Festival Internacional de Literatura de Tokio

Junot Díaz: escribiendo el pasado, moldeando el futuro

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Junot Díaz, uno de los escritores en lengua inglesa más apasionantes de nuestra época, lleva encontrando la inspiración desde hace mucho tiempo en la cultura popular japonesa. Durante su visita a Tokio para asistir al primer Festival Internacional de Literatura, habló sobre su amor por Japón y el alcance que las novelas japonesas y el manga han tenido como inspiración para su obra.

Enamorarse de Tokio

La maravillosa vida breve de Óscar Wao, novela con la que Junot Díaz ha ganado el Premio Pulitzer, aborda las peripecias de tres generaciones, y se desarrolla desde las aldeas y los campos de caña de azúcar de Santo Domingo hasta las calles abarrotadas de inmigrantes de Nueva Jersey. Cuenta la historia moderna de la República Dominicana y de su diáspora intercalando hechos históricos, fábulas y dramas sobre la llegada a la mayoría de edad en una embriagadora mezcla de estilos y registros. La trama gira en torno a un joven “friki de gueto” obsesionado con los juegos de rol, El señor de los anillos y los cómics japoneses; está narrada a través de una estremecedora voz políglota que mezcla al libre albedrío el inglés y el español, y una sorprendente cantidad de japonés.

Uno de los personajes tiene “los ojos grandes y redondos característicos del manga”. En un flashback se pueden ver zonas rurales de la República Dominicana en la época en la que “las ciudades todavía no se habían metastatizado en kaiju, amenazándose las unas a las otras con remolinos abarrotados de chabolas humeantes”. El ávido deseo de una joven mujer de encontrar el amor “se ha doblado como una katana forjada hasta que finalmente es más afilada que la verdad”. Una chica callada y tímida aparece “quieta como el teatro noh”.

Las referencias a Japón y a su vibrante cultura popular no son fruto de la casualidad. El autor es un enamorado confeso de Tokio y visita este país asiduamente. En un ensayo que publicó en la revista Newsweek poco después del maremoto de marzo de 2011, Díaz escribió sobre su amor por la capital nipona: “Las alarmas y pitidos símbolo de su modernidad... Su escala, abrumadora e imposible... Los castillos y los templos, y las tribus urbanas que se reúnen... los fines de semana”. Recientemente, ha vuelto a la ciudad para asistir al primer Festival Internacional de Literatura de Tokio.

Díaz charla con Wataya Risa, ganadora del Premio Akutagawa.

Díaz participó activamente durante los tres días del festival; conquistó al público con su humor despreocupado e ingenioso, su inteligencia aguda y voraz, y el entusiasmo contagioso que obviamente sentía por estar de vuelta en Japón. Intervino en tres animados coloquios con escritores japoneses, en los que se habló sobre temas como el amor, la masculinidad y las representaciones culturales del futuro. Además, tuvo la oportunidad de dialogar con uno de sus ídolos, el dibujante de manga Urasawa Naoki, experiencia que calificó como “la culminación de un sueño”.

En un coloquio denominado “The Otaku's Guide to Love” (Guía sobre el amor para otakus), en el que lo acompañaron su traductor al japonés, Tokō Kōji, y la novelista Wataya Risa, la persona más joven galardonada con el prestigioso Premio Akutagawa, Díaz le recordó al público que su interés por la cultura popular japonesa no era raro. “Es importante recordar que para cierta generación de chavales que se crió en Estados Unidos, la cultura popular japonesa fue un punto de partida, una parte importante de nuestra imaginación de grupo. Muchos aspectos de lo que podría denominarse la “cultura blanda” de Japón se hicieron un hueco en nuestros sueños de infancia. Los dibujados animados estadounidenses eran malísimos. Si tenías diez años y veías Scooby Doo, te entraban ganas de pegarte un tiro. Ver algo como Acorazado Espacial Yamato, conocido en inglés como Space Battleship Yamato (serie de dibujos animados cuyo título original es Uchū Senkan Yamato), donde existe una historia global con continuación, nos parecía muy sofisticado. El anime y el manga nos hacían sentir como si estuviéramos en un sueño.”

