Komori Hinako, la joven investigadora del misterioso lobo japonés

Naturaleza Ciencia

¿Qué tiene el lobo japonés, declarado extinguido desde hace más de cien años, que la atrae tanto? La carrera como investigadora de Komori Hinako comenzó en cuarto curso de primaria, al ver un lobo disecado en la exposición de un museo.

La tercera Exposición de Grandes Mamíferos celebrada en el Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia (conocido comúnmente por la abreviatura Kahaku) sumó en 2024 a su colección un único ejemplar disecado de cánido. Su placa rezaba “Lobo japonés”, y “Expuesto por primera vez tras su identificación”. Se trata del sexto ejemplar de ookami, lobo japonés, un hallazgo poco frecuente, ya que solo se conocen otros tres ejemplares disecados de lobo japonés en Japón, uno en los Países Bajos y otro en el Reino Unido.

El hecho de que este espécimen disecado pertenezca al lobo japonés fue investigado conjuntamente por Komori Hinako, estudiante de la Escuela Secundaria Shinagawa Joshi Gakuin, Kobayashi Sayaka, del Instituto Yamashina de Ornitología, y Kawada Shin’ichirō, del Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia, quienes en febrero de 2024 publicaron un artículo titulado “¿Es el espécimen disecado de yamainu del Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia un lobo japonés?”.

Kawada, también supervisor de la tercera Gran Exposición de Mamíferos, afirma: “Necesitamos muchos especímenes para comprender taxonómicamente qué clase de criatura es el ya extinto lobo japonés. En esta ocasión realizamos principalmente un estudio bibliográfico, pero también estudiamos y medimos la morfología y los rasgos del espécimen, y comprobamos que se encuentra dentro de los valores aceptables para el lobo japonés”.

El espécimen se halla, desde que concluyera la tercera Gran Exposición de Mamíferos, en el almacén del museo de Tsukuba. (© Michiko Hayashi)
El espécimen se halla, desde que concluyera la tercera Gran Exposición de Mamíferos, en el almacén del museo de Tsukuba. (© Michiko Hayashi)

De un afortunado encuentro a una tesis, pasando por la investigación libre

Todo empezó en noviembre de 2020, cuando Hinako, entonces alumna de cuarto curso de primaria, participó en una jornada de puertas abiertas en las instalaciones de investigación de Tsukuba, en Kahaku, y al echar un vistazo al cánido disecado del Ala de Especímenes de Historia Natural, tuvo la corazonada de que podría ser un lobo japonés.

Hinako, que siempre había sentido interés por este animal, dijo que le entraron ganas de romper a bailar. Tras volver a casa envió un correo electrónico al museo con varias preguntas; en la respuesta le dijeron que el lobo disecado era un tipo de yamainu y su número de registro era M831. Hinako, que sabía que a veces se llamaba yamainu al lobo japonés, se alegró mucho y comenzó su investigación por libre.

A medida que estudiaba libros y registros antiguos le iban surgiendo nuevas preguntas, y solicitó a Kahaku que le permitieran revisar de nuevo el espécimen disecado. Cuando se le concedió permiso y volvió al edificio, el encargado de recibirla era Kawada, quien también se había puesto en contacto con Kobayashi. Ella es una gran conocedora de los registros de especímenes de los periodos Meiji y Taishō.

Así fue como Hinako conoció a los dos coautores de su tesis y, basándose en sus consejos, elaboró un informe titulado “Yamainu - el misterioso lobo japonés cuyo misterio quiero resolver”, durante sus vacaciones de verano de quinto curso, y lo presentó al Concurso de Aprendizaje de Investigación en Bibliotecas, en el que recibió el Premio del Ministro de Educación, Cultura, Deporte, Ciencia y Tecnología.

Aquel “encuentro afortunado” marcó el inicio de la investigación libre de Hinako, recopilada en un informe de 76 páginas. (Fotografiado con permiso de la Fundación para el Fomento de las Bibliotecas)
Aquel “encuentro afortunado” marcó el inicio de la investigación libre de Hinako, recopilada en un informe de 76 páginas. (Fotografiado con permiso de la Fundación para el Fomento de las Bibliotecas)

