Un estudio sugiere que tener un perro está ligado con una mejora en las habilidades sociales de los adolescentes

Ciencia

Tokio, 25 de diciembre (Jiji Press)—Investigadores japoneses han descubierto que los niños que viven en hogares con perros presentan cambios en parte de las diversas “bacterias residentes” que habitan en el tracto digestivo, desde la boca hasta los intestinos, y que esto podría estar relacionado con un estado de ánimo más positivo y una mejora de la sociabilidad.

El hallazgo fue realizado por un equipo de investigación de la Universidad Azabu y la Universidad de Gunma, entre otras, mediante estudios en niños y experimentos con ratones, y fue publicado recientemente en la revista científica estadounidense iScience.

Según el profesor Kikusui Takefumi, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Azabu, se considera que las bacterias residentes de los perros entran en la boca de los niños, o bien que los cambios en el estado psicológico de los niños influyen en el entorno del aparato digestivo, provocando modificaciones en parte de la composición de estas bacterias. Esto afecta al nervio vago, que transmite señales al cerebro y favorece la secreción de la llamada “hormona del afecto”, la oxitocina, lo que podría mejorar la sociabilidad.

Tener un perro aumenta las oportunidades de interacción con la familia y los vecinos a través de actividades como darle de comer, ocuparse de sus excrementos o sacarlo a pasear. Además, en relación con la posibilidad de que los cambios en las bacterias residentes del intestino influyan en la sociabilidad, el profesor Kikusui señaló: “Queremos identificar las especies bacterianas y aclarar hasta qué punto ejercen su influencia”.

El profesor Kikusui y el profesor asociado Miyauchi Eiji, de la Universidad de Gunma, entre otros investigadores, recogieron muestras de saliva de unos 100 niños de hogares con perros y de unos 250 niños de hogares sin perros, y administraron los grupos bacterianos contenidos en dichas muestras a ratones en condiciones libres de gérmenes.

Los ratones a los que se les administraron las bacterias de niños de hogares con perros mostraron un comportamiento más social que aquellos que recibieron bacterias de niños de hogares sin perros: olían con mayor frecuencia a ratones desconocidos y se acercaban más a compañeros confinados en tubos estrechos para olerlos. A grandes rasgos, los grupos bacterianos relacionados con la sociabilidad parecen pertenecer al género Streptococcus.

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