El mundo del zen

El zen se transforma y difunde por el mundo: el caso de Steve Jobs

Cultura

El zen está revalorizándose. Antes se miraba como algo oriental, misterioso, que atraía desde el punto de vista cultural. Ahora, muchos están empezando a encontrar en él aplicaciones mucho más prácticas. En la serie que abrimos con este artículo, partimos de la figura de Steve Jobs para exponer el momento actual del zen, la meditación y el mindfulness.

El encuentro entre Jobs y un monje zen

El 5 de octubre de 2011 el mundo perdió un genio. “Personas que causen un impacto tan profundo como el que causó Steve aparecen muy rara vez, y su efecto se va sentir en muchas generaciones venideras”, dijo lamentándose de la pérdida quien, desde Microsoft, fuera durante tanto tiempo su rival, Bill Gates.

Steve Jobs, fundador de la empresa norteamericana Apple. El “profundo impacto” que dejó este genio excepcional no se limita a aparatos como el iPod o el iPhone.

Otogawa Kōbun (1938-2002), monje de la secta Sōtō nacido en Niigata (Japón) se convirtió súbitamente en foco de atención y fue objeto de amplios reportajes en diversas revistas tras la muerte de Jobs. Fue él quien guió al genial creador en la disciplina del zen.

Se ha dicho que es el zen lo que alienta tras el depurado diseño de las creaciones de Jobs, libres de toda impureza. Incluso en su forma de vestir, con pantalones vaqueros y aquellos suéters negros cuello cisne de Issei Miyake, siempre tan simples y funcionales, podía verse una interpretación personal del samue o traje de faena de los monjes zen.

Mindfulness, la meditación en clave no religiosa

Las empresas del sector de la tecnología de la información, que siempre han sentido una atracción irresistible por todo lo que sea nuevo y sofisticado, inspiradas por el zen de Jobs se han lanzado todas a introducir el zen en los programas de formación para sus empleados. Los trabajadores de la elite intelectual, que estaban empezando a ahogarse en un mar de información, han encontrado en el zen y en la variedad de meditación llamada mindfulness métodos para poner bajo control toda esa información y a sí mismos. Está ocurriendo en Google, en Intel, en IBM, en Facebook… y la corriente ha llegado ya a organismos gubernamentales de Estados Unidos, como los departamentos de Defensa o de Agricultura.

Con una estilosa imagen que tanto debe a Jobs, la nueva ola zen está avanzando por todo el hemisferio occidental bajo el nombre de mindfulness, ya sin ningún poso religioso. Y esta ola, si bien con cierto retraso, está llegando también a Japón, una de las cunas del zen, donde no acaba de disolverse todavía la negativa imagen dejada por la secta La Verdad Suprema (Aum Shinrikyō).

Los dos Suzuki que llevaron el zen a Estados Unidos

Pero, ¿cómo comenzó el interés de Jobs por el zen? ¿Qué significaba el zen para él?

Suzuki Daisetsu, principal responsable de que las tres letras del zen hayan dado la vuelta al mundo.

El iniciador del zen (dhyanna en sánscrito, chan en chino) fue Bodhidharma (japonés: Daruma), un monje budista nacido en el sur de India que posteriormente pasó a China. La religión zen (japonés: zenshū) es una ramificación de budismo Mahayana (Gran Vehículo) y está dividida en dos sectas principales, llamadas en japonés Sōtō y Rinzai. Su forma ascética más básica es la meditación zen (japonés: zazen). En China el chan entró en decadencia durante el periodo Ming, pero se extendió a Japón durante el periodo Kamakura (1185-1333), debiéndose su transmisión al monje budista Dōgen (1200-1253), quien viajó a aquel país. El zen alcanzó un gran desarrollo durante el periodo Muromachi (1336-1573), cuando se puso bajo la égida del shogunato. A partir de la era Meiji (1868-1912), el “zen japonés” comenzó a difundirse por el mundo.

