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La herencia de Fujiko A. Fujio: “el punto de vista de los débiles” y el humor negro

Manga Cultura

Desde que comenzara su carrera de dibujante, como parte del dúo con Fujiko F. Fujio y también en solitario, tras su disolución, Fujiko A. Fujio se fue convirtiendo en una figura de gran renombre con mangas populares en todo tipo de círculos sociales, tanto entre niños como adultos.

Dos mangakas por el precio de uno

El 7 de abril de 2022 falleció el dibujante Fujiko A. Fujio, autor de éxitos tan conocidos como Ninja Hattori kun o Kaibutsu kun. Tenía ochenta y ocho años.

Kaibutsu kun (izquierda) y Ninja Hattori kun (derecha) ©Fujiko Studio
Kaibutsu kun (izquierda) y Ninja Hattori kun (derecha) ©Fujiko Studio

El nombre real de Fujiko A. Fujio era Abiko Motoo. Nació en 1934 en la ciudad de Himi, prefectura de Toyama. Desde niño fue muy aficionado al dibujo, y en 1951 debutó como artista con Tenshi no Tama-chan (El ángel Tama, publicado en el diario Mainichi Shōgakusei Shinbun), en tándem con Fujimoto Hiroshi, uno de sus compañeros de clase en la escuela primaria.

Desde entonces comenzaron una prolífica carrera bajo el nombre “Fujiko Fujio: un dibujante, dos artistas”; crearon una gran cantidad de obras de éxito (aunque Tenshi no Tama-chan apareció con los dos nombres reales de los artistas, y en la primera época hubo un periodo en el que usaban el seudónimo Ashizuka Fujio).

Fujiko Fujio (Abiko Motoo a la izquierda, y a la derecha Fujimoto Hiroshi). (Jiji Press)
Fujiko Fujio (Abiko Motoo a la izquierda, y a la derecha Fujimoto Hiroshi). (Jiji Press)

Son muchos los creadores que forman dúos artísticos, como Yudetamago o CLAMP, pero en la mayoría de los casos se trata de una simple división del trabajo entre lo que se denomina el “autor original” y el “dibujante”. Sin embargo, tanto Abiko como Fujimoto eran capaces de escribir historias y dibujar, una especie de dúo artístico extremadamente raro (otro ejemplo serían combinaciones como Muroyama Mayumi, autoras de Asarichan).

De todos modos, independientemente de quién creara la historia, me da la impresión de que esa coproducción del dibujo se estableció sin ningún tipo de incomodidad por parte de los autores (en la producción de animación que involucra a varios dibujantes originales, por ejemplo, es normal que al final sea un único director artístico quien unifique los patrones). En el caso de Fujiko Fujio, es probable que el dúo tratara de copiar el estilo de Tezuka Osamu, a quien ambos admiraban mucho durante su época formativa. Dicho de otro modo, dado que el modelo del que partían era el mismo, en esos primeros días los dos artistas eran capaces de dibujar imágenes muy similares.

Sin embargo, cierto tiempo después de su debut se fueron haciendo cada vez más claras las diferencias en la individualidad de ambos dibujantes, tanto en términos de imagen como en lo que al contenido se refiere. A partir de un determinado momento pasaron a ser conocidos como “el Fujiko blanco” (Fujimoto) y “el Fujiko negro” (Abiko). En realidad, alrededor de 1954 comenzó a aumentar el número de obras independientes que producía cada uno; todas ellas se presentaban bajo el nombre de Fujiko Fujio, pero la última colaboración de facto entre ambos fue Obake no Q-Tarō, la cual empezó a serializarse en 1964. El dúo se disolvió en 1987.

Desde entonces, Fujimoto siguió dibujando manga para niños, centrándose en la famosa obra, de gran calado nacional, Doraemon, mientras Abiko abría un nuevo camino en el género del humor negro y los monstruos, algo que desde un principio se le había dado bien (después de la disolución del dúo Fujimoto cambió su seudónimo a Fujiko F. Fujio, y Abiko a Fujiko A. Fujio).

