El género “tokusatsu” que Godzilla llevó a todo el mundo

Godzilla, la cultura del “tokusatsu” y sus efectos especiales

Cultura

El “dios del tokusatsu”, Tsuburaya Eiji, comenzó en su día una revolución con miniaturas y el traje de un monstruo. Analizamos la historia de la cultura del tokusatsu de Japón, admirada en todo el mundo.

El tokusatsu se gana el respeto de todo el mundo

Dentro de la cultura pop japonesa, el tokusatsu (películas de efectos especiales prácticos, por oposición a los generados por computadora) es un género atractivo con un toque peculiar. Se trata de un género en el que se filman objetos reales con gran detalle -maquetas y miniaturas, actores vestidos con trajes especiales- para crear la ilusión de monstruos gigantes que campan por ciudades reales. El término tokusatsu es una abreviatura de tokushu satsuei (filmación especial), y actualmente se usa para designar dos cosas:

(1) Una técnica para filmar objetos o situaciones difíciles de rodar por otros medios.

(2) El género de cine y televisión que utiliza profusamente esta técnica, como en los casos de Godzilla y Ultraman.

A partir de mediados de los noventa los efectos especiales empezaron a verse dominados por la tecnología digital y los efectos por computadora, debido al desarrollo acelerado de esa tecnología y su bajo coste, y comenzó a disminuir el número de películas que se realizaban utilizando maquetas y los métodos tradicionales a los que se refiere el primer significado de tokusatsu. En el género al que hace referencia el segundo uso también ha disminuido la utilización de maquetas, y ahora se centra más en héroes de tamaño humano, como las series Kamen Rider o Super Sentai.

En Japón se han producido 28 películas sobre el monstruo Godzilla, pero desde que se estrenara en los cines Godzilla: Final Wars hace diez años, no ha aparecido ninguna película nueva. Y pese a que todavía se siguen produciendo obras en las que participan los famosos héroes y monstruos de la serie Ultraman, ya no es tan común ver escenas de destrucción urbana en las que se usen maquetas.

En Japón ya son pocas las películas que se producen con el monstruo o héroe en medio de una maqueta, gigantesco y destructor, una imagen que representa el tokusatsu a la perfección. Sin embargo, en el extranjero crece el respeto por este género. En 2013 la película estadounidense Pacific Rim contaba con robots gigantes que luchaban con monstruos, y en mayo de 2014 Hollywood lanzó una nueva versión de Godzilla que se convirtió en un éxito de taquilla por todo el mundo. Ambas cintas se apoyan en gran medida en efectos por computadora de gran presupuesto para recrear las escenas en las que los monstruos siembran el caos entre los ciudadanos, por las que el género japonés es conocido.

Me gustaría echar un vistazo a los aspectos culturales de la tradición del tokusatsu japonés, para poder salvar la brecha existente entre las películas japonesas y las versiones occidentales.

Godzilla, la última versión estadounidense. ©2014 WARNER BROS. ENTERTAINMENT INC. & LEGENDARY PICTURES PRODUCTIONS LLC

Una época que vio crecer el anime junto al tokusatsu

A mediados de la Era Showa (entre 1954 y 1970), junto al rápido crecimiento económico de Japón, el director de efectos especiales Tsuburaya Eiji participó en la creación de varias películas de tokusatsu que se estrenaron en el extranjero y fueron muy bien valoradas. Estas películas también inspiraron a niños de todo el mundo, que después crecerían y se convertirían en creadores visuales.

El periodo que va desde que se estrenara el Godzilla original en 1954 hasta la muerte de Tsuburaya Eiji en 1970 se considera la época dorada del tokusatsu. Y hasta la segunda mitad de los setenta, el tokusatsu competía en igualdad de condiciones con el anime en el terreno del entretenimiento visual para niños; ambos géneros se iban desarrollando e influyendo mutuamente.

Sin embargo, en la actualidad, pese a existir una categoría de anime en el Festival de Artes y Medios Audiovisuales de la Agencia de Asuntos Culturales, no hay categoría de tokusatsu. Esto parece reflejar la pérdida de prestigio que el género ha experimentado, al tiempo que la fama del anime no ha hecho más que crecer. No obstante, en el resto del mundo se ha comprendido mejor la relación entre ambos géneros y sus características, y por eso creo que es necesario volver a investigar dicha relación desde cero.