Se dice que fueron dos japoneses, ambos apellidados Suzuki, quienes introdujeron el zen en Estados Unidos. Sus nombres completos son Suzuki Daisetsu (1870-1966) y Suzuki Shunryū (1905-1971). Daisetsu fue ante todo un gran conferenciante y un prolífico autor de textos en inglés, mientras que Shunryū se entregó a la práctica del zen junto a los norteamericanos. Pero fue una guía o introducción de este segundo Suzuki, titulada Zen Mind, Beginner’s Mind, la que prendió en Jobs.

Dado en adopción poco después de nacer, Jobs se sumergió en el mundo de la espiritualidad desde joven. A los 19 años dejó sin terminar sus estudios universitarios para vagabundear durante un mes por la India, algo que, para la juventud hippie de la época, era una especie de obligado “rito de paso”. Una vez hubo leído Be Here Now, un clásico de Ram Dass aclamado como la biblia de la espiritualidad de la época, Jobs hizo de la guía escrita por Shunryū su sostén.

30 años a la vera de un bonzo muy poco convencional

Al parecer, no hubo una química especialmente buena entre Shunryū y Jobs, pero durante 30 años este veneró como su maestro al citado Otogawa, que había llegado a un templo budista de San Francisco invitado por el primero.

Otogawa no se había tonsurado, tenía dos experiencias matrimoniales y otras de vida en pareja y, además, era más bien relajado en materia de alcohol y de dinero. Jobs fue cayendo en la órbita de este maestro que tan apartado estaba de la imagen tradicional del monje.

Probablemente, para Jobs, que se paseaba descalzo por la universidad y en sus trabajos ocasionales era relegado a los solitarios turnos de noche por su costumbre de no ducharse, la flexibilidad que encontraba tanto en la vida privada como en el espíritu de Otogawa resultaba muy atractiva.

Otogawa Kōbun, el monje en quien Jobs encontró un maestro. (Fotografía: Nicolas Schossleitner)

Jobs cedió a Otogawa una de las muchas mansiones que poseía y visitaba al monje a menudo, pero no hay forma de saber en qué consistían sus mondō (diálogos zen). Cuando Otogawa tenía 64 años, murió ahogado en Suiza, al intentar salvar a su segunda hija, de cinco años, que había caído a un estanque. Se dice que la inesperada noticia de su muerte produjo en Jobs un tremendo shock.

El zen, como el “no va más” en marketing

Inamuragasaki es un bello rincón costero de Kamakura. Al bajar del tren de la línea Enoden (Enoshima Dentetsu), hay en el paso del tiempo una peculiar blandura que nos envuelve. El monje Yamashita Ryōdō, responsable del templo Ippōan, fortín desde el que ha enseñado meditación zen en países de todo el mundo, es actualmente una de las figuras de vanguardia que tiran con más fuerza del budismo japonés. Con experiencia de difusión del zen en Estados Unidos, Yamashita comenta la influencia que obró el zen sobre Jobs.

Yamashita Ryōdō, responsable del templo Ippōan.

“El nunca hizo marketing. Mediante la meditación zen, fue descendiendo dentro de sí mismo y trató de ver lo más exhaustivamente posible qué era lo que de verdad quería. Como lo que fabricaba eran todas cosas que venían de lo más profundo de su ser, sus artículos tenían la cualidad de hacer vibrar una parte muy profunda del otro. ¿Qué es lo que realmente quiero? Ese era su estudio de marketing último y definitivo”, asegura.

En el famoso discurso que pronunció en la Universidad de Stanford (Estados Unidos) con ocasión de la ceremonia graduación en 2005, Jobs afirmó: “Todas las mañanas, mirándome en el espejo, me pregunto a mí mismo: ‘Si hoy fuese el último día de tu vida, ¿estarías dispuesto a cumplir la agenda que te has fijado? Si durante algunos días seguidos la respuesta es ‘no’, entonces había algo que tenía que cambiar”.

