjero

Cuando trabajó como digestólogo en el Hospital de la Universidad de Tokio, Miyazaki atendió a muchos pacientes aquejados de enfermedades renales y autoinmunes. La voluntad firme de desarrollar un tratamiento básico para erradicar al menos una de las enfermedades incurables para las que solo existe tratamiento sintomático lo llevó a cambiar de rumbo y pasar de la práctica clínica a la investigación básica.

Empezó estudiando la diabetes autoinmune con ratones genéticamente modificados en la Escuela de Posgrado de la Universidad de Kumamoto. Luego estuvo en la Universidad Louis Pasteur, en el Instituto de Inmunología de Basel y en la Universidad de Texas. Tras quince años investigando en el extranjero, regresó a Japón en 2006.

En la Universidad Louis Pasteur Miyazaki investigó los linfocitos T, que tienen una función clave en el sistema inmunitario, mientras que en el Instituto de Inmunología de Basel iba “a la caza del tesoro” buscando nuevos genes inmunológicos. Fue entonces cuando, “por casualidad”, descubrió una proteína desconocida. Como parecía que prolongaba la vida de los macrófagos, la bautizó como inhibidor de la apoptosis en los macrófagos y la presentó en un artículo en 1999.

La meritocracia y el muro de la especialización

Aunque Miyazaki había descubierto la existencia del AIM, no acababa de dilucidar su función: “En Basel pude investigar a mis anchas con un presupuesto generoso y hallé el AIM. Sin embargo, luego pasé bastantes años sin saber qué papel tenía en el organismo y, al trasladarme a la Universidad de Texas, no publiqué ningún artículo nuevo. La universidad me siguió asignando fondos para investigar el AIM a pesar de ello. Un año más tarde también logré presupuesto de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos. Seguramente a los evaluadores les pareció un proyecto interesante”.

El avance que lo precipitó todo surgió de una conversación informal en la universidad: “La Universidad de Texas es la Meca de la investigación sobre la grasa. Un día, charlando con un profesor que es una eminencia mundial en el metabolismo del colesterol, me dio una buena pista al sugerirme que hiciera experimentos de arteriosclerosis con ratones. Hasta entonces me ceñía a la inmunología y, como siempre había relacionado el AIM con las defensas, en los experimentos con ratones solo buscaba las diferencias entre la presencia y la ausencia de la proteína. Investigar con ratones engordados con arteriosclerosis fue clave para identificar la función del AIM”.

Aferrarse a la especialidad de uno limita la visión. El profesor comprobó que, si no superaba los muros entre especialidades, no iba a lograr ningún avance rompedor: “Si me hubiera quedado investigando en Japón, no creo que hubiera seguido estudiando el AIM. Allí solo se conceden fondos cuantiosos para investigación a quienes ya han cosechado ciertos méritos; si no publicas artículos, no te financian. Además, se asume que lo normal es ‘no meterse con las investigaciones ajenas’, por lo que no existe un intercambio libre de información que sobrepase los muros de la academia. Aunque hubiera descubierto el AIM, seguro que continuaría ignorando qué función tiene”.

¿Por qué los gatos son propensos a las enfermedades renales?

Miyazaki tenía la intención de seguir investigando en Estados Unidos, pero en 2006 el director del Hospital de la Universidad de Tokio le ofreció una plaza de profesor en el Centro de Biología de las Enfermedades y Medicina Integral, creado para promover la colaboración entre los sectores médico e industrial.

Cuando montó su laboratorio, organizó un acto titulado Music and Science al que invitó al pianista de fama mundial Krystian Zimerman: “La interpretación de Zimerman inspira una sensación de certeza absoluta. Quería oírlo hablar, ya que la ciencia también es una labor en la que se buscan verdades absolutas”. Hubo un tiempo, mientras estudiaba en la Facultad de Medicina, en que se planteó dejar la universidad para dedicarse a la música y pidió directamente a Ozawa Seijo que fuera su maestro. Fue una ocurrencia audaz que traspasaba los límites entre disciplinas, muy propia de Miyazaki.

La investigación sobre las enfermedades renales felinas también surgió de un encuentro que atravesaba los muros de la especialización. En una conferencia abierta al público que ofreció en 2013, un veterinario que había acudido a escucharlo comentó que muchos gatos morían de afecciones del riñón. Como el profesor justo empezaba a investigar en profundidad la relación entre las enfermedades renales y el AIM, decidió que también estudiaría detenidamente el caso de los gatos: “En la sangre, el AIM se combina con un oligómero pentámero que está compuesto por cinco inmunoglobulinas M, un tipo de anticuerpos. Cuando aparece alguna ‘basura’ que puede provocar una enfermedad, el AIM se desprende de las inmunoglobulinas M como los aviones de combate cuando salen del portaviones, se engancha a la basura y empieza la limpieza. Hemos descubierto que, en los gatos, el AIM no cumple esa función de limpieza porque no se separa del oligómero pentámero”.

