Festival Internacional de Literatura de Tokio

Construyendo puentes literarios

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Autores, editores y traductores, entre otros, asistieron del uno al tres de marzo de 2013 a la primera edición del Festival Internacional de Literatura de Tokio. Hemos entrevistado a uno de los organizadores de la cita, el traductor y académico Shibata Motoyuki, con quien hemos conversado sobre el potencial internacional de la literatura japonesa.

Shibata Motoyuki SHIBATA Motoyuki

Nace en Tokio en 1954. Es profesor de Literatura Norteamericana y Traducción Literaria en la Universidad de Tokio. Además de haber publicado numerosos ensayos, ha traducido al japonés obras de autores como Paul Auster, Rebecca Brown, Stuart Dybek, Kelly Link, Steven Millhauser, Richard Powers, Thomas Pynchon, Charles Simic, Mark Twain y Barry Yourgrau, entre muchos otros.

El mundo de los libros aterriza en Tokio

La primera edición del Festival Internacional de Literatura de Tokio fue un éxito rotundo gracias a un increíble grupo de autores encabezado por el escritor J.M. Coetzee, ganador del Premio Nobel, y el novelista Junot Díaz, galardonado con el Pulitzer. Entre bastidores se encontraba moviendo los hilos Shibata Motoyuki, uno de los críticos literarios y traductores más conocidos en Japón. Este académico japonés desempeñó un papel fundamental en hacer posible la presencia en el festival de algunos de los personajes más influyentes del panorama internacional de las publicaciones; entre ellos, Deborah Treisman, editora de ficción de la revista estadounidense The New Yorker, y John Freeman, editor de la revista literaria británica Granta,que en la actualidad tiene tirada también en una versión internacional en países como Brasil, China y Turquía. Escritores, traductores y editores; esto es, algunas de las figuras más importantes del mundo literario actual, se desplazaron hasta Tokio para participar en las actividades que se llevaron a cabo durante los tres días que duró el festival.

Deborah Treisman, editora de ficción de la revista The New Yorker, y John Freeman, editor de la revista Granta.

ENTREVISTADOR Parece que la primera edición del mayor festival literario de Japón fue un éxito rotundo. ¿Qué opina al respecto?

SHIBATA Siempre se puede mejorar; no obstante, opino que, en general, el festival tuvo un éxito considerable. En primer lugar, brindó a los lectores una valiosa oportunidad de ver y escuchar a escritores japoneses y extranjeros leer sus obras en vivo y en directo. Bien es cierto que el aspecto físico de un autor, o cómo suena, no es lo más importante: lo más importante es leer sus libros. Sin embargo, escuchar a los escritores dialogar sobre su trabajo en un ambiente como el de este festival se convierte a veces en una manera de que el público acceda a libros que quizás no hubiera leído en otras circunstancias. Sé que lo que voy a decir a continuación es una generalización excesiva, pero considero que, por norma general, los escritores de países anglófonos suelen expresarse en voz alta mejor que los japoneses, algo que en mi opinión hace la experiencia más interesante para el público nipón.

A la izquierda, la novelista japonesa Kakuta Mitsuyo, todo un éxito de ventas con obras como The Eighth Day; a la derecha, el escritor inglés Geoff Dyer, cuyo libro Pero hermoso. Un libro de jazz ha sido traducido al japonés recientemente por Murakami Haruki.

Los escritores Hirano Keiichirō (izq.) y Wataya Risa, ganadores del Premio Akutagawa.

ENTREVISTADOR ¿Cuál es el grado de importancia de un festival como este para los escritores japoneses?

SHIBATA Antes los escritores japoneses tenían pocas oportunidades de participar en festivales como este. No existe ningún aspecto negativo en el hecho de que mantengan contacto con compañeros de profesión extranjeros; el festival se presentó como una oportunidad ideal para fomentar este tipo de intercambio. Me parece interesante descubrir cómo se conocieron dos autores y sobre qué hablaron... Estos encuentros pueden llegar a ejercer cierta influencia en su siguiente obra, incluso cambian su visión del mundo. No me cabe la menor duda de que se trata de algo ventajoso.

Jonathan Safran Foer, autor de Tan fuerte, tan cerca, y Kawakami Mieko, ganadora del Premio Akutagawa por la novela Chichi to ran.

ENTREVISTADOR Se suele decir que los escritores japoneses viven en una especie de burbuja que los aísla del resto del mundo, un fenómeno que en Japón se denomina Síndrome Galápagos. Podría decirse que esto se debe a que son pocas las novelas japonesas que se traducen.

