Maestros de la pintura contemporánea redecoran el templo de Ikkyū

El "Proyecto Fusuma-e": “Kanzan Jittoku” de Hamaji Sōshū

Cultura Arte

En el pabellón Shinjuan de Daitokuji (distrito Norte, Kioto), templo conocido por su vinculación con Ikkyū, se están creando fusuma-e por primera vez en 400 años. Un camarógrafo novel que reside en Shinjuan nos presenta las obras y el proceso creativo de los seis maestros de la pintura contemporánea que encaran el desafío que supone este proyecto histórico. Esta entrega trata sobre Hamaji Sōshū, pintor de estilo clásico japonés.

El reto de pintar para el templo donde fue aprendiz

Hamaji Sōshū, además de ser pintor de estilo clásico japonés, es monje budista y también está implicado en las actividades de apoyo en una instalación de bienestar infantil además de otras actividades creativas. A juzgar por las marcas de las sandalias que el sol ha perfilado vivamente en sus pies, se diría que pasa la mayor parte del tiempo jugando al aire libre con los niños.

En este proyecto de creación de nuevas pinturas para las puertas correderas fusuma, Hamaji está encargado de la sala Ihatsu no Ma, situada al noreste del salón principal. En las cuatro fusuma que le han asignado ha pintado el tema de “Kanzan Jittoku”.  Kanzan y Jittoku eran dos monjes budistas chinos de la dinastía Tang (618-907) y, aunque muchas piezas de poesía china se atribuyen a ellos dos, se sabe poco sobre los detalles de sus orígenes y vidas. Sin embargo, muchos pintores los han elegido como tema para sus pinturas con tinta china a lo largo de los siglos, ya sea por la profunda impresión que dejó su excéntrica forma de vida alejada de la sociedad, como por su apariencia extraña y andrajosa. Normalmente, los representan en estas pinturas con unas sonrisas espeluznantes. Al parecer, es la segunda vez que Hamaji los pinta.

La escena presenta una gran cantidad de espacio vacío en el que aparecen alineados cuatro árboles ginkgo biloba de aspecto sólido. En contraste con la sensación de peso de los troncos, las hojas pintadas pálidamente caen aleteando hasta el suelo. Kanzan se asoma por detrás del árbol ginkgo que está más a la izquierda, y Jittoku se encuentra en el extremo de la derecha sosteniendo una escoba. Las miradas de los dos personajes se encuentran y sus expresiones muestran como si estuviesen tramando algo.

Me impactó el semblante circunspecto que mostró Hamaji al ver su obra por primera vez instalada en Shinjuan. Después de licenciarse en arte en la Universidad Kyoto Seika, Hamaji fue un aprendiz residente en Shinjuan durante dos años y medio. Gracias a este peculiar destino, el abad del templo acabó encargándole las fusuma-e.

Kanzan a la izquierda y Jittoku a la derecha. Sus miradas se encuentran y ambos sonríen pícaramente.

La pintura es un reflejo de uno mismo

Le pregunté a Hamaji si residía en Shinjuan con la intención de convertirse en monje. Me respondió que para nada en absoluto. “Tan solo quería aprovechar la oportunidad y saber cómo era vivir en un templo”, me contó. Mientras estaba de aprendiz, salvo el tiempo que le dedicaba al trabajo para ganar y costearse sus gastos mínimos, se pasaba todo el día limpiando los jardines.
"Mientras limpio el jardín los pensamientos dejan de llegar a mi mente", dice. "Esa sensación de estar totalmente entregado a lo que estoy haciendo se parece al acto creativo”.

Cuando uno pinta una imagen, siempre aparece el deseo personal de “querer arreglárselas” y entorpece el proceso creativo. Pero, a medida que se entrega al acto de pintar, aparece un instante donde ese deseo se esfuma. A base de acumular dichos instantes es como la obra va adquiriendo su forma final. Al parecer, el motivo por el cual Hamaji repite pintar el mismo tema es la posibilidad de descubrir dentro de la obra una nueva versión de sí mismo. Seguramente ese era su objetivo al aceptar el reto de pintar por segunda vez "Kanzan Jittoku” en Shinjuan donde pasó una época como aprendiz.

Hamaji posa ante su fusuma-e.

"Los niños hacen eso naturalmente"

Hamaji dice que recibe muchos estímulos de los niños de la instalación de bienestar infantil donde trabaja porque actúan libremente y sin tratar de “componérselas”. Es como si todo en su vida estuviese relacionado con el hecho de pintar cuadros. A pesar de que su razón declarada para convertirse en monje era que tenía que experimentar por sí mismo para comprenderlo realmente, me imagino que también llevaba implícito su desafío personal como artista.

Las pinturas fusuma-e de Hamaji, con su amplio uso del espacio vacío, pueden parecer a simple vista que invitan a los observadores a tomarse un respiro. Las sonrisas traviesas en las caras de Kanzan y Jittoku, sin embargo, parecen decir que no será todo tan fácil como aparenta.

¿Quedar absorto o liberarse? ¿Encarar el desafío o huir de él? ¿Autocorregirse o aceptarse tal cual uno es? Es posible que tanto el artista como el observador compartan la aguda sensación de haber recibido una revelación: “todo depende de ti”.

La composición y el empleo del espacio vacío de esta pintura parecen estar interrogándonos algo.

Exposición especial de Daitokuji Shinjuan

  • Fechas: del 1 de septiembre al 16 de diciembre de 2018 (cerrado del 19 al 21 de octubre)
  • Horario: 9:30 a.m. a 4:00 p.m. (última entrada)
  • Tarifa: Adultos 1.200 yenes, estudiantes de secundaria e institutos 600 yenes, menores de 12 años gratis (si van acompañados de un adulto). Nota: los niños en edad preescolar no serán admitidos en el estudio Tsūsen’in o en la sala de ceremonia del té Teigyokuken.
  • Acceso: desde la estación de Kioto, tomar la línea Karasuma del metro municipal de Kioto hacia Kitaōji. Hacer transbordo allí a las rutas de autobús 1, 101, 102, 204, 205 o 206 de la ciudad de Kioto y bajar en Daitokuji-mae. Desde allí, 7 minutos a pie (tiempo de viaje total: unos 35 minutos).
  • Sitio web especial de visita de Daitokuji Shinjuan
  • Sitio web de Crowdfunding para Kyoto Shinjuan (solo en japonés)

Fotos de las fusuma-e por Asano Satoshi, fotos del proceso creativo de Hamaji Sōshū por Tsunoda Ryūichi.

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