“Soy un gran fan de Urasawa Naoki”

Haciendo clic se puede ver el vídeo de Junot Díaz y Urasawa entre bastidores tras su charla.

Díaz recordó que “la emoción fue lo que le atrajo del anime y el manga, pero decidió ‘quedarse’ por las historias secretas de naciones escritas en formatos populares.” En su charla con Urasawa Naoki, autor de cómics tan exitosos como Monster, 20th Century Boys y Master Keaton, explicó que “no dialogamos sobre lo que más tenemos que dialogar.” Según el novelista, uno de los principales atractivos de la obra de Urasawa es la manera en que se adentra en el corazón de la sociedad y se enfrenta a problemas que la mayoría de la gente preferiría ignorar. “Son las formas de arte tradicionalmente menos respetadas las que abordan estos temas. Las elites culturales califican el manga usando términos simplistas; sin embargo, trabajos como Monster examinan los peores capítulos de la posguerra, la historia de la Guerra Fría. Uno puede aprender más sobre el Japón contemporáneo con las obras de Urasawa que con las de alguien como Murakami Haruki.”

Durante el Festival Internacional de Literatura de Tokio, el moderador, Enjoe Toh, escritor recientemente galardonado con el Premio Akutagawa, presenta a los dos participantes en el coloquio.

El primer contacto de Díaz con Japón se remonta a su infancia en la República Dominicana. Muchos de sus vecinos y amigos pertenecían a familias de inmigrantes japoneses que habían llegado a la isla en los primeros años de la posguerra.

“A principios de los cincuenta, unos 10.000 japoneses pasaron por el puerto de Santo Domingo camino de varios países de América del Sur tras la firma del Tratado de San Francisco. Estos inmigrantes llegaron con historias traumáticas a sus espaldas justo en la mitad de la época de Trujillo. Les quitaban los pasaportes, así que prácticamente vivían esclavizados. Les habían prometido trabajo en granjas, pero acabaron siendo engañados por Trujillo y abandonados por su propio gobierno. Cuando yo era un niño, todavía había personas de esta generación en Santo Domingo. Casi todos procedían de zonas rurales —recuerdo que muchos eran de la prefectura de Yamagata—; la mayoría sólo había visto Tokio una vez, de pasada en su viaje para salir de Japón. Nos parecía que representaban la experiencia de todo el pueblo dominicano: habían vivido en dos años lo que nosotros en treinta. Incluso para mí, que todavía era un niño, estaba claro que esa gente huía de algún tipo de calamidad, algo que tenía sentido para nosotros, ya que en el Caribe somos hijos de una calamidad sin fin.”

 Traumas, recuerdos y esperanzas de futuro

En la República Dominicana, del mismo modo que en Japón tras la guerra, una generación entera quedó traumatizada por lo vivido. “Y cuando la gente está traumatizada quiere olvidar. Uno no tiene motivación alguna para pensar en el pasado. La gente dice: “lo pasado, pasado está”. Sin embargo, cuando era niño, me di cuenta de que aquello era mentira. El pasado perdura, así que una parte de ti quiere ser testigo de ello. Recuerdo que mis padres temblaban de miedo cada vez que veían una foto de Trujillo. Siento que es mi deber transmitir ese mensaje a la siguiente generación. Me atraen temas que la gente no quiere abordar. Formo parte de la generación que creció después de Trujillo. Sufrimos todas las consecuencias, pero sabíamos poco al respecto. La gente quería olvidar.”

En un coloquio en Tokio con el escritor japonés Furukawa Hideo y el novelista británico afincado en la capital nipona David Peace, Díaz recordó cómo el manga y el anime habían representado para él el futuro durante su infancia. “Cuando era niño, Tokio era el futuro. En esa época, en Estados Unidos se temía que Japón nos devorara; sin embargo, al mismo tiempo, existía cierta admiración: ojalá pudiéramos hacerlo así... Existía toda una corriente discursiva acerca de que Japón era el futuro.”