Humor negro vinculado a los tiempos

El ya mencionado “Fujiko negro”, la imagen de Fujiko A. Fujio, era ciertamente oscuro. Podríamos describirlo como un estilo con fuertes contrastes entre el blanco y el negro, pero cuando uno mira su obra no es el blanco lo que impresiona, sino ese intenso negro… la belleza de la tinta, quizá. Si la comparamos con los dibujos de Fujiko F. Fujio, ​​las líneas principales son más gruesas y el diseño es algo similar a una novela gráfica (sobre todo en la segunda mitad de su carrera).

Además de los dos títulos mencionados al principio, sus obras representativas incluyen Manga michi (El camino del manga), Puro gorufā saru (Mono golfista), Matarō ga kuru!! (¡Viene Matarō!) y Warau sērusuman (El vendedor sonriente). En cuanto al contenido, como ya hemos mencionado, son muchas las historias con un fuerte humor negro y unos extraños colores que nos muestran el lado oscuro del ser humano; es fácil comprender que esa calificación de “negro” a su autor no solo se refiere a la parte pictórica (incluso en los mangas que en apariencia son obras divertidas y ligeras para niños, como Ninja Hattori-kun o Kaibutsu-kun, no hay más que pensar para ver que los protagonistas son un ninja y un monstruo, ambos habitantes de un mundo, por supuesto, “oscuro”).

Puro gorufā saru. © Fujiko Studio
Puro gorufā saru. © Fujiko Studio

En cuanto a la afición de Fujiko A. Fujio por el humor negro, en su autobiografía 81 sai imada manga michi wo… (81 años y aún en el camino del manga…) el dibujante cuenta lo siguiente:

“Me gustaban las obras de aquel género que Edogawa Ranpo denominaba de sabor extraño, como Roald Dahl, en Inglaterra, o Stanley Ellin, en Estados Unidos. Son obras en la que aparecen personajes extraños y ocurren incidentes misteriosos. Yo pensaba que ese tipo de humor negro sería interesante para una revista juvenil como Big Comic. Así comencé Kuroi sērusuman”. (Fujiko A. Fujio, 81 sai imada manga michi wo…, Chūkō Bunko)

Kuroi Sērusuman cuenta la tragedia (¿o tragicomedia?) de un oficinista cuya vida se ve descarrilada por un misterioso vendedor, y como se puede comprender por el título es la base de la que surge el éxito posterior Warau sērusuman, cuyo primer capítulo se publicó en el número de noviembre de 1968 de Big Comic, revista recién lanzada.

La segunda mitad de la década de 1960 fue también una época en la que cada editorial comenzó a publicar varias revistas de manga para jóvenes, además de la ya mencionada Big Comic. Podemos suponer, pues, que Kuroi sērusuman aunaba por una parte las tendencias editoriales del mundo del manga en aquel momento, cuando muchas empresas trataban de captar a un nuevo estrato de lectores (los adultos), y ese gusto por el “sabor extraño” que siempre había tenido Fujiko A. Fujio (además de esa obra, creó mejores historias en las ediciones cortas que en las largas, dentro de ese género del humor negro).

Además, ese sentido del humor y el “gusto extraño” se reflejan con gran fuerza no solo en el manga para jóvenes, sino también en sus obras shōnen (para niños), para las que Fujiko A. Fujio poseía un especial talento de por sí, y como resultado una de ellas también era “de monstruos”: la dramática historia de venganza de un niño acosado, Matarō ga kuru!!.

Empatía por los débiles

El protagonista de Matarō ga kuru!! es Urami Matarō, un estudiante de secundaria. A menudo se ve intimidado por quienes lo rodean, probablemente debido a su corta estatura y su personalidad apacible, pero Matarō tiene un secreto. Nuestro protagonista, un adorador del Gran Rey Demonio Satán, posee un misterioso poder, y es capaz de usar su “mantra del odio” para tomar represalias radicales contra aquellos que lo acosan en exceso.

Esta obra, y su famosa frase “¿Debo acaso reprimir este odio?”, se convirtieron en un gran éxito, y en una de las obras maestras de Fujiko A. Fujio de los años setenta.

