Tradiciones “cool”, modernidad y belleza tradicional

Obis con bordados palestinos: el reto de Yamamoto Maki

Cultura

Yamamoto Maki se enamoró de la vistosidad de los bordados tradicionales de Palestina y se propuso incorporarlos en los obis de los kimonos japoneses. Se desplazó a los Territorios Palestinos, donde aprendió de las artesanas locales, además de pensar en la forma de hacer que las mujeres que viven en esta zona en conflicto puedan ganarse la vida.

Piezas de artesanía únicas en el mundo que se elaboran en cinco o seis meses

El 11 de mayo de 2017, la residencia del embajador palestino en Japón, situada en Gotanda, Tokio, albergó una exposición privada de obis elaborados con las técnicas de bordado de Palestina. Entre los invitados a la cita, una veintena, figuraban personas de nacionalidad japonesas interesadas en este acto y cónyuges de diplomáticos de distintos países. Maali Siam, esposa del embajador palestino, y Yamamoto Maki, impulsora de la iniciativa artesanal y representante de la organización Intercambios Culturales Internacionales Japón (ICEJ, por sus siglas en inglés), asistieron a la cita ataviadas con sendos kimonos, que los asistentes elogiaron por su belleza.

Los diseños, con motivos tradicionales de la vestimenta propia del folclore palestino, son innovadores, pero su uso en un obi no resulta nada extraño. "Los colores son pálidos, por lo que los obis combinan muy bien con los kimonos. Se trata de artículos únicos en el mundo, piezas de artesanía por las que merece la pena pagar, independientemente de lo que cuesten", comentó una mujer de nacionalidad alemana que asistió a la exposición.

Las artesanas de Palestina los elaboran íntegramente a mano y tardan entre cinco y seis meses en terminar uno de estos obis. A día de hoy, solo existen siete piezas. Su precio, que varía en función del diseño y el número de colores, se sitúa a partir de unos 200.000 yenes. Se fabrican únicamente por encargo. Al parecer, la dueña de un restaurante de larga tradición situado en Kioto ha realizado un pedido.

Obi con bordados palestinos elaborado a petición de Yamamoto Maki. El diseño se ha realizado pensando en la combinación de los motivos tradicionales de la vestimenta propia del folclore de Palestina con colores que casen con las prendas de vestir japonesas. Samia, una artesana de grandes habilidades que vive en las afueras de Ramala, en Cisjordania, se encargó de su elaboración, íntegramente a mano y con puntos de cruz de un detalle increíble.

Vida en pleno conflicto bélico

Yamamoto Maki se enamoró de los bordados palestinos en 2013, durante un viaje organizado por la Autoridad Palestina al que la esposa del embajador palestino en Japón, Maali Siam, le aconsejó apuntarse. Desde que la conoció en Tokio, Yamamoto ha ido cultivando un profundo interés por la tierra natal de Siam, que se ha ido desarrollando conforme ambas iban entablando una gran amistad gracias a su participación en actividades benéficas relacionadas con Palestina, entre otras oportunidades.

En el viaje organizado, Yamamoto visitó Jerusalén y Cisjordia; estuvo en Belén, lugar de nacimiento de Jesucristo. Además, pudo tener contacto directo con aspectos de la vida cotidiana de los palestinos totalmente desconocidos en Japón, con la abundante naturaleza de la zona, las ciudades llenas de actividad y los platos de la gastronomía local elaborados en función de la estación. La japonesa, que estudia nihonbuyō –danza tradicional japonesa–, practica la ceremonia del té y, por lo tanto, está habituada a ponerse kimono, quedó prendada de la vistosidad de los bordados palestinos.

"Los motivos representan animales y plantas presentes en la vida cotidiana de los agricultores y nómadas; cada diseño cuenta una historia. Me enamoré a primera vista de su belleza y de la calidad y la calidez propias de los bordados a mano", confiesa Yamamoto.

También pudo ver la realidad de una zona en conflicto cuando estuvo en Bilʼin, una aldea de la región occidental de Cisjordania. En sus inmediaciones se encuentra un asentamiento judío, de ahí que se celebraran a diario manifestaciones contra el colonialismo israelí. Yamamoto se acercó a ver una de estas protestas.

"Escuchamos un estruendo y vimos como un carro de combate israelí lanzaba bombas lacrimógenas. Yo misma inhalé esos gases; tuve miedo. Los periodistas de la zona tenían los ojos completamente rojos e informaban de lo que estaba sucediendo mientras les caían lágrimas. Sin embargo, una vez alejados de la zona de la protesta, comprobamos que hay gente de vida apacible. Cuando vi a los palestinos, que protegen su vida holgada a pesar del colonialismo, pensé: "Me gustaría colaborar con esta gente".

