La fruta de Japón

El secreto de los mejores melones cantalupos de Japón

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En Japón existen fruterías en las que se puede encontrar a diario dulces y repostería elaborados con fruta fresca. Detrás de esta realidad se esconden los esfuerzos de los agricultores que trabajan sin descanso los 365 días del año.

Dos horas de cola para comprar un postre de frutas

Desde tiempos antiguos, la fruta se viene considerando en Japón como un pequeño placer y un artículo de lujo. Bajo el lema "Una vida llena de fruta", la tienda Shinjuku Takano, una de las fruterías de primera calidad más representativas del país, ofrece una amplia selección de productos que facilitan el consumo de fruta: no solo la vende en su formato original, sino también en pasteles, bollería, gelatina, mermelada y zumo. Según Kubo Naoko, responsable de marketing de la firma propietaria del establecimiento, recientemente se están dedicando a las ensaladas. Para garantizar la frescura de sus productos, la empresa no acepta la apertura de sucursales a no ser que se disponga de una cocina, incluso cuando se trata de abrirlas en unos grandes almacenes.

Postre de jalea y melón cantalupo.

Shinjuku Takano se fundó hace 131 años; desde hace nueve décadas cuenta, además, con una cafetería, a petición de los clientes de origen extranjero que deseaban degustar la fruta in situ. Precisamente allí preparan al momento una de sus especialidades más populares a lo largo del año: el parfait de melón cantalupo; lleva trozos de esta fruta, helado, nata y un sorbete elaborado en su totalidad con fruta natural, y se sirve en una copa diseñada especialmente para potenciar su sabor. Esta tiene forma de cono invertido en vertical, una figura poco común en otros países. La fruta es indiscutiblemente el principal elemento de este dulce, en cuya preparación se otorga una suma importancia a que el cliente se quede satisfecho y con la sensación real de haber comido fruta. Es un delicioso postre, que se saborea empezando por la fruta y terminando por la mezcla de esta con la nata, algo que lo hace incluso más rico. Su precio, 2.160 yenes.

Incluso en los días laborables se forman colas de hasta dos y tres horas de espera frente al ascensor del piso donde se encuentra la cafetería de Shinjuku Takano para degustar sabrosos postres de frutas; esta abre a las 11 de la mañana.

Parfait de melón cantalupo.

La importancia del punto óptimo de consumo

(Arriba) Espacio especializado en la venta de melones cantalupos. (Abajo, derecha) Melón cantalupo de 16.200 yenes. (Abajo, izquierda) Un especialista en melones cantalupos golpea la parte inferior de una de estas frutas para comprobar si está maduro.

Desde hace diez años, Shinjuku Takano dispone también de un espacio dedicado exclusivamente a los melones cantalupos, situado al fondo de la sección de fruta de temporada. Determinar el punto idóneo de consumo del melón es una labor sumamente difícil, y el sabor difiere completamente tan solo con un día de diferencia. El establecimiento cuenta con un experto que les dice a los clientes con toda certeza cuándo consumir el producto. Además, el personal, versado en todo lo relacionado con el mundo frutícola, imparte cursos sobre temas como la fruta de temporada, los lugares de cultivo y el arreglo frutal; el cupo de todas las clases se llena enseguida.

La fruta que los productores han ido cultivando a lo largo de un año se selecciona cuidadosamente y se presenta como una obra de arte fresca, de modo que la cocina tradicional kaiseki ryōri se considere una manifestación artística.

Melones que se rompen por su abundancia en nutrientes

En las fruterías del centro de Tokio se puede encontrar melones cuyo precio va de los 3.000 a los 30.000 yenes. Para conocer qué diferencia unos de otros, visitamos a un productor especializado. Se trata de Chūjō Fumiyoshi, agricultor de segunda generación de la ciudad de Fukuroi, en la prefectura de Shizuoka, situada 200 kilómetros al suroeste de la capital nipona y conocida por sus melones y su fútbol. Chūjō, de 58 años, lleva cuatro décadas en el sector.

Chūjō cultiva melones de la marca Crown, uno por árbol.

Originalmente, los melones proceden de Egipto, país que se caracteriza por sus altas temperaturas. En Fukuroi, donde el clima es templado, se cultivan melones de la variedad británica Earl's Favorite desde 1924, hace casi un siglo. Las semillas de los melones cantalupos de calidad mejorada de Crown Melon, marca por excelencia de estas frutas para obsequiar, se conservan y atesoran con mano de hierro.

Invernadero de cristal del tipo tres cuartos de tramo, diseñado para aprovechar la luz del sol al máximo.

Chūjō cultiva sus melones en once invernaderos. Con el fin de mantener la misma temperatura y grado de humedad a lo largo del año, emplea un sistema informático de control. El tiempo de cultivo varía en función del invernadero, de ahí que pueda cultivar durante todo el año melones con un ciclo de 100 días. La mayor parte de su sabor depende de la cantidad de agua, por lo que se comprueba el estado de crecimiento a diario y se riega según proceda.

1. Melones del tamaño de un huevo, uno por árbol. 2. Se envuelven en papel fino. 3. La maduración se comprueba por la blandura de la parte inferior. 4. Se envuelven también para su envío.

Unos 25 días después de la plantación, se lleva a cabo la polinización, de forma individual y con un pincel; en torno a los diez días el melón crece hasta alcanzar el tamaño de un huevo. Ahí se selecciona solo uno y se retira el resto. "El melón que queda se envuelve en papel fino y se cuida de él como si se tratara de una mujer antes de dar a luz", cuenta Chūjō. En este sistema de cultivo, solo se produce una pieza por árbol. A ese único melón van a parar todos los nutrientes que habrían recibido las piezas descartadas, lo que hace que "explote". Estas sustancias se convierten en zumo y salen por las grietas; así se "dibuja" la bonita red de su superficie. Para saber si un melón está maduro, se comprueba la blandura de su parte inferior.

Los melones se transportan a la cooperativa, donde se inspecciona estrictamente su tamaño, dulzor y aspecto de la red, entre otros. La marca Crown Melon tiene seis categorías para valorar sus productos: Fuji, Yama, Shiro y Yuki son cuatro de ellas (en orden descendente). Solo uno de cada mil melones se cataloga como Fuji, la categoría de máxima calidad. Una vez terminada la inspección, se meten en cajas y solo queda esperar su llegada a los mercados centrales.

Disfrutando el triple: mirar, oler y comer

Los invernaderos de Chūjō reciben visitas de estudiantes de universidades de Agricultura y empleados de fruterías. "Se agradece que quienes trabajan en fruterías vengan a los lugares de producción y aprendan", dice orgulloso el agricultor.

"El riego diario es responsable del crecimiento del melón, de ahí que no haya descanso ni en Navidad ni en Año Nuevo. Causo molestias a mi esposa", lamenta. Cuando un melón se estropea por falta de agua, le cuesta comer durante unos días. Su hijo, de 33 años, lo sucede, pero a día de hoy la familia siquiera puede ir de viaje. "No hay nada que me haga tan feliz como cultivar melones de los que disfrutar tres veces: cuando se ven, se huelen y se degustan", señala Chūjō.

Solo es un melón, pero qué melón. Estas frutas sabrosas y jugosas son el resultado de los esfuerzos por adquirir conocimientos y el sudor de los agricultores y el personal de las fruterías

Texto: Doi Emiko
Imágenes: Kodera Kei
Imagen de la cabecera: Postres de frutas en Shinjuku Takano; el segundo por la izquierda es un pastel de melón cantalupo.

(Traducción al español del original en japonés)

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