De izquierda a derecha: Deborah Treisman (The New Yorker), David Peace, Furukawa Hideo y Junot Díaz.

Durante la charla con Urasawa, Díaz reflexionó sobre cómo han cambiado las cosas, y subrayó la importancia de las versiones imaginativas del futuro como la que ofrece Urasawa en sus mangas: “A los de mi generación siempre se nos decía que pensáramos en el futuro; todos nuestros juguetes eran futuristas (cohetes, robots...). Por el contrario, para mi hermano pequeño, 20 años menor que yo, el futuro es algo a lo que le tiene miedo. Le preocupa no poder encontrar trabajo, o no poder comprarse una casa. Sin embargo, pensar en el futuro es como un músculo. La sociedad da alas para que no se ejerciten esos músculos, para que se viva el presente. Uno es manipulable si no tiene nada con lo que comparar; no puede soñar con cosas mejores. Pensar en el futuro, y en el pasado, es lo que nos permite enfrentarnos a la autoridad.”

Algunos participantes en las discusiones expresaron su preocupación sobre el Japón contemporáneo: el país es cada vez más introvertido, y existen indicios alarmantes de que los jóvenes están perdiendo valentía y ambición en masa. Muchos de los asistentes querían saber por qué los otakus japoneses no son capaces de seguir el ejemplo de Óscar Wao y tomar la iniciativa en busca del amor y la felicidad. Sin embargo, Díaz, que en su artículo para Newsweek escribió emotivamente sobre la resistencia y la entereza de Tokio, se mostró optimista. “Los momentos históricos son muy breves. Quizás ahora nos parezca que estamos estancados, pero tenemos la capacidad de cambiar nuestras sociedades. Hemos demostrado en repetidas ocasiones que en conjunto podemos sorprender.”

Leyendo a escritores japoneses traducidos

Hablando para Nippon.com durante el festival, Díaz expresó su admiración por los escritores japoneses con los que había compartido la palestra durante el festival. “De Furukawa Hideo adoro la ciencia ficción y otras cosas raras que escribe, y que he leído en Monkey Business; me encanta esa revista. Llevo comprándola desde que empezó a publicarse. Las historias sobre relaciones de Wataya Risa meten miedo. Pienso: “¿así es como sueno yo? ¡Dios!” Me gustaría saber más sobre la opinión que tiene Risa de sí misma en relación a otros escritores japoneses, especialmente porque gran parte de la brutalidad que he leído en su obra tiene una clara resonancia con autores como Ogawa Yōko, Kirino Natsuo y Kawakami Mieko. Soy un gran fan de Ogawa Yōko - Hotel Iris y su nueva colección, Revenge. The Housekeeper and the Professor son brillantes. Han traducido cuatro libros de Kirino Natsuo, y me los he leído todos; son estupendos.

“Uno siempre se encuentra con dificultades cuando tiene que recurrir a traducciones, pero es un pequeño precio que hay que pagar si uno desea poder comunicarse con un artista y una comunidad con los que no se tendría contacto de otra forma. Soy de un país en el que se traduce poco, así que me siento muy afortunado cuando me encuentro con alguien que quiere conversar en lenguas diferentes.”

“Básicamente, mi experiencia como escritor americano-dominicano traducido al japonés es la de todos los escritores. Como mucho, publicamos unos dos mil ejemplares, así que cuando algún japonés me escribe una nota amable, lo considero algo muy importante. ¡Entonces siento que al menos he hecho mi trabajo!”

Tras haber aparecido durante el festival junto a algunos de los jóvenes escritores japoneses más importantes del momento, seguro que Díaz recibirá más correspondencia de fans de Japón en un futuro cercano.

(Traducido al español del original en inglés, escrito por Paul Warham. Fotografías de Kawamoto Seiya y Kodera Kei. Vídeo de Tanaka Masayuki. Agradecimiento a la Fundación Japón)

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