Herramientas de la gastronomía japonesa tradicional

La artesanía de cobre de Gyokusendo: fusión de tradición e innovación

Cultura

Tsuikidōki es un tipo de artesanía tradicional japonesa en la que se trabaja el cobre martillándolo a mano para crear refinados utensilios de uso doméstico, como teteras o vasos de sake. Gyokusendo, una empresa que lleva más de dos siglos dedicándose a este arte, encarna las raíces del sector de la metalistería en la ciudad de Tsubame, Niigata.

Una fábrica abierta al público para potenciar el valor del producto

Visitamos la sede central de Gyokusendo, una firma de artesanía del cobre de gran solera en la ciudad de Tsubame. Al llegar al lugar el director Yamada Ritsu responde a nuestro saludo con una insólita petición: “Les ruego que no hagan un reportaje muy exhaustivo”.

Arriba: El edificio que acoge la sede central de Gyokusendo en Tsubame figura en la lista del Patrimonio Cultural de Japón. Abajo a la izquierda: Yamada Ritsu, director de Gyokusendo. Abajo a la derecha: Piezas representativas expuestas en los estantes del establecimiento.

“Todos los artículos de Gyokusendo son de elaboración artesanal. Al contar con una plantilla de solo veintiún artesanos, no podemos producir en masa. Pero como, afortunadamente, gozamos de una buena reputación, tampoco tenemos la intención de hacer mucha publicidad ni de ampliar nuestras vías comerciales. Accedimos a este reportaje con la esperanza de captar a un gran número de visitantes que acudan al taller para comprobar la dedicación que ponemos en nuestros productos”, explica Yamada.

Los utensilios de cobre de Gyokusendo destilan belleza y refinamiento.

Con el fin de difundir el valor de la artesanía del cobre, la fábrica de Gyokusendo mantiene las puertas abiertas para visitas, sin reserva previa, durante todo su horario operativo. Una serie de muestras preparadas para los visitantes ilustran las distintas fases de la elaboración. Primero se repuja una plancha de cobre con un martillo de madera y posteriormente se pasa al uchishibori, un largo y trabajoso proceso que consiste en ir modelando el cobre con un martillo metálico para darle la forma deseada.

El proceso de elaboración empieza en la plancha plana de cobre de la izquierda y evoluciona en el sentido contrario al de las agujas del reloj. Suelen trabajarse varias piezas a la vez en cada etapa del proceso pero, en el caso de elaborar una sola de principio a fin, se tardaría más de dos semanas en completarla. A eso se refiere Yamada cuando sentencia que “la artesanía del cobre conlleva un gasto enorme de mano de obra”.

Yamada habla así del valor de su producto: “Las teteras en que se elabora el pitorro por separado y luego se pega al cuerpo ya cuestan más de 50.000 yenes. Las que se modelan a partir de una única plancha de cobre, llamadas kuchiuchidashi, ascienden a unos 500.000. Aunque con solo ver el producto ya se intuye su valor, creo que puede apreciarse mucho mejor observando de primera mano su laboriosa creación en el taller. Para los que ya poseen utensilios de cobre, presenciar ese proceso puede ahondar su apego por la pieza y las ganas de cuidarla bien. Así que, si al llegar les pedí que no hicieran un reportaje demasiado completo, es porque no quiero que los lectores se sientan como si ya hubieran visto la fábrica y dejen de visitarla en persona (risas). Lo recomiendo encarecidamente: vengan a vernos”.

Dos teteras kuchiuchidashi del mismo tipo pero con distinta antigüedad: la de la derecha es nueva y la de la izquierda acumula medio siglo de uso. “Con el uso prolongado, el cobre envejece tomando un tono cada más vez más profundo. Muchos me piden que les venda la tetera de la izquierda y me ponen en un apuro”, comenta Yamada.

Técnicas y herramientas únicas modeladas por la historia

En el taller resuena sin descanso el estridente tañido de los martillos de metal. A pesar de que los artesanos llevan los oídos protegidos, muchos de los veteranos aseguran haber perdido la capacidad de captar los sonidos agudos.

El taller cuenta con techos altos para amortiguar la resonancia del martilleo y grandes ventanales para dejar entrar la luz.

En las paredes y columnas del interior de la fábrica cuelgan ristras de toriguchi (literalmente, ‘picos de pájaro’), un tipo de herramienta exclusivo de Gyokusendo que sirve para sostener las piezas de cobre al trabajarlas. Los toriguchi se clavan en una base de madera con agujeros llamada agariban y parecida al pie de un árbol cortado. El artesano se sienta sobre el agariban, fija la pieza de cobre en el toriguchi y va modelándola con el martillo metálico. Los tipos de toriguchi varían según el proceso y la forma de la pieza, y cada pieza requiere usar entre veinte y treinta distintos. Gyokusendo cuenta con 300 tipos de toriguchi y 200 de martillos metálicos.

Arriba a la izquierda: Los toriguchi se clavan en el agariban. Arriba a la derecha: El agariban sirve de base para el martillado y permite crear una extensa variedad de curvas en las piezas de cobre. Abajo: Ristras de toriguchi de todos los tamaños.

Una vez templado, el cobre mantiene su flexibilidad incluso después de enfriarse, pero al golpearlo va encogiendo y endureciéndose. Para recuperar su flexibilidad y seguir trabajándolo, tras el modelado se somete a un proceso llamado yakinamashi que consiste en calentarlo en el horno. Los procesos de modelado y yakinamashi se repiten varias veces hasta obtener una pieza con forma estética.

El jefe de artesanía Tamagawa ejecuta el proceso de yakinamashi.

