Nakada Yoshiko: cantando al revés

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Nakada Yoshiko, de 87 años, comparte en internet vídeos en los que se la puede ver interpretando temas de una forma única: al revés. Su repertorio es cada vez mayor.

Nakada Yoshiko NAKADA Yoshiko

Nace en 1931 en Taipéi. Aficionada a los palíndromos, en 2008 publica un libro dedicado a su pasatiempo: Nihon zenkoku gotōchi kaibun (Palíndromos locales de todo Japón; editorial Ohta). Además, le apasiona cantar al revés y sube a internet vídeos en los que se la puede ver haciéndolo. En 2012, publica otro libro, en el que recoge sus recuerdos de niñez sobre los kamikazes, con quienes tuvo contacto. Se titula Jūyonsai no natsu: tokkōtaiin no saigo no hibi wo mitsumeta watashi (El verano de mis 14 años: los últimos días de unos kamikazes a través de mis ojos; editorial Field-Y).
Canal de YouTube: https://www.youtube.com/channel/UCZEWrGenvz7zPLCmDS6ebRQ
Sitio web: http://sakasauta.world.coocan.jp/kaibun_4.html

Nakada Yoshiko, de 87 años, reside actualmente en Narashino, una ciudad de la prefectura de Chiba. Los vídeos que sube a YouTube, en los que se la puede ver cantando al revés, están dando que hablar. En ellos aparece tocando un teclado electrónico para acompañar a su voz. Aunque no se entienda absolutamente nada de lo que canta, ella misma se encarga de grabar sus actuaciones y luego reproduce las cintas de casete al revés, de modo que sí se pueda reconocer la melodía y la letra. Nadie se espera que a alguien se le ocurra hacer algo así, de ahí que se haya hablado de ella en televisión y radio en numerosas ocasiones; hasta se ha vuelto famosa. Hace unos tres años que decidió dedicarse en serio a subir vídeos a YouTube, uno al mes: ahora superan la treintena. Si contamos las canciones que aún no ha compartido, su repertorio alcanza el centenar.

Una joven a la que le gustaban los palíndromos y jugar con espejos

“Antes de aprender a escribir, ya me gustaba jugar con palíndromos”, cuenta Nakada. De hecho, nos da un ejemplo: “Okaasan no okusuri, yoku kiku yo” (Las medicinas de mamá son efectivas). En esta frase, el palíndromo se encuentra al final, en “yoku kiku yo”. “Disfrutaba jugando con espejos. Iba dando vueltas por casa con uno en la mano. En él se reflejaban las lámparas que colgaban del techo, por ejemplo, y yo iba pasando por encima de ellas. Me parecía divertido, no hacía otra cosa”, prosigue.

Nakada nació en Taipéi, la capital taiwanesa, en 1931 y era la sexta mujer de diez hermanos. Su familia era wansei, término con el que se denominaba en Japón, tras la Segunda Guerra Mundial, a los nacidos en el Taiwán bajo dominio nipón que habían decidido regresar al archipiélago japonés. De pequeña, tenía problemas de salud, de ahí que pasara bastante tiempo en casa antes de comenzar sus estudios en la Escuela Primaria Kensei. Cuando no se encontraba lo suficientemente bien como para jugar con espejos, le gustaba mirar por la ventana y disfrutar de los atardeceres color vino característicos de los lugares meridionales, esperando que en algún momento apareciera una bandada de murciélagos que trazara formas misteriosas con su vuelo. Esas vivencias hicieron que desarrollara un gusto por lo extraño y se volviera una persona curiosa por naturaleza.

Un viaje a Hawái, el inicio de su interés por las canciones al revés

Cuando rondaba los cincuenta años, Nakada se volvió una apasionada de los palíndromos, tanto que enviaba propuestas a los periódicos prácticamente cada semana.

“Allá por 1985 había un programa de televisión que tenía un concurso; consistía en encontrar a mujeres que hicieran cosas curiosas, y el primer premio era un viaje a Hawái. Estaba decidida a conseguirlo, así que hice un palíndromo larguísimo y me presenté. Al jurado y al público les gustó, pero perdí igualmente. Al final eligieron a gente que se pudiera poner delante de la cámara, como una mujer que hacía kickboxing y otra que había ganado un concurso de comer helado rápido”, recuerda Nakada.

Nakada Yoshiko cantando al revés.

Es posible que los palíndromos sorprendan a quienes los leen, pero hacerlos no se considera una habilidad digna de salir en televisión. Además, según Nakada, a los niños les encantan, pero entre los adultos suele haber tanto aficionados como detractores.

“Estaba decepcionada por el resultado y me iba a ir a casa, pero un responsable del canal de televisión me paró por el camino. Al parecer, le había llamado la atención que en mi currículo hubiera puesto que era profesora de música; me preguntó si sería capaz de mezclar los palíndromos y la música y cantar al revés. Por dentro, me decía a mí misma que no, pero le contesté, con una sonrisa en la boca, que sí”, explica.

