Japoneses que aspiran al oro olímpico

La gimnasia rítmica japonesa se renueva gracias a Yamasaki Hiroko

Tokio 2020 Deporte

El equipo de gimnasia rítmica japonés, popularmente conocido como Fairy Japan (hadas de Japón), luchará por la ansiada medalla olímpica en Tokio 2020. El equipo se hizo un lugar entre los mejores del mundo al ganar la plata en el Campeonato Mundial de 2019, pero hubo una época anterior en la que tocó fondo, con fracasos como no llegar a clasificarse para Atenas 2004.

Preparadas para optar a una medalla

Ha llegado el momento de la verdad. Para Yamasaki Hiroko, artífice de la remontada del equipo de gimnasia rítmica de Japón Fairy Japan, esta es la oportunidad de mostrar los resultados del dilatado proyecto de mejora que ha llevado a cabo.

Las japonesas quedaron terceras en la competición general por equipos del Campeonato Mundial de Gimnasia Rítmica de 2017, tras 42 años sin tocar una medalla en dicho certamen. En 2019 se hicieron con la plata en equipo en el mismo campeonato y, en las pruebas por aparatos—que no se incluyen en las olimpiadas—, lograron un oro en pelota y una platas en la combinación de aro y mazas.

Aunque ahora Japón forma parte de la élite mundial en gimnasia rítmica, para llegar hasta donde está tuvo que quedarse fuera de unas olimpiadas, reconstruir un equipo totalmente hundido y recorrer un camino de 17 años para devolver el esplendor a este deporte. La encargada de obrar el milagro fue Yamasaki, que asumió el cargo de responsable de mejoras en 2004. Fue el estancamiento de la rítmica nipona lo que la llevó a ocupar el puesto.

La gimnasia rítmica se introdujo en las olimpiadas en Los Ángeles 1984 con la competición general individual, a la que se añadió la competición por equipos en Atlanta 1996. Japón, en un titánico esfuerzo, se aseguró el quinto puesto en la competición por equipos en Sídney 2000. La mayor parte del equipo japonés lo componían gimnastas de la Universidad Femenina de Educación Física de Tokio y la excelente coordinación que mantenían gracias a los entrenamientos constantes les valió el buen resultado.

Las cosas se torcieron después de aquello, cuando las japonesas no consiguieron plaza para Atenas 2004. Uno de los motivos del fracaso fue el cambio de reglas que se adoptó en 2001. Si antes el fallo de una gimnasta al ejecutar un elemento restaba algunos puntos al equipo, ahora directamente no puntuaba. Esto obligaba a añadir elementos difíciles a las rutinas, sin margen para equivocarse en lo más mínimo.

La técnica de las componentes del equipo japonés no estaba a la altura de la nueva normativa. A falta de un sistema nacional de refuerzo como el de Rusia, en Japón la formación de las gimnastas se dejaba en manos de clubes como los de las universidades. La financiación de las instalaciones y actividades no tenía ni punto de comparación con la de los mejores países, y no existía un sistema de preparación que permitiera adaptarse a la creciente dificultad de la competición.

Yamasaki fue la elegida para rescatar la gimnasia japonesa de aquel panorama desolador. Estrella del equipo nacional en la primera mitad de los ochenta, tras retirarse trabajó como escritora deportiva y colaboró para mejorar el nivel de las gimnastas como miembro de la Asociación de Gimnasia de Japón. Confiesa que, cuando la tantearon sobre el puesto, tuvo sus dudas: no entendía por qué se lo proponían a ella, cuando no tenía ninguna fama como entrenadora. Aun así, accedió para poder contribuir a reflotar el deporte al que ha consagrado su vida.

Yamasaki Hiroko, responsable de revitalizar la gimnasia rítmica en Japón, el 14 de junio de 2018 en el Centro Nacional de Ciencias del Deporte. (Jiji Press)
Yamasaki Hiroko, responsable de revitalizar la gimnasia rítmica en Japón, el 14 de junio de 2018 en el Centro Nacional de Ciencias del Deporte. (Jiji Press)

Enfrentarse al resto del mundo en equipo

Yamasaki empezó por plantearse qué debía hacer para evitar que Japón quedara aún más rezagado respecto a los países más aventajados. La conclusión fue: “Gestionar la formación de las gimnastas desde la Asociación en lugar de dejársela a los clubes”.