Los productos de Gyokusendo presentan un sinfín de variaciones en la forma: con la superficie cubierta de hoyuelos de martillado, con motivos grabados con martillo pequeño, repujados, cincelados, etc. También muestran variedad en su hermoso colorido, habiendo unos que conservan el tono original del cobre, otros que se tiñen con baños de sulfuro de potasio —con una técnica exclusiva de la firma— o incluso otros revestidos con una capa de estaño.

Arriba a la izquierda: Copa guinomi con hoyuelos para sake. Arriba a la derecha: Tetera kyūsu con motivos florales. Abajo a la izquierda: Tetera kyūsu con muescas y ondulaciones. Abajo a la derecha: Cafetera de plata oxidada.

Introducidas por artesanos de Sendai en la segunda mitad del siglo XVIII, las técnicas de la artesanía del cobre se desarrollaron especialmente en la zona de Tsubame porque allí contaban con las materias primas y el combustible necesarios: el cobre se extraía de la mina de Maze (actual distrito de Nishikan de la ciudad de Niigata) y el carbón vegetal, de Shitadagō (actual ciudad de Sanjō). Tsubame es el único lugar donde esas técnicas siguen en práctica. Tamagawa Tatsushi, jefe de artesanía de Gyokusendo, asegura que conservar la tradición resulta extremadamente difícil: “Tiende a creerse que la artesanía tradicional consiste simplemente en seguir usando las mismas técnicas de antaño, pero no es tan sencillo. Por ejemplo, desde que cerró la mina de cobre de Maze importamos las planchas de cobre de Sudamérica. Aunque queramos mantener siempre las mismas técnicas de elaboración, las materias primas que llevábamos décadas utilizando se agotan y las herramientas con las que estábamos acostumbrados a trabajar dejan de fabricarse. Para conservar la artesanía tradicional, tenemos que hacer frente a estos cambios buscando productos sustitutorios y nuevas herramientas, y adaptando los métodos de elaboración a los recursos disponibles”.

El sarmiento que utilizaban desde antiguo se agotó hace poco y tuvieron que empezar a comprarlo en otro lugar.

Avalancha de visitantes para conocer al Tesoro Humano Vivo

Yamada Ritsu, director de Gyokusendo, afirma que la gente no solo tiene una imagen errónea de los métodos de elaboración, sino también de la artesanía tradicional en sí: “Nuestros productos artesanos son herramientas, así que creemos que no tienen sentido a menos que puedan usarse en la mesa. Tamagawa Motoyuki, séptimo presidente de la empresa, siempre dice que la artesanía tradicional es una innovación continua”.

La firma Gyokusendo surgió de la antigua Yakan-ya Kakubee, un negocio que elaboraba principalmente teteras de tipo yakan. Tras participar en la Exposición Universal de Viena de 1873, el segundo y el tercer presidente de la compañía introdujeron la decoración con técnicas como el repujado y el cincelado, sumando una faceta artística al producto.

La mayor innovación de los últimos años ha sido la introducción del método mokumegane por parte de Tamagawa Norio, padre del presidente actual. Se trata de una técnica que consiste en soldar más de veinte planchas solapadas de distintos tonos de cobre, plata y shakudō (aleación de cobre y oro) para luego raspar la superficie con un cincel e ir creando un veteado metálico similar al de la madera. En 2010 Norio se convirtió en el primer artesano del cobre en ser nombrado Tesoro Humano Vivo de Japón.

Arriba a la izquierda: Florero de mokumegane. Arriba a la derecha: Tetera de mokumegane. Abajo: Martillando la superficie de mokumegane se crea un diseño de capas más complejo que le añade refinamiento.

El nombramiento de Tamagawa Norio hizo que se disparase el número de visitantes en la fábrica: de las 700 personas de 2012 se pasó a las 5.500 —de las cuales 400 eran de fuera de Japón— en 2016. “Creo que también ha influido la amplia difusión nacional de la marca Tsubame-Sanjō, pero en cualquier caso es un cambio estupendo”, señala Yamada.

A pesar de su reciente racha, Gyokusendo no se conforma y sigue innovando. Siete años atrás la empresa contrató a la primera artesana en sus dos siglos de historia, y ahora son seis las mujeres que trabajan en el taller. Dicen que su punto de vista las ayuda a crear objetos que resultan prácticos para el hogar. Además, en abril de 2017 la firma abrió una tienda en el gran complejo GINZA SIX de Tokio, popular por sus numerosas instalaciones dedicadas al turismo extranjero.

Arriba a la izquierda: Las mujeres dominan el oficio tan bien como los hombres. Arriba a la derecha y abajo: Delicados floreros diseñados por las artesanas de Gyokusendo.

“En adelante pensamos seguir promoviendo la artesanía del cobre y la marca Tsubame-Sanjō en el resto del mundo desde Ginza. Eso sí, para nosotros la tienda de Ginza es solo un espacio donde dar a conocer nuestra artesanía; el objetivo principal es despertar el interés del público para que vengan a visitar la fábrica en Tsubame. Queremos que nuestros clientes oigan el martilleo del metal, huelan los líquidos y sientan el calor del fuego del taller. Y que, después de conocer la dedicación que ponemos en nuestros productos, los adquieran y los usen con el mayor cuidado”, declara Yamada.

Decorada con planchas de cobre martillado, la nueva tienda de Gyokusendo resplandece en la cuarta planta de GINZA SIX.

Información del establecimiento

Sede central de Gyokusendo en Tsubame (Gyokusendō Tsubame Honten)
  • Chūō-dori 2-2-21, Tsubame, Niigata
  • Horario: días laborables, de 8:30 a 17:30
  • Teléfono: 0256-62-2015
  • Fax: 0256-64-5945
Fotografía: Kodera Kei
Reportaje y texto: Hashino Yukinori (editorial de Nippon.com)

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