Una nueva era para el Kabuki

Ginza vive el regreso del Kabukiza

Cultura

En abril de 2013 se inauguró el renacido Kabukiza (Ginza, Tokio). Si utilizamos la misma terminología usada por los actores de Kabuki, estaríamos hablando de la “quinta generación”. El nuevo Kabukiza introduce los adelantos que exige nuestra época respetando al mismo tiempo sus 125 años de historia y tradición.

Se han tardado cerca de tres años en reconstruir el Kabukiza, el teatro kabuki de Tokio-Ginza, conocido como “el palacio del kabuki”, y “la sede del kabuki”. El 2 de abril de 2013 abrió sus puertas de nuevo. Se suele denominar “primera generación” a la primera versión del Kabukiza que se estrenó en 1889. Veamos qué cambios ha supuesto el renacimiento de un edificio que cuenta ya con más de 120 años de historia y tradición.

Antes de entrar a hablar del nuevo edificio, reflexionemos en términos simples sobre su historia. La primera versión del Kabukiza tenía tres pisos, y contaba con una fachada de estilo occidental y un interior de estilo japonés, hecho de madera de ciprés japonés. En 1911 la fachada también se vio remodelada al más puro estilo japonés.

Después de que ardiera el segundo edificio en un incendio causado por un fallo eléctrico en 1921, se comenzó la construcción de la tercera versión del edificio, basada en planos diseñados por Okada Shin’ichirō (1883-1932) que contaban con un gran tejado hafu(*1)  típico del estilo Momoyama; esta versión del teatro, con un armazón de acero reforzado, avanzó en su construcción, pero en 1923, estando aún sin concluir, ocurrió el Gran Terremoto de Kantō. En los incendios que sobrevinieron durante el terremoto ardieron los materiales del diseño interior del edificio y las obras se vieron detenidas durante un tiempo. El año siguiente se reanudaron, y el Kabukiza entró en su verdadera época dorada. 

Sin embargo una gran parte de ese tercer edificio también ardió en los bombardeos de Tokio, en 1945, durante la Segunda Guerra Mundial. La cuarta versión del Kabukiza se basó en planos diseñados por Yoshida Isoya (1894-1974), un arquitecto que se hizo famoso por resucitar el estilo arquitectónico denominado sukiya; la nueva versión del edificio seguía las formas de la tercera, y se completó en 1951. En lo sucesivo, durante cerca de sesenta años una gran cantidad de visitantes contempló y se enamoró de esa cuarta faceta del Kabukiza, pero debido a diversas razones, como el envejecimiento de los materiales, ha tenido que ser renovado una vez más.

Las sucesivas generaciones del Kabukiza. Arriba, la primera (a la izquierda) y la segunda versión. Abajo, la tercera (a la izquierda) y la cuarta versión. (Imágenes cortesía de Shochiku Co. Ltd.)

Los detalles de la quinta versión, heredera de la tradición

Kuma Kengo, hablando sobre la construcción de la quinta versión del Kabukiza durante una conferencia que se celebró en febrero de 2013 en el Museo Suntory

La quinta construcción del palacio del kabuki ha partido de una colaboración entre el arquitecto Kuma Kengo (de Kengo Kuma Associates) y Mitsubishi Jisho Sekkei. “Haber completado la quinta versión del Kabukiza ha sido un símbolo de los esfuerzos de Japón, que ha logrado alzarse entre tremendos peligros, como en los casos de la tercera y cuarta versiones del Kabukiza, tras el desastre del once de marzo”, declaró Kuma.

El diseño del Kabukiza, al tiempo que hace uso de los puntos fuertes de la fachada y los interiores de la cuarta versión del edificio, sigue la tradición del estilo Momoyama de la tercera versión. Erigido en Harumi Dōri (una de las calles más céntricas de la ciudad), presenta un estilo Karahafu en su recibidor, y una simetría vertical en su majestuoso tejado, lo cual produce la sensación de que apenas ha cambiado con respecto a sus predecesores. Sin embargo, según nos cuenta Kuma, “costó el triple de trabajo que un edificio normal, a la hora de hacer los planos”. Al tiempo que prestaban la máxima atención a detalles como los materiales y las técnicas de construcción, para respetar la imagen del edificio original, también era necesario crear un ambiente seguro, a prueba de desastres y terremotos, que asegurara una vida de más de un siglo al edificio.

