Tras ser desalojado por obras para Tokio 1964, Kohei Jinno vuelve a quedarse sin casa por causa de JJOO

Kohei Jinno frente al monumento de los Anillos Olímpicos cerca del Estadio Nacional, Tokio, Japón, 24 junio 2021.
REUTERS/Issei Kato
Kohei Jinno frente al monumento de los Anillos Olímpicos cerca del Estadio Nacional, Tokio, Japón, 24 junio 2021. REUTERS/Issei Kato

Por Elaine Lies

TOKIO, 1 jul (Reuters) - Cuando Kohei Jinno fue desalojado de su casa para la construcción del Estadio Nacional que albergó los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, se sintió triste pero orgulloso de contribuir con Japón en un momento de triunfo nacional.

Pero cuando volvió a pasar en 2013, a sus 80 años, para reconstruir el estadio para Tokio 2020, lo sintió como un amargo giro del destino. Las obras lo obligaron a él y a su esposa, Yasuko, a dejar una comunidad muy unida en el vecindario de Kasumigaoka, donde habían vivido durante más de medio siglo.

"Fue muy difícil irme", recordó Jinno, ahora de 87 años. "Era el lugar en el que había vivido más tiempo en mi vida".

Jinno no quería que los Juegos Olímpicos se celebraran en Japón porque opinaba que era demasiado pronto para organizarlos de nuevo. Acusó que el anuncio de que casi 200 familias, en su mayoría ancianos, serían expulsadas de su complejo de viviendas, ubicado a la sombra del estadio, surgió de la nada.

"No hubo ninguna consideración. Si sólo hubiera habido una muestra de amabilidad, por ejemplo decir 'se le pide que se mude, ¿podría cooperar?'", dijo Jinno. "En cambio, fue más como 'vamos a realizar los Juegos Olímpicos, tienes que irte'".

Las familias se mudaron a otro complejo de viviendas públicas, pero la comunidad quedó destrozada.

"Realmente me hubiera gustado algo de comprensión sobre cómo nos sentimos", expuso el anciano. "Nos dieron 170.000 yenes (1.500 dólares). ¿Qué puedes hacer con eso? Me tuve que reír. Se necesitaron 1 millón de yenes (9.000 dólares) para la mudanza".

Un funcionario de la ciudad de Tokio dijo que 170.000 yenes es la compensación estándar en esa situación.

"Nos capacitan para ser muy amables, hay viviendas públicas cerca y los funcionarios hicieron varios arreglos", agregó el funcionario, sin dar su nombre porque no está autorizado a hablar con medios. "Pero para alguien que vivió allí durante mucho tiempo, es probable que los funcionarios parecieran fríos".

Los organizadores de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se negaron a dar declaraciones, destacando que el estadio es responsabilidad del Consejo Deportivo de Japón (JSC, por su sigla en inglés) y que la reubicación fue manejada por el gobierno japonés de acuerdo a sus leyes.

El JSC dijo que la mudanza se realizó en consulta con el gobierno nacional y de Tokio.

RAÍCES PROFUNDAS

Jinno, cuarto de nueve hermanos, nació en Kasumigaoka, cerca de la ahora elegante zona de Omotesando, en el centro de Tokio. Después de que esa casa se quemara en la Segunda Guerra Mundial, la familia se mudó a 20 metros de distancia, donde Jinno tenía una tienda de tabaco adjunta a la casa familiar.

Su familia fue desalojada para permitir la construcción del estadio para Tokio 1964 y un parque circundante. El sitio de su casa fue pavimentado, la vegetación que cubría el área fue cortada y un río cercano enterrado en concreto.

Jinno lavaba autos para llegar a fin de mes, viviendo con Yasuko y sus dos hijos en una habitación diminuta. Pero en 1965 se mudó a un complejo de viviendas públicas y reabrió la tienda de tabaco.

"Nunca me quedé sin gente con quien hablar", recordó. "Puse un banco, tres o cuatro personas podían sentarse. Los niños venían con sus deberes, pedían consejo si se metían en problemas".

Después del aviso de desalojo de 2013, se mudaron en 2016. El cambio fue duro, en especial para Yasuko, quien estaba "solitaria y deprimida", según su esposo. La mujer murió a fines de 2018 a los 84 años.

Jinno, quien ahora vive con su hijo en el oeste de Tokio, visita su antiguo vecindario cada pocos meses.

A pesar del impacto de los Juegos Olímpicos en su vida, espera que tengan éxito, aunque le entristece que la pandemia haya afectado el buen espíritu que normalmente los rodean.

Pero visitar el área, tan cambiada como está, hace que su corazón se acelere.

"Nací aquí, me crié aquí", declaró. "Cuando miro estos árboles a lo largo de la calle, que no han cambiado en absoluto, me siento nostálgico pero al mismo tiempo rebosante de un sentimiento de tristeza y soledad".

(Reporte de Elaine Lies. Editado en español por Lucila Sigal)

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