Ecología a la japonesa en la vida diaria

¡Protejamos el monte Fuji!

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Aunque su majestuosa silueta es el orgullo de Japón, no podemos ignorar por otra parte que existe un problema con la basura que se acumula al pie de la montaña. Para que el Fuji permanezca como símbolo y lugar espiritual de todos los japoneses, no debemos escatimar esfuerzos en preservar su medio ambiente.

El 22 de junio de 2013, durante la reunión del Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO celebrada en la capital de Camboya, Phnom Penh, se decidió finalmente incluir el monte Fuji en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad. Japón ratificó en 1992 la firma de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. Desde entonces, se había esperado el reconocimiento del Fuji como tal. Detrás del hecho de que hayan transcurrido más de veinte años hasta su inclusión, la realidad es que Japón vino solicitando desde el comienzo que fuese registrado como Patrimonio Natural y llegó a abandonar la idea pasados algunos años.

El Fuji es el monte más alto de Japón con una silueta majestuosa. En cambio, fueron incluidos antes en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad otros estratovolcanes de gran tamaño que existen en el mundo, como el Kilimanjaro (Tanzania) o el Ngauruhoe (Nueva Zelanda). Era lógico poner en duda si el monte Fuji poseía un valor natural que alcanzase al de aquellos volcanes. La principal argumentación contra su reconocimiento como Patrimonio Natural era que había sido explotado en exceso. Además, otro de los problemas era la acumulación de basura y de excrementos.

¿Qué es el “río blanco” que se extiende desde la cumbre de la montaña?

Hubo un giro en el problema de la basura y los excrementos en el monte Fuji a partir del año 2005. Pero antes de ese cambio, los albergues y los baños públicos repartidos por las distintas rutas eran utilizados por todos sin ningún tipo de control. Por aquel entonces se utilizaba la expresión “río blanco” para señalar los excrementos y el papel higiénico que se encontraban esparcidos desde la cumbre y por todo el monte, dejando un intenso hedor.

En esa época los montañeros no eran muy conscientes de los problemas que generaba la basura, no pensaban en la huella que dejaban al arrojar allí sin más una lata vacía o una colilla.

Incluso había basura flotando en el manantial “de los espíritus” al fondo del Santuario de Sengen (también conocido como de Asama). Hasta el quinto nivel, los electrodomésticos, bicicletas, coches y toda clase de basura de gran tamaño y de vertidos ilegales se acumulaba en los márgenes.

Cuando observamos el Fuji desde la distancia, nos invade un sentimiento de reverencia. Pero al adentrarnos en su seno y perder de vista su silueta, nos comportamos de forma caprichosa e irresponsable con nuestra “montaña sagrada”. Hace apenas diez años la moral de los japoneses era laxa respecto a este asunto. Dudo que por aquel entonces los japoneses que ensuciaban la montaña albergaran un sentimiento de amor hacia el Fuji.

Grandes operativos de limpieza de ciudadanos voluntarios

Algo de lo que estoy agradecido es de encontrar a personas que aman el monte Fuji de verdad. Desde antes de que se hablara de la inclusión del Fuji en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad, muchos vecinos de la localidad se organizaban para limpiar y proteger este medio natural. Por ejemplo, para proteger el entorno del Fuji se fundó en 1998 la ONG El Club del Fuji-san, que hoy supera los 6000 voluntarios y continúa organizando jornadas de limpieza más de sesenta veces al año. La basura recogida alcanza cada año las decenas de toneladas (en 2009 se recogieron 57 toneladas). En este tipo de movimientos participan tanto empresas como centros educativos, además de todo tipo de asociaciones, con voluntarios de todas las edades, tanto niños como personas mayores.

El Club del Fuji-san ha contribuido de manera esencial para eliminar el “río blanco” del que hablaba anteriormente. Bajo el título “Proyecto para la renovación de los inodoros del Fuji-san”, desde 2000 hasta 2002 han trabajado para instalar inodoros de compostaje. Se trata de un mecanismo que utiliza serrín de cedro en el excusado, y permite convertir las deposiciones en estiércol a través de la acción de microorganismos. Incluso bajo las inclemencias del tiempo propias del Fuji, han continuado realizando mejoras, cambiando inodoros gracias a la colaboración de los albergues repartidos por la montaña.

Gracias a estas acciones constantes, el problema de la basura y los excrementos se ha ido resolviendo paulatinamente. Las administraciones también han contribuido subvencionando la instalación de inodoros de compostaje en los establecimientos de la montaña, y realizando campañas de relaciones públicas. Gracias asimismo a que los alpinistas están cada vez más concienciados, actualmente se ha eliminado prácticamente toda la basura más allá del quinto nivel.

¡Podría ser eliminado de la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad!

Por desgracia, sigue habiendo basura y vertidos ilegales al pie del monte. No se puede afirmar que esté suficientemente preparado para recibir a los alpinistas que acceden durante la temporada alta de verano. Con ocasión del reconocimiento del Fuji como Patrimonio de la Humanidad acudirán en tropel más montañeros, y será inevitable que surjan problemas difíciles de resolver.

Ōkawa Shin’ichi , de la Sección de Conservación de la Naturaleza de la Oficina de Medio Ambiente de la Prefectura de Shizuoka, afirma que “el objetivo no era el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad, sino avanzar hacia la protección del entorno del monte Fuji. Me gustaría que con ocasión de la inclusión en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad se reflexionase sobre la toma de conciencia y la moral para la protección del medio ambiente”.

Debido al aumento del número de montañistas las prefecturas de Yamanashi y Shizuoka han decidido poner en periodo de prueba a partir de este verano la introducción de una “tarifa de entrada a la montaña” en concepto de tasa para la cooperación en la conservación del medio ambiente. Se ha debatido mucho en cuanto al precio de la misma, y actualmente parece que se va a establecer una tarifa voluntaria de 1000 yenes por un periodo de diez días en la montaña. Según el profesor de la Universidad de Kioto, Kuriyama Kōichi, una forma de disminuir el número de alpinistas sería establecer una tarifa de 7000 yenes por persona. Es necesario debatir esta idea.

Por otra parte, el profesor de la Universidad de Tsuru, Watanabe Toyohiro, que ha participado desde el principio en la conservación del entorno del Fuji y en su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad, asegura que “aunque su inclusión es motivo de alegría, me preocupa que haya excesivo alboroto. Además del problema de la basura, hay muchos otros problemas como las medidas de seguridad necesarias para los montañistas, la preservación del paisaje, o la disuasión de las explotaciones en el entorno. La UNESCO ha indicado especialmente que se deben tomar medidas sin demora alguna para unificar la conservación y la administración del Fuji, con la elaboración de un plan de gestión global. También hay casos en los que lugares han dejado de ser Patrimonio de la Humanidad debido a una degradación de su entorno natural. Para evitar que esto le suceda al Fuji es necesario tomar medidas incluyendo la elaboración de leyes”.

El monte Fuji, reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, no representa un patrimonio natural sino cultural. Pero no cabe duda de que la pervivencia de esa cultura ha sido posible gracias a la belleza de su entorno natural. Los japoneses llamamos al Fuji “el símbolo de Japón”, o “el lugar espiritual de los japoneses”. Ahora me pregunto si los japoneses seremos capaces de continuar preservando esta montaña.

Texto =Toya Kōichi
Imagen principal = Oficina de Turismo de Shizuoka

(Traducido al español del original japonés publicado el 24 de junio de 2013)

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