
La historia de los hermanos Abe, dos judocas que consiguieron una medalla olímpica de oro el mismo día
Tokio 2020- English
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Hifumi y Uta nacieron en Wadamisaki, una zona popular del distrito de Hyōgo en la ciudad de Kōbe. Su padre, Kenji, de 51 años, fue un nadador que participó en un Festival Deportivo Nacional. Sin embargo, nos cuenta que sus hijos son de una complexión pequeña como sus padres por lo que su esposa y él consideraron que los deportes de contacto, en los cuales se pueden enfrentar a sus adversarios cara a cara en varias categorías de peso, eran más adecuados para ellos. Por esa razón les recomendó el judo.
Hifumi empezó a entrenar a los 6 años en Hyōgo Shōnen Kodama-kai, una academia de su lugar de origen. Su madre, Ai, de 49 años, recuerda con nostalgia cómo su hijo lloraba en el camino a los entrenamientos porque siempre lo lanzaban por los aires. Como la situación no parecía mejorar, inscribieron a su hermano mayor, Yūichirō, ahora de 25 años, para que lo acompañara.
En ese tiempo, Kenji, que también es bombero, entrenaba arduamente con Hifumi. Frecuentemente se los veía en el parque Misaki, cerca de su hogar, donde corrían para mejorar su condición cardiaca y pulmonar, además de practicar el lanzamiento de bolas pesadas para fortalecer su cuerpo.
Siguiendo el ejemplo de su hermano Hifumi, que ya cosechaba éxitos internacionalmente, Uta consiguió un campeonato mundial cuando cursaba el tercer año en el Instituto Shukugawa. No dejaba de repetir que quería convertirse en un “monstruo” sin rival. Sin embargo, cuando se alejó de su familia para ingresar a la Universidad de Ciencia Deportiva de Nippon, en Tokio, se enfrentó por primera vez a la soledad.
Su padre nos revela que esto la afectó muchísimo y que, para que su hija pudiera dedicarse completamente a sus competiciones, su madre decidió mudarse con ella a Tokio. De esta manera, Uta podía disfrutar de la comida recién hecha de su madre y de una compañera con quién conversar sobre la vida diaria, algo que ayudó mucho a que esta deportista de alto rendimiento lograra manejar de manera más efectiva la inseguridad y la presión.
El año 2020, en plena pandemia del coronavirus, fue un reto total. Kenji se trasladaba continuamente a Tokio para apoyar los entrenamientos de sus hijos, que en ese momento no podían practicar sobre el tatami. Entrenaban en familia subiendo más de 200 escalones a toda velocidad. Cuando Kenji regresaba a Kōbe mantenía el mismo ritmo de entrenamiento y se aventuraba a correr 10 kilómetros diariamente. Nos dice que su objetivo era compartir la presión que sentían sus hijos y que por eso llevaba sus esfuerzos al límite. Gracias a esto, Hifumi considera que su padre es una presencia invaluable en su vida y le ha entregado toda su confianza.
Para Kenji, quien consiguió que sus hijos se convirtieran en unos de los deportistas más representativos de los Juegos Olímpicos de Tokio, ellos son la alegría de la familia y les están muy agradecidos. Como consecuencia de la pandemia, los Juegos Olímpicos se celebraron sin público. Los padres y el hermano mayor de Hifumi y Uta no pudieron alentarlos desde las gradas, y tuvieron que conformarse con observar sus competiciones a través de la televisión. En 2013, cuando Tokio consiguió la sede de los Juegos Olímpicos, la familia Abe soñó con la posibilidad de que Hifumi y Uta pudieran participar. Ese sueño familiar se hizo realidad de la mejor manera, pues se convirtieron en los primeros hermanos japoneses de distinto sexo que obtuvieron una medalla de oro el mismo día.
Reportaje: Fujimura Yukiko
Fotografía del encabezado: Abe Hifumi (izquierda) y Uta con sus medallas de oro. Nippon Budōkan (Fotografía de Horiuchi Shō)
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