Fujiko A. Fujio menciona esta obra en un diálogo que mantuvo con Ishinomori Shōtarō, un artista compañero con quien vivió en una ocasión en el mismo edificio de apartamentos (Tokiwa-sō) cuando no era más que un principiante.

“Lo que le hacían a Matarō... Yo también sufrí abusos de niño, y como era pequeño, no tenía habilidad atlética ni era tampoco ningún genio, solía encerrarme en mí mismo”.

(…)

(Cita del autor: cuando estaba en la escuela primaria, los estudiantes de cursos superiores, bastante más corpulentos, “me quitaban los libros, y se metían cada vez más conmigo. Aquello se convirtió en un complejo gigantesco. Hablando en general, en el mundo de los niños existe una abrumadora mayoría de personas que se ven acosadas. Esa fue la razón por la que pensé que sería interesante dibujar desde la perspectiva de los débiles, de los intimidados”.)

(Ishinomori Shōtarō, Manga chōshinkaron, Kawade Bunko)

Ese punto de vista de los débiles es, desde luego, uno de los mayores atractivos del manga de Fujiko A. Fujio, y tengo la impresión de que muchos lectores simpatizan con él.

La trama de la historia de Warau sērusuman, por ejemplo, una de las obras maestras publicadas tras la disolución del dúo, habla de un misterioso vendedor, Moguro Fukuzō, que proporciona bienes y servicios de sospechoso origen a quienes se sienten insatisfechos con la sociedad y su situación actual, bienes y servicios con los que esas personas pueden hallar un cierto equilibrio temporal, pero que eventualmente terminan por hacerlas crecer y arruinarse.

Moguro Fukuzō, de Warau sērusuman (izquierda), y la portada del primer volumen de la selección digital de la obra (Fujiko A. Fujio, derecha), publicada por Shōgakukan. © Fujiko Studio
Moguro Fukuzō, de Warau sērusuman (izquierda), y la portada del primer volumen de la selección digital de la obra (Fujiko A. Fujio, derecha), publicada por Shōgakukan. © Fujiko Studio

La razón principal por la que este manga tuvo éxito es el fuerte encanto del personaje de Moguro Fukuzō, pero lo que resulta interesante en concreto es claramente el hecho de que los personajes que van creciendo durante la historia, al final quedan arruinados.

No obstante, creo que la razón por la que esa especie de “juicio” ha llegado al corazón de muchos lectores es que al principio de la historia somos capaces de empatizar con esos personajes que sienten cierta insatisfacción o preocupación. En otras palabras, Fujiko vuelve a utilizar aquí ese punto de vista de los débiles, algo que da realidad a esta parábola para adultos.

La fuerza de conocer su propia debilidad

Fujiko A. Fujio dibujó otra historia más desde el punto de vista de personajes débiles en su obra autobiográfica Manga michi, en la que describe cómo, cuando era un niño, conoció a Fujimoto y finalmente se convirtió en dibujante profesional. (En la obra cambia los nombres de los personajes: Abiko pasa a ser Manga Michio, y Fujimoto es Saino Shigeru). Ciertos pasajes, como la descripción del acoso infundado que recibió cuando era estudiante o en el breve periodo en que comenzó a trabajar, antes de debutar como dibujante, son bastante reales, pero lo que resulta más notable en este trabajo son los sentimientos que muestra Manga Michio hacia Saino Shigeru.

Manga sabe que no tiene tanto talento como Saino, y ese sentimiento de inferioridad se deja entrever en algunas partes de la obra. Su capacidad, sin embargo, de conocer su propia debilidad es la mayor fuerza que posee Manga Michio... es decir, Fujiko A. Fujio. Y lo que es más, él cree en su amigo, y trata de hacer todo lo que puede hacer a su manera. Es lógico que una obra así, dibujada por un autor de tal calibre, toque el corazón de muchos lectores.

Fujiko F. Fujio, artista del manga, que falleció en 1996, tuvo una vida asombrosa, pero es evidente que la propia vida de Fujiko A. Fujio fue también un maravilloso “camino del manga”.

(Traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Fujiko A. Fujio - © Fujiko Studio)

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