Hoy día en todo el mundo se conoce la animación japonesa, abreviada al estilo japonés como anime. El auge del anime comenzó en 1963, año en el que Tezuka Osamu, el “dios del manga”, lanzó una serie de televisión sobre uno de sus personajes, Tetsuwan Atomu (Astro Boy) con su productora Mushi Production. A diferencia de la animación occidental, la animación de esta serie utilizaba muchos fotogramas estáticos, haciendo uso de los conceptos de omisión y exageración; para compensar por el número limitado de imágenes por segundo, Tezuka desarrolló un estilo propio sobre la llamada “animación limitada”, que le permitía producir un episodio de treinta minutos para televisión por semana.

De igual modo, el término tokusatsu -que en realidad significa “efectos especiales”- conlleva un sentido bastante diferente al de los efectos especiales convencionales, y representa un ejemplo de la forma en que Japón, como país insular de recursos limitados, utiliza técnicas y elementos culturales provenientes del exterior a su manera, de formas innovadoras, para lograr que sus producciones resulten más compactas y eficientes, antes de devolver esas reinterpretaciones al mundo. Este es el espíritu que comparten el tokusatsu y el anime.

Godzilla nació de una idea diferente a los conceptos extranjeros

¿De dónde viene la idea de hacer películas de tokusatsu? Su origen está en el Godzilla original, estrenado por Toho Co. Ltd. en 1954, que se convirtió en un gran éxito. Todo el proceso, desde la preproducción hasta el estreno, debía durar tan solo seis meses, y con tan poco tiempo Tsuburaya no podía rodar todo lo necesario usando stop motion, una técnica que necesita mucho tiempo y con la que se venían realizando ese tipo de películas en Occidente desde la década de los treinta. En lugar de stop motion Tsuburaya optó por recrear Tokio en maqueta y vestir a un actor con un traje de Godzilla para que interpretara al monstruo.

Godzilla, la obra original de Tsuburaya Eiji de 1954, se ha estrenado de nuevo en una versión digital remasterizada por su 60 aniversario. Tanto los antiguos aficionados como los nuevos están exultantes (©Toho Co., Ltd.)

Lejos de verse como una película barata, como algunos temían, el traje de más de cien kilos de peso le dio mucha presencia al monstruo en pantalla, y la rugosa piel de plástico también mostraba unas texturas realistas. La película, además, hacía uso de guiñoles de Godzilla para las escenas en las que el monstruo debía abrir la boca o usar expresiones faciales, y otra versión de la parte inferior de su cuerpo, que se usaba para las escenas en las que aplastaba edificios. Esta forma de “colocar al monstruo adecuado en la escena adecuada” dio vida a las imágenes, y creó una forma de realismo sin precedentes que hizo sentir a los espectadores que estaban viendo una criatura real.

Escena de la remasterización digital de Godzilla por su 60 aniversario (©Toho Co. Ltd.)

También se usó una técnica de procesamiento denominada “composición óptica”, que integraba imágenes de Godzilla rodadas en el estudio con otras de la gente que huía de él, creando un efecto que sumergía al público en el mundo de la película. Para las escenas en las que Godzilla lanzaba un rayo calórico por la boca se usaron técnicas de animación para dibujar tanto el rayo de luz como el brillo de su espina dorsal, lo cual acentuaba la terrorífica presencia del monstruo.

En el extranjero existe una tendencia a representar de una forma realista las criaturas, sean dinosaurios o animales salvajes que se vuelven gigantescos, pero en Japón las cosas son diferentes: los monstruos como Godzilla emiten radiación y lanzan rayos, habilidades que trascienden los límites científicos. La imagen de estos monstruos es el resultado de un proceso cuidadoso que incluye el uso de trajes y maquetas para dar vida al mundo de fantasía de las criaturas, y la suma de varias técnicas innovadoras, como las que se usan en el tokusatsu. Ese contraste entre el realismo de las criaturas y su irrealidad produce un impacto en el público, estimula su imaginación y crea una sensación de sorpresa que supera la propia realidad. Y ahí reside el concepto y el encanto del tokusatsu japonés.

Una cultura que se desarrolló en el mundo de la televisión

Como consecuencia del gran éxito que supuso Godzilla, el año siguiente se produjo Gojira no gyakushū (Godzilla contraataca), con Tsuburaya Eiji a la batuta de los efectos especiales. Tsuburaya, al que ya se llamaba “el dios del tokusatsu”, era admirado por todos los niños de la época. Surgió una nueva forma de disfrutar el cine: la gente iba a ver películas expresamente para ver los efectos del tokusatsu y a su personaje más representativo, Godzilla.

