Particularidades del lenguaje de bebés en Japón

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Quien tiene hijos, o tiene amigos o familia que los tiene, sabe que la mayoría de adultos, sea cual sea nuestra formación, nos convertimos en verdaderos bobos cuando tomamos a un bebé en brazos. Al hablar, utilizamos un tono exagerado de manera inconsciente, repetimos frases, y acortamos y simplificamos las palabras, todo ello a menudo acompañado de onomatopeyas varias, achuchones y expresiones faciales forzadas para conseguir un balbuceo o una sonrisa del pequeño que estamos sosteniendo en brazos. 

Los investigadores le llaman “lenguaje de cuidadora”, o “forma de hablar a los bebés”, pero se conoce sencillamente como lenguaje de bebés, y se da en casi todas las culturas y las lenguas del mundo. En Japón, el léxico que se utiliza con los bebés y los niños pequeños se denomina ikujigo, o palabras para la crianza infantil. 

Lenguaje para los pequeños

Un aspecto distintivo del japonés ikujigo comparado con otros tipos de lenguaje de bebés es el uso frecuente de palabras que son distintas e independientes de las acepciones adultas. Por ejemplo, en español, los diminutivos que se utilizan al dirigirse a niños pequeños no suelen variar significativamente sobre cómo se hablaría a un adulto, y palabras como perro o pato se convierten en perrito y patito. Pero en ikujigo, las palabras pueden ser totalmente diferentes, y las cuidadoras en japonés se refieren a un perro (inu) como wanwan, y a un pato (ahiru), como gaga

Muchas palabras, sobre todo los nombres de animales, son onomatopéyicas y repetitivas por naturaleza, para que los pequeños puedan pronunciarlas y recordarlas fácilmente. Hay otros nombres de animales que imitan su sonido, como mōmō (vaca), nyannyan (gato), poppo (paloma), y kokko (pollo). Fuera del mundo animal, ponpon (barriga) viene del sonido de golpetearse la barriga, y būbū (coche o camioneta) viene del sonido que emite el vehículo cuando circula por la carretera. 

Las repeticiones no onomatopéyicas son también característica común del ikujigo, como las palabras kukku (zapatos), nenne (ir a dormir), panpan (pan), kireikirei (secarse/limpiarse las manos), y nainai (ordenar). Otras palabras, como kamikami (mascar) y sukisuki (abrazar, mostrar afecto) se forman doblando formas del conjuntivo de palabras adultas. Diversos estudios han demostrado que los padres japoneses suelen fijarse en la elección de palabras y la pronunciación de su bebé como guía para decidir qué vocabulario utilizar, mostrándose una tendencia hacia giros que han iniciado los propios niños. 

Las diferencias lingüísticas que ofrece el Ikujigo

La gramática simplificada es una característica de todos los lenguajes de bebés, pero el lenguaje truncado resulta especialmente prevalente en el ikujigo. Es probable que un padre hispanohablante se dirija a su hijo agrupando verbos y nombres, por ejemplo, “es un gato” o “come la galleta”, aunque ese niño no sea capaz de prounciar esas frases todavía. En cambio, en japonés, un padre puede omitir a menudo partículas y modificadores conjuntamente y usar un único nombre o verbo, como onri, para decirle a un niño que se baje de algún lugar, o mogumogu, para que coma. 

Al igual que en el japonés estándar, las palabras honoríficas desempeñan un importante papel en el ikujigo. Las partes del cuerpo son casi siempre lo mismo que las formas adultas combinadas con el prefijo honorífico o-, como en okuchi (boca), omimi (oreja) y ohana (nariz). Otsumu (cabeza) y otete (mano) llevan el prefijo honorífico, pero solamente se utilizan con niños pequeños. An’yo (pie, pies) es una de las pocas excepciones de una palabra corporal ikujigo sin honorífico. Para nombrar a otros niños de la misma edad o más jóvenes se utiliza otomodachi (amigo), mientras que a los chicos y chicas mayores se les denomina onīchan (hermano mayor) y onēchan (hermana mayor). 

Al interactuar con otros niños en el parque o en grupos de juego, las cuidadoras japonesas deben prestar especial atención a la etiqueta y disculparse rápidamente por cualquier metedura de pata que los pequeños puedan cometer. Cuando, por ejemplo, un niño coge un juguete a otro sin permiso, las cuidadoras pueden resolver la situación con una reprimenda, me, versión infantil de dame (no, no se hace), y a su vez dirigir un entrenado gomennasai (lo siento) a la víctima del robo. Un cantarín kashite (¿me lo dejas?) es la forma adecuada de pedir un juguete a otro otomodachi

Un vocabulario apropiado para cada edad

Aunque no es estrictamente ikujigo, existe abundante vocabulario especializado que se asocia al cuidado de los bebés. Oppai es un término general que significa pecho, pero con los bebés se utiliza también para referirse a la leche materna. La leche maternizada se denomina miruku, nombre que proviene de la palabra inglesa milk. Cuando salen fuera, los padres transportan a su bebé en un bebīkā (cochecito) o en una dakko himo (mochila porta bebé frontal), y si el niño está agotado después de un día de juegos, puede pedir onbu (que le lleven a cuestas). 

Es importante destacar que el ikujigo varía según la región. Los ejemplos anteriores son comunes en Tokio y la gran zona de Kantō. Por ejemplo, es probable que una madre de Tokio utilice enko o encho para mandar a su hijo que se siente, mientras que una madre de la prefectura de Ōita en la isla de Kyūshū podría decir chanko. De igual modo, los padres toquiotas utilizarán bacchichi para decir que algo está sucio, mientras que en la prefectura occidental de Shimane seguramente dirán chanai

Algunos argumentan que el uso del ikujigo representa una desventaja para los jóvenes hablantes japoneses porque les obliga a volver a aprender las formas adultas a medida que se van haciendo mayores. Pero hay pocas pruebas creíbles que demuestren que los niños japoneses tengan una desventaja comunicativa. Otros expertos señalan que el lenguaje de bebés simboliza el sistema de valores que subyace en la sociedad: mientras que en muchas lenguas occidentales refleja un sentido cultural de autonomía, la estructura del ikujigo reproduce los valores del orden y la armonía social característicos de Japón. 

Sin entrar en la validez de estos argumentos, la mayoría de los padres de todo el mundo van abandonando gradualmente el lenguaje de bebés a medida que sus hijos van desarrollando su capacidad retórica. Alrededor de los dos años de edad, la necesidad de un léxico sencillo empieza a decrecer cuando los niños pasan a la fase relámpago de la adquisición del lenguaje, como puede atestiguar todo padre que ha visto cómo su bebé repite con entusiasmo uno de sus lapsus lingüísticos. 

Los niños crecen deprisa, y probablemente la mayor semejanza entre el ikujigo y otro lenguaje para bebés es el sentimiento de intimidad y nexo que proporciona tanto al cuidador como al niño. 

(Traducido al español del original en inglés. Foto principal: © Jiji Press Photo)

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