Cinco fantasmas y duendes

Cultura

Desde los yōkai (seres paranormales) hasta los yūrei (fantasmas), las fábulas japonesas, el kabuki, el arte de fantasmas yūrei-ga, y el manga y las películas de terror modernos están repletos de una infinidad monstruosa de espectros, duendes y espíritus, algunos bondadosos y otros tan espeluznantes que pueden llegar a helar la sangre. Aunque es este potencial de las historias de fantasmas como refrigerante (super) natural lo que les convierte en un entretenimiento popular en los agobiantes meses de verano, hay un yōkai para casi cualquier estación u ocasión. Aquí les presentamos a cinco para que comiencen con su propia “alerta de yōkai”.

Nuppeppō

Nuppeppō, Sawaki Sūshin (1707-1772)

Yōkai en forma de masa gelatinosa que puede encontrarse a veces paseando por las calles en medio de la noche. Si observamos atentamente, entre los pliegues flácidos de su cuerpo puede adivinarse una difusa cara colgante.  

Se dice que el nuppeppō, conocido también como nuppefuhofu y nutsuhetsuhō (la confusión proviene probablemente del trabalenguas de su nombre correcto, sea cual sea) se le apareció una vez al shōgun Tokugawa Ieyasu (1543-1616), quien relató que olía a una cosa parecida a carne podrida. Algunas leyendas aseguran que comer la carne de un nuppeppō proporciona vida eterna, pero para atrapar a uno hay que tener buena suerte: a pesar de sus rechonchas extremidades, son supuestamente rapidísimos.

Kappa

Kappa, Tsukioka Yoshitoshi (1839-1892)

Los kappa son yōkai que viven en el agua y que aparecen en relatos por todo Japón. Su comportamiento puede manifestarse desde meras travesuras hasta actos completamente aterradores como beber sangre humana, devorar niños y arrastrar a personas y ganado hasta los ríos para ahogarlos. ¡Pero no hay que tenerles miedo! Si nos encontramos por casualidad con un kappa mientras paseamos por uno de los muchos canales de Japón, hay varios métodos para escapar de él. Uno es inclinarse para hacerle una reverencia: a pesar de su lado a veces vil, los kappa tienen fama de educados y seguro que devolverán el saludo. Ese gesto les hará desparramar el recipiente de agua que llevan sobre la cabeza y que les da fuerza, tornándose inofensivos. Otra manera es ofrecerles comida, sobre todo pepinos, su alimento favorito (de ahí el nombre japonés del rollito de sushi de pepino, kappamaki). También puede hacerse lo mismo que hacen los jóvenes de la ilustración.

Akaname

Akaname, Toriyama Sekien (1712-1788)

Literalmente “lamedor de suciedad”, esta criatura parecida a un duende merodea por el cuarto de baño, donde utiliza su larga y prensil lengua para lamer la suciedad acumulada a altas horas de la noche. En un probable juego de palabras de su nombre, a este yōkai se le suele describir como un ser rojo de pies a cabeza. Aunque hay quien insinúa que el akaname es el miedo a las visitas al cuarto de baño de noche encarnado en un ser, se dice que existe también la tendencia a utilizar a yōkai inofensivos como este en relatos instructivos o educativos, en este caso como recordatorio de la importancia de limpiar el cuarto baño.

Aonyōbō

Aonyōbō, Toriyama Sekien (1712–88)

Es probable que la mayoría de nosotros no tengamos la costumbre de deambular por edificios viejos y abandonados en lugares remotos. Pero si lo hiciéramos, tal vez buscando refugio en una noche de tormenta, podríamos encontrarnos con este yōkai femenino, sentado apoyando la espalda sobre la puerta. Vestido con ropa elegante pero harapienta, el aonyōbō  se pasa toda la eternidad sujetando un espejo, dándose y retocándose maquillaje frenéticamente, como si esperase a un invitado o a un amante que nunca llega. Si nos acercamos para verle la cara observaremos un rostro desgarrador con unas fauces enormes llenas de dientes negros. Estos seres lastimosos, cuyo nombre proviene de las doncellas de baja condición social de las cortes medievales japonesas, han perdido el juicio por siglos de esfuerzos vanos por tener un aspecto impecable.

Kamaitachi

Kamaitachi (1853), Ryūkansai

¿No les ha pasado alguna vez, descubrir que de repente tenemos un corte en alguna parte del cuerpo, que ha estado sangrando durante algún tiempo, sin acabar de comprender cómo habrá podido ocurrir esa herida? Pues no sería de extrañar que se hubiesen topado con un kamaitachi (literalmente “comadreja segadora”). Este pequeño yōkai con aspecto de mamífero viaja con el viento, y corta la carne de los mortales con sus afiladas extremidades. Aunque normalmente es invisible, el kamaitachi a veces se manifiesta como un demonio en forma de torbellino de polvo o como los cortantes vendavales que asolan las heladas regiones del norte de Japón. Si aguzamos bien el oído, podremos incluso escuchar su fiero grito de batalla.

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