Retretes reflejo del gusto nipón por el detalle

Aseos japoneses: 2. Los aseos tradicionales, en vías de extinción

Cultura

Los aseos nipones se consideran los de más calidad del mundo gracias a la invención de los inodoros con funciones de limpieza y a su impecable nivel de higiene. En esta serie les presentamos algunos aseos únicos que reflejan la originalidad de los japoneses a la hora de buscar soluciones para la vida cotidiana. En la segunda entrega les hablamos de los aseos tradicionales japoneses, o washiki, que tienden a desaparecer.

Historia de los aseos tradicionales

Al pensar en aseos tradicionales con historia, el primero que me viene a la mente es el del Hotel Gajoen de Tokio (antiguamente, Meguro Gajoen), conocido como “el Palacio del Dios del Mar de la era Shōwa”. Se trata de un cuarto de unos 7,4 metros cuadrados con nada más que un inodoro sin taza, construido hace más de ochenta años. El baño se halla en el antiguo edificio del hotel, Hyakudan Kaidan (Cien Escaleras), y solo se abre el público durante ciertos eventos. Según el personal del hotel, se usaba en las bodas para que la novia entrara con una acompañante que la ayudaba a levantar su larga vestimenta; de ahí su singular distribución. Sin duda, un baño digno de un hotel como el Gajoen, reputado desde hace muchos años como enclave para celebrar bodas.

Amplio baño tradicional del Hotel Gajoen de Tokio (cerrado al público). La semicúpula de la parte posterior del inodoro se conoce como kinkakushi.

Los aseos de todo el mundo pueden dividirse en dos grandes categorías: los de sentarse en la taza, que en Japón se conocen como yōshiki (de estilo occidental), y los de agacharse, en los que se incluyen los tradicionales japoneses, o washiki. En Estados Unidos, Europa y todo el mundo cristiano en general, predomina la cultura de sentarse, mientras que en África, los países árabes y Asia es más común la de agacharse. La característica que distingue el aseo tradicional japonés es el kinkakushi, una semicúpula situada en la parte frontal del inodoro.

El origen del aseo tradicional japonés es una suerte de orinal portátil llamado hibako que empezó a popularizarse en el periodo Heian (794-1185). El kinkakushi es la evolución de una parte del hibako: el kinukake, un tendedero con forma de puerta sintoísta situado detrás del inodoro en el que se colgaban los bajos del kimono para no ensuciarlos.

Posando frente a un hibako. Este modelo, utilizado por la nobleza, incluía un cajón debajo para que los sirvientes pudieran vaciarlo tras el uso.

A mediados del periodo Meiji se pusieron de moda los inodoros de porcelana blanca con motivos azules. En la foto de abajo se aprecia el proceso de evolución del kinukake al kinkakushi. Cuando los japoneses pasaron de llevar kimono a vestir prendas occidentales, el kinukake perdió su razón de ser, se trasladó a la parte frontal del inodoro y se transformó en una semicúpula con la función de ocultar las partes pudendas y evitar las salpicaduras de orina. Los refinados dibujos de los inodoros de la época atestiguan ese detallismo en torno al aseo que más tarde conduciría a los japoneses a desarrollar inodoros con funciones avanzadas. Al parecer los sanitarios de estilo tradicional japonés que siguen usándose hoy en día llegaron a Japón en la primera década del siglo XX.

Cuando los inodoros pasaron a ser de porcelana, el kinukake adoptó la forma de tabla cuadrada de los ejemplares frontales de la foto y, finalmente, se convirtió en la semicúpula que se observa en los del fondo.

Las sorprendentes ventajas de unos aseos al borde de la extinción

Se proyecta eliminar progresivamente los aseos de estilo japonés de cara a la celebración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020. En la prefectura de Tokio se está ejecutando un plan para sustituir por inodoros con taza el 90 % de los aseos tradicionales de las estaciones de la compañía de metro Toei y el 80 % de los de las escuelas primarias y secundarias públicas.

No se trata de una política dirigida solo al turismo extranjero. Actualmente los hogares nipones suelen contar con aseos de tipo occidental y cada vez hay más niños que no saben cómo usar los de estilo japonés. El envejecimiento progresivo de la sociedad hace también que cada vez más personas mayores eviten el uso de los aseos en los que hay que agacharse porque perjudican sus debilitadas piernas y caderas. Alguna vez en un baño público una persona mayor me ha cedido el turno porque el baño que quedaba libre era de tipo tradicional y no podía utilizarlo.

A pesar de que estén destinados a desaparecer, los aseos tradicionales no solo ofrecen desventajas. A diferencia de la postura erguida de los aseos occidentales, la postura agachada con las piernas separadas en que se utilizan los japoneses facilita la función intestinal y anal, acortando el tiempo de la evacuación. Ese ahorro de tiempo reduce además la espera en los aseos públicos. Las personas más maniáticas con la higiene también abogan por este tipo de inodoros porque evitan tener que sentarse en una taza usada por desconocidos. Ante estas ventajas, las autoridades consideran desistir de eliminar completamente los aseos tradicionales y conservarlos en un cierto número de enclaves y en proporciones determinadas respecto a los de tipo occidental.

Como exploradora de aseos, me entristece la desaparición total de los aseos tradicionales japoneses. En un artículo anterior hablé del baño del restaurante Resto Ujō, en la ciudad de Echizen (prefectura de Fukui), que cuenta con un jardín con pinos, bambú y linternas de piedra que destila un ambiente típicamente nipón. Aunque el baño incluye también aseos de tipo occidental, los tradicionales resultan mucho más interesantes.

Fotografías: Maritomo, Nippon no toire hoka (Aseos de Japón).

 

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