Enseñanzas del zen

Vocabulario zen (1): “ichigo ichie”

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La terminología del zen emplea expresiones muy sucintas que concentran conceptos relativos al estado mental o la iluminación, y que nos ayudan a interpretar las complejas enseñanzas de su filosofía. El autor de manga brasileño Angelo Mokutan ha creado una serie de tiras cómicas que escenifican distintos conceptos del zen. La primera entrega tiene como tema el proverbio ichigo ichie, literalmente ‘una vida, un encuentro’.

Ichigo ichie

La expresión ichigo ichie (一期一会) se compone de ichigo (一期), ‘una vida’, e ichie (一会), ‘un único encuentro’, y significa “un único encuentro en la vida”. Se trata de un proverbio surgido de la cultura de la ceremonia del té que encierra la idea de que, aunque un mismo grupo de personas se reúna repetidamente para celebrar la ceremonia del té, cada ocasión es totalmente única; por eso tanto el anfitrión como los invitados deben ejecutar el ritual siempre con la máxima entrega física y mental.

Del mismo modo, si en las relaciones humanas se concibe cada encuentro como algo único en la vida, las oportunidades de verse con los demás adquieren una importancia crucial. Si pensamos que cada vez que estamos con nuestros allegados —padres, hermanos, amigos o compañeros del trabajo— asistimos a un encuentro irrepetible, acabaremos apreciándolos más. Y esto no se limita a las personas: si enfocamos todo encuentro con un ser vivo —un perro, un gato, un árbol— como una oportunidad singular, estaremos estableciendo un nuevo tipo de relación entre nosotros y el resto del mundo.

Personajes de la historia

Noriko : adolescente caprichosa

Padre : panadero

Chico : aprendiz de la panadería

“¡Aaah!”, bostezó Noriko —una adolescente un tanto caprichosa— sentada en la mesa del desayuno. “¡Aaah!”, bostezó Noriko —una adolescente un tanto caprichosa— sentada en la mesa del desayuno.

“Qué duras son las mañanas…” “Qué duras son las mañanas…”

“¿¡Eh?!” “¿¡Eh?!”

“Otra vez el mismo pan…” “Otra vez el mismo pan…”

“Estoy harta de comer lo mismo todas las mañanas.” “Estoy harta de comer lo mismo todas las mañanas.”

Decidida a quejarse a su padre, Noriko agarró el pan y se dirigió a la panadería. Decidida a quejarse a su padre, Noriko agarró el pan y se dirigió a la panadería.

Espiando entre las cortinas de la entrada de la panadería, Noriko vio a su padre hablando con el aprendiz. Espiando entre las cortinas de la entrada de la panadería, Noriko vio a su padre hablando con el aprendiz.

“Quiero que te fijes en una cosa: el pan tiene siempre el mismo aspecto, pero su elaboración es distinta cada día”, dijo el padre. “Quiero que te fijes en una cosa: el pan tiene siempre el mismo aspecto, pero su elaboración es distinta cada día”, dijo el padre.

“¿Pero qué dice?”, se preguntó Noriko, que nunca antes había escuchado esas palabras. “¿Pero qué dice?”, se preguntó Noriko, que nunca antes había escuchado esas palabras.

El padre siguió con su explicación: “Cada día hay que ajustar la receta según la temperatura que haga fuera. Así que el pan es distinto cada día. ¿Está claro?” El padre siguió con su explicación: “Cada día hay que ajustar la receta según la temperatura que haga fuera. Así que el pan es distinto cada día. ¿Está claro?”

“Tanto el pan como las personas somos distintos cada día. Piensa que en nuestro cuerpo se sustituyen 100 millones de glóbulos rojos cada minuto”. “Tanto el pan como las personas somos distintos cada día. Piensa que en nuestro cuerpo se sustituyen 100 millones de glóbulos rojos cada minuto”.

“Hay clientes que acuden a la panadería todos los días, pero tienes que apreciarlos bien porque, igual que el pan, ellos también son distintos cada día.” “Hay clientes que acuden a la panadería todos los días, pero tienes que apreciarlos bien porque, igual que el pan, ellos también son distintos cada día.”

Al oír esas palabras, Noriko miró de nuevo el pan… Al oír esas palabras, Noriko miró de nuevo el pan…

Y, arrepentida, empezó a comérselo a grandes bocados mientras pensaba “¡perdóname, papá!”. Y, arrepentida, empezó a comérselo a grandes bocados mientras pensaba “¡perdóname, papá!”.

Fin

Autor: Angelo Mokutan

lengua japonesa manga Zen Japonés