A Nakada le estaban dando la oportunidad de volver a presentarse al concurso con una idea que a ella no se le había ocurrido. Tenía tres días para prepararse. Interpretar la melodía le resultaba fácil, pero la letra se le resistía.

“Había elegido Chatsumi, una canción infantil. Durante tres días, con sus consecuentes noches, pensé en cómo podría cantarla al revés para que quedara natural, pero no estaba convencida de que sonara bien. Ya estaba decidida a contactar con el canal de televisión para pedirles disculpas y decirles que no podría hacerlo. En ese instante, me dije a mí misma en voz alta que estaba cansada. Pronunciar esas palabras me sirvió para darme cuenta de que conseguiría hacerlo bien si, en lugar de centrarme solo en las sílabas, cuidaba la manera de cantar las consonantes”, revela Nakada.

El secreto de Nakada para cantar al revés bien reside en escribir las letras de las canciones en alfabeto latino. De ese modo, consigue pronunciar bien hasta las consonantes.

Nakada quedó primera en el concurso y pudo disfrutar de ese viaje a Hawái que tanto ansiaba.

Nakada utiliza una aplicación para teléfonos inteligentes con la que comprueba si las canciones al revés suenan bien.

La música popular que escuchaban los kamikazes

Su relación con la música se remonta a su infancia, en Taiwán. Cuando estudiaba quinto de primaria, entró en el coro de una emisora de radio de Taipéi. En 1944, en plena Guerra del Pacífico, comenzó sus estudios de secundaria en un centro femenino. El año siguiente, el Ejército de Estados Unidos llegaría a Okinawa y aumentarían los ataques cometidos por kamikazes de diferentes partes del territorio taiwanés. En aquella época, el restaurante Umeyashiki, en Taipéi, servía de alojamiento a estos pilotos mientras esperaban a ser convocados.

Un día, el dueño del restaurante le pidió al padre de Nakada que le enviara a tres de sus hijas para que conversaran con los kamikazes. Su madre se opuso firmemente, pero la propia joven, movida por la curiosidad que siempre la había caracterizado, le rogó que la dejara hablar con ellos. Al final, accedió a que fuera a partir del día siguiente, con la condición de que no les sirviera alcohol. Ese acontecimiento tendría una gran repercusión en Nakada en los años venideros.

Fotografías de la vida de Nakada en Taiwán y recuerdos que le dejaron los kamikazes.

A uno de los pilotos le gustaba escuchar música popular en un reproductor portátil. Esas canciones repercutirían en el gusto por la música que desarrollaría posteriormente Nakada.

“A medida que se recrudecía la guerra, cada vez era más difícil escuchar música occidental. Sin embargo, a uno de los pilotos le gustaba la música y conseguía algunas canciones. Me invitaba a escucharlas con él. La música clásica siempre ha formado parte de mi vida, pero creo que lo que escuché en aquella época me marcó especialmente”, relata.

Sorprende que, en su canal de YouTube, haya muchas canciones actuales, algo que no suele ser frecuente en gente de la edad de Nakada. Es posible que aquel contacto con los kamikazes cuando faltaba poco para que terminara la guerra sirviera para que, a día de hoy, siga disfrutando de música de diversos géneros.

Partituras y listado del repertorio de Nakada, que incluye un centenar de canciones.

El perfeccionamiento de las canciones al revés

En febrero de 1946, la familia de Nakada renunció a la práctica totalidad de su patrimonio y regresó a Japón.

“Tenía muy claro que quería ir a una universidad de música cuando volviera a Japón. Sin embargo, éramos diez hermanos, así que no disponíamos de la solvencia suficiente. Acabé trabajando de profesora de música en una escuela primaria, aunque tenía dudas. En esa época, comencé a cartearme con uno de aquellos pilotos que había conocido en Taipéi. Acabamos casándonos”, explica Nakada.

Cuando su hijo empezó la escuela primaria, Nakada se apuntó a clases de piano y se sacó un certificado para poder enseñar a tocarlo. Posteriormente, comenzó a dar clases en su domicilio. Quisimos preguntarle qué es lo que la anima a seguir tan dedicada a cantar al revés.

“Siempre me ha gustado lo extraño, como cuando de niña me encantaba jugar con espejos. Por eso, quería profundizar en lo que consiste en cantar al revés. Eso me ha llevado a sentir interés también por las melodías al revés. Mi objetivo es, pues, perfeccionar lo que hago. Quiero llegar a ser tan buena que la gente llore de emoción cuando escuche la reproducción de las canciones que interpreto al revés”, concluye Nakada.

Imagen del encabezado: Nakada Yoshiko
Fotografías: Nagasaka Yoshiki
Vídeo: Noguchi Kaori

(Traducción al español del original en japonés, escrito por Takahashi Ikutomo, de la redacción de nippon.com)

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