Antes de que me llames “gaijin”...

Sociedad

La discriminación no es algo que pueda desaparecer solo con prohibir todas las palabras que pueden ser discriminatorias; al contrario: también hay casos en los que se utilizan palabras de este tipo sin ninguna intención discriminatoria. Li Kotomi, escritora taiwanesa que desarrolla sus actividades en japonés, nos ayuda a pensar en profundidad sobre la palabra gaijin.

Mi primer encuentro con la palabra gaijin

Creo que ocurrió en 2011.

Era la primera vez que realizaba una visita de larga duración a Japón, aprovechando un programa de intercambio estudiantil; un buen día vi, junto a la estación de Takadanobaba, un cartel de una inmobiliaria  en el que se leía, escrito en inglés: “Are you Gaijin?” (¿Eres un “Gaijin”?). Se trataba de un anuncio con el que se trataba de llamar la atención de extranjeros para ofrecerles viviendas.

La grafía “Gaijin” provenía claramente del japonés, pero en aquel momento yo aún desconocía la palabra. Y a pesar de eso podía imaginar que, de escribirla con kanjis sería 外人 (literalmente “persona de fuera”). Cuando volví a casa busqué el vocablo y vi que había acertado. Recuerdo haber sentido directamente que se trataba de una palabra desagradable.

En retrospectiva, creo que esa reacción negativa provenía de la sensación que me producían los caracteres, considerados desde el idioma chino. Esas dos letras, en chino, transmiten el significado de “forastero”, “extraño”. Esto me hizo pensar que la palabra, en japonés, provenía de un movimiento xenófobo que consideraba lo extranjero como algo extraño y negativo, y por eso me parecía tan desagradable. Cuando, en una conferencia, un investigador dijo que la palabra gaijin era discriminatoria comprendí que había dado en el clavo.

Sigo pensando que se trata de una palabra desagradable. Sin embargo, al reflexionar me doy cuenta también de que tratar de juzgar una palabra japonesa basándome en mi percepción del chino era un error, probablemente muy común entre estudiantes de nivel básico como era yo en aquel momento. Aunque lo cierto es que esa percepción de mi propio idioma me ha resultado muy útil para poder convertirme en estudiante avanzado de japonés. Pero no todas las similitudes ayudan, claro. El vocabulario del japonés debe ser comprendido, en última instancia, en japonés.

¿Es gaijin una palabra discriminatoria?

En internet se sigue produciendo un debate acerca de si esta palabra es o no discriminatoria. Quienes creen que es así aducen que posee un matiz xenófobo o de desprecio, y subrayan que ser llamado de este modo resulta desagradable. Los que creen que no es discriminatoria dicen que se trata simplemente de una abreviatura de gaikokujin (extranjero) y enfatizan que no conlleva por sí misma ese tipo de matices.

Dejando un momento de lado el debate sobre la impresión que produce el vocablo, debería ser fácil conseguir pruebas lingüísticas que demuestren si gaijin es una simple abreviatura de gaikokujin. Para ello deberían cumplirse estas tres condiciones: 1) la palabra gaikokujin es anterior; 2) en algún momento surgió la necesidad de acortar esta palabra, y apareció la forma gaijin; 3) en la actualidad ambos términos no presentan apenas cambios en lo que a nivel de cortesía o matiz se refiere. Y en caso de que 4) existan muchos ejemplos de abreviaturas similares, esto proporcionaría pruebas lingüísticas aún más sólidas.

Sin embargo, por mucho que leamos las opiniones de quienes consideran que gaijin es una simple abreviatura de gaikokujin, no encontraremos en la literatura académica ninguna evidencia respecto a los puntos 1 y 2. Sobre el cuarto punto, a mí no se me ocurre ninguna palabra de tres sílabas cuya abreviatura se forme con la primera y la tercera, aparte de gaisha, abreviatura de gaikokusha (automóvil extranjero). Además, por desgracia, el tercer punto no se sostiene: creo que en el japonés actual las palabras gaijin y gaikokujin no transmiten los mismos matices. Gaikokujin indica una persona que no posee la nacionalidad japonesa, mientras que gaijin se refiere a una persona de la que se puede juzgar que no es japonés por su aspecto físico (el color de su piel, la forma de su cara, etcétera). La primera palabra parte de un juicio estándar -el de contar o no con la nacionalidad japonesa-, mientras que la segunda solo se basa en la raza, la sangre, el aspecto y aspectos similares.

También es muy raro oír esa palabra en referencia a extranjeros a quienes resulta difícil o imposible distinguir físicamente de los japoneses (taiwaneses, chinos, coreanos y demás). Si una persona de color, oriunda de Estados Unidos, logra la nacionalidad japonesa dejará de ser considerado gaikokujin, pero probablemente seguirán llamándolo (a él y a sus hijos) gaijin. Un extranjero con un visado permanente de residencia también es considerado legalmente como gaikokujin, pero no creo que haya muchos japoneses que imaginen a este tipo de personas cuando oyen la palabra gaijin. De este modo queda claro que la teoría de que gaijin es solo una abreviatura de gaikokujin no se sostiene, tristemente. Es quizá mejor considerarlas palabras diferentes.

