En busca de los árboles gigantes

En busca de los árboles gigantes: 4. Sin doblegarse ante el viento

Cultura

Para unos seres vivos tan expuestos a los vientos como los árboles gigantes, los tifones son enemigos temibles, cuyos efectos pueden ser mortales. Sin embargo, algunos de estos árboles van desarrollando gigantescas raíces conforme acumulan años y se protegen así de las amenazas naturales, adquiriendo al mismo tiempo siluetas peculiares y muy sugestivas.

Los tifones y los árboles gigantes

Por fin ha llegado el otoño. Para los árboles gigantes que han padecido los rigores del verano, es una estación de paz y tranquilidad y, al mismo tiempo, un importante periodo para hacer acopio de energía de cara al invierno. Pero antes deberán enfrentarse a los tifones, que son temibles enemigos de los árboles. Los tifones suelen castigar con frecuencia las costas del Pacífico en la mitad occidental de Japón. A veces, algunos de estos gigantes son arrancados de cuajo. Vivir a lo largo de siglos para fenecer en un instante es un cruel destino que podría presentarse en cualquier momento.

Las zonas donde crecen los alcanforeros y otras especies similares coinciden casi exactamente con las zonas corrientemente azotadas por los tifones y cabe pensar que estos árboles están bien dotados por la naturaleza para resistir sus embates. No son demasiado espigados, hincan sus raíces con fuerza y además están preparados para sacrificar algunas ramas del lado que más directamente recibe el viento. Diríase que dominan las técnicas de resistencia frente a los tifones. Esta vez presentaremos algunos árboles gigantes que han continuado creciendo en permanente lucha con estos vientos.

El Ōkusu de Fuma (prefectura de Chiba)

Especie: Tabunoki (Machilus thunbergii, familia de las lauráceas, género Machilus)
Dirección: Santuario sintoísta de Uga, Fuma 2395, Katori-shi, Chiba-ken 289-0411
Perímetro del tronco: 8,9 m.
Altura: 16 m.
Edad: 1.500 años (atribuida)
Declarado Monumento Natural Nacional
Tamaño ★★★
Vigor ★★
Porte ★★
Calidad del ramaje ★★
Majestuosidad ★★★★

El Ōkusu de Fuma se yergue en el recinto del pequeño santuario sintoísta de Uga, que ocupa la cima de una colina desde la que se otea la vega cerealista del río Kurobegawa. Se cree que este lugar, un baluarte natural, era parte del espacio ocupado por el antiguo castillo que alojó al linaje de los Fuma desde su tercera a su undécima generación (1324-1565).

El Ōkusu de Fuma fue declarado monumento natural nacional en 1926, pero 43 años más tarde un estudio del botánico Honda Masaji demostró que no se trataba de un alcanforero, como sugería el nombre que se le había impuesto, sino de un tabunoki (Machilus thunbergii). El tabunoki o inugusu es una laurácea cuyo aspecto es muy similar al del alcanforero. Los lugareños siempre habían sostenido que era un inugusu pero, al parecer por error, fue catalogado oficialmente como alcanforero. Pese a haberse reconocido el error, su nombre no ha sido modificado y hoy en día sigue siendo presentado como Ōkusu (Gran Alcanforero) de Fuma.

El 16 de octubre de 2013 el tifón nº 26, fuerte y de grandes proporciones, que había llegado a Japón por la isla de Izuōshima, rozó también en su avance la península de Bōsō produciendo graves daños en la zona más meridional de la región de Kantō (Tokio y cercanías). El Ōkusu de Fuma perdió la porción superior de su tronco principal, que hasta entonces se erguía recta, pero por suerte los efectos no llegaron a las raíces. El daño no acarreó la muerte del árbol, aunque, por desgracia, su porte se vio seriamente afectado.

En la parte izquierda de la fotografía se aprecia que junto al Ōkusu (a unos 7 metros al Nordeste) hay otro árbol de la misma especie. Es el llamado Kogusu o Pequeño Alcanforero, con su característica dirección de crecimiento en diagonal con el suelo. En su origen, este árbol no era más que una rama del árbol grande que, al crecer, fue aproximándose al suelo hasta contactar con él, tras lo cual echó raíz y se constituyó en árbol independiente. Merece la pena echarle un vistazo.

Actualmente los alrededores del Ōkusu de Fuma están siendo acondicionados por el ayuntamiento de Katori como zona turística. Se ha construido un aparcamiento y las huertas que había detrás del árbol se han transformado en un parque. Se ha colocado también un mirador desde el que puede contemplarse la comarca. Antes de sufrir los efectos del tifón, la enorme copa del árbol dejaba a la sombra todo el recinto del santuario, que adquiría así un ambiente sombrío, pero ahora el lugar es mucho más soleado y da una sensación de apertura.

El Gran Cedro de Sugi (prefectura de Kōchi)

Especie: Sugi (Cryptomeria japonica, familia de las cuprasáceas, subfamilia Taxodiaceae, género Cryptomeria)
Dirección: Santuario sintoísta de Yasaka Jinja, Sugi, Ōtoyo-chō, Nagaoka-gun, Kōchi-ken 789-0311
Perímetro del tronco: 15, 6 m.
Altura: 57 m.
Edad: 3.000 años
Declarado Monumento Natural Nacional Especial
Tamaño ★★★★★
Vigor ★★★
Porte ★★★★
Calidad del ramaje ★★
Majestuosidad ★★★★★

Al hablar del cedro japonés más grande del país, el ejemplar que más rápidamente acude a la mente  de muchos es, probablemente, el Jōmonsugi de Yakushima. Lo que no está tan claro es qué árbol ocupaba ese puesto antes del descubrimiento de aquel, en 1966. Si consultamos los viejos documentos, encontraremos el Gran Cedro de Sugi. Al verlo, es fácil entender por qué antiguamente se lo consideró el mayor cedro del país. Como árbol exento, es uno de los dos cedros que han obtenido la calificación de Monumento Natural Nacional Especial y no cabe duda que ha disfrutado de una gran fama desde tiempos muy antiguos.

