1964, año fundacional del deporte para personas con discapacidad en Japón

Deporte

En el Japón de 1964, año de celebración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio, era simplemente inconcebible que las personas con discapacidad desplegaran una actividad social como el resto de los ciudadanos. Pero con ocasión de los juegos no solo se impulsó la creación del entorno adecuado para que este colectivo accediera a la práctica del deporte, sino que se sentaron las bases para sus posteriores conquistas sociales.

Cuando Tokio celebre este año sus Juegos Paralímpicos, se convertirá en la primera ciudad del mundo en haber albergado dos veces esta reunión atlética para personas con discapacidad. En la primera ocasión, en 1964, los Juegos Paralímpicos tuvieron lugar una vez finalizados los olímpicos y se desarrollaron entre los días 8 y 12 de noviembre. En aquella época recibían el nombre de Juegos Internacionales de Stoke Mandeville. Luego, con la fundación del Comité Paralímpico Internacional, la denominación cambió, de forma que hoy se los considera los segundos Juegos Paralímpicos, siendo los primeros los de Roma. Veamos, partiendo de los testimonios de las personas implicadas, cuál fue el impacto de aquel evento en los participantes y en el conjunto de la sociedad.

Grandes mejoras en el entorno del deporte para personas con discapacidad

El gran impulsor del deporte para personas con discapacidad en Japón fue Nakamura Yutaka (1927-1984), médico del Hospital Nacional de Beppu. Nakamura hizo parte de sus estudios en el Reino Unido, donde aprendió de Ludwig Guttmann, del Hospital Stoke-Mandeville, métodos de rehabilitación mediante la práctica de los deportes. Ludwig Guttmann había sido el creador de los Juegos de Stoke-Mandeville. En 1961, ya de regreso en Japón, Nakamura organizó en la prefectura de Ōita el Campeonato Deportivo para Personas con Discapacidad Física. Fue, pues, el encuentro entre estos dos médicos lo que sembró en Japón la semilla del paralimpismo.

En aquella época, Japón no podía ofrecer a estas personas en ningún aspecto un entorno apropiado para la práctica del deporte. Faltaban instalaciones, equipamiento e incluso el marco legal adecuado. Según puede leerse en el libro que publicó la Asociación Japonesa del Deporte para Discapacitados con motivo del vigésimo aniversario de su fundación, Japón aprovechó la oportunidad que se le brindaba de organizar los juegos Stoke-Mandeville para dotarse y desarrollarse en todos estos campos. Los Juegos Paralímpicos de 1964 se organizaron, gracias a esta “presión exterior”, con el objetivo de introducir las mejoras necesarias en dicho entorno. Como la idea era poner a punto el país creando las estructuras necesarias, a la competición para personas con lesiones medulares (Sección Primera) se sumó una más que incluía al resto de personas con lesiones físicas de otra naturaleza (Sección Segunda), y cuyas pruebas se celebraron los días 13 y 14 de noviembre.

Joviales extranjeros que cambiaron la imagen de la discapacidad

Para los participantes japoneses, aquellos fueron unos juegos cuajados de sorpresas. Uno de ellos, K., admite que para él fue una sucesión de experiencias nuevas, empezando por el hecho de poder relacionarse con extranjeros. También le resultó muy llamativa la gran variedad de sillas de ruedas que pudo ver. “En Japón solo había de un tipo y cuando vi todo aquello no supe qué pensar”, recuerda.

Algo que los japoneses sintieron muy de cerca y que fue luego recogido por la prensa fue la jovialidad de los paralímpicos extranjeros. El japonés O., también participante, sintió que el ambiente que se respiraba entre estos no tenía nada que ver con el que imperaba entre los japoneses. “Nosotros vivíamos en un mundo cerrado, casi no teníamos contacto con nadie más. El Japón de aquella época no estaba preparado para que las personas con discapacidad pudieran salir y desplegar su actividad. De hecho, los 53 participantes japoneses eran, en su gran mayoría, internos de algún hospital o institución, mientras que casi todos los extranjeros se habían reintegrado en la sociedad y llevaban una vida similar a quienes no sufrían esas discapacidades.

W., que trabajó como intérprete voluntario en aquellos juegos, recuerda que los paraatletas extranjeros deseaban salir fuera de la Villa Olímpica para hacer todo tipo de cosas y que el staff japonés que los atendía quedó impactado por esa actitud tan positiva. Ante tanta vitalidad, la sociedad japonesa de la época cambió radicalmente la imagen que tenía de las personas con discapacidad.

Si para K. lo más destacable de aquellos Juegos Paralímpicos fue esa nueva imagen del discapacitado que implantaron, O. afirma que le hicieron sentir que su país llevaba 30 o 40 años de retraso con respecto a otros. La causa de esa situación se atribuyó a la gran diferencia existente entre la tasa de reintegración social de las personas con discapacidad en Japón y en esos países. Y los Juegos Paralímpicos sirvieron de motor de arranque para ir reduciendo esa diferencia.