“Se cuestionaba a sí mismo día tras día”, continúa explicando Yamashita, “diciéndose que tenía que hacer lo que de verdad quería hacer. Normalmente, es difícil cumplir un propósito así, porque lo cómodo es tantear el ambiente circundante y elegir una forma de vida que no disguste a los demás. Pero Jobs era diferente. Iba hasta lo más profundo, trataba de mantener otra perspectiva, diferente de la forma convencional de ver las cosas. Supongo que usaba la meditación zen para eso”.

Desde Occidente, Yamashita ha traído de vuelta a Japón el mindfulness y lo ha reinyectado en el zen japonés, con la idea de revitalizar y renovar el budismo en este país.

Observando la respiración y las sensaciones físicas

Mindfulness es la traducción inglesa de sati, un término del pali, idioma que fue utilizado en los textos sagrados budistas de países como Sri Lanka o Myanmar. El sati es la conciencia del aquí y ahora. Consiste en centrar la mente verdaderamente en lo que está haciendo uno mismo aquí y ahora, apartándola del pasado y del futuro.

Podemos entenderlo como la meditación budista o theravada, una vez extraído de ella todo poso religioso. Todo indica que el mindfulness se dirige hacia un gran boom en el mundo. Estar libre de poso religioso y no exigir las posturas corporales propias de la meditación zen son algunos importantes detalles. Basta con cinco o 10 minutos para observar la forma en que respiramos y las más imperceptibles sensaciones que nos produce nuestro propio cuerpo. Lo importante es no reaccionar de ninguna forma, limitándose a percatarse de todo eso.

Desprovista ya sus vestiduras religiosas, esta variedad de meditación es fácilmente incorporable a los cursillos de adiestramiento que se organizan en las empresas. También está utilizándose en hospitales y otras instituciones de salud como terapia contra la depresión y otros desórdenes psicológicos. En Reino Unido existen informes que aseguran que los niveles de hostigamiento escolar o violencia bullying han descendido en las escuelas donde se ha introducido el mindfulness.

Han aparecido también diversas aplicaciones para teléfonos inteligentes. Se programa el aparato para que un timbre marque el tiempo de meditación, tras lo cual aparecen mensajes como “6.835 personas han meditado contigo en todo el mundo”. En septiembre de 2016, en el menú de cuidado de la salud del nuevo iOS10 para el iPhone, el mindfulness apareció como nueva categoría básica junto a activity, nutrition y sleep.

Konishi Yoshirō, presidente de la Sociedad Japonesa del Mindfulness, que desde hace cuatro años organiza en Tokio dos reuniones mensuales para practicarlo y está presente también con sus instructores de meditación en lugares como reformatorios, dice que mucha gente se acerca al mindfulness desde su faceta más funcional. “Al principio puede valer ese enfoque, pero de suyo el mindfulness es mucho más profundo. Me gustaría que la gente no se hiciera una imagen equivocada”, añade, defendiendo la importancia de esa otra parte zen que lleva el mindfulness en su núcleo.

Superar la desventaja de partida y ponerse a la cabeza del mundo

La meditación, que gracias a la difusión del yoga estaba empezando a obtener carta de naturaleza en Japón, se vio negativamente afectada en su imagen por las actividades de la secta de la Verdad Suprema (Aum Shinrikyō), responsable, entre otros crímenes, de los ataques con sarín en el metro de Tokio. La pregunta es, ahora, si el mindfulness logrará desprenderse completamente de esa imagen negativa.

Yamashita sale al paso: “El mindfulness ha llegado a Japón cargando con esa especie de tara. Pero cuando logre superarla, el mindfulness japonés se convertirá en el más pujante del mundo”.

Reportaje y texto: Koyama Tetsuya
Ilustración: Izuka Tsuyoshi

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