Viajando por las provincias

Nagato, una ciudad de la prefectura de Yamaguchi rebosante de naturaleza, historia y cultura

Cultura

El 15 de diciembre de 2016 se celebró una cumbre entre Rusia y Japón. Para esta ocasión, el primer ministro nipón, Abe Shinzō, eligió la ciudad de Nagato, que se encuentra en la zona noroccidental de la prefectura de Yamaguchi, en el extremo oeste de la isla de Honshū. ¿Cómo son la vida y la cultura de quienes habitan aquí? La revista local Try Angle habla al respecto.

Las cicatrices de la guerra ruso-japonesa en Nagato y las relaciones bilaterales

Al reflexionar sobre la conexión existente entre la ciudad de Nagato y los vínculos con Rusia, lo primero que nos viene a la mente es la historia que cuentan silenciosamente dos tumbas; en la lápida de una de ellas puede leerse "Víctimas del Incidente del Hitachi Maru", mientras que la otra reza "Soldados de la Flota Rusa". Ambas tienen unos 110 años de antigüedad y fueron erigidas en memoria de quienes murieron durante la época que se inició de forma repentina con el estallido de la guerra ruso-japonesa.

El Ejército Imperial de Japón fletó el Hitachi Maru, un barco de gran tamaño para el transporte de carga y de pasajeros, al mismo tiempo en que daba inicio el conflicto bélico con Rusia. Un buque de guerra de este último país lo hundió cuando navegaba por el mar de Genkai con soldados que se dirigían al frente a bordo; muchos de ellos perdieron la vida en el ataque. Sus cuerpos fueron arrastrados hasta las costas de Nagato, donde un residente local que había salido a faenar – Kimigawa Kametarō– los encontró; cuentan que los enterró con sumo cuidado.

La flota rusa fue aniquilada durante la Batalla de Tsushima, en el mar de Japón, y varios cuerpos sin vida de sus soldados llegaron hasta la playa Ōgoshi, en la localidad de Kayoi. Al parecer, los habitantes de estas costas los enterraron con la misma delicadeza que si se tratara de miembros de su familia. En aquel entonces, la tumba la marcaron con una roca, pero en 1968 los residentes locales colocaron la lápida actual.

A día de hoy, se celebra cada año una ceremonia en memoria de los caídos; además, los descendientes de aquellos habitantes se encargan de cuidar las tumbas. Los lazos creados por estos residentes, a quienes no importaba si se trataba de compatriotas o de enemigos de la patria, se conservan y transmiten cuidadosamente.

A la derecha, la tumba de las víctimas del Incidente del Hitachi Maru; a la izquierda, la de los Soldados de la Flota Rusa (imagen cortesía del Ayuntamiento de Nagato).

La abundante naturaleza de Nagato

Rodeada por el mar y las montañas, la ciudad de Nagato conserva numerosos lugares de bella naturaleza. El templo budista de Tainei es uno de ellos, con sus cerezos en flor en primavera y sus árboles de hojas rojas en otoño. La posibilidad de participar en una sesión matutina de meditación zen, previo pago, goza de popularidad en la localidad, especialmente entre quienes se hospedan en los distintos alojamientos de la zona, famosa por sus aguas termales. Es muy posible que la mente quede sosegada gracias a ese instante de unidad espiritual en el que uno se encuentra consigo mismo al tiempo que percibe a través de sus cinco sentidos los colores de la estación y la intensidad del aire matutino.

La sesión matutina de meditación se lleva a cabo entre las 7:00 y las 8:00 (imagen cortesía de la Asociación de Alojamientos Tradicionales de Yumoto Onsen).

Otro lugar de la prefectura de Yamaguchi que hace las delicias de los viajeros, en este caso en verano, es Ōmijima, que en los últimos años ha cobrado popularidad en todo el país como zona de buceo. Muchos han quedado cautivados por sus vistas misteriosas, que recuerdan a las de una gruta de Okinawa conocida como La Cueva Azul. Al parecer, el secreto de la gran claridad de estas aguas reside en su lecho marino, cubierto de grava, que no levanta polvo. En ocasiones, es posible ver ángeles de mar y otros seres vivos que habitan en las profundidades.

Ōmijima, una zona de buceo (imagen de Kubo Takashi).

Al pasear por las inmediaciones del puerto pesquero de Kayoi, es posible encontrarse con diferentes elementos que evocan estampas propias del otoño y el invierno en zonas portuarias; por ejemplo, frutos del mar como calamares, chanquetes y alga konbu expuestos al sol para su secado. Estas costumbres no se limitan a la industria marina, sino que se transmiten de padres a hijos en los hogares, donde son un aspecto familiar más. En esta zona se puede seguir viendo paisajes propios de los pueblos marineros que en la actualidad apenas se observan en todo Japón.

Calamares expuestos al sol para su secado (imagen de Itō Shinji).

Chanquetes expuestos al sol para su secado (imagen de Itō Shinji).