En lo que respecta a la capacidad de decidir si gaijin es una palabra discriminatoria basándonos solo en los sentimientos del apelado, hay razones en ambos sentidos. Ante todo, la forma de sentir con respecto al lenguaje es algo que varía de persona a persona. Y tampoco se trata de un tema sobre el que se pueda hacer una simple encuesta. Si imaginamos una encuesta realizada sobre la sensación producida sobre el uso de esa palabra (pese a que llevar a cabo de forma exhaustiva una encuesta así resulta en la práctica casi imposible) en la que un 70 % de los encuestados contestan que les parece “desagradable” o “despectiva”, no hay pruebas de que esto no sea más que violencia numérica. Siempre existirá una cierta desazón en lo que respecta a decidir si algo es bueno o malo, si merece la vida o la muerte (pues las palabras que nadie usa terminan por caer en desuso y morir) basándose solo en un número.

Creo que a la hora de decidir si una palabra es o no discriminatoria resulta muy significativo su contexto histórico: en qué trasfondo nació, y en qué contextos históricos ha existido.

Dos tipos de lenguaje discriminatorio

Los términos discriminatorios o despectivos, en la actualidad, podrían clasificarse en dos grupos, a grandes rasgos (aunque lo cierto es que existen grandes zonas grises en ambos).

El primero se compone de palabras que, históricamente, nacieron y se han usado con una obvia intención de discriminación o insulto, y hoy día también mantienen un claro significado negativo fácil de ver en sus caracteres. En lenguas que se sirven de ideogramas, como el chino y el japonés, son muchos los vocablos de este tipo.

En la época en la que China dominaba el Este asiático, los chinos se veían a sí mismos como el centro del mundo, y consideraban a los países vecinos culturalmente atrasados. Daban a su país nombres como “el país central”, “el verano de los pétalos”, “la mañana del cielo”, “el país de las disciplinas”, mientras que los otros países eran los “bárbaros” o “las otras tierras”. Los pueblos de diferentes razas de los cuatro puntos cardinales recibían epítetos como “los bárbaros del este”, “los brutos del oeste”, “los salvajes del sur” o “las bestias del norte”, y entre las traducciones de los nombres que les daban también es frecuente encontrar términos negativos como “bestias” o “esclavos”.

Con la llegada de épocas más modernas China se vio cada vez más cercada por Occidente; “bárbaros” pasó a ser una forma común de designar a los occidentales. Durante la guerra contra Japón se denominaba a Japón “el pequeño sol naciente”, y a los japoneses sus “demonios”. Incluso en Taiwán se llamaba a los holandeses “bárbaros de pelo rojo”, y “salvajes” a los indígenas. En japonés existen ejemplos similares, con vocablos como eta o hinin (paria). En estos casos resulta más evidente que se trata de términos discriminatorios. En cuanto a Ezo, nombre que se utilizaba para designar las tierras del norte de Japón, se puede entender también como término despectivo por sus caracteres (“bárbaros-langostino”).

Ni que decir tiene que en el chino actual no se llama “bárbaros” a los occidentales ni “demonios” a los japoneses, pero incluso en el chino moderno perviven muchos términos discriminatorios. En el chino hablado en Taiwán se denomina rényāo (híbrido de humano y monstruo) a quien cambia de sexo, y niáng niang qiāng (boca de niñita) a los hombres de habla afeminada; también se habla de los chinos con el número 426 (leído como “el continente que adula a la muerte”). Las personas con discapacidades recibían antes nombres como cánfèi o cánzhàng (desechos), y se llamaba máfēngbing (locura mágica) a la enfermedad de Hansen (lepra), pero hoy día se usan términos más correctos, políticamente, como shēnxīn zhàng'ài rénshì (personas con discapacidades) o hànshēngbing (transliteración de “Hansen” + enfermedad). También existe una expresión para referirse a “sentir vergüenza” -chūyángxiàng (salido del oeste)-, que por sus caracteres parece indicar desprecio hacia los occidentales, pero su etimología es incierta y no lo podemos asegurar.

El otro tipo de palabras mencionado es el de que aquellas que no pueden en principio tomarse como despectivas o discriminatorias por sus caracteres, pero que a lo largo de la historia se han utilizado a menudo en ese tipo de contextos, y deben por tanto considerarse como términos de discriminación.

