Tradiciones “cool”, modernidad y belleza tradicional

Bonsáis

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El arte de los bonsáis nació para que la gente pudiera admirar de cerca la naturaleza. En la actualidad, que el número de jóvenes aficionados a esta forma de expresión esté creciendo, entre otros factores, pone de relieve que se está volviendo a reflexionar sobre su valor. Hoy hablamos sobre la estética de los bonsáis, que también gozan de popularidad en el extranjero.

En los últimos tiempos, se puede ver cada vez más bonsáis en las ciudades; así, uno puede observar con toda naturalidad estos árboles que caben en la palma de la mano en bazares y restaurantes donde se reúne la gente joven, y en tiendas de decoración de interiores y otros comercios. También podría decirse que hay más personas que los colocan sobre su escritorio en la oficina y los utilizan como instrumento de relajación cuando han estado mucho tiempo frente a la pantalla del ordenador y quieren apartar la vista de ella. Aunque antes se tenía la imagen de que los bonsáis eran un pasatiempo propio de los jubilados, desde hace unos años son más los que disfrutan de este arte de una manera informal, en particular de los bonsáis de menor tamaño(*1), que se han vuelto muy populares.

Normas para disfrutar de los bonsáis

Para disfrutar de los bonsáis, hay que seguir varias normas.

Para empezar, es necesario comprender el significado de la palabra bonsái: bon, maceta de cerámica, y sai, planta. Se trata, pues, de una obra en la que se combinan ambos elementos; de ahí que no consista sólo en mirar el árbol, sino también en la armonía entre éste y el recipiente que lo contiene. Esta relación recibe el nombre de hachiutsuri, y tiene un gran peso a la hora de juzgar un bonsái como bueno. Aquí puede apreciarse una diferencia entre el arte de los bonsáis y la jardinería ordinaria: por ejemplo, a los bonsáis elaborados con un árbol conífero de hoja perenne les van bien las macetas sin esmaltar. Por otra parte, para los bonsáis de árboles como los arces y los olmos, cuyas hojas cambian de color en función de la estación (hamono bonsai), para los que tienen flores (hanamono bonsai), como el ciruelo y el camelio, y para los que dan frutos (mimono bonsai), como los espinos de fuego, es apropiado emplear lustradas macetas barnizadas. Asimismo, es necesario prestar atención al uso de los colores para desarrollar la estética de un bonsái; por ejemplo, combinar un árbol con frutos rojos y una maceta azul.

En segundo lugar, hay que saber que los bonsáis tienen una parte frontal. Se trata de la posición que hace que su valor de apreciación sea mayor. En principio, no importa que las plantas se miren desde delante o detrás, desde la izquierda o la derecha, desde arriba o abajo; sin embargo, los bonsáis están creados teniendo en cuenta hasta el final la forma que presentan desde el frente. Esta parte se decide considerando características tales como la forma en que se extiende la raíz, el diseño del tronco, la forma de las ramas y la postura del árbol; no es invariable, sino que puede cambiar en función del aspecto del árbol. El arte de los bonsáis es un arte plano mediante el que se pueden dibujar paisajes sirviéndose de unas tijeras para podar y de alambre para sujetar y darles diferentes formas a las ramas, a semejanza del pincel cuando se trata de un lienzo.

El rollo desplegable kakemono, las rocas y el bonsái se fusionan y logran crear un mundo.

En tercer lugar, los bonsáis son para apreciarlos en interiores. Se pueden usar como adorno sobre una mesa o un tatami (estera japonesa de paja cubierta con una urdimbre de juncos), o sobre el tokonoma, ese pequeño espacio elevado típico de las habitaciones tradicionales japonesas que se suele decorar con un kakemono (rollo desplegable con pinturas o caligrafía). Recientemente, también son muchos los que los ponen en el salón, en la cocina o en la oficina. Dado que en Japón la costumbre dicta que uno se quite los zapatos antes de entrar a una casa, los bonsáis se cubren de musgo para esconder la tierra de su raíz, y es necesario mantenerlos limpios. No obstante, hay que regarlos varias veces al día y colocarlos de manera que queden expuestos directamente al sol, así que no pueden estar siempre dentro de una habitación.