Hinako observó que la cabeza se parecía a un espécimen del Museo Nacional de Historia Natural de Leiden (Holanda), publicado en Nihon dōbutsushi, la Revista Zoológica Japonesa. (Fotografiado con permiso de la Fundación para el Fomento de las Bibliotecas)
Hinako observó que la cabeza se parecía a un espécimen del Museo Nacional de Historia Natural de Leiden (Holanda), publicado en Nihon dōbutsushi, la Revista Zoológica Japonesa. (Fotografiado con permiso de la Fundación para el Fomento de las Bibliotecas)

También entrevistó al antiguo director del zoo de Ueno y autor de “La historia del zoo de Ueno, narrada por su director: 140 años de animales”. (Fotografiado con permiso de la Fundación para el Fomento de Bibliotecas)
También entrevistó al antiguo director del zoo de Ueno y autor de “La historia del zoo de Ueno, narrada por su director: 140 años de animales”. (Fotografiado con permiso de la Fundación para el Fomento de Bibliotecas)

Fueron necesarios dos años más para, con la ayuda de los coautores, completar con un examen meticuloso el rompecabezas de la bibliografía y los materiales relacionados. La forma también se tuvo en cuenta en la redacción del artículo, revisado por expertos antes de su publicación.

Hinako realizó una profunda investigación libre en el campo académico entre su sexto curso de primaria y el primero de secundaria.
Hinako realizó una profunda investigación libre en el campo académico entre su sexto curso de primaria y el primero de secundaria.

La importancia de las fuentes documentales para el origen de los especímenes

En la base del espécimen disecado se encontró una pegatina rasgada, en la que podía leerse otro número, además de “M831”. Además, el libro de registro de Kahaku mostraba cierta confusión sobre el origen del espécimen, e indicaba en una marca que el M831 se había desechado. El Museo de Tokio (el actual Kahaku) se incendió durante el Gran Terremoto de Kantō de 1923; el fuego destruyó muestras y materiales, así que el Museo de la Casa Imperial de Tokio (el actual Museo Nacional de Tokio) donó nuevos especímenes de historia natural. Esos especímenes también fueron trasladados en varias ocasiones durante el caos de la posguerra, lo cual los afectó en buena medida, se cree.

Kobayashi aconsejó a Hinako que hiciera una lista de todos los especímenes de cánidos propiedad del Museo de la Casa Imperial de Tokio y de los que se conservaban en el zoológico de Ueno para confirmar si el espécimen disecado que estaba estudiando era realmente el M831. Hinako examinó con detenimiento una gran cantidad de microfilmes del Museo Nacional de Tokio, y los cotejó también detalladamente con otros documentos.

Como resultado, llegaron a la conclusión de que el lobo disecado era sin duda el M831, y que se trataba de un lobo japonés de la prefectura de Iwate, que había permanecido en el zoológico de Ueno desde 1888.

Kobayashi Sayaka afirma que sus conversaciones por email con Hinako están al mismo nivel que las que mantiene con otros investigadores. (© Michiko Hayashi)
Kobayashi Sayaka afirma que sus conversaciones por correo electrónico con Hinako están al mismo nivel que las que mantiene con otros investigadores. (© Michiko Hayashi)

Almacenar especímenes para el futuro

“Hemos podido comprobar que históricamente se trata de un lobo japonés a partir de los datos y las descripciones del registro mayor del Museo de la Casa Imperial, pero también existe la posibilidad de que sea un híbrido con una especie canina. El análisis filogenético molecular acabará siendo un problema”, cuenta Kobayashi.

Según Kawada, el centro de investigación de Kahaku en Tsukuba alberga más de 86.000 especímenes de mamíferos, incluidos taxones temporales. M831 es viejo y está en mal estado. El registro mayor indica que había sido desechado, pero no se tiró y ha permanecido en el museo hasta nuestros días. Es muy significativo que con el tiempo se le haya dado una nueva luz.

El examen del cráneo es clave para confirmar las características del lobo japonés, pero el aspecto de este lobo disecado no sugiere que la cabeza contenga aún el cráneo. Sin embargo, Kawada afirma: “No podemos negar la posibilidad de que contenga un cráneo, y huesos de las patas. Nos gustaría hacer radiografías si tenemos la oportunidad, pero no nos planteamos hacer análisis de ADN porque obtener muestras del espécimen disecado sería demasiado perjudicial y los resultados serían inciertos”.

“Si los avances en la tecnología de análisis permiten examinar unas pocas muestras, el potencial de los especímenes se ampliará aún más. Hasta entonces, mi función es conservar cuidadosamente los especímenes valiosos para la siguiente generación”.