También decidió centrar los esfuerzos en la competición en equipo en lugar de la individual: “Si repasamos los resultados en competiciones internacionales pasadas, vemos lo difícil que resulta ir a por las medallas individuales. En cambio, en equipo, aunque no pudimos participar en las olimpiadas de Atenas, quedamos cuartas en las clasificatorias mundiales de Osaka de 1999 y, como demostramos con el quinto puesto en Sídney 2000, podemos optar a medalla”.

En las pruebas individuales, las diferencias técnicas entre las candidatas marcan la línea divisoria entre ganar o perder. Además, al comparar a las gimnastas japonesas con las de las potencias europeas, la diferencia en la gracilidad de movimientos que deriva de la longitud de los miembros y las proporciones físicas influye claramente en la puntuación.

Por el contrario, en equipo, factores como la sincronía del movimiento de las cinco componentes, que pueden mejorarse a base de entrenamiento, aportan armonía estética a la actuación del conjunto. Por eso Yamasaki juzgó que las japonesas tenían posibilidades de ganar en las pruebas por equipos.

La preparadora se implicó también en seleccionar a las candidatas al equipo nacional con una serie de criterios orientados al tipo de reforma que planeaba. Eligió a gimnastas jóvenes, en torno a los 15 años, valorando la flexibilidad y las proporciones físicas, sin tener en cuenta sus resultados en las competiciones. La intención era reunir muchachas con un gran potencial que, ante todo, no desmerecieran ante las europeas en rasgos como la longitud de brazos y piernas, y tomarse el tiempo necesario para formarlas.

El hecho de no cribar a las gimnastas por su historial competitivo suscitó críticas en el entorno de Yamasaki: “Hubo quién me cuestionó que hubiera elegido a ciertas chicas para la selección”. A pesar de la oposición, se mantuvo firme en su convicción de que el camino correcto era priorizar la “materia prima”, aunque fuera ignorando las capacidades presentes, e ir puliendo a partir de ahí.

Otra cosa que también cambió fueron los entrenamientos. La selección de candidatas se llevó a cabo mediante una audición a finales de 2005. Las elegidas, procedentes de distintas zonas del país, se trasladaron a un instituto de la prefectura de Chiba y empezaron a convivir y a entrenar juntas. Con siete horas de práctica diarias, aquello podía describirse como un “campus deportivo de larga duración”.

Las reformas permitieron que el equipo nipón se clasificara para Pekín 2008, pero quedó en décimo puesto. Las hadas aún estaban lejos de la medalla.

Las japonesas ejecutando el ejercicio de aro y mazas para la clasificatoria de equipos de Pekín 2008. Quedaron décimas, por lo que no estuvieron entre los ocho equipos que se disputaron la final. Imagen tomada el 22 de agosto de 2008 en Pekín. (Jiji Press)
Las japonesas ejecutando el ejercicio de aro y mazas para la clasificatoria de equipos de Pekín 2008. Quedaron décimas, por lo que no estuvieron entre los ocho equipos que se disputaron la final. Imagen tomada el 22 de agosto de 2008 en Pekín. (Jiji Press)

Rompiendo convenciones con el fichaje de una entrenadora rusa

La siguiente iniciativa que emprendió Yamasaki fue contratar como primera entrenadora a Inna Bystrova, de Rusia, el país rey en gimnasia. Asimismo, estableció un centro en San Petersburgo y lo preparó para largas estancias de entrenamiento.

La mayoría de los clubes olímpicos de Japón están gestionados por aficionados. Se podría decir que viven en un mundo muy pequeño. Aquellos que triunfan dentro del país se convierten en entrenadores de las selecciones nacionales, por lo que ciertas creencias, como que lo normal es entrenar en casa, se arraigan y cuesta mucho que surjan ideas nuevas.

El concepto de progresar fichando a entrenadores de lugares que destacan y yendo a entrenar allí quizás parece de lo más corriente visto desde fuera, pero, en un mundillo regido por las convenciones, puede resultar revolucionario. Un cambio de esta envergadura solo podía venir de alguien como Yamasaki, cuya experiencia como escritora deportiva le brindó una apertura de miras fuera de lo común.

