El fotógrafo Irwin Wong y las subculturas “obsesionadas” de Japón

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En su nuevo libro de fotografías The Obsessed, Irwin Wong, establecido en Tokio, dirige su lente a las intensas pasiones que consumen a las “tribus” otaku de fans ultrafocalizados de las subculturas de Japón.

Irwin Wong Irwin WONG

Fotógrafo y director residente en Tokio. Oriundo de Melbourne, Australia. Llegó a Japón en 2005. Desde entonces ha trabajado en fotografías comerciales y de retratos para una gran variedad de publicaciones y clientes corporativos de todo el mundo. Se ha encargado de las fotografías y la publicación de las obras Handmade in Japan (Hecho a mano en Japón) en 2019, y The Obsessed: Otaku, Tribes, and Sucultures of Japan (Los obsesionados: otaku, tribus y subculturas de Japón) en 2022. Su sitio web es: www.irwinwong.com. (Fotografía © Irwin Wong).

Las obsesiones japonesas se internacionalizan

En la época de las distribuciones y las compras vía internet, es fácil olvidar la dificultad que representaba conseguir productos japoneses de exportación cultural en gran parte del mundo. A principios de la década de 1990, para encontrar alguna animación japonesa era necesario ir a alguna tienda de videos. De igual manera, había que visitar los supermercados asiáticos si se quería completar los ingredientes para preparar sushi.

Pero ahora, casi todo se puede pedir o bajar de internet desde cualquier parte del mundo y, lo que antes considerábamos extraño o exótico, se ha convertido en algo ordinario. En las estanterías de los supermercados habituales ya se encuentran ingredientes básicos de la comida japonesa, como mirin o miso. Palabras tales como kawaii u otaku se han integrado al léxico de la cultura pop. Incluso la respetable publicación London Times, en fechas recientes, describió que una política británica había hecho un “cosplay de Margaret Thatcher”.

No obstante, en Japón, el caleidoscopio de las subculturas sigue siendo tan vertiginoso e insólito como siempre. El nuevo libro de Irwin Wong The Obsessed: Otaku, Tribes, and Subcultures of Japan, lo muestra vívidamente.

Para ejemplificar lo anterior, tomemos tres de los 42 temas subculturales e individuos que aparecen en el libro: los tanganmen, personas que llevan máscaras con un solo ojo, el club de modelos a escala 1:1, que pasaron siete años haciendo una réplica en tamaño real de un vehículo blindado alemán y Kobayashi Hideaki, conocido como el abuelo que lleva uniforme de marinera.

Tanganmen, personas que llevan máscaras de un solo ojo, posando en una tienda de 24 horas. (© Irwin Wong, Gestalten)
Tanganmen, personas que llevan máscaras de un solo ojo, posando en una tienda de 24 horas. (© Irwin Wong, Gestalten)

Wong, quien estuvo a cargo de la mayoría de las fotografías y el texto del libro, reúne en esta publicación los frutos de muchos años de investigación y de sesiones fotográficas por todo Japón. Como lo señala en el prólogo, lo que caracteriza a todos los que aparecen en la publicación es que “llevan su pasatiempo a niveles que superan por completo el sentido y la razón comunes”.

Kobayashi Hideaki, el “abuelo que lleva uniforme de marinera”. (© Irwin Wong, Gestalten)
Kobayashi Hideaki, el “abuelo que lleva uniforme de marinera”. (© Irwin Wong, Gestalten)

Reflexiones sobre el ser otaku

En Japón, estas personas suelen ser denominadas otaku, vocablo que fue, de hecho, la primera propuesta que hizo la editorial para el título del libro. Sin embargo, Wong se mostraba reacio a utilizar esa palabra.

Otaku tiene diferentes matices en inglés y en japonés. En general, fuera de Japón, otaku se utiliza para referirse a aquellas personas aficionadas a la animación, manga o golosinas japonesas, entre otros productos de cultura pop de exportación. Sin embargo, su significado es más complejo en Japón.

Por una parte, puede incluir una obsesión antisocial casi peligrosa. “Conozco a muchas personas que no verían con buenos ojos aparecer en un libro que lleva como título la palabra otaku”, dijo Wong. Sin embargo, también tiene una cara positiva y puede usarse para hacer referencia a alguien que está fascinado con alguna cosa o la conoce a fondo. Por esa razón, pueden existir otakus del audio de alta calidad, del café, del cosplay o de los modelos de plástico.

La artista Toriena es una figura importante en la escena musical del chiptune, un género en el que se usan los chips de sonido de consolas de videojuegos retro para crear obras con una complejidad y profundidad sorprendentes. (© Irwin Wong, Gestalten)
La artista Toriena es una figura importante en la escena musical del chiptune, un género en el que se usan los chips de sonido de consolas de videojuegos retro para crear obras con una complejidad y profundidad sorprendentes. (© Irwin Wong, Gestalten)

En el proyecto de su libro, Wong quería centrarse en el segundo tipo de otaku. Como parte de los preparativos, hizo una lista de temas viables.