Ganar confianza en sí mismos

Cuando se hubo decidido que Japón sería el país anfitrión, tomó la batuta un hombre llamado Kasai Yoshisuke, que como viceministro de la cartera de Bienestar Social (actualmente, Salud, Trabajo y Bienestar) desde poco después de finalizar la Segunda Guerra Mundial había sentado las bases para la política de bienestar de Japón, y que además había sido, después de retirarse de la Administración, vicepresidente de Cruz Roja Japonesa. Su amplísima red de contactos e influencias fue clave para el éxito organizativo de los Juegos Paralímpicos. Los Juegos Paralímpicos tenían que depender del voluntariado en diversas tareas. Por ejemplo, Kasai fue quien tuvo la iniciativa de crear en el seno de la Cruz Roja Japonesa un equipo lingüístico que pudiera cubrir las grandes necesidades de traductores e intérpretes que tenía el evento deportivo, y lo consiguió a través de sus contactos con Yūko Hashimoto, jefa de la sección juvenil, que tenía un gran dominio del idioma inglés.

Si el mérito de haber introducido en Japón el deporte como método de rehabilitación corresponde a Nakamura, el de haber situado los Juegos Paralímpicos entre las prioridades de las políticas públicas de bienestar social y haber sentado las bases organizativas del deporte para las personas con discapacidad corresponde, sin duda, a Kasai. En una entrevista concedida al periódico Asahi Shimbun, Kasai salió al paso de las críticas formuladas cuando se supo que los gastos de los Juegos Paralímpicos habían ascendido a más de 100 millones de yenes, por quienes estimaban que debería concederse más importancia al cuidado de las personas con discapacidades más graves que a un acontecimiento deportivo. Kasai argumentó que, aunque se estaban construyendo nuevas instalaciones para esas personas, tenían sus limitaciones en cuanto a su capacidad y añadió también que lo importante era conseguir su reintegración social, meta a la cual podrían contribuir aquellos Juegos Paralímpicos, pues cuanto mayor fuese la participación, más confianza en sí mismas desarrollarían estas personas. Aunque resulte difícil posicionarse frente a estas afirmaciones, lo que sí podemos decir es que Kasai, haciendo hincapié de esta forma en la significación de los Juegos Paralímpicos y vinculándolos a la rehabilitación de las personas con discapacidad como medio para facilitar su reintegración social, se convirtió en el motor del deporte para estas en Japón. No hay que olvidar, en todo caso, que las de mayor gravedad, cuya vida está amenazada, no entraban en sus planes.

Impulso a una mejor comprensión por parte de la sociedad

Podemos decir que el legado de los Juegos Paralímpicos Tokio 1964 fue, ni más ni menos, favorecer un gran esfuerzo organizativo a nivel nacional para que las personas con discapacidad tuvieran acceso al deporte. Posteriormente, se estableció la Asociación del Deporte para Personas con Discapacidad, que organizó a su vez unos campeonatos nacionales, y se implantó también un sistema de monitores o instructores, abriendo así un amplio abanico de posibilidades para la siguiente generación. Y este legado se ha ganado un puesto central en las políticas públicas de bienestar social de Japón ya que, a fin de elevar una tasa de reintegración social que entonces era mucho más baja que en otros países, se aceleró la reintegración de aquellas personas con discapacidad a quienes era posible ofrecer ayuda a su rehabilitación, difundiendo entre la gente un mejor conocimiento de la realidad de este colectivo social. Pero hay que decir que todo esto ocurrió en una esfera separada de la lucha que se sostenía desde el fin de la Segunda Guerra Mundial por el derecho a la vida de las personas con discapacidad de mayor gravedad. En ese sentido, se partió de un concepto de “discapacitado” demasiado “limitado” y por esa razón solo fue posible visibilizar una parte de la diversidad que dicho concepto encierra.

¿Serán capaces los Juegos Paralímpicos Tokio 2020 de hacer visible toda la diversidad de esta sociedad y dar ocasión a que se instaure la cultura del respeto hacia dicha diversidad? ¿No corremos el riesgo de terminar centrando el foco de nuestra atención, simplemente, en las personas con discapacidad que practican algún deporte? Sería deseable que nos sirvieran, al menos, para repensar no ya el problema de este colectivo, sino el de cómo podemos coexistir todos en una sociedad que respete la diversidad.

Fotografía del encabezado: el 8 de noviembre de 1964 se celebró en el Oda Field (dentro de la villa paralímpica de Yoyogi) de Shibuya-ku (Tokio) la ceremonia de inauguración de los Juegos Paralímpicos, un acontecimiento deportivo que fue seguido con enorme expectación. Los juegos congregaron a 375 paraatletas llegados de 21 países y territorios del mundo para competir en un total de 144 pruebas de nueve deportes. La persona que aparece de pie tras el paraatleta que hace el juramento olímpico es Nakamura Yutaka. (Fotografía de Mainichi Shimbun / Aflo)

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