El potencial de la cocina japonesa para los musulmanes

Sociedad Vida

La palabra halal está cada vez más presente entre las empresas japonesas, en especial entre las del sector alimentario y de servicios. Algunos factores que están poniendo de moda el halal son la floreciente industria turística, unos requisitos de visado menos estrictos para muchos países asiáticos con importantes poblaciones musulmanas, y la adjudicación de los Juegos Olímpicos de 2020 a la ciudad de Tokio. En principio esto significa que más restaurantes y hoteles ofrecerán opciones halal y más empresas alimentarias obtendrán certificados halal para sus productos. Las grandes tiendas se han unido también a esta tendencia, ofreciendo entornos aptos para musulmanes, como en el caso de los almacenes Takashimaya, que inauguraron una sala de oración en su sucursal de Shinjuku.

Interés empresarial en alza

En esta coyuntura se celebró el primer foro y exposición internacional en Japón para promocionar el halal. La Expo Halal 2014, celebrada los días 26 y 27 de noviembre en Makuhari Messe, prefectura de Chiba, reunió a agencias de certificación, empresas japonesas que venden productos y servicios con el distintivo halal, y residentes musulmanes en Japón.

Distintas variedades de fideos deshidratados con la etiqueta adhesiva halal en la parte superior izquierda de cada envase. Distintas variedades de fideos deshidratados con la etiqueta adhesiva halal en la parte superior izquierda de cada envase.

En la exposición hubo presentaciones por parte de expertos en iniciativas empresariales halal, pero el plato fuerte fue una feria de productos fabricados en Japón, que permitió a los asistentes experimentar en primera persona el mercado halal de Japón. Entre los expositores había desde empresas que presentaban un número limitado de productos por primera vez hasta empresas veteranas que presumían de tener líneas de producción propia con certificado halal.

Las empresas que operan en el mercado doméstico japonés luchan para afrontar el grave descenso de la población del país, que está poniendo en peligro a la economía, y muchas están considerando seriamente comercializar sus productos en el extranjero. No son pocas las que han empezado a fijar su mirada en los países asiáticos vecinos, pero dado que muchos de estos países cuentan con una numerosa población musulmana (Indonesia en particular es el país musulmán más grande del mundo), la certificación halal ha sido cada vez más necesaria. Un fabricante de fideos deshidratados que participó en la exposición resumió este sentimiento diciendo que: “Una de cada cinco personas del mundo es musulmana. Resulta difícil ignorar un mercado de estas dimensiones”. Esto se ha traducido en un auge de la Nippon Asia Halal Association, una de las cinco compañías japonesas que ofrecen certificaciones halal. Según uno de sus portavoces, la compañía ha experimentado un crecimiento anual del 10 % en su volumen de negocio.

Introducirse en nuevos mercados es un reto mayúsculo para las pequeñas empresas, pero la exposición ofreció a los expositores la oportunidad de presentar directamente sus productos a musulmanes de Japón. “De momento nos centramos en el mercado halal doméstico”, nos contó un empleado de una fábrica de dulces. “Consideraremos la opción de salir al extranjero cuando nuestros productos sean un poco más conocidos”.

El complicado proceso de certificación

El primer paso para expandirse hacia los mercados musulmanes es obtener la certificación. Esto implica que una organización homologada inspeccione instalaciones e ingredientes, además de otros aspectos de producción y transporte, para garantizar que se cumplen los preceptos de la ley islámica. La decisión final la toma un experto en ley islámica o mufti. Las compañías que logran el visto bueno pueden identificar sus productos certificados con una etiqueta halal. Pero una inspección completa puede resultar costosa, y muchas empresas optan por realizar una primera prueba de mercado certificando solo un número limitado de productos la primera vez.

Bizcochitos fabricados con té verde matcha. Bizcochitos fabricados con té verde matcha.

La certificación halal en Japón puede ser un tema complicado que puede requerir una interpretación más amplia de lo que podría suceder en países musulmanes. Un vendedor iraní de bebidas de malta sin alcohol insistió en que los productos son haram, o prohibidos, si el ingrediente objetable estuvo presente en el producto y después fue eliminado, como por ejemplo a través de ebullición o un proceso químico. Sin embargo, una organización certificadora ofreció una opinión distinta sobre el alcohol como haram, diciendo que un producto tradicional como la salsa de soja, que normalmente contiene entre un 1 % y un 3 % de alcohol por fermentación natural, es certificable, ya que la soja no se puede consumir para emborracharse. No obstante, el mirin y el ryōrishu, dos variedades de vino que se utilizan normalmente en la cocina japonesa, no caben en esta interpretación y, por lo tanto, son haram. El distintivo halal queda confirmado por la decisión de un mufti, por lo que al final, depende de esa persona decidir la rigidez o laxitud en la interpretación de lo que es halal.  

Otro interesante aspecto de la exposición fue la muestra de productos que parecen intrínsicamente halal, como café, arroz y té. Pero según un indonesio que visitaba a exposición, en un país no musulmán como Japón no es posible asumir que todo está correcto simplemente consultando la lista de ingredientes. Sobre esta cuestión, un productor de alimentos naturales comentó que “la etiqueta halal da la garantía a clientes musulmanes de que nuestra maquinaria no se utiliza nunca para procesar otros artículos que son haram, como productos que contengan carne porcina”.

¿Una tendencia actual o una necesidad duradera?

Las compañías hablaron largo y tendido sobre la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y muchas lo vieron como una oportunidad única en la vida para mostrar sus productos. Sin embargo, se palpó cierta inquietud respecto a la duración del auge halal y sobre si el mercado doméstico es lo suficientemente grande como para resultar sostenible. Las perspectivas de generación de beneficios fueron un importante motivo de preocupación: solo aquellas empresas que habían realizado importantes inversiones en productos que cumplían con los requisitos halal estuvieron dispuestas a proporcionar un calendario concreto para empezar a generar ganancias. Tal como explicó sin tapujos un fabricante de comida halal preenvasada, “los japoneses se aburren de las modas con bastante rapidez; quién sabe dónde estaremos dentro de cinco o seis años”.

Botellas y botellines de salsa de soja halal junto con un certificado halal enmarcado. Botellas y botellines de salsa de soja halal junto con un certificado halal enmarcado.

La acogida del halal en Japón ha sido una bendición para los musulmanes del país. Tal como contó un visitante de la exposición, “cada vez es más fácil vivir en este país”. Pero todavía no está claro hasta qué punto Japón aceptará productos con el distintivo halal. La comprensión general del Islam en Japón es baja, y el distintivo, que normalmente se presenta en forma de etiqueta, a menudo no combina demasiado bien con el diseño de los envases de los productos.

No obstante, los organizadores esperan que el interés continúe creciendo y que la próxima exposición sea todavía mayor y mejor. Y puede que esto sea así, ya que el orgullo que las empresas japonesas tienen en el lema “fabricado en Japón” significa que continuaran dedicando todos sus esfuerzos para dar a conocer los productos japoneses en el extranjero. Un fabricante de bentōs halal lo resumió de forma clara y concisa: “La comida japonesa es sana y deliciosa. Y por eso queremos que más gente de todo el mundo la disfrute”. 

(Foto principal: Preparación de muestras durante la Expo Halal 2014)

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