Retretes reflejo del gusto nipón por el detalle

Aseos japoneses: 1. Los aseos más antiguos de Japón

Cultura Historia

Nuestras necesidades fisiológicas nos obligan a ir al baño una media de siete veces al día. Los aseos son un elemento imprescindible en la rutina diaria y hasta podríamos afirmar que representan el lugar más cotidiano de nuestra vida. Los aseos nipones se consideran los de más calidad del mundo gracias a la invención de los washlets (aseos con funciones de limpieza) y a su impecable nivel de higiene. En esta serie les presentamos algunos aseos únicos que reflejan la originalidad de los japoneses a la hora de buscar soluciones para la vida cotidiana. En la primera entrega repasamos la historia de los aseos en Japón.

Historia del aseo

El que se considera el aseo más antiguo del mundo se descubrió entre las ruinas de Tell Asmar (Iraq), una ciudad fundada en tiempos del imperio acadio y perteneciente a la civilización mesopotámica. Se trata de una suerte de asiento construido con ladrillos que, a pesar de datar del 2200 antes de Cristo, funcionaba con agua.

Las investigaciones estiman que en Japón se empezaron a designar lugares específicos para evacuar durante la primera mitad del periodo Jōmon, hace unos 5.500 años. En el fango de un valle cercano a las ruinas de Sannai-Maruyama, en la prefectura de Aomori, se halló una gran cantidad de huevos de parásitos de heces humanas, lo que demuestra que existían lugares reservados para ir al baño. En el conchero de Torihama (prefectura de Fukui) también se encontró una elevada concentración de fósiles de heces en puntos que antes lindaban con el cauce de algún río, por lo que se cree que también allí se demarcaban zonas para evacuar en el mismo periodo.

Letrinas con capacidad para cien personas

En busca del aseo más antiguo de Japón, nos dirigimos a la milenaria Kioto, concretamente al Tōfuku-ji, un templo famoso para la contemplación del cambio de hoja en otoño. Al sur del zendō (sala de meditación) del templo hay un gran edificio de 35 metros de largo por 14 de ancho llamado tōsu, nombre con el que se designaban los aseos en los templos del budismo zen.

Exterior del tōsu del Tōfuku-ji

El interior del edificio presenta una ristra de primitivos orificios alineados, unos más profundos para defecar y otros menos hondos para orinar. La amplitud y el elevado número de orificios le valieron el apodo de Hyakusecchin, literalmente “cien letrinas”, en referencia a su aforo masivo.

Orificios redondos alineados, en el Hyakusecchin.

Edificado en la primera mitad del periodo Muromachi (1333-1573), el Hyakusecchin fue designado como Patrimonio Cultural Nacional al considerarse el aseo más antiguo de Japón. En la actualidad está cerrado al público, por lo que tuvimos que solicitar un permiso especial para visitarlo. ¿Cómo se sentirían los monjes ascetas de la época al hacer las necesidades con tanta compañía? Colocamos los pies a lado y lado de uno de los agujeros para ponernos en situación.

La autora se coloca sobre uno de los orificios del Hyakusecchin.

Las heces de los monjes se aprovechaban para abonar los campos que pertenecían al templo e incluso se vendían a los agricultores de Kioto para generar ingresos.

El tōsu formaba parte de los shichidōgaran, los siete edificios que no podían faltar en un templo budista. Era también, junto al zendō (sala de meditación) y al yokushitsu (sala de baño), uno de los sanmokudō, los tres edificios en los que estaba prohibido hablar. Así pues, en un templo de budismo zen como el Tōfuku-ji, ir al baño constituía una importante práctica ascética.

Doce aseos que no perderse en Japón

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