Insectos en el plato, una aventura culinaria

Sociedad Cultura

Que debido a la sobrepoblación podríamos enfrentarnos en el futuro próximo a un problema de escasez mundial de alimentos no es ningún secreto. Que los insectos podrían ser una alternativa nutricional razonable, tampoco. Sin embargo, son pocas las personas que, por el momento, se plantean la posibilidad de incluir bichos en su dieta.

Tampoco sería una innovación culinaria. Hoy en muchas culturas como la tailandesa o la japonesa insectos como el gusano de seda se siguen comiendo en algunas regiones. Para los que quieren expandir sus horizontes gastronómicos, existen eventos como Konchūshoku night, una noche de degustación de insectos celebrada el 15 de febrero en el Shigoto Bar cerca de la estación de Kiyosumi-shirakawa del metro de Tokio.

Couscous de larva de abeja y pinchos de cucaracha argentina

El evento, al que acudieron unas treinta personas, estuvo a cargo de tres auténticas expertas en lo que a cocinar y comer insectos se refiere: Mushimoiselle Giriko, autora de Mushikui nōto (Cuaderno de degustación de insectos, editorial Kanzen, 2013) e investigadora de la cocina con insectos; Miyashita Sei, diseñadora que regenta el bar Kome to Circus (Arroz y circo) de Tokio, en el que ha introducido insectos en el menú; y Hosoi Aya, periodista gastronómica especializada, entre otros temas, en esta peculiar rama de la cocina.

En el menú servido durante la Konchūshoku night se pudieron saborear cinco tipos de insectos.

El plato servido durante este evento se componía de un couscous de larvas de abeja negra (preparado por Mushimoiselle), un tsukudani de saltamontes y gusanos (cocidos en salsa de soja), una ensalada de arroz con cereales y hormigas tejedoras de Tailandia cocidas al natural, y un pincho de cucaracha dubia o argentina con fruta.

“Las larvas de abeja combinan muy bien con el couscous”, explica Mushimoiselle, que recuerda también que el tsukudani de saltamontes y gusano de seda se come tradicionalmente en algunas regiones de Japón. “La cucaracha argentina se sirve bien frita. He probado a combinarla con fruta porque a este insecto le encanta comerla”, nos cuenta.

¿Pero qué ventajas tiene comer insectos, existiendo tantas otras cosas con las que llenar el estómago? Mushimoiselle nos explica que los insectos son una buena fuente de proteínas y aminoácidos. “Se habla de un posible futuro en el que haya una escasez de alimentos por la sobrepoblación mundial. Pero la cuestión no es que no tengamos suficientes alimentos, sino que no podamos acceder a un adecuado aporte de proteínas. Los insectos, al ser una rica fuente de proteínas, son un alimento ideal”.

La cucaracha argentina combina muy bien con la manzana.

La barrera psicológica del primer bocado

Aunque nos explican las ventajas de este alimento, algunas de las personas que participan en el evento todavía lo pasan mal antes de dar el primer bocado. Hosoi Aya nos habla de las ventajas de superar esta barrera psicológica: “Si dejamos de pensar en ellos como seres asquerosos, comprenderemos que también pueden ser un alimento. Si superamos este miedo puede que en el futuro nos ayuden a sobrevivir”.

Hosoi empezó a comer insectos hace unos diez años, en Tailandia, un país en el que se pueden probar en puestos callejeros. “La diferencia la marca el primer bocado. Una vez que lo pruebas, sientes que puedes atreverte con cualquier cosa”. Y habla desde la experiencia: “Algunas de las personas que participan en el evento comenzaron probando del plato de un amigo algo pequeño como una hormiga tejedora, y a partir de ahí fue todo rodado”.

Las redes sociales como Instagram y algunas personalidades del mundo del espectáculo han ayudado a que se popularicen estos eventos en los que se cocinan y comen insectos. Ver a actrices de Hollywood como Angelina Jolie comerlos también ha animado a más personas a probarlos.

¿Llegarán un día los insectos a tener una sección en los supermercados?

Parece aún lejano el día en el que comiencen a venderse insectos para el consumo humano en los supermercados, aunque Mushimoiselle nos asegura que en algunos países esto ya es una realidad. “En Japón, sin ir más lejos, es posible comprar tsukudani de gusano de seda en algunos supermercados de Nagano. En adelante puede que comiencen a venderse también otros insectos”.

El tsukudani de gusano de seda y de saltamontes forma parte de la tradición gastronómica de Japón.

Parece obvio, sin embargo, que esto no va a ocurrir en un futuro próximo. Para cocinar con insectos seguros para el consumo humano las organizadoras del evento recurrieron a la empresa Dubia Japan de Tokio, especializada en la cría de estos pequeños seres. Su gerente, Imai Yoshiaki, nos cuenta que, aunque al principio criaba insectos como alimento para reptiles, ahora también se ha especializado en su cría para el consumo humano.

“Lo más difícil a la hora de criar insectos es controlar el nivel de humedad. Los insectos están mejor cuando hace calor”, nos cuenta. Imai cría especialmente la cucaracha argentina y el gusano de seda, y sus insectos se alimentan de verduras y fruta. “¡Espero poder vender pronto mis insectos en los supermercados!”, nos dice entre risas.

Antes de darnos un festín entomófago, debemos tener en cuenta también algunos peligros. El veneno de insectos como el epicauta no se descompone al cocinarlo al fuego, por lo que puede suponer un peligro mortal para el ser humano. “La mayoría de los insectos son seguros para el consumo humano si se cocinan bien”, nos tranquiliza Mushimoiselle, “pero al igual que ocurre con la carne, no es bueno comerlos crudos”.

Si esta cultura gastronómica continúa expandiéndose en el futuro, puede que llegue un día en el que no nos importe en absoluto encontrar un bicho en la sopa.

Fotografía del encabezado: una nutritiva ensalada de arroz con cereales y hormigas tejedoras de Tailandia.

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