SHIBATA Es cierto. No tiene mucho sentido hacer que dos grupos de escritores se reúnan si no se han leído los unos a los otros. Aun cuando solo han leído la traducción de un relato corto, se nota la diferencia. Uno de los aspectos más importantes es sentar las bases para que los escritores de ambos grupos se lean entre ellos. Si se consigue esto, creo que hay muchas posibilidades de que los autores de Japón y de otros países consigan llevar a cabo un diálogo fructífero.

La labor del traductor

Ono Masatsugu.

ENTREVISTADOR Los autores no fueron los únicos que asistieron al festival: editores, traductores y diseñadores de libros desempeñaron también un papel importante durante el mismo. De hecho, todas estas figuras participan en el proceso de publicación de una obra.

SHIBATA Efectivamente. Un buen ejemplo de ello sería uno de los coloquios que yo mismo moderé. Entre los participantes se encontraban Ono Masatsugu y Michael Emmerich. Además de haber publicado sus propias obras de ficción, Ono es traductor de varias piezas de la literatura criolla francesa. Emmerich, por su parte, es uno de los principales traductores del japonés al inglés; ha traducido obras de Takahashi Gen'ichirō y Kawakami Hiromi, entre muchos otros. El diálogo que mantuvieron sobre la labor del traductor me pareció fascinante: ¿Debe notarse la presencia del traductor en la traducción o, por el contrario, tiene este que intentar pasar inadvertido lo máximo posible? Creo que a todos los asistentes a esta actividad se les brindó la magnífica oportunidad de ser testigos de una conversación en la que se abordaron algunos de los aspectos fundamentales de la traducción literaria. Aunque yo soy partidario de que el traductor ha de ser una "persona invisible", en un encuentro como este no se trata de decantarse por una u otra postura, sino de explorar ideas, y creo que el público disfrutó escuchándolos.

Michael Emmerich.

ENTREVISTADOR ¿Hasta qué punto es capaz una traducción de transmitir fielmente el propósito del autor del original?

SHIBATA Bueno, la cuestión relativa al grado de fidelidad al propósito del autor que llega hasta el lector se plantea acerca de cualquier obra escrita, tanto si se trata de una traducción como si no. A menudo el público interpreta las obras de un autor de maneras que este ni siquiera se había propuesto; este es uno de los aspectos que convierte la literatura en algo interesante. Por supuesto que se pierde algo en las traducciones. El traductor reflexiona constantemente sobre lo que se transmite y lo que se queda por el camino. Por ejemplo, cuando se trata de poesía, se pierde mucho; sin embargo, en el caso de una novela, creo que se consigue reflejar la mayor parte de los elementos importantes. ¡Al menos eso es lo que me digo a mí mismo cuando trabajo en una traducción!

Junot Díaz (dcha.) junto a su traductor al japonés, Tokō Kōji.

ENTREVISTADOR Traducir poemas haiku debe de ser particularmente difícil.

SHIBATA Tomemos como ejemplo el famoso poema de Matsuo Bashō: “Un viejo estanque, se zambulle una rana, ruído de agua”. Los principales elementos del poema aparecen en conjuntos de sonidos cuya longitud va aumentando para transmitir el efecto del movimiento ondulante que se produce en el momento en que la rana salta y mueve el agua: la rana (kawazu, tres sílabas), se lanza (tobikomu, cuatro sílabas) y sonido de agua (mizu no oto, cinco sílabas). En el caso de la última parte, las tres últimas sílabas terminan en "o", y se corresponden con el momento en el que la rana se zambulle en el agua y esta hace plof. Estos sonidos son una de las principales razones por las que el poema surte efecto. Sin embargo, es inevitable que la mayoría de la resonancia se pierda en la traducción. Cuando se trata de una novela, uno puede consolarse pensando que, incluso cuando se pierde un elemento, hay muchos otros que sobreviven. Un poema de apenas 17 sílabas no deja mucho lugar a la creatividad. Podría decirse que la novela es un medio de alta redundancia. Aunque se pierdan ciertos elementos, el todo sigue siendo coherente.

La libertad de las novelas japonesas

ENTREVISTADOR Durante el festival pudimos darnos cuenta de que cada vez se escribe más literatura traspasando fronteras mientras el mundo continúa globalizándose.

SHIBATA The New Yorker and Harper’s, las dos principales revistas de masas de Estados Unidos en contraposición a las literarias, publican ficción en todas sus ediciones. Si uno echa un vistazo a las historias que han aparecido en la primera de ellas en los últimos dos o tres años, se da cuenta de que el autor más recurrente es el chileno Roberto Bolaño; le siguen escritores como el japonés Murakami Haruki, la canadiense Alice Munro y el irlandés William Trevor. Muchos de los escritores cuyos trabajos recoge esta revista, muy arraigada a la cultura estadounidense, son extranjeros. Esta apertura a influencias externas se está convirtiendo cada vez más en la norma en el mundo literario contemporáneo.