El cuidado por los detalles de la fachada se puede ver por ejemplo en el tejado. Para mantenerse fiel a la cuarta versión, construida con cemento reforzado, elementos del armazón como los arcos del tejado reflejan las mismas líneas de las versiones pretéritas. Dado que los tarukis(*2) eran de cemento, en esta ocasión se ha buscado aligerar la estructura, construyéndolos con aluminio. Utilizando una técnica metalúrgica proveniente de la era Edo (1603-1867) que los fabricantes de la prefectura de Toyama han venido transmitiendo durante generaciones, se han creado tarukis con formas ligeramente diferentes entre sí. Para proteger al aluminio de posibles manchas ha sido cubierto con una capa de pintura en polvo de fluoropolímeros, lo que le ha dado un aspecto suave a las zonas que han recibido esa aplicación. Para prevenir las goteras en el karahafu se ha colocado una capa de cobre en la parte inferior, y unas tejas especiales de la prefectura de Aichi llamadas sanshūgawara, que le dan al conjunto un aspecto bello y digno.

Aunque intentamos respetar la forma original cada uno tenía una imagen distinta en el recuerdo, y pensamos que surgiría un debate sobre qué periodo se debía usar a la hora de mostrar fidelidad a las formas de antaño. En esta ocasión Kuma hizo un esfuerzo consciente por lograr que el edificio “heredara el tiempo” de toda su historia.

“Incluso para el blanco de la fachada se construyó una pared a tamaño real en el interior de una fábrica para añadirle las tejas, colocarla a la altura real que tendría después, y pintarla de varios tonos de blanco para comparar. La tercera versión del Kabukiza era completamente blanca, y durante el cuarto periodo se pintó una y otra vez el edificio, con lo que al final tomó un aspecto negruzco; de modo que el hecho de regresar al blanco puede crear una sensación de incompatibilidad. Hemos optado por un color lo más cercano posible al que habíamos imaginado, un tono crema suave lejanamente similar a una yema de huevo.” (Kuma Kengo)

La diseñadora de iluminación Ishii Motoko y su hija Ishii Rīsa Akari optaron por unas instalaciones que ofrecen diferentes iluminaciones según la estación del año.

Por otro lado el nuevo Kabukiza se proyectó como un complejo (el Ginza Kabukiza), junto con un edificio de oficinas de 143 metros, de cuatro sótanos y 29 pisos, llamado Kabukiza Tower. Para lograr armonía con el paisaje contemporáneo de cristal que se extiende tras el Kabukiza se retiró la superficie de la torre que da a Harumi Dōri lo más posible, y se le dio un acabado blanco en su mayor parte. La torre de oficinas, la sección de cristal que no va tan bien con el Kabukiza se colocó en la parte de Shōwa Dōri (no tan visible desde la entrada principal).

Los troncos usados para el tejado, dispuestos en forma de balsa, no dan la impresión de ser de aluminio. Los adornos dorados de estilo Karahafu que se habían usado en la cuarta versión del edificio se han recuperado para esta ocasión.

Tradicional en sus formas, revolucionario en sus capacidades

La estación de metro Higashi Ginza está conectada directamente con el segundo sótano del edificio. La Plaza Kobikichō, en la que se encuentran las máquinas dispensadoras de billetes y numerosas tiendas, está diseñada para poder albergar a tres mil personas en caso de emergencia durante unos tres días, proporcionándoles comida y otras necesidades.

Para pasar desde el metro hasta el recibidor principal de estilo Karahafu se ha instalado una serie de vigas sobre el flujo de viajeros, para que no se mojen cuando llueve, pero al mismo tiempo puedan seguir contemplando el Kabukiza antes de entrar en él.

Al entrar en el recibidor nos vemos rodeados por un espacio completamente rojo, y al tiempo que sentimos una cierta suavidad al pisar podemos experimentar esa sensación de antes de entrar a un teatro. El vestíbulo -denominado Ōma- cuenta con paredes cubiertas de sedas nishijin entre las columnas rojas, y una alfombra roja de tonos suaves a los pies. Se trata de un elemento rescatado de la época de la cuarta versión por medio de las técnicas actuales. En la parte superior del vestíbulo, hileras de linternas rojas de papel.

El gran recibidor (Ōma) de la entrada principal. La alfombra muestra motivos de los hōōs (pájaros mitológicos) del templo Byōdō de Kioto.

El interior del teatro también cuenta con imágenes rescatadas de la cuarta versión. Las dimensiones del escenario son de 27,573 m. de ancho en su parte frontal, 6,363 m. de altura, y el diámetro del escenario circular es de 18,18 m. El pasillo que conecta los asientos del público con el escenario (el llamado hanamichi) también mide 18,18 m., y refleja las medidas de la cuarta versión del edificio. El mecanismo móvil del escenario también es heredero de las medidas de esa cuarta versión, aunque el naraku (*3), anteriormente de unos 4,4 m., ahora es de una profundidad de 16,4 m., y a su lado se ha construido un lugar para guardar herramientas y utensilios grandes. Además de los tres ascensores usados convencionalmente -los llamados shōchikubai- se ha añadido uno mayor, con lo que el escenario puede transformarse a gran velocidad. 

