El género “tokusatsu” que Godzilla llevó a todo el mundo

Ultraman, el héroe que defiende a las minorías

Cultura

Ultraman ha logrado conquistar el corazón de generaciones de telespectadores durante su medio siglo de existencia. ¿De qué ideas partió el guionista de las primeras series Uehara Shōzō para concebir la lucha entre el héroe extraterrestre del País de la Luz y los monstruos a los que se enfrentaba?

Ultraman llegó a la pequeña pantalla en julio de 1966. Dos años antes, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Tokio, la televisión en color había empezado a popularizarse en los hogares japoneses. Las batallas televisadas entre el héroe de cuarenta metros de altura y los monstruos con los que debía combatir entusiasmó a los niños, y la serie llegó a obtener más del 40 % de la audiencia.

El director Tsuburaya Eiji, apelado “dios del tokusatsu” y creador de la mundialmente famosa Godzilla, es también el padre de Ultraman, el héroe procedente del País de la Luz, en la lejana Nebulosa M78. Pero al hablar de las tres primeras series —Ultraman, Ultra Seven y El regreso de Ultraman—, forjadas con la imaginación, la pasión y la colaboración de un nutrido equipo de creadores y especialistas del tokusatsu bajo la dirección de Tsuburaya, resulta imprescindible mencionar a dos guionistas de Okinawa muy distintos entre sí.

Kinjō Tetsuo, el guionista que se ganó la confianza del “dios del tokusatsu

Tsuburaya fundó Tsuburaya Special Effects Productions (actual Tsuburaya Productions) en 1963 para producir series de televisión de efectos especiales tokusatsu. La primera obra que creó, Ultra Q, trajo un torbellino de monstruos a los comedores de las familias japonesas y desencadenó el nacimiento de Ultraman. El guionista principal de ambas series fue Kinjō Tetsuo, natural de la okinawense Haebaruchō. Tsuburaya conoció a Kinjō cuando este estudiaba en la Facultad de Literatura de la Universidad de Tamagawa y, reconociendo su talento, le ofreció entrar en su productora al terminar la universidad. Kinjō llegó a ser responsable de la sección de planificación de artes literarias en la época de Ultra Q.

Uehara Shōzō, procedente de Naha (capital de Okinawa), fue seleccionado en el Festival de Artes Nacionales de 1964 por su guion televisivo Shūkotsu (Recogiendo huesos), que trataba sobre la Batalla de Okinawa. Uehara se trasladó a Tokio invitado por Kinjō, a quien conocía de antes. Llegó a la capital durante el rodaje de Ultra Q, y la primera vez que vio los trajes de los monstruos de la serie se quedó pasmado.

Uehara Shōzō nació en Naha (Okinawa) en febrero de 1937. Se graduó en la Universidad Chūō de Tokio. Regresó a su tierra para tratarse una tuberculosis, pero luego volvió a Tokio invitado por Kinjō Tetsuo y colaboró con él en la creación de Ultraman. (Fotografía de Nippon.com)

“Al ver al actor vestido con el traje de Namegon (monstruo del espacio) me quedé de piedra. Desde la universidad escribía guiones sobre el problema de las bases estadounidenses en Okinawa. No podía ni imaginar una historia sobre una babosa gigante de Venus”, cuenta Uehara. “Era el tipo de idea que solo podía ocurrírsele a Kinjō. Cuando estudiaba fundó una asociación llamada ‘Tendamos la Mano a los Venusianos’. Tenía siempre la mente en el espacio”.

Uehara decidió trabajar con Kinjō en Tsuburaya Productions a pesar del cambio de género televisivo que eso implicaba. Y es que, aunque lo que verdaderamente deseaba era realizar series que reflejasen la realidad de Okinawa, existía un gran miedo a las represalias de la derecha, y los movimientos antibélicos y el problema de Okinawa eran tabúes en el mundo de la televisión. Así que decidió lanzarse al reto de escribir historias de monstruos para niños. Su primer guion en la productora fue Oil SOS (SOS de petróleo), la historia de un monstruo que emerge del lodo de la bahía de Tokio inspirada en el problema de la enfermedad de Minamata, un grave síndrome neurológico causado por la contaminación industrial del mercurio. “Soy incapaz de escribir a menos que el texto tenga algo que ver con los problemas sociales”, confiesa.

Oil SOS se acabó cancelando porque la compañía petrolera del parque industrial de Chiba donde se iba a rodar se negó a conceder los permisos necesarios. Para aprovechar los trajes de monstruo que ya estaban listos, Uehara se apresuró a escribir Uchū Shirei M774 (Protocolo espacial M774), que fue su debut como guionista profesional.