La carencia de función del AIM en la sangre es la causa más común de la enfermedad renal en los gatos. (PIXTA)
La carencia de función del AIM en la sangre es la causa más común de la enfermedad renal en los gatos. (PIXTA)

En 2017 Miyazaki fundó una empresa para desarrollar fármacos para gatos, pero tuvo que interrumpir las operaciones cuando las empresas inversoras se vieron afectadas por la pandemia. Como hemos explicado antes, pudieron reemprender la actividad gracias al ferviente apoyo de los enamorados de los gatos: “En adelante colaboraremos con empresas farmacéuticas, por lo que seguro que lograremos diseñar medicamentos para gatos con AIM aún más efectivos”.

En 2021 Miyazaki ha empezado también a desarrollar suplementos para gatos con un fabricante de comida para mascotas: “Estamos investigando suplementos para personas que estimulen el AIM para prevenir enfermedades y sabemos que también podemos hacerlos para gatos. Preveo que en la primavera de 2022 lanzaremos un suplemento para felinos que servirá para evitar las enfermedades renales si se les administra mezclado con el pienso desde que son crías”.

Un esperado fármaco específico para la demencia

El sector médico japonés, que prioriza la especialización, no ve con buenos ojos que se pretenda tratar un variado abanico de enfermedades con un mecanismo tan simple como limpiar bien la basura que se acumula en el organismo reforzando la función del AIM. No obstante, en 2019 el Gobierno decidió asignar un cuantioso presupuesto a su investigación y actualmente el desarrollo de los fármacos con AIM para humanos avanza con buen paso: “Ahora que tenemos datos de que funciona con distintas enfermedades, estamos deliberando para cuál vamos a hacer los ensayos primero. Lo mejor será empezar por obtener la aprobación de fármacos para enfermedades que generen resultados relativamente rápidos en los ensayos y luego ir ampliando a otras afecciones. El objetivo final es lograr fármacos para la enfermedad renal y la enfermedad de Alzheimer”. Si lo consiguen, será una gran noticia para los pacientes que dependen de diálisis y los familiares de personas con demencia.

En el laboratorio de la Universidad de Tokio. (Imagen cedida por el profesor Miyazaki)
En el laboratorio de la Universidad de Tokio. (Imagen cedida por el profesor Miyazaki)

A diferencia de los fármacos sintetizados químicamente, los fármacos que utilizan proteínas como el AIM no presentan efectos secundarios, pero requieren una inversión importante de fondos y esfuerzos. El mayor impedimento es la infraestructura de producción: “Hay pocas farmacéuticas en Japón que cuenten con las instalaciones necesarias para encargarse de todo el proceso, desde el cultivo en masa de AIM hasta la fabricación del fármaco. En Taiwán, por ejemplo, lanzaron un proyecto público para crear las bases para un sistema de producción de fármacos con proteínas y luego lo externalizaron al sector privado; la colaboración entre las empresas que se encargan de cada parte del proceso parece funcionar bien. En Japón no existe este tipo de iniciativa”.

Miyazaki también participa en la investigación de fármacos para tratar la COVID-19. La idea es descubrir si el AIM también funciona para eliminar los cuerpos extraños que penetran en el organismo. Actualmente comprueba una hipótesis colaborando con una universidad canadiense que cuenta con instalaciones para llevar a cabo experimentos de infección en animales.

Las limitaciones de la especialización

“En Japón abundan los proyectos interesantes de investigación básica, pero no hay un entorno que apoye las investigaciones que aún no han germinado”, señala Miyazaki. “Siento que la especialización nos limita. Hasta ahora, la medicina se ha centrado en investigar cada especialidad a fondo, dividiendo verticalmente las disciplinas académicas. Si seguimos por este camino, nunca lograremos curar las enfermedades incurables. Ya va siendo hora de que nos demos cuenta”.

El 1 de octubre de 2021, la Universidad de Tokio anunció la creación de un nuevo fondo de 60.000 millones de yenes con el que espera establecer 700 empresas hasta 2030: “Es importante fomentar el emprendimiento desde la universidad. Creo que, especialmente en medicina, no basta con la investigación básica que se lleva a cabo solo para publicar artículos. Como médicos, nuestras investigaciones no están completas si los resultados no salen al mundo real y llegan a los pacientes, pero para ello hay que fundar empresas que reúnan capital. Al fin se ha creado un sistema de apoyo en la universidad. Al mismo tiempo, se necesita formación empresarial del sector sanitario; no para ganar dinero, sino porque la única forma de facilitar medicamentos a los pacientes es comercializándolos”.

Fotografía del encabezado: El profesor Miyazaki Tōru. (Imagen cedida por él mismo)

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