Para la elaboración de productos secados al sol, en Nagato se emplea el agua marina de la bahía de Yuya, rica en minerales, además de la sal de Hyakusho-an. Esta se produce desde tiempos antiguos sirviéndose del sol y el viento y agitando el agua para que quede homogénea; su sabor cambia en función de la estación. Esta sal goza de popularidad en los alojamientos de lujo y en otras instalaciones de la prefectura, sin duda alguna, así como en los diferentes lugares de Japón, sobre todo en el área metropolitana de Tokio.

Elaboración de la sal de Hyakusho-an.

Festivales con una tradición de más de 400 años de antigüedad

El verano y el otoño, durante los cuales se celebran en Nagato sendos festivales de carácter especial, son dos estaciones en las que la localidad se anima más de lo habitual. El Dendō Omiyukisai, que se celebra una vez cada dos años en el distrito de Misumi, es un heroico festival del estío durante el cual los participantes recorren las calles cargando con santuarios sintoístas portátiles, mikoshi en japonés, que lanzan al cielo azul característico de la época. Los santuarios se agitan con grandes movimientos a izquierda y derecha, al compás de quien lidera la procesión, y se lanzan al aire para posteriormente ser recogidos. Esta manera de tratar los mikoshi, que normalmente se consideran como algo solo para portar, es sumamente inusual dentro del propio Japón. Al parecer, cuanto más alto se lanzan, mayor es la felicidad de los dioses y, por lo tanto, más los beneficios que proveen.

Un grupo de participantes lanza un mikoshi durante el Dendō Omiyukisai (imagen de Morita Hiroaki).

El festival de Akasaki, que en 2016 cumple 420 años, se viene celebrando como muestra de agradecimiento a la deidad protectora de la agricultura por librar al pueblo de epidemias. Durante el mismo, se ejecutan dos danzas –Gakuodori y Yumoto Nanjōodori– en un teatro al aire libre de nombre Gakusajiki y forma cónica construido con piedras. El espectáculo, en el que participan desde niños hasta ancianos, todos ellos ataviados con atuendos vistosos, rebosa vitalidad. Ha sido designado Propiedad Tangible de la Cultura Popular de Japón, y lo han presenciado personalidades como el Emperador Shōwa.

Danzas del festival de Akasaki (imagen de Tatsukawa Yasuo).

Un nuevo punto de partida de la cultura

El pintor Kazuki Yasuo es otra figura cultural imprescindible para comprender la relación entre Nagato y Rusia; su obra más representativa, Serie de Siberia, está inspirada en su experiencia como preso en la antigua Unión Soviética tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial. En el Museo Kazuki Yasuo, inaugurado en 1993, se exponen y se almacenan, además de la citada obra, pinturas suyas al óleo, bocetos, grabados y creaciones cuyo objetivo sería el de servir de juguetes infantiles. A partir de los motivos tradicionales de la belleza japonesa, que se contradicen con los de Serie de Siberia, quizás sea posible percibir la noción del artista respecto al amor humano y la paz.

Del mismo modo, las obras de la poetisa Kaneko Misuzu, natural también de Nagato, conmueven por su mirada tierna hacia los más débiles. En los últimos años se ha hablado mucho de una iniciativa para transmitir el pensamiento de la autora, cuya andadura comenzó en 2004, principalmente entre los jóvenes. Entre sus siete paredes gigantes de mosaicos, destaca particularmente Proyecto M20000. A simple vista, no es más que un mosaico formado por 20.000 tablas de kamaboko, un producto marino por el que la localidad es famosa, con deseos escritos en ellas, pero, al proyectar una luz negra, aparece una multitud de sardinas y la obra se convierte en un espacio de fantasía que evoca su poema Tairyō (Pesca abundante).

Proyecto M20000 (imagen de Watanabe Kōichi).

El Teatro Renaissa Nagato, gestionado por el Gobierno de Yamaguchi, se inauguró en el año 2000 bajo la creencia de que Chikamatsu Monzaemon, autor del período Edo dedicado al kabuki y al jōruri, era originario de la zona. Sus instalaciones son de las más novedosas: escenario giratorio, pasillo elevado en la platea para que los actores vayan al escenario y foso, además de otros muchos mecanismos presentes en teatros nacionales. Alberga no solo obras de géneros tradicionales como el kabuki, el bunraku y las farsas de noh, sino también manifestaciones teatrales de diversos tipos.

Teatro Renaissa Nagato (imagen cortesía del Teatro Renaissa Nagato).

Los habitantes del Nagato actual conviven con creencias y tradiciones de otros tiempos. Un paseo por las calles de la localidad que tanto amaban personajes como Kaneko Misuzu y Kazuki Yasuo servirá para percibir ese sentimiento.

Imagen de la cabecera: Paisaje de otoño en el templo Tainei (imagen de Iida Yūichi).

(Traducción al español del original en japonés)

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