El lenguaje honorífico de Japón es algo más que modales

Vida

El físico Richard Feynman (1918-1988), como estudiante de japonés en el Kioto de posguerra, encontró muchas dificultades cuando su profesor le hizo aprender tres palabras distintas para el verbo “ver”. Para invitar a otras personas a su jardín debía utilizar una palabra que expresase humildad, pero cuando pidiese ver los jardines de un templo local, su profesor le enseñó a utilizar una palabra que indicase el debido respeto.

Según contaba el propio Feynman, la primera palabra equivaldría a “¿Le gustaría echar un vistazo a mi pobre jardín?” mientras que la segunda equivaldría a “¿Me permite observar sus bellos jardines con mis ojos?”. Frustrado por la aparente redundancia, Feynman decidió que el idioma japonés no era para él y abandonó su estudio poco después. Tal como le ha sucedido a muchos estudiantes, la complejidad del lenguaje honorífico, o keigo, acabó siendo un obstáculo insalvable para el científico americano.

El lenguaje honorífico abarca una amplia gama de giros en el vocabulario, pero el uso de palabras diferentes para los mismos verbos, como en el ejemplo anterior, es uno de sus elementos más complicados. Aunque en su anécdota Feynman no cita las palabras japonesas a que se refería, la primera debió ser goran ni naru (respetuoso) y la segunda haiken suru (humilde) como complemento al estándar miru. Como es obvio, son palabras totalmente distintas en cuanto a pronunciación, y varios otros verbos comunes tienen también tres formas.

El papel gramatical del keigo

Aunque el relato de Feynman es un útil y divertido punto de partida, tiene también algunos aspectos engañosos. El lenguaje exagerado (“observar”, “con mis ojos”) enmascara el hecho de que a veces los hablantes de otros idiomas escogen también las palabras según la situación, comunicándose de forma distinta según si están conversando con amigos (“¡Mira esto!”) o pidiendo un favor a un extraño (“¿Le importaría echar un vistazo?”). Dado que no existen reglas claras para esto, utilizar la palabra correcta puede resultar también un desafío para personas que están aprendiendo otros idiomas.

Otro punto que cabe destacar es que para quienes lo usan, el keigo es tan solo una forma funcional del lenguaje hablado corriente que carece de la sensación de ritual de las versiones que citó Feynman. En este caso, las traducciones a otro idioma que comunican con mayor exactitud la probable versión japonesa podrían ser bastante similares: “¿Le gustaría ver el jardín?”, “¿Me permitiría ver los jardines, por favor?”. Para los japoneses, el lenguaje honorifico no tiene nada que resulte especialmente sorprendente.

Pero, en cualquier caso ¿por qué tener palabras distintas, si al final todas significan esencialmente lo mismo? Una función a veces ignorada del keigo es que identifica al sujeto, la persona que realiza o va a realizar la acción, de forma inequívocamente clara. Se dice que el japonés es “impreciso” porque el sujeto se omite a menudo, pero cuando no existe la posibilidad de confundir “yo” y “tú” debido al uso de variados matices de lenguaje “humilde” o “respetuoso”, el sujeto resulta innecesario.

Solo hay una forma en que el japonés comunica el mismo tipo de información con un método alternativo. De la misma forma, podríamos también acusar a otros idiomas de resultar imprecisos porque no aclaran sus relaciones de poder y posición con las palabras que utilizan. El lenguaje está buscando constantemente un punto medio entre ser simple pero ambiguo, y preciso pero complejo. Y prescindir del keigo significaría crear interacciones más ambiguas y de más fácil malinterpretación.

Nueva estrategia

La inquietud en Japón por la disminución del uso del lenguaje honorífico y la incapacidad de los jóvenes por utilizarlo de forma correcta aparece con frecuencia en los medios de comunicación. Desde cierto punto de vista, las nuevas generaciones no están aprendiendo el keigo como deberían, o peor aún, en los manuales y la formación que proporcionan las grandes empresas que contratan a jóvenes trabajadores para puestos a tiempo parcial se enseñan formas confusas que incumplen las reglas tradicionales. A esto se le ha denominado baito keigo, o “lenguaje honorífico a tiempo parcial”.

Pero si las grandes cadenas de tiendas de conveniencia y comida rápida enseñan a sus empleados de todo el país a utilizar frases hechas como Kochira ga kōhī ni narimasu para decir “Aquí tiene su café” en lugar de Kochira ga kōhī desu u otra frase más purista, entonces no es de extrañar que esta forma de hablar acabe calando cada vez más en la sociedad. La forma sasete itadakimasu, que ahora se sustituye en multitud de contextos por itashimasu y por otras palabras que significan lo mismo que suru, o “hacer”, es otro ejemplo recurrente.

Para muchos jóvenes japoneses, es en estas situaciones de atención al cliente donde se encuentran con mayor frecuencia con el lenguaje honorífico, a un lado u otro del mostrador. La clara jerarquía de los empleados que se dirigen a los clientes en Japón puede también incentivar la difusión de estas frases. Y aunque parece improbable que el lenguaje honorífico acabe perdiéndose, ya que desempeña una función gramatical clave, tal vez en la próxima generación este nuevo keigo se convertirá en la norma aceptada.

Algunos ejemplos de keigo

SignificadoNormalRespetuosoHumilde
Decir 言う
iu
おっしゃる
ossharu
申す
mōsu
Estar いる
iru
いらっしゃる
irassharu
おる
oru
Hacer する
suru
なさる
nasaru
いたす
itasu
Ir 行く
iku
いらっしゃる
irassharu
参る
mairu
Venir 来る
kuru
お見えになる
omie ni naru
参る
mairu
Ver, mirar 見る
miru
ご覧になる
goran ni naru
拝見する
haiken suru
Oír, escuchar 聞く
kiku
お聞きになる
okiki ni naru
拝聴する
haichō suru
Comer 食べる
taberu
召し上がる
meshiagaru
いただく
itadaku
Dar 与える
ataeru
くださる
kudasaru
差し上げる
sashiageru
Recibir もらう
morau
お受けになる
ouke ni naru
頂戴する
chōdai suru

 

(Foto principal: ¿Está fraguándose el keigo del futuro en las tiendas de conveniencia? Cortesía de Japanexperterna)

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