Yamamoto Maki.

Un año después, Yamamoto se fue del fabricante de cosméticos para el que había trabajado durante una década. En la actualidad, fomenta los intercambios culturales internacionales, principalmente con países y territorios con los que los japoneses apenas mantienen vínculos. La fabricación y la venta de obis con bordados palestinos forma parte de estas iniciativas. "La situación de Palestina es grave y, aunque las actividades de las organizaciones internacionales, los distintos Gobiernos y las ONG cobran importancia, me propuse hacer negocios en colaboración con la gente de allí dentro del sector privado", explica Yamamoto.

Unificando las técnicas palestina y japonesa

Yamamoto decidió asociarse con Inash al Usra, una organización local sin ánimo de lucro que se dedica a la formación profesional de las mujeres palestinas. La sección encargada de los bordados elabora productos de primera calidad desde hace más de cincuenta años. Los hacen mujeres que viven en aldeas agrícolas, de ahí que la entidad apoye la independencia económica de este colectivo.

Kawther, una de las mujeres que borda para Inash al Usra. Reside en las afueras de Ramala, en Cisjordania (imagen cortesía de ICEJ).

En cuatro años, Yamamoto ha estado en Palestina en más de una decena de ocasiones. Cuando visita las aldeas en las que viven las artesanas, en las afueras, lo hace en kimono. "Se alegraron de que les enseñara cómo ponerse el kimono y el obi, y, por ello, accedieron a participar en esta iniciativa. Espero que la valoración positiva por parte de los japoneses, un pueblo tan alejado, sirva para que estas mujeres se sientan más orgullosas de su trabajo y de su cultura", señala.

En ocasiones, Yamamoto riñe con el personal de Inash al Usra. "Muchas veces ocurre que el producto no se corresponde con lo que se había pedido. Al principio, me resignaba y lo compraba igualmente, pero me acabé dando cuenta de que así ninguna de las dos partes salía beneficiada, de modo que adopté una actitud severa y decidí no aceptar los artículos que fueran diferentes del encargo", explica. Para que queden satisfechos los consumidores japoneses, que son selectivos, no se hacen concesiones.

Los obis con bordados palestinos son de algodón en su exterior, mientras que para su interior se emplea seda de Nishijin; un grupo de artesanos japoneses los cose a mano. La máxima es elaborar productos de primerísima calidad que rezumen belleza incluso en los elementos que no se ven, gracias a la colaboración de los artesanos de Palestina y Japón; cada parte explota sus habilidades.

"Me entraron ganas de ir allí tras escuchar las historias de Yamamoto", Ueki Yoshimi, maestra de primera categoría en el arte de coser kimonos. Ueki desconocía la realidad del conflicto en Palestina y se sorprendió de las maravillas de la artesanía local. Aquí la vemos con un obi de doble tejido (imagen cortesía del Centro de Arreglos Matsukawa).

Takaoka Toyoko viste de kimono a Maali Siam, esposa del embajador palestino en Japón. "El kimono, aunque cubre todo el cuerpo, muestra el lado más femenino de una mujer. Permite hacerse una idea de su belleza interior, afirma Takaoka.

Apoyo a la formación profesional y a la independencia de las mujeres

Yamamoto se plantea ahora poner en marcha un proyecto de formación de maestras del bordado en Palestina. El trasfondo de la iniciativa reside en el problema del envejecimiento de las mejores artesanas y en la falta de personas que tomen el relevo. El plan tiene por objetivo que jóvenes costureras se dediquen a la elaboración de obis que no han de ser de primera calidad y facilitarles así un trabajo y la posibilidad de mejorar su técnica. Además de preservar la cultura, se busca apoyar la independencia económica de las mujeres palestinas.

Yamamoto considera de importancia conservar ambas culturas ahora que está cambiando el modelo de vida tanto en Japón como en Palestina y son cada vez menos los palestinos que bordan y los japoneses que usan kimono. "La mezcla de tradiciones crea nuevos valores. Me gustaría ir haciendo más piezas bellas y lograr que los japoneses sientan interés por Palestina gracias a estos obis bordados", afirma.

Los obis tienden puentes entre Japón y Palestina. Estas mujeres tienen la mirada puesta en algo más allá de las manos que trabajan los bordados.

Texto: Watanabe Maho (de la sección de árabe de Nippon.com)
Imágenes: Suzuki Aiko

Para recibir más información sobre el proyecto de obis con bordados palestinos de ICEJ, se puede contactar con la organización a través de su correo electrónico: info@icejinc.co.jp.

(Traducción al español del original en japonés)

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