Antes, en China, se llamaba a los homosexuales tóngxìngliàn (amantes del mismo sexo), y a quienes cambiaban de sexo biànxìng rén (literalmente, “persona que cambia de sexo”), pero pese a ser vocablos aparentemente inofensivos se fueron cargando de connotaciones insultantes con su uso en contextos de discriminación, por lo que ahora se usan los términos tóngzhi (camarada) y kuà xìngbié (transgénero). Palabras para referirse a las trabajadoras sexuales, como chāngjì o jìnǚ (prostituta) se han visto sustituidas por xìng gōngzuò zhě (literalmente, “trabajadora del sexo”); otras muchas expresiones que se refieren a los extranjeros que trabajan en China, como wàijí láo gōng o wài láo, han sido reemplazadas por yímín gōngzuò zhě (trabajador inmigrante), yí gōng (trasladado), y los términos wàijí pèiǒu o wài pèi (cónyuge extranjero) han dado paso a  xīn yímín (nuevo inmigrante). En todos estos casos puede comprobarse que los caracteres usados inicialmente no muestran intención de discriminar o insultar (esa sensación tendrá, por ejemplo, un principiante en el estudio de la lengua china), pero en la realidad todas ellas han ido cargándose de significados negativos por su uso en contextos discriminatorios.

También son muchos los ejemplos similares en japonés. Para referirse a los homosexuales escuchamos términos como homo (homosexual), rezu (lesbiana), okama (marica), onabe (marimacho, mujer que hace las veces de hombre en un prostíbulo o similar; literalmente, “olla”). La palabra rezubian (lesbiana) suele dar con frecuencia abreviaturas como la mencionada rezu, pero también bian, que no tiene sentido discriminatorio; es un poco absurdo que exista tal distinción, pero no puede ignorarse que su uso en contextos reales suele estar relacionado con la discriminación: “¡Mira, son lesbianas!”, “Porno de lesbianas”, “Quiero liarme con una lesbiana”. La razón por la que se consideran discriminatorias palabras como mekura (ciego) u oshi (mudo) es probablemente muy similar.

Entonces, ¿es gaijin un insulto?

Es evidente que el debate sobre este tipo de palabras, sobre si son o no discriminatorias, conduce en muchos casos a discusiones. Y tampoco es que la discriminación en sí vaya a desaparecer solo con prohibir todas las palabras que pueden ser discriminatorias; al contrario: también hay casos en los que se utilizan palabras de este tipo sin ninguna intención discriminatoria, simplemente por desconocimiento o por un descuido. Como persona que se expresa en japonés para su trabajo, yo misma creo que no es deseable tener que andar “pescando” las palabras que utilizamos. Tendría muchos problemas para escribir, si me dijeran que no usara en mis novelas palabras como tosatsu y tochiku (matanza), y que en su lugar escribiera siempre shokuniku shori (procesamiento de carne para el consumo). También me resultan difíciles de aceptar, como amante de los kanjis, cambios como la eliminación del kanji central de shōgaisha (discapacitado), que posee ahora connotaciones negativas. Por eso trato de usar otra forma de escribir esa palabra, usando un carácter con el significado de “obstrucción”, pero el kanji original posee un matiz diferente, el de “daños”, aunque no existe demasiada diferencia. En la novela que estoy escribiendo ahora utilizo la palabra kanzoku (la raza Han), y cuando el revisor del texto señaló que se trataba de un término discriminatorio pensé que estaba claramente equivocado.

Además, hay muchos ejemplos de malentendidos derivados de las diferencias entre los idiomas y las culturas. En japonés la palabra genjūmin (indígena) posee connotaciones negativas, pero en Taiwán se trata simplemente del término formal. Buraku (barrio bajo, suburbio) y hyakushō (aldeano), que en japonés son despectivas, son en chino palabras neutras. Por el contrario en Taiwán no se consideran adecuadas palabras como wàijí láo gōng (trabajador extranjero) o wàijí pèiǒu (cónyuge extranjero), pero si se transliteran directamente por sus caracteres se verá que sus versiones japonesas -gaikokuseki rōdōsha, gaikokuseki haigūsha- no presentan problemas para su uso. También existen casos de palabras originalmente discriminatorias cuyo sentido original han eliminado movimientos de la mano de las personas correspondientes, y se han recuperado a posteriori. Son términos como el inglés queer (homosexual). En Japón son cada vez más las lesbianas que se denominan a sí mismas rezu, pero sigue pareciendo correcto que quienes no compartan esa orientación sexual se abstengan de usar el término.

Para poder determinar si la palabra gaijin constituye un término discriminatorio es necesario investigar en qué contextos se utiliza. Dado que se dan tanto casos de contextos negativos (“Se prohíbe la entrada a los gaijin”) como positivos (“Un gaijin guapo”), seguimos sin llegar a una conclusión.

Yo no sé si la palabra gaijin es discriminatoria. Pero mientras el término siga haciendo referencia a ciertos estándares de aspecto físico (un elemento sobre el que uno no puede hacer nada por su propia voluntad), o comporte matices de asombro (“¡Mira, mamá, un gaijin!”), yo no quiero que nadie la use en referencia a mí.

Por eso, antes de llamarme gaijin me gustaría que pensaras un poco. ¿De verdad sientes una necesidad tan fuerte de usar esa palabra como para hacer que se sienta mal la persona que tienes delante?

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Fast&Slow / PIXTA)

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