También nació una gran variedad de monstruos: Rodan, un veloz pájaro en forma de pteranodón que surcaba los cielos, Mothra, una oruga gigante de una isla desierta en el mar del sur que se convertía en polilla en Tokio, tras hacer su capullo en las ruinas de la Torre de Tokio, y King Ghidorah, un dragón dorado de tres cabezas y grandes alas. Además de estos monstruos, las películas de este género contaban con un amplio elenco de otros personajes, como seres humanos que se podían transformar en gas o líquido, y en las películas se trataban numerosos temas, como la amenaza de una guerra nuclear total; otras productoras de cine también empezaron a entrar en el tokusatsu, con lo que se convirtió en un género de primera línea.

Así fue como el tokusatsu pasó del cine a la televisión, y convirtió este medio en su formato principal. En 1966, tres años después de la aparición de Tetsuwan Atomu, Tsuburaya Productions, la compañía que creara el “dios” del tokusatsu, estrenó la serie Ultra Q, que pasó a convertirse en un rotundo éxito en cuanto comenzó a emitirse. Esta obra cambió la idea preexistente de que el tokusatsu era un género demasiado caro tanto en dinero como en tiempo para la televisión, y de este modo se creó un boom de monstruos en televisión, a medida que cada canal comenzaba a producir sus propios programas de tokusatsu.

El salto a la fama de este “dios” en televisión dio paso a un gran desarrollo posterior. Su trayectoria se parece en varios aspectos a la forma en la que Tetsuwan Atomu marcó las pautas para las subsiguientes series de anime en televisión. Además, tanto el personaje de Tetsuwan Atomu como Godzilla están indisolublemente unidos a la energía atómica y la era de la tecnología científica. Como resultado de este desarrollo en el anime y el tokusatsu a la par del desarrollo económico del país, ambos géneros pudieron florecer en esa cultura visual japonesa que tanta influencia ha ejercido en todo el mundo.

Ultraman genera un nuevo formato

Ultra Q se convirtió en un gran éxito, y medio año más tarde comenzó la emisión de la serie Ultraman. Cada semana aparecía un nuevo monstruo que el héroe debía vencer como parte de un equipo de fuerzas especiales con la capacidad de transformarse en humanoides gigantes del espacio.

Ultraman, el superhombre de la justicia, se basaba en un diseño que asocia robots y cohetes, y era el símbolo de la ciencia y la tecnología que mantenían la economía japonesa de la época. No podemos dejar de observar que, visualmente, el héroe es híbrido: su cuerpo es plateado -la ciencia- y tiene rayas rojas -sus cualidades humanas-.

Cuando comenzó Ultraman, su formato, que consistía en una serie para niños en la que cada semana aparecía un nuevo monstruo que el héroe debía derrotar, se convirtió en la norma. En 1972, por ejemplo, surgió el anime de robots Mazinger Z, en el que el protagonista montaba y controlaba un robot gigante con el que luchaba contra malvados engendros mecánicos, el cual era una forma evolucionada de Ultraman. La década de los setenta fue testigo de una sucesión de series de anime que contaban con robots gigantes, y que culminó con el gran éxito de Mobile Suit Gundam, la cual comenzó a emitirse en 1979.

Años más tarde, en 1995, apareció la serie de anime para televisión Shinseiki Evangelion, otro gran éxito, que también se basaba en la idea de humanoides gigantes de Ultraman, y de robots dotados de armadura en los que los personajes podían montar, de Mazinger Z. Esta mezcla de héroe estilo tokusatsu y robots gigantes supuso la culminación de la cultura de este género.

De este modo la cultura del tokusatsu que comenzó con Godzilla ejerció una gran influencia sobre la cultura del anime, creando una reacción en cadena de la que surgieron infinidad de personajes, y con la que evolucionó todo el conjunto de producciones. Por otro lado, la técnica de maquetas y otros objetos para dar vida a esos mundos fantásticos fue cayendo en desuso, a medida que los gráficos generados por computadora se hacían más y más comunes.

No obstante, es evidente que, si se revisa la relación entre el anime y el tokusatsu desde el punto de vista histórico y de su evolución, no es posible ignorar los nuevos avances japoneses que sin duda traerá el futuro, del mismo modo que el tokusatsu ha creado imágenes inigualables que han sorprendido al mundo. Este género todavía puede evolucionar, a medida que los creadores jóvenes aprenden de sus posibilidades imaginativas y aprovechan las innovadoras técnicas que han impactado al mundo.

Quizá debiéramos plantearnos de nuevo el valor del tokusatsu como una parte de esas maravillosas imágenes cinematográficas de Japón, visto el respeto que provocan en todo el mundo sus creaciones.

(Artículo escrito el 16 de junio de 2014, y traducido al español del original en japonés)

 

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