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El futuro de la animación: la revolución de Shinkai Makoto

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La trayectoria de Shinkai Makoto, el director de animación responsable del sorprendente éxito Kimi no na wa.

De autor en solitario a creador de un nuevo tipo de anime

Hosoda Mamoru es un director que proviene del mundo de los estudios de producción de animación y para quien el anime es la cristalización de un trabajo en equipo, mientras que Shinkai Makoto comenzó produciendo sus obras de forma independiente. Tampoco sus historias se ajustan a los cánones comerciales de la industria del entretenimiento; el éxito que ha cosechado se debe a su personalidad como director, que imprime al máximo a todas sus películas.

Shinkai comenzó su andadura produciendo películas de apertura para videojuegos, como empleado de la empresa de desarrollo y distribución de software Nihon Falcom; posteriormente comenzó a producir, de forma independiente, cortos de animación, llegando a recibir en 2000 el Gran Premio del 12 Concurso de Animación por Computadora con un cortometraje de cuatro minutos y cuatro segundos de duración, llamado Kanojo to kanojo no neko (Ella y su gato). En 2002 presentó Hoshi no koe (Las voces de una estrella distante), una obra de treinta minutos que supuso el debut a pequeña escala del director en los cines y en DVD. Para dicha película Shinkai no solo cumplió el papel de director y guionista, sino que además fue dibujante, colorista, programador en 3D, fotógrafo, editor y actor de voz; es decir, que asumió la mayor parte de las funciones de la película; su impresionante trabajo como “autor en solitario” atrajo una gran atención y la película se convirtió en un gran éxito, apareciendo en portadas de revistas especializadas. Los principios del siglo XXI han sido testigos del nacimiento de un nuevo tipo de anime, en parte gracias a Shinkai.

El cartel de Kimi no na wa, expuesto durante la charla con el director Shinkai Makoto tras la proyección de la película durante el 29 Festival Internacional de Cine de Tokio, y con ocasión del estreno, este verano ©2016 TIFF

El hijo predilecto de la revolución digital

Los últimos años del siglo XX se vieron marcados por la revolución digital, favorecida por el rápido desarrollo y la propagación de los ordenadores e Internet. Hosoda Mamoru fue uno de los autores pioneros en el uso de esas tecnologías, y desde que debutara como director en 1997 Toei Animation comenzó a hacer uso extensivo de herramientas digitales para áreas como el color, la fotografía o la edición, en sus series de televisión, de modo que lo único analógico que quedó en el proceso de producción fue el dibujo y los fondos. Esta revolución pronto se extendió al resto de la industria de la animación, y para 2002 la mayoría de las empresas de anime habían adoptado por completo las tecnologías digitales.

Gracias al abaratamiento de las herramientas la brecha que separaba a profesionales de aficionados fue desapareciendo, hecho que ha tenido grandes repercusiones. La calidad de imagen de Hoshi no koe está muy por encima de lo que se suele asociar con la palabra “aficionado”. Aunque los diseños de los personajes presentan ciertas imperfecciones, se aprecia un gran cuidado en los fondos y los mechas (vehículos de aspecto robótico controlados desde su interior por un piloto humano). La respuesta en Internet fue aún más rápia que la de las revistas: las críticas positivas se multiplicaron, y cuando las ventas del DVD llegaron a su punto álgido innumerables usuarios que adquirieron la obra la ensalzaron repetidamente. Como una ola gigantesca formada por muchas de menor tamaño, Shinkai se vio aupado hasta un nivel aún mayor de fama.

Sin embargo, aunque los críticos (y me incluyo en ese grupo) preveían que la industria sería testigo de la aparición de incontables obras independientes y de la creación de un nuevo mercado, esto no llegó a ocurrir. Es cierto que actualmente hay autores independientes produciendo obras, pero no solo no se han convertido en una corriente principal, sino que, especialmente desde que en 2006 llegara a su punto álgido la distribución masiva de contenido audiovisual, se ha hecho extremadamente difícil para esos autores hacer negocios.