Kawada Shin’ichirō se hace cargo a menudo de animales atropellados en accidentes de tráfico y otros siniestros y los diseca para que sus muertes no sean en vano. Entre sus libros figuran Hyōhon baka (“Loco por los especímenes”). (© Michiko Hayashi)
Kawada Shin’ichirō se hace cargo a menudo de animales atropellados en accidentes de tráfico y otros siniestros y los diseca para que sus muertes no sean en vano. Entre sus libros figuran Hyōhon baka (“Loco por los especímenes”). (© Michiko Hayashi)

Komori Hinako habla de sus investigaciones, su tesis y otras iniciativas hasta la fecha. (© Michiko Hayashi)
Komori Hinako habla de sus investigaciones, su tesis y otras iniciativas hasta la fecha. (© Michiko Hayashi)

Cómo se cultiva el espíritu de investigación

Hinako ha sentido pasión por los animales desde que apenas caminaba. Cuando tenía tres años, ya interesada por los animales extintos a través de YouTube, sus padres la llevaron al Kahaku, y allí quedó tan fascinada por los especímenes y los libros ilustrados que no quería marcharse. Empezó a visitar el museo en repetidas ocasiones, y fue allí donde vio por primera vez un lobo japonés disecado, en exposición permanente.

Cuando se enteró de que aún se dan supuestos avistamientos de ejemplares del lobo japonés, que se cree extinguido, pensó que si existían realmente quería verlos por sí misma, y en el verano de su segundo año de primaria emprendió un proyecto de investigación libre.

Además de investigar en bibliotecas e internet, visitó museos, yacimientos arqueológicos y santuarios con creencias relacionadas con el lobo, y habló con personas relacionadas con este animal. También acudió a ciertos lugares de Chichibu, Saitama, donde se habían producido avistamientos, para investigar.
Además de investigar en bibliotecas e internet, visitó museos, yacimientos arqueológicos y santuarios con creencias relacionadas con el lobo, y habló con personas relacionadas con este animal. También acudió a ciertos lugares de Chichibu, Saitama, donde se habían producido avistamientos, para investigar.

Ya desde esa época destacaba su meticulosa observación de los especímenes de taxidermia. Este estudio libre es otro trabajo de amor de 50 páginas.
Ya desde esa época destacaba su meticulosa observación de los especímenes de taxidermia. Este estudio libre es otro trabajo de amor de 50 páginas.

Algunos de los resultados de la investigación y de los libros y materiales de referencia recopilados hasta el momento. Hinako buscó y descifró caracteres kanji y kuzushi (cursiva) casi ilegibles en documentos antiguos utilizando diccionarios, con la ayuda de su padre. (© Michiko Hayashi)
Algunos de los resultados de la investigación y de los libros y materiales de referencia recopilados hasta el momento. Hinako buscó y descifró caracteres kanji y kuzushi (cursiva) casi ilegibles en documentos antiguos utilizando diccionarios, con la ayuda de su padre. (© Michiko Hayashi)

El lobo japonés

El hábitat del lobo japonés se hallaba en Honshū, Shikoku y Kyūshū, pero se cree que tras el último espécimen conocido, capturado en Nara en 1905, se extinguió.

De hecho, el nombre japonés nihon ookami (“lobo japonés”) no se generalizó hasta después de la guerra, y en muchos casos aparece como yamainu (“perro montés”) en los libros ilustrados sobre animales a partir de la era Meiji (1868-1912). Antiguamente recibía nombres como ookami, oino, yamainu... En algunas zonas hay constancia de que habitaban cánidos no identificados, denominados oinu o kasegi, por ejemplo.

En las zonas rurales, existía un cierto culto a los lobos arraigado en la creencia de que eran mensajeros de los dioses, que protegían las cosechas de jabalíes y ciervos, y se les denominaba “Oinu-sama”, o “Gokenzoku-sama”. En el noreste, en cambio, donde se producía ganado vacuno y equino, los lobos eran también alimañas que atacaban a los principales productos, y desde principios hasta mediados del periodo Meiji fueron exterminados activamente con recompensas en metálico para quienes los capturaban.

Se cree que la pérdida de hábitat debida a la infección por enfermedades caninas, como la rabia y el moquillo, que redujeron su número, y el desarrollo industrial del país desde la era Meiji contribuyeron a su extinción.