Dioses y monstruos de la naturaleza

Tras la emisión de Ultra Q, que empezó en enero de 1966 y duró medio año, llegó Ultraman. Uehara recuerda bien el complicado proceso creativo por el que tuvieron que pasar hasta dar con el personaje protagonista: “Primero se parecía a Karasutengu (personaje legendario con pico de cuervo). Luego el director artístico Narita Tōru sacó un personaje barbudo que se asemejaba a los de los mitos griegos, pero a los guionistas no nos acabó de convencer”. Tras mucho ensayo y error, se logró dar forma al famoso héroe extraterrestre de facciones afiladas y cuerpo rojo y plateado.

Izquierda: Una estatua de Ultraman en la ciudad natal de Tsuburaya Eiji, Sukagawa (Fukushima), lanza rayos de spacium. (Cortesía de la ciudad de Sukagawa / Jiji Press). Derecha: Un grupo de ultrahéroes que participaron en el Festival Internacional de Cine de Tokio de 2014. (Jiji Press)

Kinjō se encargó, tanto en solitario como en colaboración, de 14 de los 39 capítulos de Ultraman. Según Uehara, “los guionistas suelen pensar primero en el argumento, pero Kinjō daba prioridad a los monstruos y creaba la historia en torno a ellos”.

“En las islas Ryūkyū, donde nos criamos, hay una larga tradición de chamanismo. Tememos a los espíritus que acechan desde las sombras. Hay dioses por toda la naturaleza. Kinjō concebía a los monstruos de sus guiones como un tipo más de dioses. Además Ultraman venía del País de la Luz, que es una referencia al Nirai Kanai, un lugar mítico, luminoso y fértil de la mitología okinawense.”

Kinjō no consideraba a sus monstruos como criaturas que había que exterminar lo más rápido posible; albergaba un sentido de equilibrio según el cual la vida de los monstruos también tenía cierto valor. Esta idea reflejaba un punto de vista sobre las minorías que resonó profundamente en Uehara.

Kinjō y Uehara se van de Tsuburaya Productions

Después de Ultraman se emitió Ultra Seven, estrenada en octubre de 1967. Entre los 48 episodios de la serie destacó especialmente el 42, una historia de Kinjō titulada Nonmaruto no shisha (El emisario de Nonmalt). En el capítulo aparece una especie que antiguamente fue expulsada al fondo del mar por los humanos. Estos seres protestan contra la explotación del fondo oceánico y acusan a los humanos de ser los auténticos invasores, hasta que el Ejército de Defensa de la Tierra los aniquila. La historia plantea al espectador el problema irresoluble de discernir qué es realmente justo.

En paralelo con Ultra Seven, Kinjō trabajaba en la serie de ciencia ficción Mighty Jack, una apuesta fuerte de Tsuburaya Productions para introducirse en la franja horaria de la programación para adultos, a las 8 de la tarde. Pero la audiencia no respondió favorablemente; Tsuburaya Productions acabó cerrando la sección de guiones y Kinjō abandonó la productora en 1969.

Uehara, que había colaborado en la mayoría de los guiones de Ultra Seven, consideró que no tenía sentido seguir en Tsuburaya Productions sin Kinjō, y también dejó el trabajo. Kinjō decidió regresar a Okinawa, que iba a ser devuelta a Japón por parte de EE. UU., y establecer allí su centro de trabajo. Propuso a Uehara que volviera con él para fundar una productora de contenidos okinawenses, pero este rechazó la oferta porque quería seguir acumulando experiencia como guionista en Tokio.

Diorama expuesto en un evento de 2012 que recrea la escena de “Urutora keibitai nishi e” (El Ultra Cuerpo de Policía va al oeste), capítulos 14 y 15 de Ultra Seven. Se dice que el monstruo, King Joe, fue bautizado así en honor al guionista Kinjō. (Fotografía de Rodrigo Reyes Marín / Aflo)

Uehara tenía otros motivos para quedarse en Tokio además de la experiencia. Cuando estudiaba el bachillerato se enteró de que sus tíos, que habían triunfado en Tokio, habían trasladado su registro familiar de Okinawa a la capital. “Los okinawenses eran considerados ciudadanos de segunda y la discriminación les impedía prosperar profesionalmente”, explica Uehara. En aquellos tiempos los habitantes de Okinawa necesitaban el pasaporte para ir a Tokio. De universitario en el Tokio “sin bases estadounidenses”, Uehara pudo comprobar la actitud discriminatoria contra Okinawa de los que le rodeaban. Y precisamente por eso decidió que quería saber más sobre los yamatonchu, como los okinawenses llamaban a los japoneses de las islas principales.

Uehara había forjado muy buenas amistades a través de su trabajo, y algunos productores le siguieron ofreciendo proyectos después de independizarse. Acabó formando parte del equipo de la exitosa serie juvenil Jūdō itchokusen (La recta del judo) (1969–1971) y su carrera finalmente despegó.