Escena de Kimi no na wa. En la obra de Shinkai el movimiento de las nubes, la luz cambiante y otros elementos visuales crean potentes efectos ©2016 Comité de Producción de Kimi no na wa

Las producciones independientes, el vehículo óptimo para la introspección

Al reflexionar sobre el fenómeno de Hoshi no koe, y teniendo en cuenta que no hay otros artistas que continúen cosechando éxitos como Shinkai, resulta evidente que no necesariamente hay un valor intrínseco en la producción en solitario. Shinkai optó por una forma de trabajo en solitario precisamente porque  refleja a la perfección los temas introspectivos que ha abordado desde que comenzó hasta Kimi no na wa: ¿está el ser humano solo, después de todo? Si no lo está, ¿qué son estos vínculos sentimentales?

Hoshi no koe se plantea una pregunta que transpira a lo largo de toda la proyección: ¿se siguen sintiendo los sentimientos expresados mediante mensajes de teléfono móvil cuando la distancia física aumenta? Desde Byōsoku go senchimētoru (Cinco centímetros por segundo, 2007) hasta Kimi no na wa, la última obra de Shinkai, la tristeza de una relación en la que los amantes no pueden tocarse ha resonado con fuerza en los corazones de los aficionados, pese a que la narrativa haya ido cambiando de forma: desde 2002 este tipo de problemas ha provocado una gran empatía en los espectadores.

El tema de la distancia entre las personas, común en la literatura clásica, se ha visto retomado en el vórtice de la revolución digital, en una era en la que los mensajes electrónicos no son algo que lleve tanto tiempo entre nosotros. Las imágenes creadas por Shinkai Makoto, desde su visión personal, hacen sentir al público no solo sorpresa, sino también cercanía hacia el autor.

Los fondos como expresión de las emociones

Shinkai no es un director que se apoye en el diálogo o el esquema acción/reacción para expresar las emociones de sus personajes; sus obras aúnan los paisajes de belleza cambiante, con cielo o nubes, una cuidada iluminación, los monólogos poéticos y una música que fluye a lo largo de la narración. Pese a tratarse de historias de amor, las escenas en que la pareja protagonista aparece junta o llega a tocarse físicamente son excepcionalmente escasas. Dado que hay tantos espacios vacíos entre ellas, es fácil que el espectador se vea asaltado por sus propios recuerdos. La reacción química con las emociones del espectador produce un resultado cercano a la poesía.

Si consideramos que este efecto fue más allá de lo planeado en un principio, es lógico pensar que la producción individual podía haber controlado por completo los sentimientos que se deseaban expresar. Sin embargo, aunque desde la segunda cinta de Shinkai, el largometraje de 91 minutos Kumo no mukō, yakusoku no basho (El lugar prometido al otro lado de las nubes, 2004), el director ha mantenido su distancia respecto a la industria del anime desde su posición de autor independiente, ha pasado a coproducir sus obras con un grupo de artistas de sensibilidades cercanas a las suyas. En la obra mencionada Shinkai da un enfoque de ciencia ficción más marcado, en lo que se denomina sekai kei (un subgénero de la cultura pop en el que los problemas personales de los protagonistas se ven representados por el mundo que los rodea y en el que se ven implicados). Por otro lado, el cortometraje Byōsoku go senchimētoru, que participó en el Omnibus de 2007, usa una ambientación  y unos temas minuciosamente realistas para profundizar sobre los sentimientos de quienes no pueden tener contacto físico.

En 2011 Shinkai presentó Hoshi wo ou kodomo (Los niños que persiguen estrellas), una historia de fantasía oscura. Aunque se puede apreciar en ella el deseo de intentar hacer una obra al estilo de las grandes producciones de Studio Ghibli, en detalles como el diseño de los personajes, también se resaltó en la cinta el estilo personal de Shinkai, y sus conflictos. En 2013 Shinkai estrenó en cines el mediometraje de 46 minutos Koto no ha no niwa (El jardín de las palabras), en el que imperaba la idea de hacer que los fondos expresaran las emociones. Se trata de una obra de gran fuerza, en la que la presencia del agua lo controla todo hasta niveles sorprendentes: estamos en la temporada de lluvias anterior al verano, y tanto el aire como la vegetación rezuman humedad. Resulta emocionante darse cuenta de que la superficie transparente del agua es un reflejo de la pureza de los corazones de una profesora y un estudiante del instituto en el que transcurre la historia, y de que las raíces de la perspectiva de la película -los pensamientos que no pueden expresarse con palabras- provienen de algo tan japonés como Man’yōshū, la colección de poemas más antigua que se conserva (compilada en torno al año 759).