El lugar donde se alza el Gran Cedro de Sugi fue en otros tiempos una aldea llamada, precisamente, Ōsugi (en japonés, Gran Cedro). En 1955, debido a una fusión de municipios, Ōsugi pasó a llamarse Ōtoyo, pero el topónimo Ōsugi no desapareció del todo, pues sigue existiendo como nombre de una de las estaciones de la línea de ferrocarril Dosan, que recorre la comarca. La subsistencia del topónimo es buena prueba de que este árbol gigante ha sido algo muy especial y un orgullo para los lugareños. El árbol consta de dos cepas, una al Norte y otra al Sur, de las cuales esta última ha alcanzado un mayor tamaño. Este Gran Cedro del Sur presenta tres grandes raíces tabulares (en forma de tabla) y parece haber engullido en su crecimiento a otro cedro que se alzaba a su lado. El dato más destacable de este árbol es su altura, pues en los registros de la era Shōwa (1926-1989) de la gubernamental Agencia de Cultura se fija en 68 metros. Al parecer, se lo venía considerando el árbol de cualquier especie más alto de Japón.

Una vez conocida la altura registrada, es difícil resistirse a hacer una medición in situ. En 2001, utilizando un hipsómetro Weise, obtuve 57 metros. Posteriormente, en 2016, utilizando un medidor de distancias de láser, el resultado fue 52 metros. Desgraciadamente, ninguna de estas mediciones se acercan a la 68 metros, pero lo más probable es que el árbol haya perdido parte de su altura debido a los sucesivos tifones que lo han afectado, lo cual puede deducirse del aspecto blanco y muerto que presenta la parte superior de su copa. En cualquier caso, uno se emociona pensando cómo se las ha arreglado este ejemplar para acercarse tanto a los 70 metros, que se consideran el límite de altura para su especie, precisamente en Kōchi, que se considera en Japón un portal de entrada para los tifones.

El Sakishimasuōnoki del río Nakamagawa (prefectura de Okinawa)

Especie: Sakishimasuōnoki (Heritiera littoralis, familia de la malváceas, subfamilia Stercuioideae)
Dirección: Haemi, Taketomi-chō, Yaeyama-gun, Okinawa-ken 907-1434
Perímetro del tronco: 35, 1 m.
Altura: 18 m.
Edad: 400 años
Tamaño ★★★★★
Vigor ★★★★
Porte ★★★★★
Calidad del ramaje ★★★
Majestuosidad ★★★★

El sakishimasuōnoki (Heritiera littoralis) es una especie arbórea de hoja perenne que encontramos en Japón en latitudes meridionales, a partir de la isla de Amami Ōshima. Un ejemplar que crece en el curso superior del río Nakamagawa, en la isla de Iriomote (prefectura de Okinawa) está considerado el mayor de Japón en su especie. Cada año llegan a la isla cerca de 300.000 visitantes y en los folletos turísticos nunca falta una fotografía de este árbol, que arranca muchas exclamaciones entre quienes ya han tenido noticia de él. Desde su descubrimiento en 1982, su fama ha ido extendiéndose por todo el país hasta convertirse en un elemento imprescindible en la promoción turística de la isla. Junto al carro tirado por un buey que, con la marea baja, lleva a los turistas a la vecina isla de Yubujima, puede considerarse la principal atracción de Iriomote.

Es una pena que la fotografía no pueda hacer justicia a las proporciones del árbol. Quien visite el lugar se quedará pasmado por lo descomunal de su tamaño. Por el perímetro de su base, no tiene nada que envidiar al famoso Gran Alcanforero de Kamō, considerado el mayor de Japón en esa categoría. Realmente merece la pena rendirle una visita. El aspecto perfectamente normal que tiene el tronco no hace sino acentuar, por contraste, la enormidad y la peculiaridad de sus raíces tabulares. Estas, en número de 10, alcanzan una altura máxima de 3,1 metros y con sus ondulantes formas nos confirman que la naturaleza es un artista inigualable. Las raíces tabulares de esta especie son muy resistentes y se dice que fueron utilizadas por los isleños para construir los timones de sus sabani (embarcaciones tradicionales).

Las islas Sakishima, que comprenden la de Iriomote, están situadas en el centro de una zona marítima en la que los tifones adquieren su mayor desarrollo. A menudo, los vientos acometen las islas con una virulencia desconocida en las islas principales de Japón. Y ahí tenemos a estos árboles de gigantescas raíces, que han medido fuerzas una y otra vez con los tifones y que, invirtiendo años y siglos, han evolucionado hasta adoptar las formas más adecuadas a las condiciones de la tierra, formas que ahora les permiten mantenerse firmes e inmutables ante los vientos más impetuosos. Contemplando estos árboles se siente, de una forma muy real, que también los vegetales continúan evolucionando cada día.

Texto y fotografías: Takahashi Hiroshi

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