El regreso de Ultraman, en busca del realismo

Uehara empezó a colaborar en el lanzamiento de Kamen Rider, el héroe tokusatsu creado por Ishinomori Shōtarō. Cuando se disponía a redactar el borrador del primer capítulo, le llamaron de Tsuburaya Productions pidiéndole que volviera para una nueva secuela de Ultraman. Así fue como se convirtió en el guionista principal de El regreso de Ultraman, que se emitió entre abril de 1971 y marzo de 1972.

“Me puse muy nervioso cuando supe que Honda Ishirō, director de las primeras entregas de Godzilla, iba a rodar los dos primeros capítulos”, admite Uehara. El director Tsuburaya Eiji falleció en 1970, y el equipo de producción se propuso aunar esfuerzos para honrar su memoria. Uehara decidió inventar un nuevo Ultraman, distinto al avispado héroe original de Kinjō. “De seguir por la misma senda no hubiera logrado hacerlo como Kinjō. Así que decidí cambiar la fantasía de Kinjō por el realismo”.

En el argumento de la serie, el joven protagonista Gō Hideki, antes un mecánico corriente, es ahora miembro del comando MAT (Monster Attack Team). El impactante y polémico capítulo 33 firmado por Uehara, “Kaijūtsukai to shōnen” (El cuidador del monstruo y el chico), lleva a Gō a sufrir un perturbador conflicto interno.

Situado en Kawasaki, el capítulo narra el encuentro entre un niño huérfano procedente de Esashi (Hokkaidō) y un anciano que vive en una cabaña junto al río y que en realidad es un extraterrestre. Mostrando la discriminación y la persecución que sufren ambos protagonistas, el capítulo pone de manifiesto el lado más aterrador de la psicología de grupo. El anciano extraterrestre es asesinado a tiros y el monstruo que mantenía encerrado en el sótano queda en libertad. Los ciudadanos exigen a Gō, como miembro del comando MAT, que aniquile al monstruo cuanto antes, pero él vacila a la hora de convertirse en Ultraman para cumplir la misión. “¡Sois vosotros quienes liberasteis al monstruo!”, exclama Gō ante el clamor ciudadano.

Al escribir la historia Uehara concibió al chico como un niño de la etnia ainu y al extraterrestre convertido en anciano como un surcoreano afincado en Japón (zainichi). Como miembro de la minoría de los isleños de las Ryūkyū, Uehara se puso totalmente del lado del niño, el extraterrestre y el monstruo. La emisión del capítulo le costó el puesto de guionista principal de la serie.

Una fábula que sobrevive al tiempo

Posteriormente Uehara escribió los guiones de numerosos programas infantiles como Ganbare!! Robocon (¡Ánimo, Robocon!) o Himitsu Sentai Gorenger (El escuadrón secreto Gorenger). Kinjō, por su parte, seguía en Okinawa centrado en los guiones y la puesta en escena de obras de teatro okinawenses. Colaboró en el diseño y la producción de la ceremonia principal de la Exposición Internacional de Okinawa de 1975, pero le afectaron mucho las críticas de sus paisanos por el impacto negativo de la exposición sobre el mar de las islas. Falleció al año siguiente víctima de un desafortunado accidente, con solo 37 años.

La casa donde nació Kinjō Tetsuo (derecha) en Haebaruchō, Okinawa, es ahora el restaurante Shōfūen. En la estancia que fuera el estudio del guionista se conserva el Museo de Kinjō Tetsuo, que puede visitarse bajo petición. El escritorio está repleto de muñecos de Ultraman que dejaron los fans que lo visitaron. (Fotografía: Museo de Kinjō Tetsuo)

En verano de 2016, con motivo del 50 aniversario de la primera emisión, NHK propuso a los telespectadores una votación de los mejores capítulos de la serie. El primer puesto fue para el último capítulo de Ultra Seven, “Shijō saidai no shinryaku” (La mayor invasión de la historia), escrito por Kinjō. “Kaijūtsukai to shōnen” (El cuidador del monstruo y el chico), de Uehara, quedó segundo. Según Uehara, “la primera serie tiene fans muy apasionados, con edades desde la adolescencia hasta la cincuentena, que encuentran nuevos sentidos a la historia cada vez que ven los capítulos”. El guionista espera que, igual que hoy en día se siguen hallando nuevas interpretaciones para los cuentos tradicionales nipones como MomotarōLa princesa Kaguya y Urashima Tarō, Ultraman siga trascendiendo de generación en generación y acabe convirtiéndose en un clásico atemporal.

Entrevista y redacción: Itakura Kimie y Ōtani Kiyohide (Nippon.com)

Fotografía del encabezado: Una estatua de Ultraman recibe a los visitantes frente a la sede de Bandai. Tsuburaya Productions, que pasaba por un momento difícil en la financiación de sus proyectos, estableció una colaboración de capital y gestión con Bandai en 2008. (Jiji Press)

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