Una vez lograron respaldo financiero por parte de los patrocinadores, enviaron a las gimnastas a San Petersburgo. Además de someterse a duros entrenamientos, las chicas se empaparon del arte y la cultura del lugar, obteniendo experiencias que nutrieron su capacidad expresiva.

En Londres 2012, a pesar del obstáculo que supuso la retirada de la gimnasta estrella por una lesión justo antes de competir, las hadas japonesas quedaron séptimas. Fueron a Río 2016 con el objetivo de volver con una medalla y lograron un esperanzador quinto puesto en la clasificación. Sin embargo, en la final cometieron un fallo en el primer aparato, la cinta, que les restó muchos puntos y las precipitó a la última posición. Terminaron octavas. Yamasaki, con la vista puesta ya en el futuro, las alabó: “El error ha sido una lástima, pero han hecho muy buen papel”.

Posteriormente, la preparadora afirmó: “La medalla aún está lejos, pero ya estamos listas para aspirar a ella. Lo bueno empieza ahora”. El tiempo le dio la razón, ya que las hadas empezaron a subir al podio en campeonatos internacionales con cada vez más frecuencia a partir de 2017. El bronce que ganaron en la competición general por equipos del mundial del mismo año fue especialmente significativo.

Un cambio de reglas con el viento a favor

El espectacular progreso de las gimnastas se debió a una mejor preparación mental. El quinto puesto en Río 2016 demostró claramente que sus capacidades físicas estaban a punto. Yamasaki concluyó que las chicas no habían podido demostrar su nivel en la final a causa del “excesivo entusiasmo ante la importancia de la ocasión” y decidió contratar a un psicólogo deportivo. La implementación del entrenamiento mental, basado en iniciativas como alentarse mutuamente cuando alguna componente del equipo se equivocaba en los entrenamientos, fructificó en una medalla de bronce en los Campeonatos Mundiales.

En 2018 se aplicó una nueva reforma al reglamento que fue como una ráfaga de viento a favor para Japón. La puntuación de la gimnasta rítmica se compone de los puntos que se otorgan por la dificultad y los que se logran por la ejecución. El nuevo código eliminó el límite máximo de la puntuación por dificultad, lo que favorece a los equipos que introducen un mayor número de elementos complejos en su rutina y son capaces de ejecutarlos correctamente.

El ejercicio de pelota con el que el equipo japonés se hizo con la plata en el Campeonato Mundial el 21 de septiembre de 2019 en Bakú, Azerbaiyán. (Jiji Press)
El ejercicio de pelota con el que el equipo japonés se hizo con la plata en el Campeonato Mundial el 21 de septiembre de 2019 en Bakú, Azerbaiyán. (Jiji Press)

Si el cambio de reglas resultó ventajoso para Japón, fue porque el equipo había ido elevando la dificultad de sus rutinas a base de entrenamientos largos y constantes, siempre con los mismos miembros. La medalla de plata que consiguieron en el Campeonato Mundial de 2019 fue el resultado patente de la reforma en la que Yamasaki llevaba tantos años trabajando.

Ha llegado el momento de abordar el objetivo último al que Yamasaki viene apuntando desde hace tanto: Tokio 2020. La clasificatoria de equipos se celebrará el 7 de agosto y la final se disputará al día siguiente.

El equipo ruso, que ha acaparado el oro en las cinco olimpiadas anteriores, no será el único rival imponente para Japón. Se prevé que las hadas tengan que librar una ajustada batalla con otros países que ostentan un excelente palmarés y un nivel muy alto como Bielorrusia, tres veces medallista en el pasado, Bulgaria, con dos podios a sus espaldas, o Italia.

Yamasaki es plenamente consciente de las dificultades que plantea la cita olímpica: “Todos los países van a por la medalla y todos se arriesgan a no llegar a la final. Lo mismo sucede con Japón”.

Al fin llega la ocasión de oro para poner a prueba ese proyecto de mejora que lleva 17 años en marcha. El armonioso ejercicio de las hadas japonesas y la tenacidad de Yamasaki se alimentan de la misma pasión.

Fotografía del encabezado: Las Fairy Japan hacen un ejercicio de aros en un simulacro los de los Juegos Olímpicos de Tokio celebrado los días 19 y 20 de junio de 2021. (© Asociación de Gimnasia de Japón)

(Traducido al español del original en japonés.)

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