Los asientos para el público se han reducido en número, y se hallan dispuestos en línea recta. Se han eliminado las columnas de la sección posterior del primer piso, permitiendo que se pueda ver el escenario con mayor facilidad. Se ha diseñado el lugar teniendo en mente las líneas visuales que van desde todos los asientos del público hasta el escenario y el pasillo principal (el hanamichi), para que desde todas partes puedan verse ambos lugares.

Los asientos en sí son tres centímetros más anchos que en la cuarta versión del Kabukiza, y se encuentran separados seis centímetros más de la fila anterior, para que incluso las representaciones más largas no cansen al espectador. En las telas que cubren los diseños de hōōs, símbolo del Kabukiza, se han realizado los bordados con hilo de oro, creando una sensación de lujo. Además los asientos cuentan con la posibilidad de alquilar una guía electrónica con la que poder seguir y comprender los puntos principales de la representación, el argumento, las canciones, el tokiwazu, el kiyomoto (narrativas que se utilizan durante los bailes del kabuki), etc. Sumando esto a los audífonos que se suelen usar, los neófitos también podrán disfrutar del kabuki. En lo sucesivo también se añadirán subtítulos a otros idiomas además del japonés, consiguiendo con ello crear un ambiente en el que los extranjeros también puedan enamorarse del kabuki.

Para las paredes y el techo se han usado materiales construidos con las más modernas técnicas para mejorar la acústica. Se construyó un modelo a escala 1:10 sobre el que se efectuaron numerosas simulaciones, con lo que se ha preservado la cantidad de eco que tenía la cuarta versión del edificio. Aunque en apariencia sigue la estela de sus antecesores, también merece asombro la cantidad de esfuerzo que se ha dedicado a la realización de cada lugar, en un tema tan controvertido como los avances tecnológicos y las capacidades con las que el Kabukiza cuenta.

Hay un total de 1.808 asientos desde el primer piso hasta el tercero. Además existen 96 asientos extra en un cuarto piso, a un precio moderado, los llamados hitomaku miseki (asientos de un acto).

Hacia una nueva tradición de recuerdos

Además de todo esto, en el quinto piso se ha añadido la “Galería del Kabukiza”, a la que pueden acceder también quienes no asisten a las funciones. En ella se proyecta hacer exposiciones de utensilios, ropa, imágenes y otros objetos valiosos que normalmente no se pueden ver de cerca. Desde la galería también se pueden ver los 450 m2 de jardín que se encuentran sobre el tejado del edificio, donde se hallan expuestos monumentos de piedra en recuerdo de ancestros, onigawaras (tejas con forma de ogro) de la cuarta época del Kabukiza, tōrōs (linternas de piedra) que fueron propiedad de Kawatake Mokuami, un famoso dramaturgo de kabuki que vivió entre los últimos años de la Era Edo y los primeros de la Era Meiji, etc. Promete convertirse en un lugar muy visitado por aquellos que acudan a Ginza y alrededores.

El escenario no se ha limitado a regresar a su forma original, sino que ha ampliado sus capacidades, y es uno de los nuevos puntos fuertes del Kabukiza. Y su resurrección también ha provocado un cambio en la ciudad que lo rodea. Especialmente en el caso de  la avenida que queda a su derecha -Kobikichō Dōri-, que antaño daba una imagen de callejón cerrado, ahora muestra un aspecto más luminoso, con diseños en celosía y mucho verde. “Quería lograr que los visitantes pudieran disfrutar de un paseo por los alrededores del Kabukiza en un ambiente festivo, en esta época en la que parece que la gente regresa a la ciudad desde los suburbios”, dice Kuma.

La quinta versión del Kabukiza no se ha limitado simplemente a restaurar o regresar al edificio original, sino que, haciéndose eco de las necesidades de esta época y respondiendo a una gran variedad de gustos y preferencias, muestra un nuevo rostro. Ojalá que el número de sus visitantes y su esplendor no dejen de aumentar, y las futuras  generaciones hereden los recuerdos de este nuevo Kabukiza.

Jardín construido sobre la azotea de la zona del teatro 

(*1) ^ El hafu consiste en acabar el borde del gablete del tejado en forma triangular. Se puede apreciar en un gran número de edificios de estilo japonés, comenzando por castillos y santuarios. Existen varios tipos, como el hafu de gablete, el de tejado liso, el karahafu en forma de arco, etc.

(*2) ^ Los tarukis son travesaños que van en diagonal desde la parte superior del tejado hasta los aleros. Aunque su función principal es soportar el peso del tejado, en la parte inferior se utilizan para adornar y decorar.

(*3) ^ El naraku es el nombre que recibe el espacio que hay en la parte inferior del escenario o bajo el hanamichi. Aunque el vocablo deriva del término budista para el infierno, se utiliza comúnmente para designar lugares profundos y oscuros.

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