Elmer Luke, el editor que ayudó a Murakami Haruki a dar el salto internacional.

ENTREVISTADOR El japonés Murakami Haruki ha obtenido el reconocimiento internacional, pero se podría decir que, hasta el momento, su caso es una excepción que confirma la regla.

SHIBATA Si analizamos la literatura japonesa en términos comerciales, hace mucho tiempo que Japón importa mucho más de lo que exporta. No soy precisamente partidario de la idea de que se aumente el volumen de exportaciones culturales por el mero hecho de aumentarlo; no obstante, considero que es una pena que algunos de los escritores de mi país no sean más conocidos en el extranjero. El éxito de Murakami ha sido importante a la hora de abrir un mercado internacional para otros escritores compatriotas suyos, del mismo modo que lo fue el del beisbolista Nomo Hideo para los profesionales japoneses de este deporte. Además, el manga y las películas de dibujos animados de Miyazaki Hayao gozan de popularidad, lo que me lleva a pensar que la gente de los países de habla inglesa es cada vez más consciente de que en Japón ocurren cosas interesantes; esto habría sido impensable hace 20 años. A este respecto, si tenemos en cuenta los avances que se han producido en las dos últimas décadas, nos encontramos en el momento perfecto para la celebración de un acontecimiento como este festival, y para que se produzca la próxima revolución. Espero que en el futuro más escritores japoneses tengan una mayor presencia en el panorama internacional; esto forma parte de lo que nos hemos propuesto: estamos intentando reunir las condiciones que permitan que esa aspiración se haga realidad. Creo que vamos por buen camino.

ENTREVISTADOR Parece que internacionalmente se conoce a los escritores japoneses ahora más que antes.

SHIBATA Hasta hace bien poco, para los lectores extranjeros la Literatura japonesa estaba representada por escritores como Kawabata Yasunari y Tanizaki Jun’ichirō, cuyas obras abordan elementos de la cultura tradicional que hacen que se les haya considerado típicamente japoneses o la quintaesencia del país. Abe Kōbo marcó una excepción importante a esta tendencia, pero la situación ha cambiado drásticamente en los últimos años gracias a la inmensa popularidad de Murakami. Son muchas las razones que han llevado al público a leer sus obras, si bien la necesidad de saber más sobre Japón no es una de ellas. ¡Leen sus libros porque son amenos!

Creo que la gente se daría cuenta de la ‘libertad’ que existe en el género novelístico en Japón si hubiera más traducciones de obras japonesas. Estoy generalizando, por supuesto, pero creo que, en cierto sentido, los novelistas en Japón gozan de una mayor libertad para experimentar con la forma que sus compañeros de profesión en Estados Unidos; el inglés tiene un montón de convenciones y reglas tácitas acerca de lo que se puede y no se puede hacer al escribir una novela. En Japón, por el contrario, me parece que existe una tendencia a permitir que los novelistas dejen volar su imaginación libremente. Creo que esta es una de las razones por las que son capaces de reflejar el caos de la sociedad contemporánea con tanto éxito. Si los lectores extranjeros pudieran acceder a estas obras a través de buenas traducciones, los escritores japoneses serían los protagonistas de un boom parecido al que se dio en la década de los 70 con los autores latinoamericanos. La literatura japonesa actual tiene mucho que ofrecer.

ENTREVISTADOR Una última pregunta: ¿qué significa la traducción para usted personalmente?

SHIBATA ¡Es divertida! Es el juego más satisfactorio del mundo... ¿Acaso existe algo mejor? El proceso de traducción en sí es ameno. Además, uno goza al darse cuenta de que está presentándole a los lectores un libro que le ha emocionado de alguna manera. Por norma general, uno suele recibir también la gratitud del autor del original. Los críticos literarios pueden ser amigos o enemigos de los autores; los traductores, por el contrario, siempre están de parte del autor.

ENTREVISTADOR Creo recordar que usted escribió una vez que un traductor es como un pequeño duende que de noche utiliza su magia en pro del autor.

SHIBATA Así es. Además, es probable que muchos autores estadounidenses a los que he traducido piensen que me parezco un poco a duendecillo. Si tenemos en cuenta la diferencia horaria, ¡también trabajo cuando es de noche para ellos!

Shibata Motoyuki (centro) en una dramatización basada en la obra de Miyazawa Kenji Night on the Galactic Express realizada en un local musical en Roppongi durante el festival.

(Entrevista traducida del inglés al español. El texto original en japonés es de Kondō Hisashi, director de la Fundación Nippon Communications. Fotografías de Ōsawa Hisayoshi, Kawamoto Seiya, Ōkubo Keizō, y Kodera Kei. Agradecemos a la Fundación Nippon su colaboración)

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