Estatuas de komaookami en el santuario Mitsumine, en Chichibu, prefectura de Saitama. (© Michiko Hayashi)
Estatuas de komaookami en el santuario Mitsumine, en Chichibu, prefectura de Saitama. (© Michiko Hayashi)

Con la afluencia de la civilización occidental tras la apertura de Japón, el Gobierno Meiji se apresuró a celebrar exposiciones y crear museos para promover la industria y el prestigio nacional. Una pequeña parte de los lobos japoneses capturados se conservaron como especímenes disecados y se han mantenido hasta nuestros días. Estos ejemplares son extremadamente importantes para la investigación sobre el lobo japonés.

Lobo japonés disecado de la colección de la Facultad de Agricultura de la Universidad de Tokio. Adquirido a la prefectura de Iwate en 1881, para la segunda Exposición Nacional de Fomento. (Imagen cortesía de la Facultad de Agricultura de la Universidad de Tokio)
Lobo japonés disecado de la colección de la Facultad de Agricultura de la Universidad de Tokio. Adquirido a la prefectura de Iwate en 1881, para la segunda Exposición Nacional de Fomento. (Imagen cortesía de la Facultad de Agricultura de la Universidad de Tokio)

Confusión taxonómica

El lobo japonés se dio a conocer al mundo cuando el médico, botánico y zoólogo alemán Philipp Franz von Siebold, que se encontraba en Dejima (Nagasaki) durante el periodo Edo (1603-1868), envió ejemplares de ookami y yamainu a Holanda.

Temminck, director del Real Museo Zoológico de Leiden, etiquetó los tres ejemplares recibidos (cráneo y esqueleto de cuerpo entero / solo cráneo / cráneo y piel disecada) como lobo japonés, diferente al lobo occidental, y les dio colectivamente el nombre científico de Canis hodophilax, sin hacer ninguna distinción particular entre ookami y yamainu.

Más tarde, en Nihon dōbutsu shi, la Revista Zoológica Japonesa, recopilada con ayuda de investigadores del Museo de Leiden, se ilustró un diagrama de tres ejemplares disecados con su nombre científico. Esta combinación de espécimen disecado y cráneo fue designada por investigadores posteriores como muestra de lobo japonés. Por alguna razón, la palabra jamainu aparece garabateada en la parte posterior de la base de este espécimen.

Canis hodophilax en el noveno volumen de Fauna Japonica, 1884. (Colección de la Biblioteca de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Kioto)
Canis hodophilax en el noveno volumen de Fauna Japonica, 1884. (Colección de la Biblioteca de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Kioto)

Hasta hace poco la identificación de los lobos japoneses se basaba principalmente en la forma del cráneo. De los tres ejemplares de Leiden, uno ya ha sido identificado como perro. Los últimos análisis de ADN nuclear de los dos ejemplares restantes, publicados en febrero de este año, muestran que uno es un lobo japonés y que el ejemplar tipo es un híbrido entre lobo japonés y perro.

Hinako sostiene una réplica de un cráneo de lobo japonés, regalo de sus padres para conmemorar la aceptación de su tesis. (© Michiko Hayashi)
Hinako sostiene una réplica de un cráneo de lobo japonés, regalo de sus padres para conmemorar la aceptación de su tesis. (© Michiko Hayashi)

“Cuanto más estudias el lobo japonés, más misterioso resulta. Cada lobo disecado es muy distinto del anterior; su aspecto también es muy diferente. Me atrae mucho ese misterio del animal”.

Hinako espera que la identificación de M831 conduzca al descubrimiento de más especímenes y material enterrados, y que esto enriquezca su material de investigación. Expresa su ambición de estudiar el lobo japonés en el futuro, tanto en términos de taxonomía morfológica como de materiales.

A medida que sus estudios avancen en el instituto y la universidad, sus horizontes se irán ampliando, y tendrá más contactos con investigadores de otros campos. Esperemos que investigue el lobo japonés aún más amplia y profundamente, y que algún día logre resolver sus misterios.

Hinako dice que, en comparación con los lobos extranjeros, los japoneses tienen una imagen más amable, quizá por haber coexistido con los humanos. (© Michiko Hayashi)
Hinako dice que, en comparación con los lobos extranjeros, los japoneses tienen una imagen más amable, quizá por haber coexistido con los humanos. (© Michiko Hayashi)

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Komori Hinako y un lobo japonés disecado conservado en el centro de investigación de Tsukuba del Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia - © Michiko Hayashi.)

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