“Quería mostrar la diversidad de las subculturas que existen en Japón, así como lo diferentes e interesantes que son”, nos dice. Además, Wong buscaba transmitir “la profundidad de la dedicación” de cada persona para alcanzar el estilo de vida de esa subcultura.

Las redes sociales e internet son los lugares que más se prestan para establecer contacto con los entusiastas de estas subculturas. Al hablar con ellos, descubrió que muchas veces recibían con alegría la invitación para aparecer en una publicación.

“Muchas de las subculturas buscan ser vistas”, dice Wong. “Están muy abiertos a que las personas se acerquen y los vean”.

En un principio, Wong imaginó que los exmiembros de las pandillas de motociclistas bōsōzoku, una tribu asociada con la delincuencia juvenil, podrían mostrarse reacios a aparecer públicamente. Pero eso no sucedió con las dos personas que aparecen en la portada del libro.

“Me aparecí frente a ellos y, tal cual, les dije: ‘Estoy haciendo un libro. Parecen muy interesantes. ¿Los puedo fotografiar?’ y ellos aceptaron de inmediato”.

Por otra parte, Wong dice que algunas personas se mostraron “muy preocupadas por cómo se iban a utilizar las imágenes y cómo serían retratados”. El autor trabajó para convencerlos de que su libro retrataría la motivación humana detrás de las obsesiones de la subcultura y no su “rareza”.

Casualmente, los legendarios bailarines de rockabilly de Harajuku, que también aparecen en el libro, estaban preocupados por una razón diferente. Les inquietaba la idea de “aparecer en un libro con un montón de gente que podría pensar que no estamos a la moda”, dice Wong entre risas.

Artesanos y otros obsesivos

Todas las culturas tienen a sus adictos, entusiastas y aficionados. ¿Qué hace que algunos japoneses lleven sus obsesiones a tal nivel?

Wong señala que muchas de las personas a las que fotografió y entrevistó viven “en los márgenes de la sociedad japonesa”. Sus obsesiones, subraya, fueron “algo que les brindó una salvación y les ofreció un propósito y una razón de ser”.

E incluso en los márgenes de la sociedad japonesa, los entusiastas de la subcultura encuentran una nueva comunidad.

“Aquí tienes que pertenecer a un grupo”, dice Wong. “Incluso si estas personas encuentran sus subculturas, encuentran un grupo, un lugar al que pertenecer entre personas con las que comparten una forma de pensar. Esa es parte de la razón por la cual proliferan y se vuelven una locura. Compiten entre ellos…esto las hace más extravagantes conforme pasa el tiempo”.

Existe otra forma de describir esto: kodawari, que sería algo como “atención al detalle”. Esto plantea una conexión interesante con el libro anterior de Wong, sobre artesanos japoneses, Handmade in Japan (2019).

Señala que los entusiastas obsesivos y los artesanos comparten un “increíble cuidado a los detalles y al perfeccionamiento continuo de sus habilidades”. De hecho, Wong cree que mucha de la gente que aparece en su libro podría ser llamada artesana auténtica. Por ejemplo, el grupo de mecánicos de Nagoya que repara y restaura viejos coches estadounidenses.

“No se los puede llamar de otra forma más que artesanos”, señala Wong. No solo reparan coches, los mejoran.

El puente de Harajuku e Instagram

The Obsessed contiene cuatro ensayos que acompañan las fotografías y entrevistas de Wong: Patrick W. Galbraith habla sobre los otaku, Joshua Paul Dale sobre el estilo kawaii, Dino Dalle Carbonare sobre la cultura automovilística y Philomena Keet sobre la moda de Harajuku.

Es interesante como Keet señala que la moda callejera de Harajuku se había difuminado a consecuencia de las marcas internacionales de moda rápida incluso antes de que entraran en vigor las restricciones por la pandemia del coronavirus. La investigadora lamenta que se hayan perdido algunos colores y cierta vitalidad de Tokio. Por ejemplo, los chicos y chicas que acostumbraban a reunirse en Jingū-bashi, también conocido como el Puente de Harajuku, han desaparecido.

Sin embargo, esto no preocupa demasiado a los entusiastas de las subculturas japonesas, muchos de los cuales viven lejos de los centros urbanos de Japón. Internet ha cambiado todo para aquellos que crean las subculturas japonesas, al igual que para quienes las consumen.

Tal como señala Wong: “Ahora no es necesario reunirse en el puente para que la gente te fotografíe. Puedes poner tus fotos en Instagram para que la gente te siga. Para ser honesto, probablemente esto es más fácil para ellos”.

(Traducido del original en inglés. Fotografía del encabezado: motociclistas bōsōzoku que aparecen en la cubierta del libro The Obsessed de Wong. Fotografías © Irwin Wong/Gestalten)

The Obsessed: Otaku, Tribes, and Subcultures of Japan

Autor: Irwin Wong
Publicado por Gestalten, 2022
ISBN: 978-3-96704-008-1

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