Kimi no na wa: “lo mejor” de Shinkai Makoto

En 2016 Shinkai presenta Kimi no na wa, su último trabajo, el cual, podría decirse, muestra “lo mejor” del director tras estos diez años de producciones (en palabras de Kawamura Genki, productor de Tōhō). Si tratamos de analizar los elementos de la obra nos daremos cuenta de que se ha intentado verter en ella todo lo requerido: los hermosos fondos expresan la sencillez de los sentimientos de la pubertad, la música se ajusta a la perfección al ritmo de las imágenes, o la unión de los aspectos tradicionales de Japón con la fantasía de la historia.

La última escena, en la que los protagonistas por fin se conocen ©2016 Comité de Producción de Kimi no na wa

El estreno de la obra se dio en lugares más públicos; es decir, a nivel nacional, en los cines del grupo Tōhō, una prueba evidente de la intención de reforzar también su carácter de entretenimiento. Resulta notable que la historia comience con un toque de humor y sin embargo cambie de rumbo, para explorar la tristeza de los protagonistas, separados en el espacio y el tiempo.

En el equipo de producción se encuentran Tanaka Masayoshi, a cargo del diseño de personajes, conocido por su trabajo en los animes de televisión Toradora! y Ano hi mita hana no namae wo bokutachi wa mada shiranai (Aún no sabemos cómo se llama la flor que vimos aquel día), Andō Masashi a cargo de los dibujos, famoso por su experiencia con el director Miyazaki Hayao en los proyectos de Mononoke hime (La princesa Mononoke) y Sen to Chihiro no kamikakushi (El viaje de Chihiro). Es interesante señalar que se trata de un equipo japonés de vanguardia en la animación, formado por un director independiente, un animador de series nocturnas y un antiguo empleado de Ghibli; y que, sin embargo, el sabor y la personalidad de la obra están a un nivel que jamás habíamos experimentado.

Puntos en común con Hosoda Mamoru

Es ahora cuando me resulta evidente que existen muchos puntos en común en la trayectoria profesional de Hosoda Mamoru y Shinkai Makoto. Hosoda, seis años mayor que Shinkai, estrenó Summer Wars, otra película de “entretenimiento completo”, hace exactamente siete años. En lo que a expresar sentimientos con los fondos se refiere, Hosoda, que aspiró en su día a ser pintor, también concede una gran importancia expresiva a los mismos. Shinkai y Hosoda comparten otros elementos como autores: su postura hacia los objetivos cinematográficos y hacia la visión del público.

Hosoda es un director que, desde Toki wo kakeru shōjo (La chica que saltaba a través del tiempo, 2006), anime representativo de la pubertad en Japón, se atreve a probar todo tipo de posibilidades en cada una de sus obras para subir el listón y reflejar el crecimiento interno de sus personajes, que pasan por el enamoramiento, el matrimonio, la educación de los hijos o las relaciones entre profesores y alumnos. Es posible que Shinkai Makoto, que hasta ahora se ha concentrado en la parte más personal de los personajes, también pueda mostrarnos fronteras nunca vistas sin apartarse por ello de su carácter como autor, si consideramos que el secreto del éxito de su nueva película se encuentra en el hecho de “haber expandido aún más el tiempo y el espacio”.

La razón por la que las obras de Hosoda Mamoru y Shinkai Makoto han impresionado los ojos y los corazones del público no tiene nada que ver con la formación de Hosoda en las productoras o el paso de Shinkai del mundo amateur a la fama, sino con que ambos nos muestran un amplio mundo, y es de esperar que sigan haciéndolo en lo sucesivo. Sin duda, la animación japonesa continuará acaparando la atención del mundo, con autores de tal ambición y valor al timón.

(Puede leer la primera parte de la serie en este enlace)

(Artículo escrito el 7 de noviembre de 2016, y traducido al español del original en japonés)

Imagen del encabezado: Kimi no na wa, del director Shinkai Makoto. ©2016 Comité de producción de Kimi no na wa

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