El verdadero encanto de los bonsáis

"El verdadero encanto de hacer bonsáis reside en que estos sirven para reflejar la naturaleza", explica Yamamoto Junsan, autor de muchos libros sobre bonsáis. "Al contemplar un bonsái maravilloso, surge el yo que mira a lo alto del árbol sin que uno mismo se dé cuenta. Además, se puede apreciar el devenir de las estaciones, la suavidad con que sopla el viento, la inspiración de la tierra y la belleza natural que uno ha visto con anterioridad", añade.

En 1982, el escritor surcoreano Lee O-Young (1934- ) escribió su revolucionario ensayo sobre cultura japonesa The compact culture: the Japanese tradition of "smaller is better" ("La cultura de lo compacto: la tradición japonesa de que ‘lo pequeño es mejor’"). En esta publicación, que redactó en japonés y que fue todo un éxito de ventas en la época, Lee se refiere a la esencia de los bonsáis: "No se trata solamente de mirar un árbol en miniatura, sino también de imaginarse todo el proceso de creación de un árbol en la naturaleza, que se esconde detrás de lo que vemos".

Por otra parte, habla también de los poemas haiku: "Los haikus no son meras poesías cortas; tienen algo peculiar, una estética única que pretende reducir un mundo vago que se extiende ampliamente, que quiere, por así decirlo, crear un pequeño gigante." Sobra decir que esta estética también se puede aplicar a los bonsáis.

Amor incondicional

Se puede decir que los bonsáis son un arte de la naturaleza basado en una estética original; no obstante, para poder entenderlos, es necesario comprender esa estética. Por ejemplo, hay personas que creen que los bonsáis son una manifestación del ego del ser humano. En el ensayo al que nos hemos referido con anterioridad, se puede leer: "los bonsáis son un atentado contra la naturaleza equiparable al vendado de pies que muchas mujeres realizaban tradicionalmente en China para prevenir su crecimiento." ¿Estará su autor en lo cierto?

"No es que no entienda esa forma de pensar, pero para los amantes de los bonsáis es una crítica fuera de lugar, ya que profesan un amor incondicional por los árboles que ellos mismos han cuidado", explica Yamamoto.

"El cuidado de bonsáis se parece a la formación de atletas con potencial. Especialmente, se necesita más trabajo para cuidar de los bonsáis que brotan de una semilla que de aquellos que se hacen con injertos o esquejes, que tienen mayor posibilidad de heredar buenas cualidades de las plantas originales. De 1.000 plantones, sólo uno o dos llegan a convertirse en bonsáis de primera. Cuando uno encuentra un árbol con potencial, se entrega completamente a su cuidado, y va perfeccionándolo hasta dar con la forma deseada, intentando que las tijeras de podar y los alambres no afecten a su vitalidad; esto no es posible con un árbol que no tenga potencial. Los árboles con potencial son también árboles que responden a las esperanzas de los amantes de los bonsáis que son exigentes. Si uno no es capaz de entender esto, puede tener la impresión de que se los está maltratando; sin embargo, lo que ocurre es que uno se dedica en cuerpo y alma a ese árbol, hasta tal punto que es la única cosa en la que piensa, despierto o dormido", cuenta emocionado.

La popularidad de los bonsáis va en aumento

En los últimos años, el número de amantes de los bonsáis en el extranjero no ha hecho sino aumentar. Según la Organización de Comercio Exterior de Japón (JETRO), el valor de las exportaciones de bonsáis y arbustos de jardín en 2011 alcanzó los 6.700 millones de yenes, la mayor cifra de la historia. En esta década, ha aumentado diez veces; los principales países a los que se exporta son China, Italia, Holanda, Vietnam y Estados Unidos. Mientras que en Asia se los considera un símbolo de la clase pudiente, parece que en Europa y América del Norte han echado raíces en la decoración de interiores. En Italia, que particularmente destaca como nación apasionada por los bonsáis, hay incluso escuelas de formación profesional, museos y revistas especializados. Qué paisajes tendrán en mente los extranjeros amantes de los bonsáis cuando se dedican con esfuerzo a su cuidado...

Fotos cortesía de Yamamoto Junsan

(Traducción al español del original en japonés)

(*1) ^ El tamaño de los bonsáis se determina en función de su altura, que se mide desde el margen superior de la maceta hasta el extremo de su copa. Así, se consideran bonsáis grandes los que tienen 60 cm o más, medianos los que tienen entre 25 cm y 60 cm, y pequeños los que tienen menos de 25 cm. Además, existen minibonsáis, con menos de 10 cm, y los llamados "bonsáis judía" (mame bonsai), menores de 7 cm.

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